martes, 12 de septiembre de 2017

TEMPORADA 1967-1968





TEATRO DEL LICEO

                              Temporada 1967-1968 del Liceo


Otra nueva temporada, la realidad es que el tiempo musical operístico se me hace corto, tengo la suerte que durante el parón del Teatro del Liceo, aprovecho para asistir en vez en cuando a conciertos en el Palau de la música,  (esto es para hacer otras vivencias del Palau) y la realidad es que traen muy buenos directores y he visto grandes conciertos.
En esta nueva temporada, como siempre el señor Pamias había dispuesto otro ramillete de cantantes y óperas como veréis en el “tablón temporada





Ópera
Compositor
Director musical
Director de escena
Papeles principales
Producción
Fechas
15 de noviembre
diciembre
L. Alasz
diciembre
Versión de concierto




                                                                 GIUSEPPE VERDI

LA TRAVIATA (Verdi) martes 7 de noviembre 1967 Inauguración temporada. Director Fluvio Verniz, Jaime Aragall, Rukimini Sukma Wati.
Como de costumbre en la inauguración de la temporada, había gran expectación para ver de nuevo al cantante catalán Jaime Aragall. Mi “diario” me  recuerda que fue una Traviata muy bien cantada por Jaime Aragall, y con la participación de una soprano que en la realidad dejó mucho que desear. Os explico, por el tiempo me enteré que esta guapísima y desafortunada soprano era la hija del entonces presidente de Indonesia señor Sucarno. No puedo saber los motivos, que le llevaron al señor Pamias, para contratar a esta cantante, os lo podéis imaginar, esto son cosas de la farándula. Por lo demás vimos a un Aragall en esplendidas condiciones, hay que observar que era el principio de su carrera y estaba en un momento fabuloso. Otro que seguía la estela de un gran cantante era nuestro querido Manuel Ausensi, impresionante de voz y lo que más me gustaba, era su dicción vocal, es de los barítonos que se le entendía todo. La pena fue ese pequeño lunar  de la soprano. El público del Liceo fue muy correcto, excepto los del quinto piso, que un sector de aficionados, muy exigentes  no perdonan nunca.
Las grabaciones que os voy a poner son de Jaime Aragall y Manuel Ausensi, ambos acompañados por dos grandísimas cantantes.
El brindis está cantado por Jaime Aragall y Pilar Lorengar.




      
PILAR LORENGAR      JAIME ARAGALL                                                             


                                                        
                                               AUDIO - Traviata – Jaime Aragall – Pilar Lorengar – “Brindis “

Oiremos a Aragall con Iliana Cotrubas el dúo “Un di felice"

                             
            AUDIO - Traviata –I. Cotrubas- J. Aragall – “ Un di felice “ Munich 1978

                                
AUDIO- Traviata -Jaime Aragall interpretando “Lunge da lei…O mi rimorso


Ahora oiremos a Manuel Ausensi acompañado de Anna Moffo en el dúo “Pura siccome un angelo”




Seguimos con el dúo de “Dite alla giovani”, acompañado por Anna Moffo. Es una grabación de México City en 1961



Manuel Ausensi con la célebre aria  “Di Provenza il mare”

                            
                              AUDIO - Traviata – Manuel Ausensi – “Di Provenza il mare”

Y finalmente a Jaime Aragall  con I. Cotrubas, con el dúo final de “A´ o cara” mato Alfredo…Parigi, o cara.


AUDIO - Traviata – Aragall- Cotrubas- “Amato Alfredo. Oarigi o cara “

                              
                                 




Ahora  os propongo una versión de la Traviata, cantada en los festivales de Salzburgo en el año 2005 con dirección de Carlo Rizzi y como figuras de esta Traviata, interpretes y personajes a Anna Netrebko (Violeta), Rolando Villazón (Alfredo)y Tomas Hamson (Gorgo Germont). Buena interpretación artística  y vocalmente de este terceto. La realización personalmente no me llena  pero debe de ser, que como estoy acostumbrado a lo clásico, me choca esa visualización, pero se puede ver.


