domingo, 17 de septiembre de 2017

TEMPORADA 1962- 1963






 

Temporada 1962-1963 del Liceo


Os diré que una de las primeras cosas que hice cuando ya estuve asentado en Barcelona fue quedar una tarde con nuestro amigo Jordi. Lo que más me llamó la atención de este singular amigo, es que no era aficionado a la ópera, cosa que mis amigos y  yo desconocíamos. Lo que más me intrigo fue,  ¿cómo era posible que ninguna temporada nos dejara tirado en la cuestión de las entradas? Sencillamente me lo reveló en un instante: era muy amigo de un tal Pepe,  que trabajaba en las oficinas del Teatro del Liceo, (se encargaba de confeccionar y repartir los abonos de la temporada) y ahora entendía que muchas veces nos facilitaba algunas noticias sobre las óperas que se iban a representar, antes que el periódico de La Vanguardia, pues mi compañero Manolo Polo, el barbero, recibía todos los días el tal periódico y nosotros ya  estábamos enterados. Por mediación de Jordi, me puso en contacto con su amigo Pepe. Os puedo decir que hice mucha amistad con Pepe, pues más de una vez me ha sacado de algún apurillo en temas relacionados con alguna entrada y él  me lo ha resuelto al momento.
Por mediación de mi amigo Pepe, yo me ponía en contacto con mis dos compañeros de “fatiga”, Manolo Polo y Enriquito y les comunicaba por teléfono todas la inquietudes que iba a tener la nueva temporada 1962 – 1963.


Temporada 1962-1963 del LiceO 
Ópera
Compositor
Director musical
Director de escena
Documentos de los directores
Producción
Fechas
3 de noviembre [3]
4 de noviembre [4]
10 de noviembre [5]
17 al 25 de noviembre
24 de noviembre [7]
29 de noviembre [8]
5 de diciembre [9]
11 de diciembre [11]
Callao, Aparici, Juan Daviu , Miguel Aguerri , Lloveras, Escoto
11 de Desembre
11 de Desembre
18 de Desembre
Petruscke
20 de Desembre
Ópera de Belgrado
29 de Desembre
Ópera de Belgrado
30 de Desembre
Opera de Nuremberg
10 de gener
Opera de Nuremberg
13 de gener
17 de gener
24 de gener[18]
7 de febrero
mayo
mayo






                                     

                                                                                    VICENZO BELLINI

NORMA (Bellini) Inauguración temporada 1962 -1963. Director Mario Parenti, con Leyla Gencer, Fiorenza Cossotto, Bruno Prevedi, Ivo Vinco.
Esto de no hacer viajes, ha pasado a la historia. El contacto con mis compañeros,  Manolo Polo y Enrriquito, seguía intacto, El mensajero de las correspondientes entradas había cambiado, nuestro amigo Pepe me las facilitaba y nuestro amigo Jordi  ya no hacía falta que se acercara al teatro, pues de mutuo acuerdo con Pepe, yo iba a recogerlas a su casa o bien, el,  se pasaba por la empresa que yo trabajaba y así de esta forma cambiábamos de pareceres.
 Aquí en Barcelona vivía en una casa de huéspedes y precisamente nuestro amigo Pepe fue el que me facilitó dicha casa, por lo tanto teníamos mucho contacto. Aquí estuve de soltero hasta el año 1965 que fue cuando me case.
El sábado 3  Noviembre a las 20 horas, estando en la puerta principal del teatro, debajo de las carteleras que anunciaban la función correspondiente, vi aparecer a mis dos amigos, no os podéis imaginaros la alegría que me llevé. Ellos venían para dos funciones seguidas, la  del sábado y al día siguiente domingo que representaban Otello.
Vayamos a lo nuestro, la Norma  que se represento esa noche, puedo deciros  que fue de una gran categoría, tenía aún el recuerdo de la última vez que vi esta Norma, por Anita Cerqueti y Fedora Barbieri, y no voy a deciros qué representación me gustó más, no, como sabréis no es mi estilo el comparar, solamente os puedo decir que fue como tantas noches ¡apoteósico!.De Leyla Gencer me llevé una gran sorpresa pues no tiene que envidiar a ninguna de las “grandes” porque ella es grande, y de Fiorenza Cossoto tanto de lo mismo. Compañeros pensad que lo que yo escuchaba en aquellos años eran voces principiantes, es decir el comienzo de sus carreras, y estaban en plenitud de facultades, y a lo largo del tiempo es cuando uno se da cuenta de lo que yo he visto y he disfrutado. Otra de las sensaciones de esa noche mágica fue el descubrimiento de otra gran voz, el tenor Bruno Prevedi, otro que empezaba su carrera, y como era de esperar, recibió de las casas discográficas el rechazo como tantos cantantes. El monopolio lo tenían Mario del Mónaco, Renata Tebaldi, María Callas y Giuseppe Di Stefano. Todos los cantantes que habían alrededor, para estas empresas no existían, por ello yo hago hincapié, en que estos cantantes que apenas podían grabar, (había grabaciones piratas) yo los menciono, ya que muchos de vosotros no los conocéis. En los tiempos  que estamos y gracias a internet y YouTube, los vamos conociendo, es por ello que muchos aficionados en la actualidad ya se van dando cuenta que, aparte de los “cuatro”,  si había cantantes en aquellos  años de una gran categoría como ellos. Con esta observación no quiero decir que estos “cuatro” fueran malos cantantes, no, eran buenísimos pero tuvieron la suerte del nacimiento de este monopolio que fueron los que se comieron parte de la “tarta”. Si os fijáis en las grabaciones de aquellos años, sobre 1955 hasta 1975 eran intocables, los cantantes que proponían el imperio de las casas discográficas. Ahora siguen igual pero debido a internet las cosas van cambiando y hay mucha más libertad, a nivel aficionado, pues se mete uno en YouTube y sacan cosas que ni en sueños podríamos tener.
Siguiendo con la <Norma> de aquella noche, os propongo unas grabaciones que he podido sacar de YouTube y de mi discoteca, que fueron grabadas  más o menos sobre el año que yo les vi cantar. Como oiréis son voces de una gran categoría y yo que los he visto cantar en directo doy fe de todo ello. 

                                     
                                                                 IVO VINCO

                           
                                                    AUDIO - Norma – Ivo Vinco –“Cavatina de Oroveso “

                         
                                                                             BRUNO PREVEDI

                          
                            


                             

                                                         AUDIO - Norma – Leyla Gencer – “Sediziose voce”




                                                              

FIORENZA COSSOTTO 

 AUDIO Norma – Fiorenza Cossotto – “Sgombra e la sacra “ 







                        
                                


                AUDIO - Norma – L-Gencer- G. Simionatto- B. Prevedi- “Ma di lamatto giovani”


                                        AUDIO -Norma – Leyla Gencer – “Mira  o Norma “



                   AUDIO -Norma – Gencer-Cossotto- Prevedi –Simionato – “Deh non voleri” Final

Os voy a proponer la primera ópera de Norma que se grabó en el año 1939 con la orquesta y coro de la RAI de Turin con la dirección de Vittorio Gui y los interpretes y personajes: Giina Cigna (Norma), Giovanni Brevario (Pollione), Ebe Stignani (Adalgisa), y Tancredi Pasero (Oroveso). Voces del pasado que nos demuestran la gran calidad que tenían 


                                   AUDIO.- Norma 1939. Gui-Cigna, Stignani, Pasero.