                                                 FESTIVALES DE SALZBURGO






CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


8 noviembre 1967 Inauguración de la temporada 1967-68. Director Fluvio Vernizi con Jaime Aragall, Rukimini Sukma Wati, Manuel Ausensi
LA TRAVIATA», DE VERDI, EN LA INAUGURACIÓN DE LATEMPORADA
El éxito que presidió ayer la inauguración de la temporada de ópera era fácil de prever. La primera función de otoño en el Liceo siempre es un acontecimiento y no ha perdido su carácter de rito social, aunque las costumbres hayan evolucionado y ahora la gente vaya al teatro más atraída, por la cartelera del espectáculo que, como sucedía antes, para asistir a una fiesta de gala y lucimiento. Es verdad que la función de ayer tuvo mucho de esto y que podría hacerse un largo y ponderativo comentario sobre el brillante aspecto de la sala que fue totalmente colmada por el público habitualmente asistente a estas inauguraciones, pero esta información no pretende reflejar un aspecto de la primera representación operística que el lector encontrará anotada en otra sección del periódico. Sin embargo, hago alusión a esta afluencia al Liceo en el arranque de la temporada porque también ha sido motivada concretamente por la atracción que no podía más que ejercer un espectáculo a base de la tan generalmente admirada “Traviata” confiada a tres protagonistas de prestigio, con el incentivo de un nombre nuevo en el papel principal —el de la soprano indonésica Uukmini Sukmawati— y el de la reaparición de dos artistas como Jaime Aragall y Manuel Ausensi que cuentan con un ambiente favorabilísimo en el ámbito del Liceo, y también, justo es decirlo, en muchos otros teatros donde encabezan las carteleras. La lista de actuaciones recientes de Ausensi por Europa y América se haría interminable, y Aragall es actualmente uno de los tenores de alta certificación internacional. Su brillante dominio del rol de Alfredo Germont en “La Traviata” le ha valido auténticos triunfos (lo cantó en la Opera de Berlín al lado de Hilde Gülden y Fischer-Dieskau, y la crítica precisó que lo mejor de este terceto había sido la prestancia del joven tenor español).
Por otra parte, “Traviata” es una ópera ideal para una noche de inauguración. Tiene cuatro actos, con sus correspondientes intermedios que admiten ser prolongados satisfactoriamente para solaz de los asistentes poco filarmónicos, porque no es una obra larga ni fatigante. El drama sentimental de la pobre heroína de Dumas, tampoco da motive a mayores conmociones, y la música de Verdi es una sarta de arias y dúos de un confortable lirismo que siempre escucharemos con ilusión y que por un
extraño milagro, más de cien años después de haber sido creados por el gran operista italiano, no han perdido su germen de espontaneidad. Es curioso, porque en la partitura de “La Traviata” no encontramos apenas ninguna evasión fuera del estrecho círculo de fórmulas que se emplean sin cesar, pero Verdi fue un metodista genial y nunca en sus obras —al menos a partir de “Rigoletto” y “Traviata”- asoma él, recurso sistemático ni, por lo tanto, la monotonía o la reiteración, Verdi fue también lo que se ha dicho tanto; un extraordinario conocedor del teatro, de sus normas y posibilidades, y en “La Traviata” esto se acusa. Pese a sus convencionalismos, la romántica historia de Violeta y Alfredo, es llevada por el músico –más por Piave, el libretista— con un perfecto ritmo de sucesiones y contrastes, apoyado por la glosa, sencilla pero nunca vulgar, de una orquesta tratada con habilidad y una vivencia descriptiva innegables.
En definitiva, “La Traviata” es una ópera para cantar, para que luzcan las voces, pero también para que en ellas trascienda una emoción y un cierto realismo dramático. Éstas dos vertientes del “bel canto” verdiano creo que han sido comprendidas por los intérpretes de esta “Traviata” que acabamos de aplaudir.
En la representación de ayer la curiosidad, como es natural, se centraba en el debut de la soprano Rukmini Sukmawati que fue, en general, amablemente recibida.
Apreciamos en ella una voz muy agradable, expresiva y de suficiente volumen, así como un buen dominio de la escena. En su actuación trascendió una episódica pero perceptible falta de seguridad en la afinación, sobre todo en las frases donde la orquesta no subraya directamente la línea melódica cuya entonación requirió el control del armónium  entre bastidores. Esto y que la cantante escamoteó algún agudo del primer acto, deslució bastante su trabajo y fue una lástima, porque, como he dicho, Rukmini Sukmawati posee un timbre vocal fresco, claro, musical y una dicción de una espontánea emotividad Además, ella es guapísima y viste con exquisita elegancia, factores que podían haberle ayudado a obtener un triunfo que, sinceramente hablando, no se produjo, aunque le fueron dedicados cariñosos aplausos, acabados con algunos siseos del sector exigente del público reunido en el cuarto y quinto pisos.
Jaime Aragall estuvo, en cambio, espléndido de voz y como actor. El joven tenor barcelonés ha llegado a un buen momento de su carrera y canta con desenvoltura y aplomo y su timbre ha ganado en consistencia y color.
Encontramos que en el tercer acto, en la escena que precede al concertante, podía haber estado más intenso dramáticamente pero en otros episodios, como en el brindis del primer acto y en “De’miei bollenti spiriti” del segundo, cantó con calor y lirismo convincentes.
Manuel Ausensi creo que ha cantado el rol de Giorgio Germont cerca de cien veces y, por tanto, lo domina con maestría. Su voz sigue siendo excelente, de nobles acentos, y como es muy artista su profesionalismo no ha sido motivo de rutina en su dicción absolutamente apropiada al personaje.
En los demás papeles todos los participantes han estado muy en su sitio, manteniendo la representación a un buen nivel. Rosario Granados, Carmen Rigay, Gabriele de Julis, Ernesto Vezzosi, Juan Rico y Enrico Fissore merecen una cita por sus participaciones complementarias, igual que el ballet que ambienta adecuadamente el tercer acto y el coro bien disciplinado y atento al mando del director.
No hay que esperar de “La Traviata” como espectáculo visual imposibles novedades. Fiel a la tradición, el registra, A. Colombara, ha controlado el movimiento escénico demostrando autoridad y oficio, con lo que la presentación con decorados tradicionales ha resultado aceptable.
El maestro Fulvio Vernizzi es titular de la orquesta de la R.A.I. y se ha especializado en la dirección operística. Su presentación en el Liceo debemos señalarla porque la orquesta ha sonado con una homogeneidad notable. En los preludios, y en especial el del primer acto que ha sido subrayado con aplausos—, obtuvo un singular rendimiento sinfónico del conjunto puesto bajo su batuta.
La ópera habrá terminado unos minutos después de redactar esta información, por lo que no podemos consignar hasta qué punto se ha aplaudido al final. En el curso de la representación, se han prodigado bastante las manifestaciones de agrado, que han llegado a su máxima efusión después del solo “Di Provenza il mar” que cantó Ausensi en el segundo acto. — Xavier Montsalvatge


                                       
                             GIACOMO ROSSINI

EL BARBERO DE SEVILLA . Noviembre 9 de 1967. Director Nino Verchi. Con Margherita Rinaldi, Isabel Rivas, Franco Bonisolli, Richard Toriggi, Enrico Fisori.
Otra representación, que a mí, particularmente me llamó la atención, fueron los cantantes, en especial el tenor Franco Bonisolli y la soprano Margherita Rinaldi. El tenor ya lo había visto en la Manon (Massenet) que canto junto a Victoria de los Ángeles, y por cierto me causó una gran impresión. En esta producción de “El barbero de Sevilla”, me llamó la atención el que cantara el rol de “Almaviva”, pues sabéis que normalmente lo canta un tenor lírico ligero, Bonisolli lo abordo con una elegancia vocal y sacando la voz de lirico ligero con una gran maestría. Os comento que este tenor hizo una gran carrera, abordando roles de tenor spinto. Hay grabaciones en YouTube que os demuestran que fue una voz muy versátil y de una gran calidad, y como era de esperar, las casas discográficas mirando para otro sitio. En los últimos años de su carrera parece ser que su comportamiento en los escenarios era un poco indisciplinado y algo excéntrico que le valió el apodo de “Il pazzo” (El loco). Murió repentinamente a los 65 años. 
Sobre Margherita Rinaldi, fue una grata sorpresa pues estábamos ante una soprano lirica  de una gran calidad. En general sacaron un “Barbero” muy decente y la recompensa la tuvo en los aplausos y bravos que sacaron a los aficionados.
Del Margherita Rinaldi y Franco Bonisolli no he podido encontrar ninguna grabación del <Barbero de Sevilla>. Os voy a poner unos fragmentos de dicha ópera por distintos cantantes, y espero que os guste la selección.


                       
                    CLAUDIO ABADO



                                                  
                                VIDEO - El barbero – Claudio Abbado - Obertura



                                             
                                                                  ETORE BASTIANINI

                            
                         AUDIO - El barbero – Ettore Barianini – “Largo al factótum"


                                           
                                                LUIGI ALVA


                       
                                             VIDEO- El barbero – Luigi Alva – “Se el mio nome “




Ahora oiremos a Tito Gobi y Luigi Alva en el dúo “All´idea di quemettalla”

                                  
                     AUDIO - El barbero – L. Alva – Tito Gobi– “ Al idea di quel metallo “

                         

                                                             CECILIA BARTOLI


                                    
                                                     VIDEO - El barbero – Cecilia Bartoli – “Una voce poco fa “


Finalmente os voy a poner el aria de la “Calumnia” por el bajo ruso Mark Reizen, (uno de mis bajos favoritos)  Os puedo decir que a los noventa años aún seguía cantando.

                                                        
                                                                     MARK REIZEN

                              
                                AUDIO - El barbero – Mark Reizen- “La calumnia “Cantada en italiano



Os voy a proponer una versión del Barbero de Sevilla realizada en film por Jean -Pierre  Ponnelle en el año 1972 con la orquesta  y Coro de la Scala de Milan  siendo el conductor Caudio Abbado y con un reparte sensacional, interpretes y personajes : Teresa Berganza (Rosina), Luigi Alva (Almaviva), Hernan Prey (Figaro), Enzo Dara (Dctor Bartolo), Paolo Montarsolo (Basilio)Renato Cesari (Fiorello), Stefania Malagü (Berta)
Quizás sea de las mejores grabaciones que se hayan hecho...ese es mi parecer






                                                  CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


  Con “EL Barbero de Sevilla” el Liceo dio anoche el segundo paso de La temporada. La primorosa comedia de Beaumarchais de la que Rossini hizo una ópera bufa modélica, ha vuelto a nuestro primer teatro escenificada con agilidad y cantada con la agudeza y la gracia que emana de la partitura, una de las más cautivadoras del repertorio lírico italiano y sin duda la mejor de Rossini a pesar de su ambicioso “Guillermo Tell”. Durante años se menospreció la valía de estas Bodas de Fígaro italianas porque, en opinión de muchos, Rossini debía ser considerado  un músico menor al lado de aquellos que abordaron el tema del pícaro barbero sevillano, que resulta un personaje mucho más afín a los de la “commedia dell’arte” o “de soggetto” que un prototipo español. Naturalmente, las “Bodas de Fígaro” mozartianas quedan por encima de la comedita rossiniana, pero ésta ha borrado definitivamente del repertorio operístico otras piezas similares de Passiello, Scbulz, Elsperger y otros, que si han pasado a la historia, indudablemente, no habrá sido por su “Fígaro” escénico.
Los ensayistas nos dicen que “II Barbiere di Siviglia”, titulado primitivamente «Almaviva, ossia l’inutüe precaucione”, fue compuesto en trece días por su autor cuando contaba 24 años. Esta premura le obligó a plagiar melodías de otras óperas suyas o, incluso, temas ajenos y parte de la música que sirvió para el estreno de la obra fue después sustituida. Así, por ejemplo, la cavatina de Almaviva “Ecco ridente il cielo”, originalmente fue una canción popular española y la obertura original, que también fue anulada, interpretándose en su lugar la que fue escrita para “Aureliano”, otra ópera anterior. Lo notable es que estas circunstancias, estos cambios e irregularidades no afectan para nada la unidad ni la constante rítmica y lírica de la partitura, principalmente porque Rossini fue un músico esencialmente personal y en toda su obra, su estilo se manifiesta inconfundible y propio.
No hay puntos muertos ni vaguedades, ni languideces en este laminoso “Barbero de Sevilla”, donde tanto en la música como en la acción escénica todo es tensión, gracia, movilidad y claridad discursiva, empezando por la preciosista obertura (que, como he dicho, parece no correspondía a la obra), para llegar al risueño desenlace final a, través de arias, ariettas, cavatinas, duettos, concertantes y pequeños intermedios separados por recitativos al clave que permiten a los actores expresarse en monólogos y diálogos llenos de humor e intención.
Los siete intérpretes de la farsa deben imbuirse todos de esta agilidad expositiva, sobre todo el quinteto en torno al cual gira la trama paródica: Rosina enamorada de Almaviva, Fígaro, trapisondista y factótum del enredo, Bartolo, tutor de la muchacha, y el inefable don Basilio, maestro de música. En el “Barbero” de ayer los cinco personajes fueron encarnados por artistas excelentes, con lo que la representación tuvo lo que más podíamos desear: cohesión, movilidad y gracia.
Vocalmente, la personalidad sobresaliente del reparto fue sin duda Margherita Rinaldi, considerada una de las buenas sopranos ligeras que actualmente pueden admirarse en el teatro. Su voz es consistente, muy ágil y clarísima en los agudos. Una voz de las que gustan, porque en ningún virtuosismo peligra su estabilidad y arranque lírico. Cantó con un aplomo total, con naturalidad, entrega y brillantes “Una voce poco fa...”, y no menos bien la arieta de la lección de música (respetando la partitura original), manteniendo sus aciertos en sus otras intervenciones episódicas. El público lo agradeció aplaudiéndola repetidamente.
Los demás actores no se distinguieron por la potencia de su timbre vocal, pero sí como artistas absolutamente compenetrados con el personaje que representaban.
El tenor Franco Bonisolli ya lo elogiamos la temporada pasada cuando se presentó al lado de Victoria de los Ángeles en “Manon” y ahora hemos vuelto a encontrar en él un cantante refinado de una musicalidad auténtica. Como Conde de Almaviva ha interpretado el delicioso solo “Ecco ridente” como si fuera un “Lied” y el resto de la particela con exquisito gusto, moviéndose, además, como un excelente actor. Sin embargo, el mejor equilibrio de cantante-actor lo hemos admirado en el bajo norteamericano Arnold Voketaitis, que ha hecho un don Basilio sensacional, acaso la más sugestiva interpretación de este personaje que hemos visto en el Liceo. Es posible que haya exagerado un tanto el perfil grotesco de la figura, pero los resultados de su trabajo han sido convincentes, su mímica calculada con extraordinaria habilidad de actor, su caracterización de una comicidad irresistible. Y como, además, ha cantado de verdad su éxito ha sido absolutamente merecido.
También musicalmente y escénicamente destacó el barítono Richard Torigi en el papel tan agradecido de Fígaro, del que podía haber sacado más partido, pero que dijo con conocimiento de causa, empuje y expresividad. En los recitativos y episodios secundarios su voz quedó un poco cubierta por la orquesta, pero en los agudos lució un timbre robusto y de verdadera calidad.
Enrico Físsore es muy buen cantante y aún mejor actor, por lo que su versión de la figura de don Bartolo alcanzó un preponderante relieve. Isabel Rivas estuvo bien como Berta y Gabriele de Julis no desdijo de conjunto en el papel de Fiorello. Repito, pero, que lo mejor de la representación fue lo bien conjuntados que actuaron todos, notándose la intervención como registra de Miguel Narros que dio constante movilidad a la escena.
El coro estuvo acertado. La, orquesta, bajo la dirección del maestro Nino Verchi, en general sonó disciplinadamente, aunque creo que podía haber matizado más las tonalidades suaves en beneficio de un mejor lucimiento de las voces. El decorado corpóreo y transformable de A. Gago cambia con bastante acierto la escenografía tradicional. Los elementos de primer término la ambientan muy bien. Los del fondo del escenario, en cambio, desorientan por excesivamente arbitrarios.
Hemos salido, pues, del Liceo contentos por haber renovado nuestra afición por el teatro de Rossini, optimista y luminoso Ahora más que nunca nos parece justificada la frase de Beethoven cuando dijo que mientras existan piezas como “El Barbero de Sevilla” la ópera italiana no morirá.
Después de cada aria famosa y al final de los actos y de la representación hubo calurosos aplausos para todos. XAVIER  MONTSALVATGE