                                                  CRÓNICA DE LA AVANGARDIA



CRONICA DE LA VANGUARDIA -  NORMA (Bellini)  Inauguración temporada 1962-1963. Ayer noche se inauguró brillantemente la temporada en el Gran Teatro del Liceo
Con Norma de Bellini, símbolo del más puro “bel canto”, obtuvieron un éxito señaladísimo todo los intérpretes y muy especialmente los protagonistas Leyla Gencer, Fiorenza Cossoto y Bruno Prevedi
Empezó la temporada del Liceo en un ambiente favorabilísimo. Los programas generales de las 60 funciones anunciadas han despertado una considerable expectación aunque en los mismos no figuren muchas novedades en cuanto al repertorio pero sí bastantes nombres no conocidos de cantantes que serán interesantes conocer y juzgar. El Festival de festivales  propiamente dicho, con los varios  conjuntos completos de artistas, ha comenzado todavía y el telón se levantó ayer para hacer honor a la célebre  «Norma», pieza máximamente significativa del repertorio Italiano, temido  para los cantantes debido a los alardes de  virtuosismo vocal que el compositor prodigó en las particelas de los protagonistas; admirada siempre por los menos aficionados al lirismo del teatro italiano del siglo pasado, aficionados que por lo visto no escasean en Barcelona a juzgar por la curiosidad, el interés  y la atención general que despertó la  velada.
Acabamos de salir de esta función inaugural que ha alcanzado toda la solemnidad debida tanto a la calidad del espectáculo como a la significación ciudadana, del acto, tan importante en la vida cultural de la cudad. El Liceo ha registrado un lleno prácticamente absoluto y todos los que han acudido al gran teatro, desde los que cumplen siempre con el rito de esta inauguración ocupando palcos y butacas hasta los voluntariosos, fieles y superiormente entendidos de los pisos cuarto y quinto, creo que han salido satisfechos dé la fiesta. Aquellos a quienes les atrajo el relieve social de la velada no habían sido defraudados porque la sala estuvo deslumbrante sin que faltaran en ella todos aquellos que dan brillo y relieve a las noches de ópera. A los que estiman el espectáculo operístico intrínsecamente también han quedado satisfechos, aunque esto no quiera, decir que los pormenores de la representación y el arte de los cantantes fueran  largamente discutido entre ellos, lo que demuestra que el teatro lírico sigue siendo estimado y cuenta con muchos y muy entendidos partidarios que no quieren limitarse, afortunadamente, a una pasiva contemplación de lo que aparece  en el majestuoso marco escénico del Liceo.
«Norma» se mantiene en las carteleras operísticas casi exclusivamente por su constante encanto melódico. Más de un siglo después de su estreno (Milán 1831) han declinado casi todos sus valores dramáticos. De la tragedia seudo romana de Norma y Adalgisa no queda más que la faramalla y el acartonamiento de la historia, salvándose empero lo más importante: la pureza, el hechizo extraordinario de un conjunto de melodías suficientes para ganar incondicionalmente la voluntad del que escucha sin prejuicios, dispuesto a gozar de la belleza directa, simple y clara de unas voces acompañadas por la nueva y oportunísima armonía de una orquesta sin complicaciones, una orquesta alada, transparente y sintética al servicio del dibujo melódico.
                       LA REPRESENTACIÓN
La ópera de Bellini es agotadora para la soprano protagonista. Norma debe cantar «a fondo» desde el aria inicial, la celebérrima «Casta Diva», hasta la última escena. Pudimos apreciar, pues, largamente las cualidades de la soprano Leyla Gencer, que se distingue principalmente por la ductilidad de su emisión. Su timbre vocal es bueno, potente en los agudos, patético en los graves, que no faltan en la obra. A pesar de todo, el éxito lo obtuvo por la concreción segura de sus vocalizaciones, por sus limpios filados y por el carácter que imprimió a los episodios que requieren mucha fuerza temperamental.
Sigue en dificultad al papel de Norma, el de su rival en la historia escénica, la sacerdotisa Adalgisa, que fue encarnada por la «mezzo» Fiorenza Cossoto, ya conocida de los liceístas. Fiorenza Cossoto es una excelente artista en su registro y tanto en sus intervenciones individuales como en los dúos con la soprano, de brillantísimos efectos, la artista quedó en excelente lugar, destacando la claridad y potencia de su voz. Estos dúos del segundo y tercer actos fueron aplaudidísimos con justicia, aunque en uno  de ellos (el del segundo acto) hubiera alguna precipitación y cierto calado cuando las dos voces femeninas se desligan de la orquesta.
El papel de tenor en la obra es menos importante, pero eso no quita, tenga momentos de lucimiento. Este papel —el de Pollióne-, dio lugar a la presentación del tenor Bruno Prevedi, que en cierto modo fue la más agradable sorpresa de la noche. Este cantante es de categoría, de firme y expresiva voz, rotunda y apasionada en los agudos. Un artista que quisiéramos oír nuevamente en alguna otra ópera más definitiva con un «rol» de tenor de mayor extensión.
Completaron dignamente  el reparto Ivo Vinco, excelente bajo, siempre ajustado en su dicción; María Teresa Batlle y Juan Lloverás.
El coro tiene también su papel en el primero y último actos y sus intervenciones no pueden dejarse al azar con el pretexto de que son secundarias. El maestro Ricardo Bottino lo preparó conscientemente y el resultado fue una invariable buena sincronización del conjunto con la escena y los solistas.
Cuidó satisfactoriamente de la escena Ricardo Moresco y la dirección general desde el podio de la orquesta la llevó con plena autoridad el maestro Mario Parenti, consiguiendo del conjunto instrumental un eficaz rendimiento.
<Norma> ha abierto las puertas del Liceo. Unas horas después de enmudecer las armonías de Bellini, el  teatro vibrará con el prodigioso «Otello» de Verdi que inaugurará las funciones de tarde.
La ópera vuelve a presidir la actividad musical de Barcelona y celebramos que la temporada empiece bajo el signo del teatro lírico italiano que, cómo  ningún otro, mantiene viva la afición y el interés de la gente como acabamos de comprobar hace unos minutos, cuando ha bajado el telón del Liceo acompañado por los aplausos ardorosos y. prolongados del público.

X. MONTSALVATGE 

Giuseppe Verdi

OTELLO (Verdi)   Noviembre  1962. Director Wolf Ferrari con Carlo Guichandut, Dino Dondi,  Nicoletta Panni, Ivo Vinco
Para esta nueva versión de Otello que íbamos a presenciar, aún nos rondaba el “efecto” Mario Del Mónaco, muy difícil de superar. La realidad es que el tiempo me ha dado la experiencia, y lo principal, para poder saborear y disfrutar de una función de ópera, nos tenemos que dejar a parte, las prioridades y a veces hasta el  fanatismos por un cantante. Yo os aconsejo que cuando veáis, o incluso estéis  oyendo algún fragmento de ópera, dejaros de comparaciones “si fulano lo hace mejor que sotano”, centraros en lo que estáis viendo o escuchando y disfrutar del momento, tiempo hay para luego sacar vuestra opinión y a la larga ya  os haréis una composición de que “fulano lo hace mejor que sótano”. En aquellos años yo era muy joven y experiencia no tenía, por supuesto que tenía mis favoritos como todos los  aficionados a la ópera, pero al cabo de los años me he dado cuenta, que  lo mejor es, de disfrutar del momento y luego uno mismo hace una composición de lo que ves y tú mismo vas seleccionando los que más te gusta. Os diré que de la forma que yo interpreto, mi forma de ver y escuchar una ópera, lo principal y prioritaria mente, es la música y luego los intérpretes. Lo principal para ver una ópera  o escucharla, es estar relajado y concentrarse  en lo que vas a ver o escuchar. Si estás en tu casa, es primordial que tengas un buen equipo de música y a ser posible aislarte en tu habitación. Por los años he conseguido el sueño que siempre tenía, el poder tener una habitación preparada para escuchar música.
Bueno vayamos al Otello de Carlo Guichandut. A mí me pareció una muy buena representación, con una voz con un sonido de  barítono, pero con unos agudos muy eficaces, artística mente aceptable. El barítono Dino Dondi con una voz grande y muy sonora y en la cuestión escénica espectacular. La soprano Nicoletta Panni hizo una Desdémona muy frágil y con una bella voz. Mis amigos y yo salimos satisfechos, pero el recuerdo de la noche que vimos a Mario Del Mónaco, nos vino a la memoria y si, estuvimos de acuerdo que aquella noche la que cantó Mario Del Mónaco fue excepcional.
No he podido encontrar ninguna grabación de la soprano Nicoletta Panni ni del barítono Dino Dondi. Os voy a proponer unas grabaciones de Carlo Guichandut, una cantando en el rol de Yago, y luego en el rol de Otello. Como sabréis, empezó su carrera de barítono y luego se pasó a tenor dramático. Las grabaciones no son muy limpias pero merece la pena escucharlas. Primero os voy a poner cuando cantaba de barítono y luego las  de tenor.

CARLO GUISANDUT

AUDIO - Otello – Carlo Guichandut (bar.) “Innaffia l´ugola” 1950

                           

                               
                    AUDIO - Otello – C. Guichandout – (bar.) “Era la note” 1950


Ahora lo escuchareis haciendo el rol de Otello


                           
AUDIO - Otello – C. Guichandout – (Tenor) “Esultate “




                         

                                      
                                     AUDI O - Otello – Carlo Guichandout – “Ni un mi tema “




Seguidamente  os voy a proponer en vídeo una versión de Otello ( 1958) con la orquesta y coro de la RAI de Milan siendo dirigidos por Tullio Serafin y con el siguiente reparto, interpretes y personajes: Rosana Cartieri (Desdemona), Mario del Monaco (Otello), Renato Capecchi (Jago), Gino Mattera (Cassio), Plinio Clabassi (Ludovico), Nestore Catalani (Montano) y Luisela Ciaffi (Emilia).




CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA DE OTELLO (Verdi) 4  noviembre 1962
« OTELLO », LA «OPERA TOTAL» DE VERDI
             El binomio Verdi- Wagner
Con <Otello>, el drama lírico llegó en la penúltima década del siglo pasado a sus máximas posibilidades. <Otello> marca el punto culminante en la producción de Verdi y representa —respecto a «Aida», su ópera anterior, estrenada dieciséis años antes— un progreso tan enorme que permitió al teatro italiano en la época de la gran explosión wagneriana, medir sus armas, con las nuevas concepciones escénicas germánicas. Comparar este frenético y melodramático <Otello> con «Tristan» o «Parsifal» algún tiempo atrás hubiese sonado a sacrilegio, y ahora aún parecerá una mala defensa del genio latino, pero es oportuno citar el caso Wagner, hablando de Verdi, para esquivar Una vez más el error de atribuir a los dos compositores idénticos conceptos sobre la ópera.
Se ha dicho, con razón, que en «Otello» Verdi consigue la «ópera total» sin someterse a las orientaciones de Wagner, como ciertos momentos de ((Don Carlos» y dé «Aida» habían hecho suponer a algunos exigencias superficiales. Verdi, en «(Otello», ofrece la más italiana de sus óperas, de la misma manera qué<(Los maestros cantores>, «Tristán» o la tetralogía simbolizan la exacta visión alemana del teatro musical. En el primer caso nos encontramos con el drama lírico  absoluto; en el segundo, con el perfecto drama sinfónico. Los caminos son paralelos y en ningún caso convergentes. Tal vez el último admite una continuación que no se prevé para el otro. Esto sería laborioso dilucidarlo, pero aun si Wagner nos puede llevar hasta el «Wozzeck» de Alban Berg y, en cambio, Verdi sólo hasta Menoíti, no palidece por esta razón la belleza irradiante de una obra como <Otello>, más intensa aún si la consideramos como el canto del cisne de la ópera en su más pura acepción. Un punto culminante en la ópera italiana
Desde que empieza <Otello> con una sacudida expresiva de la orquesta hasta la última escena, que es a, no dudar la mejor página de Verdi y el momento musical y escénico más logrado, en el que toda la historia de la ópera italiana llega á a su mejor culminación, no hay en la partitura más que música auténtica al servicio de la voz y de la acción, sin que estos factores tiranicen la misión primordial de la orquesta creadora de un constante clima dramático. En los cuatro actos de la obra se encuentra aún,  resabio formulario, alguna reminiscencia de las debilidades de Donizetti o Meyerber. Así, por ejemplo, en el segundo acto, en el monólogo del protagonista «Ora per sempre addio», no es grito de grandilocuencia, o en la escena donde Yago inventa el sueño de Cassio poniendo más afectación que emotividad en el discurso. Nada, empero, enturbia el perfil esencial de las dos grandes figuras del relato de Shakespeare, equiparadas en importancia por el libretista Arrugo Boito y por el mismo Verdi, que musicalmente precisa y engrandece la de Yago para hacer más directo y perceptible el complejo de los celos de Otello. De esta manera se suceden los episodios que dibujan, con magistrales trazos y con una gradación «in crescendo» de una perfección absoluta, las reacciones de temor, duda, presentimiento, odio y trágico furor provocadas pérfidamente por Yago en la mente de Otello. El proceso de estas situaciones y su claridad y profundidad expositiva no pueden parangonarse con ningún otro del teatro italiano, y para hallar algo similar deberíamos acudir al «Boris», de Mussorgsky. Verdi sitúa el dúo amoroso con Desdémona en el primer acto. A partir de este momento Desdémona pasa a ser una figura casi secundaria y se agranda la de Yago y, finalmente, la de Otello, que en el tercer acto, en el monólogo «Dio mío potevi scagliar», alcanza un patetismo superado sólo en la escena final de la muerte. El último acto, en el que se intercala la dulce y dolorosa plegaria de Desdémona, es la mejor muestra de hasta dónde puede llegar en conmoción y expresividad la música italiana para el teatro. Si únicamente existiera este acto, los cinco minutos finales de este acto, Verdi ya merecería la calificación de gigante de la música que le dedicó Stravinski.
LA ESCENIFICACION DE ESTA TEMPORADA EN  EL LICEO
«Otello» debía tener por protagonista a Dimitri Usumov, que acaba de hacer una <Aida> en París celebrada por la crítica como excepcional. Ignoro por qué razones ha cantado el papel Carlos Guichandut, muy conocido, igual que Dino Dondi y los demás artistas del repertorio, excepto la soprano Nicolette Panni, que debutó encarnando con positivo acierto una Desdémona delicada de finos matices expresivos, muy apropiada para contrastar con la vehemencia de su pareja masculina. La voz de esta artista es de mucha calidad, sin alcanzar un excepcional relieve. Ella  contribuyó en la parte que le correspondía a mantener el interés de la representación, y en el dúo del primer  acto y más aún en la canción y plegaria del último se, expresó con un encantador lirismo.
Guichandut no se movió de los patrones tradicionales en la interpretación.
Las enormes dificultades del papel las superó con seguridad, forzando a veces la voz con mucha tendencia a la hipérbole en la dicción, cosa que no le dio mal resultado, sobre todo en el último acto, para el que pareció reservarse. Justo es decir que en los momentos cruciales, y muy especialmente en el aludido final, estuvo admirable como cantante y actor.
Dino  Dondi también hizo un Yago estereotipado, pero con la adecuada dosis de mordente en la manera de decir. Admiramos a este artista y una vez más celebramos la calidad de sus dotes vocales y su trabajo escénico. En un plano menos prominente se mantuvieron muy justos los demás actuantes. En especial María Fábregas (Emilia), que demostró mucha familiaridad con las tablas, y Francisco Lázaro (Cassio), Muy correctos en todo momento Diego Monjo, Gino Calo, Juan Rico y Eduardo Soto.
También esta vez el coro respondió a la buena preparación del maestro Bottino y la orquesta, con momentos muy felices, bajo la batuta, del maestro Wolf-Ferrari. La presentación escénica, mucho mejor que en las anteriores ocasiones en que <Otello> ha figurado en la lista de la temporada. Particularmente el último, el regidor Domenico Messina, ayudado por la prestancia del decorado, las luces y las posibilidades de la situación dramática, logró un epílogo dé gran efecto que animó, al caer el telón los aplausos del público, normalmente calurosos en el curso de la representación, pero francamente entusiásticos y de mucha duración al finalizar la obra.  XAVIER MONTSALVATGE

                                  
                             GIUSEPPE VERDI


IL TROVATORE (Verdi) 10 noviembre sábado. Director Wolf Ferrari con Shakeh Vartenissian, Luigi Ottolini, Fiorenza Cossotto, Dino Dondi
A  esta representación asistí sin la compañía de mis amigos. En los entreactos, había costumbre de hacer corro  y los aficionados  daban sus opiniones, cosa que a mí siempre me ha gustado, aparte de que te enteras de muchas cosas, sin darte cuenta se aprende porque hay que reconocer que habían aficionados muy enterados, como también algunos se pasaban de listos. A mi particularmente, no solía meterme en las conversaciones, ya al paso de los  años fui cogiendo confianza y ya hacia algunos “pinitos”.
 El Trovador que yo presencie, fue mi estreno en esta ópera, conocía el fragmento tan famoso de <La Pira>y el coro de gitanos. Para mí fue extraordinaria, la primera versión me pareció fantástica, la mezzosoprano Fiorenza Cossotto fue la triunfadora de la noche. He visto luego otras versiones y para mi gusto, esta mezzo es extraordinaria en este rol de Azuzena. Me acuerdo según mi “diario” que el tenor Luigi Ottolini, se lucio con su do de pecho y su correspondiente calderón y fue muy aplaudido, pero quien se llevo las mejores ovaciones fue Fiorenza Cossotto.
Para mí todas las noches eran excepcionales, y cada vez me iba aficionando más. En mi trabajo iban las cosa muy bien, había un buen compañerismo y además allí conocí al hermano de Jaime Aragall, que trabajaba en una empresa que lo tenía como vecino y nos veíamos todos los días y me hacía comentarios sobre su hermano.
No he podido encontrar, ni de Dino Dondi, Luigi Ottolino y la soprano Shakeh Vartenissian, ninguna grabación por YouTube.  De Fiorenza Cossotto, os voy a poner un “popurrí” de esta ópera con distintos cantantes y espero que os guste. Hay grabaciones no muy buenas en el sonido pero merecen ser escuchadas por que son antologícas.
                     