                           

                                                                GIACOMO PUCCINI


Noviembre 15 de 1967. DirectorBruno Rigacci, con Virginia Zeani, Jaime Aragall, Walter Alberti, Rukimini Sukma Wati, Ernesto Vezzosi. Plinio Clabassi
Noche de agradecimientos, primero al maestro Giacomo Puccini, por escribir esta música tan efectista, dramática y a la vez con un lirismo y verismo que rezuma toda su partitura. Segundo el proclamar que esta actuación de la <Boheme> y ya van dos temporadas con esta, han sido sublimes. La temporada 1964-65, junto con esta, podríamos decir que han sido unas actuaciones fuera de lo común. Zeani y Aragall forman una pareja espectacular, comento estas líneas al cabo de los años, y son muchos años, estoy por deciros que esta pareja en la opera de la <Boheme> puedo decir que ha sido y es una de las mejores parejas que han cantado la Boheme, está la actuaciones de Victoria  de los Ángeles y Jussi Bjoerling, Pavarotti y Anna Mofo. De todas formas queda un legado sonoro suficiente para calibrar lo que se cantó aquellas noches. El resumen de esta <Boheme > podemos catalogarla de esplendida, por los demás cantantes, el rol de Musetta, lo hizo muy bien la soprano Rukimini Sukumawati, contagiada por el realismo de aquella noche, supo dar el énfasis suficiente para que su papel de amante de Marcello quedara en un primer plano. El bajo Plinio Clabassi canto su aria <Vieja Zimarra> con un gran dramatismo. En fin, os puedo decir que son noches que se quedan para el recuerdo y la nostalgia.

Hemos tenido suerte os voy a poner la grabación completa de la misma noche que estuve en dicha representación y así podréis verificar mis comentarios.


GRAN TEATRO DEL LICEO





CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

Noviembre 16 de 1967. Director Bruno Rigacci, con Jaime Aragall, Virginia Zeani, Walter Alberti, Rukimini Sukma Wati, Plinio Clabassi, Ernesto Vezzosi

La tan esperada “Bohéme” anunciada para el martes y que debió aplazarse para la noche de ayer debido a una pasajera indisposición de Aragall, fue celebrada como un acontecimiento, y es explicable que fuera así. El reparto escogido para esta velada era, en líneas generales, el mismo que hace tres temporadas proporcionó a la famosa creación pucciniana un triunfo de los que no se olvidan con facilidad. Cinco veces como excepción fue entonces representada “La Bohéme” con Virginia Zeani en el papel de Mimí, acompañada de Jaime Aragall, Plinio Clabassi y Ernesto Vezzossi. Estos artistas son los que hemos aplaudido ahora al lado de la soprano Rukmini Sukmavati que ha encarnado la figura de Musetta y el barítono Walter Alberti que debutó en el rol de Marcello.
El conjunto ha resultado casi tan homogéneo como el reunido tres años atrás, y la interpretación conducida desde la orquesta por el maestro Bruno Rigacci y controlada escénicamente por el registra Riccardo Moresco, ha dado lugar a un espectáculo altamente sugestivo para los adictos al teatro de Puccini, los que sin excepción sienten por “La Bohéme” una predilección especial. Este favor popular y a la vez la adhesión cada día más acentuada de aquel otro público que aún hace pocos años miraban esta obra por encima del hombro y no tenía por ella más que reticencias o displicencias, hace innecesario ahora un comentario crítico de la misma.
Un dato curioso del que tengo referencia precisa a través de un directivo de la casa Ricordi de Milano: sólo en el año 1958 en que se conmemoró el centenario de Puccini, sus óperas representadas en todo el mundo devengaron en derechos de autor la increíble cantidad de ¡mil millones de liras! ¿Qué puede escribirse, pues, sobre estas obras tan enormemente difundidas y en especial sobre “La Bohéme”, que junto con “Madame Butterfly” lo han sido más que ninguna otra del mismo autor?
En esta “Bohéme” de 1967, Virginia Zeani ha estado extraordinariamente feliz. La fuerza expresiva de su voz, en la que sigue conjugándose la intensidad del acento propio de una soprano, dramática con la ágil seguridad de una coloratura, encuentra en la particela de Mimí continuas ocasiones de manifestarse. La artista canta en la plenitud de su estilo, con entrega, sin ahorro de lo mucho que puede dar su timbre vocal admirable mente adaptable a todos los matices líricos de la melodía pucciniana. Su actuación ha resultado convincente en todo momento, pero ha alcanzado la máxima intensidad emotiva en el tercer y cuarto acto, en los que ha infundido la mayor palpitación dramática a su dicción. El tercer acto, sobre todo, ha valido a los primeros intérpretes un triunfo rotundo y merecido. Si pudiéramos emplear términos deportivos diríamos que el primer acto ha constituido un “round” favorable a Jaime Aragall; en el cuarto ha triunfado netamente Virginia Zeani y el tercer acto podía considerarse un “match” de empate entre los dos admirables artistas. En suma, la soprano italiana ha renovado sus mejores éxitos liceístas compartiéndolos gentilmente con su oponente, originando así una corriente de simpatía del público que no se ha cansado de ovacionarla.
La actuación de Jaime Aragall ha servido para acreditar su ascenso progresivo y firme hacia aquel nivel artístico superior al que sólo llegan algunos cantantes de excepción y que exige de aquellos que lo alcanzan, además de una calidad y amplitud de registro vocal fuera de serie, condiciones de actor, experiencia y dominio de la escena de escuela específicamente operística. Jaime Aragall es eso; un verdadero cantante de ópera, con todas sus prerrogativas y acaso también con sus inevitables limitaciones. Estas, pero, en la posibilidad de que sean ciertas, no gravitan en su trabajo cuando el artista pisa las tablas de un teatro para encarnar una figura como la de Rodolfo imaginada por Henri Murger.
Vocalmente, irreprochable, matizado y hábil en la dicción. Jaime Aragall ha obtenido otro triunfo multitudinario. Ya en la “Gélida manina” del primer acto desató una catarata de aplausos que premiaron el empuje, la claridad y el temple de su agudo y el aplomo con que sincronizó su trabajo con el de la Zeani. En el resto de la obra ha continuado en él mismo nivel de seguridad y ofició con calidades de voz y de expresión de una madurez que no habíamos descubierto en sus anteriores actuaciones.
La nueva salida de la soprano indonésica Rukmini Sukniawati le ha servido para manifestar el aspecto mejor de su arte. Ha representado el papel de Musetta con una graciosa desenvoltura, poniendo a contribución las inflexiones más agradables de su voz, limitada pero fresca y musical.
Los demás papeles han correspondido, en general, a buenos cantantes y, sobre todo, a eficientes actores. Afortunadamente, ya ha pasado aquella época en que la ópera servía para el lucimiento de una “diva” y el tenor correspondiente, relegándose tres funciones de “relleno” los demás papeles. Los secundarios personajes, que ya son tópicos y que animan las “Scénes de la vie de bohéme”, han alcanzado el debido relieve. El mejor entre ellos, sobre todo en cuanto a voz, ha sido Walter Alberti (Marcello), que ha sorprendido con un despliegue de facultades remarcable. Plínio Clabassi ha encarnado con nobleza el personaje de Colline, destacando en su aria final la “vecchia zimarra” que todos hemos aplaudido. Ernesto Vezzosi, en cambio, ha quedado bastante apagado en el papel de Schaunard. Diego Monjo (que es un maestro, en la caracterización) ha hecho una simpática creación del viejo Alcindoro, Juan Rico se ha adaptado muy bien al personaje de Benoit y el resto no ha desentonado.
El coro en la escena del Café Momus y en el inicio del acto tercero se ha prodigado musicalmente bien y con aceptable movilidad. La orquesta la ha conducido con plena autoridad el maestro Bruno Regacci. Lo único que podríamos objetarle es que ha mantenido el volumen sonoro de la parte sinfónica en un plano excesivamente preponderante, lo que ha ocasionado que en ciertos episodios las voces quedaran un tanto minimizadas.
Y el público, que nuevamente ha llenado hasta el límite el aforo del Liceo, no ha sido remiso en celebrar repetidamente los logros de la representación con encendidas ovaciones, animadas por los “bravos” prodigados por los más entusiastas.
XAVIER MONTSALVATGE


                              
                           GAETANO DONIZETTI


Noviembre 21 de 1967. Director Nino Vercher, con Vicente Sardinero, Margherita Rinaldi, Ruggero Bondoni, Plinio Clabassi

Otra  “Lucia” a mis espaldas. Tengo que reconocer que las versiones que he visto en este Gran Teatro del Liceo, han sido de una  gran calidad. Solamente tenéis que ver, en la temporada 1958-59, la pareja protagonista estaba formadas por  Alfredo Kraus y Giana D´Ángelo, Kraus en el comienzo de su carrera y D´Ángelo el su momento álgido. En la temporada 1960-61, ni más ni menos que a Joan Sutherland acompañado por el tenor canadiense Andre Turp, otra pareja estelar. En la temporada1965-66 con Jaime Aragall y otra vez con Gian D´angelo, y el tenor catalán en el principio de su carrera, Y finalmente es esta temporada 19676-68, con Margherita Rinaldi y el tenor Ruggero Bondoni. Como veis un ramillete de cantantes que hoy en día si los tuviéramos en nuestros teatros harían furor. Por ello yo me considero un privilegiado de haber visto a tan buenos cantantes que me enorgullezco de ello y por eso me da motivos a saber y poder equilibrar las diferencias que hay de aquellos cantantes y los de la actualidad. Siento que hoy en día prevalece más el espectáculo, la interpretación de los cantantes artística mente  ha mejorado, cosa que en la época anterior no había grandes intérpretes pero si voces espectaculares. En voces femeninas el elenco que hay de cantantes es bastante bueno, en barítonos y bajos se va capeando el temporal pero cuando tocamos la cuerda de los tenores, no hay sustitutos de los, Mario del Monaco, Franco Corelli, Placido Domingo, Luciano Pavarotti, Alfredo Kraus, Carlos Bergonzi ecetera. Decidme un tenor que esté a la altura de los que he nombrado...Jonas Kaufmann, Marcelo Alvarez, Piotr Beczala, Juan Diego Florez, Javier Camerana, Celso Albelo.... Y la sequía sigue y los motivos no los sé. Los empresarios de los grandes teatros del mundo se las ven y desean para confeccionar un elenco de categoría, como os dije antes, en voces femeninas  y las cuerdas de bajos y barítonos, lo tienen solucionado pero cuando echan mano de el tenor hay muy pocos que den la talla. Esto es una apreciación muy particular
Sobre la actuación de Lucia di Lammermoor, la pareja central, Margherita Rinaldi y el tenor Rugero Bondoni  supieron interpretar sus roles a la perfección, pues poseen unas voces muy apropiadas para esta ópera. Lo que si me llamó la atención  fue el bajo Plinio Clabassi, con una voz de bajo autentico y una gran presencia.
Del tenor Ruggero Bondoni, no he podido encontrar nada de él, si de Margherita Rinaldi, no mucho, pero algo, acompañado por Luciano Pavarotti. Y otro frgamento por Joan Sutherland.

                                                      
                                                     MARGERITA RINALDI


                                                         
  AUDIO - Lucia- M. Rinaldi – L. Pavaroti –  Duo 1º-“Lucia perdona- Sulla tomba “ 


                                 
                            AUDIO - Lucia – Margarita Rinaldi – “ Spargi d´amore pìanto”
                                                 

Ahora os voy  a proponer, una versión reciente de Lucia di Lammermoor efectuada en el Teatro Royal Ópera de Vallonie dirigida da por Jesús López Cobos y estando cantada por los interpretes y personajes: Annick Massis (Lucia), Celso Albelo (Sir Edgardo), Ivan Thirion (Lor Enrnrico Ashton), Roberto Tagliavini (Raimondo), Pietro Oicone (Lor Arturo) y Alexis Yerna (Alisa). Como veréis en este reparto aparece nuestro tenor tinerfeño actuando de <Edgardo> y por cierto con mucho éxito

VÍDEO LUCIA DI LAMMERMOOR- Vallonie- Cobos- Celso-Massis.