FIORENZA  COSSOTTO

                                
                                  VIDEO- Il trovatore – Fiorenza Cossotto – “Stride la vampa “

                                     


                                   









                    

                             

                                 VIDEO - Il trovatore – Fiorenza Cossotto –Carlo Cosutta - “Ai nostri monti”



Ahora os voy a poner una grabación histórica en audio con una María Callas en el albor de su carrera y al mítico tenor Giacomo Lauri Volpi. Es digna  de escucharla, a pesar de la baja calidad sonora. Grabación en vivo desde el Teatro San Carlo de Napoli el año 1951, siendo su director Tulio Serafín, con los interpretes y personajes: María Callas (Leonora), Giacomo Lauri Volpi (Manrico), Cloe Telmo (Azuzena), Paolo Silveri (Conde  de Lua) y  Italo Tajo (Ferrando).

 Esta ópera, os lo recomiendo, debe de estar en vuestra discoteca.

       

          TEATRO SAN CARLO DI NAPOLI
                           

AUDIO IL TROVATORE 1951 T.San C. di Napoli- Callas- Volpi



CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
                                              


CRONICA DE LA VANGUARDIA DE IL TROVATORE (Verdi), sábado 10 noviembre 1962. Director Wolf Ferrari. Con Luigi Ottolini, Dino Dondi fiorenza Cossotto, Shakeh Vartenissian, Ivo Vinco
UN BUEN REPARTO  PARA EL <TROVADOR > DE VERDI
«Il Trovatore» verdiano que ayer asomó, una vez más en la escena del Liceo para recreo de los incondicionales de la facilidad italiana y para provocar la benévola sonrisa de los inclinados a la ópera trascendente, no se presta al análisis ni se beneficiaría de él. En todo caso habría que hablar del secreto de su enorme popularidad mantenida incluso en nuestros días, cuando la obra, más que centenaria sigue en el repertorio operístico. En este secreto se suman dos factores. Por un lado la extraordinaria espontaneidad del conjunto melódico de la obra, su simplicidad rítmica con el profuso empleo del compás ¾ de tan delicioso balanceo. Todo en la partitura invita a la trivial vulgarización que le llegó a «El Trovador» desde poco después de su estreno, el 19 de enero de 1853 en la Opera de Roma. De allí pasó enseguida al repertorio de las cajas de música, de los órganos de feria para arrastrarse en los violines de las orquestinas de <braserie> y en el tintineo de los últimos organillos.
Nada pero ha conseguido desterrar «El Trovador» de los grandes escenarios operísticos porque en la obra, además de vulgaridades y banalidades hay algo más, algo difícilmente medible con la métrica que empleamos para otras obras, incluso para el mismo «Otello». Algo que revela la existencia de un músico de verdad, un dominador absoluto de la proporción escénica, del efecto dramático y de los recursos de la orquesta. Ya no está de moda burlarse de <II Trovatore>, ni incluso despreciarlo. ¿Es una obra vulgar?.  No es infundado el reproche pero nos hallamos, como alguien ha dicho ante la vulgaridad de la grandeza, ante una vulgaridad que es subproducto de la vitalidad y la pasión sin las cuales no puede haber arte de gran categoría.
«El Trovador» permite una amplia manifestación de todos los intérpretes que intervienen en el espectáculo. Aun aceptando que es una obra «de tenor», en ella tienen su preponderante papel la soprano, la «mezzo», el barítono y el bajo. Todos los artistas que esta vez hemos aplaudido en el Liceo han conseguido una versión equilibrada desde el principio al fin. Una versión que ha sido cuidada también con esmero y servida eficazmente desde el podio de la dirección de orquesta, ocupado por el maestro Manno Wolf-Ferrari y por todos los accesorios de una puesta en escena tradicional pero efectista.
Ayer, la figura nueva que me pareció de más relieve fue la soprano siria Shakeh Vartenissian, que el año pasado debía haber cantado «La Gioconda» y que hasta ahora no hemos podido conocer en un papel como el de Leonora, que parece idóneo para sus facultades. La artista posee una voz tal vez algo apagada en los graves y un tanto dura en el extremo agudo pero de un registro medio extraordinariamente bueno, robusto, predispuesto a cualquier matiz de la expresión. Canta con un estilo perfectamente verdiano y su dicción es invariablemente emotiva, henchida de fervor lírico. A ella le debimos algunos de los mejores momentos de la representación.
El tenor Luigi Ottolini no se le puede reprochar más que cierta falta de volumen en el timbre vocal, que, sin embargo, es puro y de una gran seguridad y potencia. Hizo un protagonista (Manrique) muy aceptable sin llegar a excepcional.
En «Norma» y «Otello» esta temporada hemos escuchado ya a otros artistas del reparto que en este «Trovador» han estado incluso mejor que en las funciones de días atrás. Así Dino Dondi, excelente de voz y, como actor, encarnando el Conde de Luna; Fiorenza Cossotto (Azucena), con una vocalización  más clara y penetrante que nunca, y finalmente Ivo Vinco, seguro, correcto y expresivo como habitualmente. Los demás, María Teresa Casabella, Juan Lloverás y Eduardo Soto—, bien ajustados a los «rols» secundarios.
El coro tuvo intervenciones de protagonista. Hay en la obra algunos de los mejores corales verdianos que el maestro Riccardo Bottino ha hecho ensayar concienzudamente logrando el mejor resultado.
Las óperas del llamado segundo período de Verdi, y entre ellas este «Trovador», son considerablemente menos interesantes que las posteriores del maestro. Pero no hay duda que arias como «Stride la vampa», «II balen del suo sorriso», «Ai nostri monti» o la famosísima «Di quepa pira», galvanizan al público mucho más que otras, por ejemplo, del magistral «Otello». Los espectadores ayer, sobre todo al final del cuadro primero del acto segundo y del acto tercero, el de la aludida «Di quella pira», se entregaron con voluntad al aplauso, aunque los exigentes no quisieron que las pruebas de admiración se prolongaran demasiado. Hubo, sin embargo, el suficiente ambiente para que con justicia aparecieran diversas veces en el palco escénico los protagonistas junto con los maestros Wolf Ferrari y Bottino y el regidor de escena, Doménico Messina, hábil en el uso de la excelente luminotecnia del teatro. —

XAVIER MONTSALVATGE

                                      
                                                                            GAETANO DONIZETTI

L´ELISIR D´AMORE (Donizetti) sábado 17 noviembre 1962. Director Mario Parenti con Ferruccio Tagliavini, María Luisa Cioni, Remo Iori, Virgilio Carbonari
Había mucha expectativa para ver a Ferruccio Tagilavini, en los periódicos de Barcelona le daban mucha importancia a dicho tenor, diciendo que venía del Metropolitan de  New York de cantar la misma ópera que iba a representar aquí en el Liceo. Yo ya le había visto en actuar aquí en el Liceo en la Lucia di Lammermoor, cantando con Gianna D´Ángelo y sabía que era un tenor lirico de alto rango. Debía de cantar en el rol de Adina, la soprano María Manni Lottini, pero debido a una indisposición tuvo que ser llamada a la cantante María Luisa Cioni, que se encontraba en Milán y urgentemente se presentó en el teatro unas horas antes de la representación. Es de admirar la profesionalidad que tiene en general los cantantes, sin ensayos, le salió una representación a la soprano, que el público supo agradecérselo calurosamente. Fue un <E´elisr> de gran categoría. Otra noche de tantas que uno sale embelesado y con una gran satisfacción. Noche imborrable. Una ópera tan sencilla y debido a los intérpretes la hicieron grandísima. Esto es la magia del maestro Donizetti.
Os voy a poner unos fragmentos grabados en película de una representación en directo. Los videos no son de buena calidad, pero merecen la pena verlos. De la representación de aquella noche solamente está el tenor Ferruccio Tagliavini, de sus acompañantes no he encontrado nada de nada.