                              CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


Noviembre 22 de 1967. Director Nino Vercher, con Margherita Rinaldi, Vicente Sardinero, Ruggero Bondoni, Plinio Clabassi.
<LUCIA DE LAMMERMOOR > HA SIDO UN ÉXITO PARA SUS PROTAGONISTAS Y UNA SORPRESA POR SU PRESENTACIÓN ESCÉNICA
“Lucia de Lammermoor”, igual que las demás óperas de Donizetti (cualquiera de las cinco o seis que no han sido olvidadas, entre las 68 que compuso en el transcurso de treinta años el más prolífico operista de todos los tiempos) para los teatros actuales, es poca cosa más que un pretexto. Su  reposición queda siempre condicionada a la presencia (fie tal o cual cantante protagonista que la justifica con más legitimidad que los valores reales de la obra, aunque éxitos existan y sean reconocidos por un sector de opinión cada día más amplio. Un crítico ríspido de cincuenta años atrás podía hablar con desdén de Donizetti, porque el público, ingenuo, se lo tomaba entonces con demasiada buena fe. Ahora no. Todos ya estamos de vuelta de sus frívolas banalidades y sabemos apreciar sinceramente lo que tiene su música de gracia natural, de fantasía melódica, de elegancia marchita y anacrónica o de espontánea facilidad (no olvidemos que Donizetti escribía sus óperas en un plazo no superior a los ocho días. Y no podemos  más que reiterarnos en lo dicho a propósito de las pasadas reposiciones de la obra: “Lucia” representa sólo un fantasma, espurreo acaso, del romanticismo melodramático, pero no deja de ser un curioso ejemplo de perfeción en su género. Nada falta ni sobra en esta entelequia: amor, ternura, celos, intriga, lances de honor, traición, angustia, locura, exaltación del dolor, desesperación y muerte motivan los episodios líricos de la composición, todos de una estupenda irrealidad, aunque de un
melodismo tan mórbido y trasnochado como sugestivo.
¿Qué parte de la partitura —la dedicada a las intervenciones corales, por ejemplo— es de una superficialidad ridícula? Cierto, pero es indudable también que en otros momentos —en la cavatina, el sexteto, la escena de la locura o el final— el vuelo de la música es auténticamente seductor y no puede negarse al cantábile una inspiración real, pura y luminosa.
Con todo, “Lucia de Lammemoor” es un pretexto para la imposición de unas voces. En el Liceo (donde es más de dos veces centenaria) se ha representado últimamente con especial preferencia y su nombre ha permanecido vinculado a los de sus protagonistas. Ha sido la “Lucia” de Antonietta Pastori y Giacinto Prandelli; de Joan Sutherland y André Turp y de Gianna D’Angelo con Alfredo Kraus. Ferruccio Tagliavini o Jaime Aragall. La de esta temporada ha sido la “Lucia” de Margherita Rinaldi y de Ruggero Bondoni. La sonprano Margherita Rinaldi. que aplaudimos hace unos días como Rosina en “El Barbero de Sevilla”, después de su nueva aparición en el Liceo va a cantar “Lucia” en la Scala de Milán. Este dato puede ser determinante de de la categoría que acabamos de apreciar al verla como heroína del drama de Donizetti. Hemos constatado que la artista, famosa como lírica-ligera, está mucho mejor emplazada en la particela de Lucia que en la de Rosina: o sea, que si en la ópera de Rossini la aplaudimos, con mayor motivo lo hemos hecho ahora, cuando ha superado el preciosismo vocal dé Donizetti con verdadera maestría, con agilidades en el fraseo de una pureza de estilo invariable y un virtuosismo de la mejor ley. Ha sabido infundir dramatismo a su dicción, que siempre ha sido palpitante y emocionada, sobre todo, como es lógico, en el acto de la locura, en el que nos ha hecho pensar en las mejores artistas que hemos oído en este rol.
Otro artista al que le corresponde una gran parte del éxito obtenido por la representación, es el tenor Ruggero Bondino. Su debut, que se anunció avalado por las actuaciones que el artista efectúa habitualmente en la Scala y los demás primeros teatros de Italia, ha constituido una interesante sorpresa. Se trata de un cantante de auténtica clase, con una voz robusta en todos los registros, de un volumen y ductilidad extraordinaria. Canta con calor, con ímpetu, con vehemencia constante y es verdadero actor. Su personificación de sir Edgardo ha sido convincente por constituir una brillante manifestación de técnica vocal y de temperamento. Su participación en las últimas escenas del segundo acto y en el cuadro final resultó de una elocuencia que mantuvo en vilo la atención del auditorio.
La presencia del barítono español Vicente Sardinero, que interpretó por primera vez en el Liceo un papel de importancia, ha sido plenamente afortunada. Personificando la figura de lord Enrico, esencial en la intriga dramática, ha probado que su voz, de excelentes tonalidades expresivas, se adapta con naturalidad a la dicción operística. El artista actúa, además, con desenvoltura y sus intervenciones han alcanzado un positivo relieve en todo momento.
El bajo Plinio Clabassi ha lucido sus excelentes facultades en el papel de <Raimondo>. El tenor Gabriele de Julis ha sorteado con acierto las dificultades de su parte, breve pero muy comprometida a causa de la tesitura aguda en que está escrita el aria principal de lord Arturo. Teresa Batlle y Luis Ara han completado el reparto sin desentonar.
Las importantes intervenciones del coro, el maestro Bottino ha cuidado que tuvieran la debida precisión. Igualmente el ballet ha cumplido satisfactoriamente su cometido y la orquesta, llevada por un experto como es el maestro Nino Verchi, no ha vacilado, manteniéndose en un plano de buena acompañante.
Lo imprevisto de la noche ha sido la presentación escénica. Estábamos acostumbrados a ver una “Lucia” con decorados anacrónicos que parecían los mismos que se usaron cuando la obra fue estrenada (en el Liceo, en
1849) y casi estamos tentados de afirmar que así es como nos gustaba más, pero la nueva escenografía de Darío dalla Corte no podemos rechazarla porque está proyectada con inteligencia y evidente sentido teatral. Sobre fondos en los que se proyectan variados y sugestivos efectos de luminotecnia, los personajes adquieren mayor relieve y prestancia Al joven regista italiano le debemos también un eficaz control en el ritmo de la acción y en el movimiento de los personajes, con lo que la nueva “Lucia” ha perdido todo su estatismo y ganado una bien combinada y lógica movilidad.
El público ha aplaudido los aciertos de la representación en general, y con extraordinaria efusión a los cantantes. dedicando a Margherita Rinaldi y Ruggero Bondoni ovaciones largas y calurosas. Después de la escena de la locura, la soprano italiana ha galvanizado el entusiasmo de todos los espectadores, que también han sido totalmente ganados por la vehemencia del tenor, especialmente en el segundo acto. —  .

XAVIER MONTSALVATGE


                                                

                                                                                    UMBERTO GIORDANO




ANDREA CHENIER – 9 de diciembre,  de 1967, Director Laszlo Alasz, con Richard Tucker, Manuel Ausensi, Carmen Lluch
Segunda versión de <Andrea Chenier> que veo en este bello teatro del Liceo. En la temporada 1963-64, la cantó Bruno Prevedi, y el barítono Giangiacomo Guelfi. Con un gran éxito. La versión que vi la noche de 9 de diciembre, fue algo distinta. Me explico: el rol de Andrea chenier (tenor) fue muy diferente a Bruno Prevedi, Richard Tucker tiene la voz adecuada para dicho rol. El personaje  que se inspiro Umberto Giordano,  tenía que  poseer una voz dura, áspera pero con mucha humanidad, y el reflejo de dicho personaje se tenía que adaptar a la voz de tenor de una forma muy vehemente, con mucha  fogosidad y a la vez con un gran temperamento. Richard Tucker posee la voz adecuada para el personaje que dibujo el maestro Umberto Giordano. Expuso un Andrea Chenier muy creíble y su voz resonaba en el teatro de una forma que el público quedó impactado con su vehemencia y la calidad de su colorido, y con unos agudos seguros y bien templados. Todo esto añadido a Manuel Ausensi que hizo un <Gerard> impresionante y con una dicción que muy pocos barítonos poseen. La soprano Carmen Lluch hizo lo que pudo  que fue bastante, en su aria <La mamma morta> brilló y el publico supo apreciarlo. Una noche fulgurante, con un Richard Tucker inconmensurable. Uno piensa en el razonamiento que tenía el Metroplitan de New York para tenerlo fijo en su nomina durante más treinta años.

Os voy a poner varios fragmentos de Richard Tucker cantando con Renata Tebaldi en una representación del Metropolitan de New York.

                              
                                                        RICHARD TUCKER

                            
                                  AUDIO - Andrea Chenier – Richard Tucker – “Colpito qui m´avete “1960

                             
                  AUDIO - Andrea Chenkier – R. Tucker –F. Valentino – “Roucher ! Chenier -1960"

                                                           
                                                                                              RENATA TEBALDI

                                                      
                                         AUDIO -Andrea Chenier – R. Teb aldi –R. Tucker – “Ecco l´altare “1960



                                                     
                                                                                         MANUEL AUSENSI

                                  
                                         AUDIO -Andrea Chenier – Manuel Ausensi – “Nemico della patria “

                                    
                                                AUDIO - Andrea Chenier – Renata Tebaldi – “La mamma morta “

                                           
                                                  AUDIO - Andrea Chenier – Richard Tucker – “Si fui soldato “

                                              
                                            AUDIO - Andrea Chenier – Richard Tucker – “ Come un bel di maggio “

                                                 
                              AUDIO - Andrea Chenier –Renata Tebaldi – Richard Tucker – Duo 


                           
                                     

                          
Os voy a poner un <Andrea Chenier> (VIDEO)  grabada en 1955 en un film para la RAI de Milan con Orquesta y Coro y la dirección de Angelo Questa y con el reparto de cantantes que pululaban por aquellos años, interpretes y persdonajes:Antonietta Stella (Maddalena), Mario del Monaco (Andrea Chénier), Giuseppe Tadei (Charles Gerard), Maria Amadini (Lacondesa deCoigny), Luisa Mandelli (Bersi), Ortensia Beggiatto (Madelón), Athos Cesarini (Invencible)



                           VIDEO ANDREA CHENIER- Raii Milan- 1955-Questa- Stella -Del Monaco




Seguidamente os voy a proponer una representación desde el Staatsoper de Munich  3 de Marzo 2017 muy reciente donde os daréis cuenta el avance de la tecnología. Comparar el abismo que hay de la grabación anterior de la RAI 1955 a la que os ofrezco muy reciente, en 67 años lo que se ha avanzado. Esta opera verista del maestro Umberto Giordano esta protagonizada por un elenco estelar. Orquesta y coro Staatsoper de Munich siendo dirigida por Omer Meir Wellber y la escenográfica fue a cargo de Philipp Stolzl vosotros mismos juzgareis... con los siguientes protagonistas, interpretes y personajes: Jonas Kaufmann (Andrea Chenier), Anja Arteros (Maddalena), Luca Salsi ((Carlo Gerard), J´Nai Bridges (Bersi), Elena Zili (Madelón) Kevin Connes (Increible)