                              
                                      FERRUCIO TAGLIAVINI

                           
                     VIDEO - E´elisir D´amore – Ferrucio Tagliavini – “Quanto e bella

                               

                                 
                                    VIDEO - E´lisir D´amore – F. Ragliavini Paolo Montarsolo – “Voyo dire

                                 
                     VIDEO - E´lisir D´amore –Ferrucio Tagliavini – “Una furtiva lacrima “




            
                                           TEATRO SAN CARLO DI NAPOLI



Seguidamente os voy a poner una grabación algo peculiar, porque vamos a oír a un padre, Beniamino Gigli y  a su hija Rina Gigli, interpretando los roles de <Nemorino> y <Adina>. ¿Sabíais que  Beniamino Gigli  tenía una hija cantante? Esta versión es del año 1953, es  una representación en vivo desde el Teatro San Carlos de Napoles con la dirección de Gianandrea Gavazzeni con los siguientes interpretes y personajes: Rina Gigli (Anina),Beniamino Gigli (Nemorino),Giuseppe Taddei (Belcore) y  Italo Tajo (Dulcamara). 

                                         AUDIO- 1953-S.C.Napoli- Gavazzeni- Gigli-Gigli- Taddei



                                            CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA  DE L´ELISIR D´AMORE (Donizetti) 17 noviembre sábado. Director Mario Parenti con Ferruccio Tagliavini, María Luisa Cioni, Remo Iuri, Virgilio Carbonari.
HA VUELTO EL INMARCESIBLE «ELISIR», DE DONIZETTI
Ayer en el Liceo hubo la primera representación del «L´elisir d’amore», que si no es la mejor pieza de Donizetti (lugar que corresponde a «Lucía de Lammermoor»), representa exactamente el concepto de la ópera que el músico de Bérgamo llevó a los últimos límites de la superficialidad y el convencionalismo. Este dulzón «Elisir», elaborado a base de un producto literario tan endeble como el argumento de «Le Philtre», de un tal Scribe, que del francés vertió al italiano Felice Romani, no es más que un retablo costumbrista, un tema inconsistente que de haber caído en manos de un Barbieri o un Chueca hubiese acabado en una linda muestra del género chico.
Antes de dar a conocer «E´lisir d’amore», Donizetti, que había cumplido los 33 años, llevaba escritas ya 33 óperas sin conseguir otro éxito que el de la última —«Ana Bolena»—, que tampoco ha pasado a la posteridad. Este caso insólito de facilidad inventiva sólo se ha dado en este músico, el más prolífico de la historia. Después de «Ana Bolena», Romani pergeñó el libreto en ocho días y en otra semana Donizetti compuso la partitura dejándola lista para el estreno que se efectuó en 1932 en el milanés Teatro della Banobbiana», competidor entonces  de la Scala. En el hecho de que el compositor hubiese llegado a concebir recitados, arias y concertantes en escasos minutos para fijarlas en los pentagramas en menos de una hora, y que algunas tuvieran el almibarado y delicioso sabor de «Una furtiva lácrima» que oímos en el último acto del «Elisir», estriba el secreto de un fenómeno raro y evidente; pese a todo, al paso del tiempo, a la evolución de los gustos y a la constatación de las mil debilidades de la musa de Donizetti, este autor sigue incrustado en los carteles de todos los teatros de ópera y su nombre —para tanta gente símbolo de caducidad, de trivialidad y hasta de estulticia— aparece en ellos con tanta o más frecuencia que el de Bellini o Rossini, autores de evidente mayor calidad y tampoco faltados de popularidad.
El «Elisir d’amore» es una come dieta ligera y pseudocómica. El teatro lírico italiano nos ha dado magistrales especímenes del género como el «Barbero», de Rossini (al que este «Elisir» quiere parecerse); «Falstaff», de Verdi, o «Gianni Schichi», de Puccíni. El «Elisir» está muy por debajo de estas luminosas partituras, pero se resiste a ser barrido por ellas de los escenarios. Y lo logra como acabamos de ver. A nadie ha extrañado que el Liceo la repusiera considerando que merecía volver al escenario puesto que no se había dado desde la temporada 1955-56. Nadie tampoco le ha dado de menos de aplaudir y hasta de confesarse ganado por la sarta de melodías almibaradas que se suceden en la obra. Donizetti es un antídoto muy conveniente para desintoxicarnos de muchos empachos. El <Elisir» nos hace sonreír con sus anacronismos y banalidades, aunque nos permite escuchar unas voces que nada dicen de interesante, pero que cantan con una espontaneidad que mucho daríamos por que fuera recobrada por los actuales compositores.
Bonitas voces, simplicidad en la dicción y unas  constante candidez en la interpretación escénica es lo único que pedimos para este inefable «Elisir d’amore» y es todo lo que hayamos, en considerable dosis, en la representación de esta temporada. El cuadro de artistas escogidos permitió una escenificación que marchó sobre ruedas, aunque hubo un precipitado cambio: el de la soprano María Manni-Iottini, que se indispuso en el último ensayo y debió ser sustituida por María Luisa Cioni, quien, de Milán, cogió ayer mismo el avión para cantar por la noche, sin síntomas de fatiga ni de desorientación. Eso prueba que el «Elisir d’amore» lo tienen en repertorio muchas cantantes y que con escasas horas de antelación ha podido encontrarse una apropiada al papel protagonista. No sé si habremos ganado con la sustitución, pero en todo caso M. Luisa Cioni es una artista que valía la pena conocer. Su voz es clara, fácil en los agudos y con bastante coloratura para adaptarse a los floridos dibujos melódicos que Donizetti pone en boca de Adina, su candorosa heroína. En los tres actos la artista estuvo igualmente natural y acertada en sus intervenciones. Produjo la impresión de haber cantado el papel muchísimas reces, las suficientes para identificarse naturalmente con su significación sin llegar al cansancio ni caer en la rutina.
Ferruccio Tagliavini, los liceístas lo conocen muy bien. En esta ocasión puso en juego más que la voz, que mantiene clara y segura, su vis cómica que es considerable. Tagliavini se mueve con desenvoltura en las tablas y aprovecha bien sus grandes conocimientos, dosificando el esfuerzo para lograr siempre el mejor rendimiento. Tuvo muchos momentos buenos, sobre todo como actor, y al llegar a la celebérrima «Furtiva lacrima», con gran pureza de voz y usando de todos los recursos en la manera de decir, incluso el de la afectación, cantó escuchando en su silencio expectante que al final se convirtió en ovación declarada e insistente, a la que correspondió repitiendo la tan gustada aria.
El barítono Remo Iorí, que se daba a conocer en el papel de Belcore, tuvo buena impresión. Cantó con regular voz y con justa dicción. El bajo Virgilio Carbonari también contribuyó como cantante y en un buen juego escénico a la cohesión del conjunto protagonista. Mirna Lacambra cantó gentilmente el papel de Gianetta.
El coro siguió la línea de buena preparación que hemos registrado en otros comentarlos, igual que la orquesta bajo la dirección del maestro Mario Parenti, siendo la presentación escénica, debida a Riccardo Moresco, correcta.

E] público respondió bastante, sobre todo al final, que prolongó largamente los aplausos.-XAVIER MONTSALVATGE





                                              

                               
                                                                                   AMADEUS MOZART



LAS BODAS DE FIGARO (Mozart)  martes 18 de Diciembre 1962 Director Siegfried Meik, con Montserrat Caballé, Francisca Collao, Elfego Esparza, Jhon Wiles, Nedda Casei.
Es la primera vez que vi actuar  a Montserrat Caballé, en aquellos años, aun no tenía el prestigio que poco más tarde consiguió. Estuvo poco tiempo en Alemania y no estaba muy contenta de su estancia, incluso llego a proponerse el dejar de cantar, su hermano Carlos, fue el que le convenció para seguir, le dijo que aguantara  un año más y si no le conseguía algún contrato fuera de Alemania ya definitivamente lo dejaría. Por suerte y gracias al trabajo de su hermano Carlos le encontró en América unos contratos que fueron el comienzo de esa vertiginosa carrera.
El propósito mío, es poneros de las óperas que yo vi en el Gran Teatro del Liceo algunos fragmentos por los correspondientes cantantes, hay a veces que lo consigo y otras no. De esta versión de <Las bodas de Fígaro>,  os voy a poner varias versiones y también un fragmento de la noche que cantó en el Liceo, de esa forma podréis comparar la elasticidad que le saca esta grandísimas cantantes y a la vez de  disfrutar de la música de Mozart.



                                       
                                                                            MONTSERRAT CABALLE

                                     
                                            AUDI O- Las bodas de Figaro – Montserrat Caballe  “Dove Sono “

                                             
                                            VIDEO - Las bodas de Figaro – Montserat Caballe – “Porgi amore “



                              TEATRE CHATELET  DE PARIS


Seguidamente os voy a poner una versión de <Las bodas de Figaro > 
 subtitulos en español,con el Coro Monteverdi y solistas Barrocos Ingleses con instrumentos de la época. Siendo  directo Jhon Eliot Gardiner. Y con los siguientes interpretes y personajes:
                    FIGARO- Bryn Terfel.
                    SUSANA- Alison Hagley.
                    IL CONTE DI ALMAVIVA- Rodney Gilfry.
                    LA CONTESSA ROSSINA- Hillevi Martinpelto.
                    CHERUBINO -Pamela Helen Stephen.
                    MARCELLINA -Susan Mc Culloch.

                   DON BÁRTOLO - Carlos Feller.
                   DON BASILIO - Francis Egerton.
                   DON CURZIO- Francis Egerton.
                  ANTONIO -Julian Clarkson.
                  BARBARINA -Constanza Backes.
                 Grabación 1993, en el Theatre du Chatelet de Paris



                                            CRÓNICA  DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA DE LAS BODAS DE FIGARO (Mozart) 19 diciembre 1962 – Director Siegfried, con Montserrat Caballe, Nedda Casei, Francisca Callao, Elfego Esparza, Jhon Wiles.
<LAS BODAS DE FIGARO>, de Mozart, con un reparto heterogéneo encabezado  por Montserrat Caballé.
El paso de la ópera italiana y española al repertorio alemán, se ha efectuado en el Liceo al través de «Las Bodas de Fígaro». Así la transición ha sido suave porque la comedia bufa de Beaumarehais, adaptada por Lorenzo Da Ponte y musicada  por Mozart, tiene muchos puntos de contacto con el teatro lírico italiano cuya alegría, luminosidad y picaresca, forzosamente debía fascinar a los compositores de cualquier latitud, hacia el último tercio y del siglo XVIII.
Cantada en italiano, se presentó esta ópera por primera vez (Viena, 1786) y también ahora se ha adaptado la primitiva versión en un idioma fácil para la mayoría de los intérpretes que se han agrupado para ofrecernos las más bellas páginas mozartianas.
Hay en «Las Bodas de Fígaro» el más sublime mensaje musical del compositor de Salzburgo. Recitados, arias, dúos, concertantes, breves dibujos instrumentales se suceden rivalizando en ternura expresiva pureza melódica,  gracia y elegancia de concepto, sin una sombra que oscurezca el esplendor musical que empieza con los primeros compases de la obertura y no cede hasta el último acorde.
En contraste con el verismo italiano, el angélico teatro de Mozart parece de otro mundo y no admite otra valoración que la estrictamente musical, al margen de consideraciones dramáticas o incluso escénicas. ¿Qué importa el convencionalismo a ultranza de esta comedieta de enredos que ahora ni divierte, ni intriga, ni emociona? «Las Bodas de Fígaro» es, esencialmente una partitura musical con aditamento escénico y como tal la aceptamos y la admiramos más que todas las demás realizaciones escénicas de Mozart, incluso más que el «Don Juan», «Cosí fan tutte» o «La flauta mágica», creaciones posteriores del compositor.
Para la escenificación de «Las bodas de Fígaro, que se representaron ayer noche, coincidieron en la escena del Liceo cantantes de muy diversa procedencia.  No fue, por lo tanto, una interpretación de especialistas, lo que se notó en cierta falta de unidad de estilos. Individualmente, en cambio, todos los que intervinieron en la representación merecen en más o menos graduación, el elogio del comentarista que tiene en cuenta, en este caso, las diferentes posibilidades que ha tenido cada uno de familiarizarse con el teatro de Mozart.
Como es imaginable, Montserrat Caballé estuvo perfecta en el papel de condesa Almaviva. Deliciosa de voz, dúctil y expresiva siempre, extraordinariamente delicada en la dicción, nos dio la medida del auténtico personaje mozartiano con una atención exquisita por la matización vocal.
A Montserrat Caballé, le admiramos extraordinariamente el año pasado en su interpretación de «Arabella», de Strauss. Ahora hemos visto pero, que es en Mozart donde su arte, de una pulcritud y musicalidad absolutas, resulta máximamente convincente. A Francisca Callao le fue confiado otro papel, de máxima responsabilidad: el de Susana. Puso empeño y entusiasmo en la interpretación, y el resultado fue óptimo. Cantó con aplomo, naturalidad y voluntariosa adaptación a los problemas del «rol» que le obliga a frecuentes conjugaciones vocales con los demás personajes de la obra sin poder eludir inevitables comparaciones.
Montserrat Caballé triunfó rotundamente, siendo sus principales intervenciones subrayadas con muchos aplausos, que arreciaron después del aria «Dove sonó» del tercer acto. Ella y Francisca Callao compartieron las mejores ovaciones después del célebre dúo de la carta.  Que aún habría sido más aplaudido si el maestro desde la orquesta no hubiese forzado tanto el «tempo». La escena en la aludida aria y dúo fue valorada con una mutación, que si bien interrumpió el discurso musical, añadió prestancia visual a la acción.
Hubo otros buenos artistas en el reparto. Destacó especialmente el barítono mejicano Elfego Esparza, que Hizo un Fígaro de mucho carácter usando de una bien timbrada y expresiva voz. También gustó unánimemente e1 bajo francés John A. Wiles por su estilo vocal correcto y su prestancia escénica. Nedda Casei interpretó deliciosamente el papel de Cherubino  y en el aria «Voi che sapete» fue largamente celebrada por la gracia y gusto con que se expresó.
En otros papeles, los intérpretes supieron mantenerse a un muy aceptable nivel. Cantaron y se movieron ágilmente en escena Margarita  Brennér (Marcelina), Fausto Granero (Basilio), Diego Monjo (don Curgio), que puso en evidencia sus facultades de actor y cantante de carácter, Miguel Aguerrí (Bartolo), muy bien y rotundo de voz Juan Rico (Antonio) y María Teresa Casabella (Barbarina).
No faltaron tampoco aplausos para el coro y su director, el maestro Ricardo Bottino; para el «ballet» que actuó breve pero oportunamente adaptado a la coreografía de Juan Magriñá; para la atenta regiduría escénica de Pablo Civil y para la dirección del maestro Siegfried Meik que contando con una orquesta disciplinada se Impuso y mantuvo durante toda la representación el clima musical requerido.
Por la intervención primordial de Montserrat Caballé y la buena disposición del resto de los intérpretes, estas «Bodas de Fígaro» resultaron perfectamente aceptables y mucho mejor coordinadas, ágiles y vivas de lo que habíamos esperado teniendo en cuenta —como he dicho— el heterogéneo reparto y la falta en el mismo de elementos alemanes verdaderamente especializados. XAVIER MONTSALVATGE




          
                                                        PIOTR ILLICH CHAIKOVSKI



EUGENE ONEGIN (Tchaikovski) enero 1963. Director Oscar Danon, Radmila Barosevic, Jorde Djurdjevic, Michele Molese, Valdimir Kuzdjak
Era mi primera vez que veía  Eugene Onegin. Amigos del Liceo me comentaban que hacía años que  no se representaba en dicho teatro. Las referencias que había, se decía que era una ópera de las clásicas rusas pero que se podía ver. Yo solamente en aquellos años conocía solamente el aria  del tenor y la del bajo Gremin.
La realidad es que me causo una gran impresión. La interpretación de esta ópera estuvo a cargo de una compañía del Este, y ellos tienen costumbre de cantar muy asociados, es decir, unas noches interpretan los primeros personaje unos cantantes y a la siguiente representación, los roles principales los cantan, los que han hecho de comprimarios en la anterior noche. Son poseedores de unas grandes voces y en especial de las tesituras bajas, particularmente estas voces me impresionaron. A lo largo de los años y son muchos años, la ópera <Eugene Onegin> la tengo como una de mis operas favoritas. La interpretación de aquella noche fue muy buena pues los cantantes poseían unas voces  de una gran calidad, no había ningún intérprete que destacara, todos eran cantantes de una gran solvencia.
Seguidamente os voy a poner  el aria de tenor más conocida en dos versiones distintas, una por el tenor Fritz Wunderlich y la otra    por  Antón Dermota, dos exponentes de la gran gama de cantantes que los cantan, y yo me decanto por ellos porque creo que son realmente excepcionales.


A continuación, del rol de Príncipe Gremin os voy a poner varias arias por distintos cantantes. Por supuesto grandísimos bajos que han hecho las delicias del mundo operístico. De todos ellos hay un cantante, Mark Reizen que tengo debilidad por él, y comprenderéis al verlo  y escucharlo, el porqué, su grabación es de una representación en el teatro Bolsoi, Moscu, cantando cuando tenía 90 años, ¡¡si noventa años!!.


                                           
                                                            ANTON DERMOTA



                                            
                                                  AUDIO – Onegin –Anton Dermota – Aria tenor < Kuda, Kuda >





                                    
                                                                             FRITZ WUNDERLICH
                                                            

                                            
                                                                   AUDIO – Onegin- Fritz Wunderlich < Kuda, Kuda>

                           

                                                                        NICOLAI GHIAUROV

                                
                                                 VIDEO – E. Onegin – N. Chiaurov – Aria Principe Gremin

                     
                                                                    BORIS SHTOCOLOV
                              

                               
                                                           AUDIO – E. Onegin- B. Shtokolv- Aria Gremin

                                            
                                                                 AUDIO – E. Onegin – B. Christoff – Aria Gremin


                                      
                                                                                        MARK REIZEN 

                               
        VIDEO – E. Onegin – Mark Reizen, grabación  Teatro Bolsoy de Moscu cuando tenía 90 años


       


                          
Seguidamente os voy a poner la grabación (2015) de Eugenio Onegin, en
vídeo completa, efectuada en el teatro Marynsky con la dirección de Valery Gergiev y con un elenco de cantantes rusos para mi parecer es una grabación excepcional, con muy buena visión y un sonido muy excelente y la interpretación vocal y artística muy logrado. Para los amantes y seguidores de la música rusa es un de las mejores grabaciones que hay en YouTube por supuesto ese es mi parecer. El reparto está compuesto por cantantes netamente rusos y si no estoy equivocado son miembros de la compañía del teatro  Marynsky. Intrpretes y personajes :Andrei Bondarenko (Eugene Onegin), Yekaterina Goncharova(Tatyana), Yevgeny Akhmedov(Lensky), Yekaterina Sergeveva (Olga) y Edward Tsanga (Principe Gremin)





                                          CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

AYER EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO SE REPUSO  <EUGENE ONEGHIN> DE TCHAIKOSWSKY
Sorprende que en el Liceo, donde las óperas rusas fueron conocidas muy pronto y gozaron enseguida de un considerable favor del publico  < Eugene Oniehgin> no se estrenara en nuestro teatro,  hasta el año 1955. El motivo de este retraso debe atribuirse probablemente a la tardia, valoración y popularización de la  música  de Tchaikovsky, fenómeno que en estas latitudes no se ha producido hasta después de la guerra española, coincidiendo con una corriente general de predilección con la subyugadora vena lirica del mero folclórico de los compositores rusos. Tchaikovsky ahora gusta a todo el mundo es uno de los músicos predilectos de Stansvinky y lo es igual del menos formado e informado de los asiduos a los conciertos. De todas maneras por fortuna la música de Eugene Onieghin> no ha caído todavía bajo las garras de los escandalosos adaptadores del repertorio clásico y romántico al <jaz>, con las mas melifluas y equivocas elaboraciones y metamorfosis estereofónicas. No cantemos victoria  porque <Eugene Oneghin> es una partitura demasiado seductora par que permanezca mucho tiempo libre de mancillación. La producción integra de Tchaikovski es vulnerable a este tipo de vulgarizaciones y <Eugene Oneghin> no puede ser una excepción porque desde el primero al último compás de esta ópera – una de las diez que escribió el compositor y probablemente la mejor junto con <La dama de picas > - la personalidad del músico se acusa con una claridad inalterable y magnifica.
Tchaikovsky, además  de muchos admiradores, tenía detractores. Yo me sitúo entre los primeros aun reconociendo que le faltan muchas cualidades para ser un compositor trascendental en la historia de la  música. Pero lo cierto es que somos muchos los que, al margen de otras preferencias por actores de más merito, carácter y fuerza, y descontando la devoción que nos produce el genio de Mussorgky  o el sentimiento popular de Rimski-Koraskov, nos sentimos atraídos contra toda reflexión por el dibujo melódico y la confortable y lógica construcción sinfónicas características de toda la música de Tchaiskovsky y le perdonamos la frecuente frivolidad de algunos de sus temas, asi como el romanticismo de salón, fútil y elegante predilecto del artista. En el caso de <Eugene Oneghin> las particularidades y debilidades del estilo de Tchaikoski se benefician una emoción inexistente en otras obras de este autor.
<Eugene Onieghin>es una ópera  que se escucha con gusto desde la obertura hasta el dúo final y que en ningún momento- ni en largo monologo de la protagonista en el  segundo cuadro del primer acto- resulta onerosa o recargada. El argumento es de muy poco vuelo dramático y da la impresión de resumir muy por encima una narración de Puchkin cuyos valores de lenguaje es imposible de valorar al través de la versión yugoslava que escuchamos. No hace falta, sin embargo, entender lo que en escena se dice para darse cuenta de que el libreto es francamente flojo, de novela rosa decimonónica. Pero hay que escuchar <Eugeni Oneguin> si prejuicios literarios abandonándose a la morbidez de la música, cosa nada difícil pues, como he dicho, la obra es musicalmente atractiva, no fatiga a pesar de su considerable extensión y al final uno sale del espectáculo con la sensación de haber pasado un rato agradable pendiente de una melodías siempre fluidas arropadas por la orquesta, jugosa y expresiva ya que el compositor maneja envidiable habilidad.
El conjunto de artistas yugoslavos que han cantado en esta primera representación de <Eugene Oneguin> nos ha permitido apreciar en primer lugar, la elegancia en la dicción de todos ellos. La soprano Radmila Bakosevic, especialmente (interpreto el papel de Tatiana), es una artista deliciosamente femenina, y aunque su voz en el registro medio resulta de poco volumen, su manera de decir y de moverse cautiva al espectador.
Más ímpetu vocal posee la <mezzo> Breda Calev (Olga). La música de Tchaikoski la permite manifestar un interesante temperamento lirico.
Los dos protagonistas másculinos están también dentro de la tónica del buen gusto. El barítono Vladimir Ruzcljak es un artista distinguido  en el porte y en la voz, y su versión del personaje principal <Oneguin> tuvo una positiva dignidad. También fue estimable la labor de Michele Molese (Lensky), a pesar de la delgadez de su voz típica de los teneres eslavos y que en la bellísima romanza  del segundo  acto, pareció cantar en inferioridad física.
La contralto Melanija Bugarinovic, estuvo bien el «rol» de <Olga > aunque la importancia de su intervención no creo que justificara sus tres salidas solas a recibir los aplausos.
 El bajo Bjordi Djurdjevisc, en el último acto se distinguió en su intervención con el aria que corresponde al Príncipe Gremin y que es otro de los momentos más admirados de la obra.
El resto del reparto fue aceptable.
La autoridad del maestro Oskar Danon, con una  continuidad lirica, conseguida especialmente por la sección de cuerda de la orquesta. XAVIER MONTALVATGE


                             
                                                       JULES MASSENET







WERTHER (Massenet) 13 Enero 1963. Director Jesús Echeverry, con Joan Grillo, André Turp, Jean Claude Riberi.
Otras de las noches inolvidables, y tantas vividas en este Liceo. El tenor André Turp,  fue la sensación de la representación, que en reglas generales todos los participantes sacaron adelante esta bellísima ópera de Massenet. El rol de Werther, sigue siendo polémico para muchos aficionados, me explico, Massenet lo escribió para la cuerda de tenor lirico. Lo han abordado, tenores ligeros, líricos e incluso spintos. Hasta ahí todo bien, pero la polémica surge en los aficionados, unos comentan que el rol de Werther lo hacen mejor los tenores líricos y otros los tenores spintos. En todos mis años de aficionado, me he tropezados con muchas discusiones sobre a quién le va mejor este rol. Hay opiniones para todos los gustos, y por ello no tenemos que disgustarnos,  o crear polémica. Mi opinión no sé si os servirá, está avalada por los años que estoy  metido en este maravilloso mundo que es la lírica. He visto la actuación de Alfredo Kraus, con una maestría que rompe  los cánones de este Werther, pero amigos, si hubierais visto y oído como yo tuve la suerte de ver el Werther de André Turp, creo que cambiaríais de parecer. A mi, particularmente me gusta más la versión de que lo cante un tenor lirico spinto, creo que este tipo de voz le saca más matices y está concebido para que en los momentos más dramáticos saque a relucir la fuerza que un tenor lírico no tiene. Por supuesto que esto es una opinión muy particular.
La voz de André Turp  no os  la puedo mostrar, no  he encontrado ninguna versión de Werther, de todas formas os voy a poner de la  célebre  aria <Pourcuoi me reviller>, varias versiones por distintos cantantes y vosotros mismos podréis opinar. Todos vuestros gustos  y opiniones, son valederos, pues la realidad  es que cada uno tiene su criterio  y no dejéis que os lo arrebate nadie.

Las versiones que os pongo, son tenores líricos y tenores spintos, va a gusto de cada uno, os tengo que decir que para poder opinar sobre las voces es muy complicado, y más si son grabaciones que no tienen una buena calidad, lo perfecto seria ver sus versiones en directo, desde el mismo teatro pero eso ya sabemos que no es posible y nos tenemos que conformar con lo que hay. Yo he visto varias veces a Alfredo Kraus y es sencillamente  fuera de serie, pero me queda ese resquemor de lo que vi aquella noche cuando cantó André Turp y se me ha desestabilizado mi opinión sobre los tenores líricos  y tenores spinto sobre esta magnífica ópera del maestro Massenet. 

GEORGE THILL


                                                     
         AUDIO -Werther – Georges Thill – Tenor lirico spinto “Pourquoi me reveiller”


           
                                                    BENIAMINO GIGLI


                           



                                                           
                                                                ROBERTO ALAGNA


                                                     



                                       
                                                       JAIME ARAGALL


                           

                                  VIDEO -Werther – Jaime Aragall- tenor lirico - ‘Pourquoi me reveiller’



                                 
                                                                   PLACIDO DOMINGO


                             


                                 

                                                        ALFRDO KRAUS





                               
             VIDEO- Werther – Alfredo Kraus – Tenor lirico - ‘Pourquoi me reveiller’ 



                              

                                                            JONAS KAUFMANN
                                    
      AUDIO - Werther – Jonas Kaufmann – Tenor lirico spinto -‘Pourquoi me reveiller



                                        TEATRO ÓPERA DE LA BASTILLE


Finalmente, después de escuchar estas versiones de estos cantantes os voy a proponer la grabación completa de esta ópera, en una grabación en vivo desde el Teatro La Bastille de Paris, con la dirección de Michel Plasson y siendo sus intérpretes y personajes: Jonan Kaufmann (Werther), Sophie Koch (Charlotte), Ludovic Tezier (Albert) y Anne- Catherine Gillet (Sophie), es una grabación en vivo del año 2010. Espero que os guste.




                                        CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRÓNICA DE LA VANGUARDIA  DE  WERTHER (Massenet) 18 enero 1963. Director Jesús Etcheverry, con Joan Grillo, André Turp.
Ayer noche fue degustado en el Liceo el «Werther», de
Massenet, delicada y tardía expresión del romanticismo francés. La obra forma, junto con «Manon» y «Thais», la avanzada de un conjunto de veintitrés partituras líricas dadas a conocer por el compositor, que fue probablemente el más fecundo entre los franceses en el arte de escribir para la escena.
El secreto del éxito alcanzado por Massenet en el dominio de la ópera es más razonable atribuirlo a la facilidad y frescor de su vena melódica que a razones estrictamente teatrales. No conozco del  autor más que las obras ahora aludidas, más el «Don Quijote», que vimos hace unos días, y fragmentos de «Safo», otras de sus piezas escénicas más destacadas; pero creo que es suficiente para poder pensar que Massenet tiene derecho a un puesto prominente en el área de la música francesa, no por su habilidad como realizador escénico, sino por su condición de melodista capaz de hacer vibrar la sensibilidad del oyente, especialmente con sus traducciones sonoras de la expresión amorosa. Reinaldo Hahn decía en un artículo lo siguiente, que me parece dibuja la silueta temperamental del artista: <Massenet> ha compuesto y fijado el jeroglífico sonoro que resume la sensualidad parisiense. El papel de Francia, de París, es inmenso en la tragedia universal del amor. El nombre y la obra de Massenet son inseparables de la historia sentimental de nuestro tiempo, y por este hecho tienen asegurada la inmortalidad.
El sentimiento puramente francés, típica mente parisiense de Massenet, lo hayamos íntegro en toda su producción, incluso en este germánico «Werther», derivado de la famosa novela de Goethe, al través de un hábil libreto de Paul Millet. Es curioso hubo un momento en que no se creyó.  La obra fue rechazada por el teatro de la Opéra-Comique de París y debió estrenarse, traducida al alemán, en Viena (el 16 de febrero de 1892). No tardó, empero, en imponerse en su versión original en Francia, versión que hemos tenido la suerte de oír ahora en el Liceo.
Todo el «Werther» musical es una confesión íntima de sentimientos y justifica que el propio Massenet dijera que «en la composición de la partitura había puesto su alma y su conciencia de artista». La obra transcurre en un clima contenido en un seguido de expresiones, de monólogos y diálogos atrayentes, sobre todo por su delicada línea melódica y su fino y elegante revestimiento orquestal. No encontramos una verdadera tensión pasional hasta los dos cuadros del último acto unánimemente considerado como el mejor hasta el  punto de ser en realidad una recapitulación y síntesis de los actos anteriores, cuya misión es la de preparar el desenlace de un drama vivo en la conciencia de los protagonistas, Carlota y Werther, pero que no llega a imponerse con vehemencia en las inflexiones de las voces ni en la participación de la orquesta. A pesar de todo, de su velada temperatura dramática, la música y la voz alcanzan en los últimos episodios de la historia una innegable temperatura emocional, sobre todo en el bello monólogo de Carlota, cuando ella relee las cartas de Werther; en la aparición de Sofía, hermana de Carlota, que interrumpe con su juvenil alegría la dolorosa meditación de la atormentada esposa de Albert; en el célebre monólogo del protagonista «Pourquoi me reveller...» y el diálogo que le sigue, y, finalmente, en el último dúo.
«Werther», aunque no lo parezca, es una obra difícil para los protagonistas. Exige de ellos una dicción fluida, una sinceridad expresiva y una naturalidad en la emisión vocal que sólo se consiguen los buenos cantantes doblados de verdaderos actores
Son verdaderos cantantes y actores los que han intervenido en el «Werther» de esta temporada, que ha tenido por heroína femenina a la excelente soprano norteamericana Joan Grillo, artista muy completa, que une a una voz no muy abierta, pero sí rica en hondas inflexiones emotivas, un acusado temperamento, un sabio conocimiento de las tablas y una espléndida prestancia física. Con ella alternó ayer el tenor André Turp. Descubrimos a este gran cantante el año pasado, cuando debutó en el Liceo en < Lucia di Lammermoor>, sorprendiéndonos con un alarde de facultades que ahora en  el papel de Werther quizá no ha tenido tantas oportunidades de manifestar, aunque, en cambio, ha podido matizar mucho mejor en los detalles, suavizando la vehemencia de sus expresiones, que en algunas escenas, sobre todo en el último acto, alcanzaron una veracidad emotiva excepcional. Para André Turp fue la más prolongada ovación de la noche después de la citada aria «Pourquoi me reveiller...», cuyo bis fue larga e inútilmente solicitado.
Aparte de Jean Claude Riber, que interpretó correctamente el papel secundario de Alcalde, el resto del reparto fue atendido por artistas habituales en el Liceo. Quien mejor quedó en todo momento fue José Simorra, perfecto en el papel de Alberto, justo musicalmente, adecuado en la acción, en su trabajo de actor, al que imprimió una oportuna nobleza.
También sobresalió Lolita Torrente, personificando muy dignamente Sofía, la joven hermana de Carlota, la protagonista del drama. Juan Lloverás (Schmidt) y Rafael Campos (Johann), completaron perfectamente este conjunto de primeras figuras. Fue buena la actuación de los elementos complementarios, del coro y en especial de los niños del Colegio Balmes, muy bien preparados por Antonio Coll para su intervención ambiental del
primer acto.
La puesta en escena de «Franz Boerlage» fue verdaderamente cuidada y los decorados de Umberto Zimelli son aceptables dado el carácter tradicional de la obra.
Finalmente la dirección general, desde el podio de la orquesta, destacó por su flexibilidad y atención a los pequeños y grandes valores de la partitura.
El maestro Jesús Etcheverry es un buen conocedor de la música de Massenet y en esta ocasión supo servirla infundiendo su criterio a la orquesta, que dio todo el mejor rendimiento apetecible.
La sugestión de la obra y la calidad de la interpretación fueron plenamente captadas por el auditorio. Los aplausos menudearon prolongándose entusiástica mente en varias ocasiones y muy en
particular al final, convirtiéndose en calurosísima ovación y en ¡bravos! que obligaron a André Turp y a Joan Grillo —el Werther y la Carlota de la dolorosa historia de Goethe— a corresponder hasta ocho veces a las cariñosas manifestaciones del público, que ovacionó también con calor al resto de los intérpretes. — Xavier MONTSALVATGE.



                                                                      


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