                                     CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Ambiente de apasionamiento para la «Andrea Chenier» cantada por Richard Tucker
Ayer aplaudimos la reposición de “Andrea Chenier”, no sólo por los méritos de los intérpretes —el excepcional tenor norteamericano Richard Tucker y un buen reparto de artistas nacionales—-, sino también por la obra en sí misma. Esto no quiere decir que debamos aceptar una realidad: “Andrea Chenier” es una ópera típicamente “de segunda fila”. Así fue considerada cuando se estrenó (Milano, 1896), porque  cualquier compositor le hubiese sido muy difícil o imposible sobreponerse a la gloria de Verdi, entonces en su plenitud, y al enorme impacto que produjo la aparición de Puccini quien dio a conocer “La Bohéme” en el mismo año —el citado 1896— en que Umberto Giordano presentaba su cuarta producción operística en el teatro lírico milanés y que Mascagni saboreaba ya el triunfo de su “Cavalleria Rusticana” y atraía la curiosidad con “Zanetto”, su sexta pieza teatral, en aquellas fechas aplaudida en Pésaro.
Actualmente, “Andrea Chenler”, de Giordano, sigue viviendo a la sombra de los éxitos de sus contemporáneos, pero tiene la ventaja de no haber descendido en el escalafón de valoraciones. Hemos aprendido a prescindir de sus debilidades, del aspecto blando y retórico de su música y del moderado vigor dramático de su acción, a la vez que hemos logrado asirnos a sus evidentes cualidades: un aceptable vuelo lírico en el dibujo de su melodía, una hábil dosificación de electos teatrales, una orquesta tratada con buen gusto y equilibrio y, en definitiva, una buena dosis de substancia “verista” que se intensifica en los puntos clave de la realización: el improviso del tenor en el primer acto, el monólogo “Nemico della Patria...”, el raconto de Maddalena “La mamma morta...”, uno de los más intensos fragmentos de la soprano, el dúo del segundo acto y el que precede al desenlace final y otros fragmentos, los cuales consiguen que cuando la atención del espectador está a punto de decaer, se galvanice por obra y gracia de la morbidez melódica, que es el valor más acusado de la partitura.
“Andrea Chenier” es además la mejor producción de Giordano, puesto que “Fedora” está por debajo de la primera y las otras diez óperas que compuso han sido olvidadas, lo que nos hace suponer que no merecen tenerse demasiado en cuenta. “Andrea Chenier” es, por lo tanto, lógico que asome periódicamente en el Liceo, máxime cuando esto no sucede con demasiada frecuencia (vimos la obra en 1953, con Filipeschi y la Caniglia, y hace cuatro años, con Bruno Prevedi y Lucilla Udovich, con lo que ahora, cuando se cumple el centenario del compositor, habrá alcanzado en total una veintena de representaciones en nuestro escenario).
La nota más viva en la representación de ayer fue la presencia del tenor Richard Tucker en el papel protagonista. Su inolvidable «Bailo in maschera» de dos temporadas atrás motivó que su vuelta fuera esperada con auténtica expectación, que se tradujo en una especie de nerviosismo en el público después de cada una de sus intervenciones en la obra. Richard Tucker es un gran profesional. Esta vez hemos encontrado su voz menos rotunda de timbre de lo que esperábamos, pero, en cambio, su dominio de facultades, la manera de emplearla, de dosificarla, de reservar sus posibilidades para los momentos de máxima bravura, nos ha maravillado más que nunca.
El tenor norteamericano canta con una vehemencia en la dicción vocal y en el gesto que a veces parece buscar en el latiguillo efectista el aplauso fácil, pero no es así, porque, por encima de todo se manifiesta siempre su categoría, de artista que sabe lo que exige la escuela verista y se entrega de pleno a este peculiar estilo.
Ayer, en el primer acto quedó un poco circunspecto en la expresión, pero en el segundo no regateó sus posibilidades de elocuencia, y después del citado improviso (Un di all’azzurro spazio) desencadenó un verdadero alboroto de aplausos y gritos que al finalizar el acto se reprodujeron multiplicados por la interferencia de algunos protestarlos, lo que motivó que al encenderse las luces, al aparecer frente a la cortina, al lado de Carmen Lluch, y aun después, se prolongara la polémica y las manifestaciones, que terminaron con una encendida ovación general. Al terminar la obra el éxito de Richard Tucker fue definitivamente consolidado por la mayoría de sus apasionados partidarios.
En “Andrea Chenier” no es sólo el tenor quien puede lucirse. Aunque Tucker polarizó los entusiasmos, la buena disposición del público se inclinó también hacia los artistas que representaban los demás papeles principales. La soprano Carmen Lluch supo manifestar su calidad centrada en un registro vocal de gran claridad y potencia, sobre todo en los agudos. En todo momento fue escuchada con interés, pero en su preponderante intervención del tercer acto (donde Maddalena evoca “La mamma morta...”), estuvo extraordinariamente bien de voz y de empuje lírico.
Manuel Ausensi, en el rol de Gerard, fue también en el tercer acto donde dio toda la dimensión de su talento de cantante —como siempre espléndido de voz— y actor. El reparto de la obra es muy extenso y fue servido por el resto de los cantantes con acierto remarcable, destacando en especial Montserrat Aparici —que dijo con acusado dramatismo el solo de “Madelon”—, Enrico Fissore (Roucher), Isabel Rivas (Bersi) y Teresa Batlle (la Condesa).
El coro se produjo con especial movilidad y desde el punto de vista musical se mantuvo cohesionado. El ballet ornamentó con acierto el primer acto y todos obedecieron a la batuta del maestro Laszlo Halasz, que otras veces ha dirigido en el Liceo y siempre ha sabido imprimir fuerza e impulso a la marcha de la representación. Esta vez consiguió también un alto rendimiento de la orquesta, sincronizándola eficazmente con los cantantes. A él correspondieron también los aplausos generales, aunque muchos fueran para los protagonistas vocales y los espectadores apasionados hicieron lo imposible para que quedara patente que iban destinados a Tucker.
Mención especial merece la puesta en escena de Darío dalla Corte (el mismo registra que preparó el montaje de «Lucía de Lammermoor». Así como en la ópera de Donizetti consideramos que con su sintetización esenica y manipulación luminotécnica había evaporado parte de las viejas esencias de la obra, en esta «Andrea Chenier» creo que ha conseguido una feliz estilización ambiental. El tema de la revolución francesa rinde mucho en el teatro porque es colorista y decorativo. Dalla Corte lo ha aprovechado y a base de pocos elementos y muy acertada combinación lumínica ha logrado sugerir perfectamente los diversos climas de la obra, cuidando además —y esto fue bien visible— de la movilidad de los personajes y los conjuntos, preveyendo cada situación para hacerla plásticamente teatral. Hubo también para él felicitaciones. La velada en resumen mantuvo considerablemente despierta la atención, la curiosidad y el apasionamiento de la mayoría de los espectadores que llenaron el teatro. XAVIER MONTALVATGE





                                

                                                                           GIACOMO PUCCINI




               TOSCA  (Puccini). Diciembre 13 de 1967. Director Michelangelo Veltri, con Montserrat Caballe, Bernabe Marti, Cesar Bardelli
                 
Con esta Tosca ya son cuatro versiones que  he visto en este Gran teatro del Liceo. Si tuviera que expresar de estas cuatro funciones  cuales son los mejores cantantes, no tengo ninguna duda, del rol de Scarpia: Giangiacomo Guelfi, Piero Capucccilli, Kostas Paskalis y Cesar Bardelli, sin ninguna duda me quedo con Kostas Paskalis. Como veis son cuatro barítonos de una gran categoría, Kostas Paskalis par mi parecer fue el que sicológicamente supo crear al maléfico jefe de la policía, con una voz áspera y la fuerza suficiente para crear al siniestro  personaje que creó  Puccini. De los Cavaradossi: Giuseppe Gismondo, Carlos Cosutta, Franco Corelli y Bernabe Marti, sin ninguna duda me quedo con Franco Corelli, con una voz esplendorosa y una presencia escénica inigualable. Y de Floria Tosca: Regine Crespin, Renata Tebaldi, Luisa Mariagliano y Montserrat Caballe, también sin duda ninguna con Renata Tebaldi. Como podréis comprobar ¡¡vaya elenco de cantantes!! Estos pareceres son muy personales y están expresados y recapacitados a lo largo de los años y no me llena ninguna pasión, con ello no quiero demostraros que mi criterio es el que tiene que prevalecer, no, es el criterio particular mío y por lo tanto respeto vuestros gustos.
Sobre la actuación de la <Tosca> que se represento esa noche, en reglas generales salió muy bien parada. El terceto de cantantes supo encaminar esta difícil ópera y consiguieron un notable éxito. El tenor Bernabe Marti hizo un Cavaradossi muy convincente y supo estar a la  altura de su esposa Montserrat Caballe, esta supo sacar un gran rendimiento al personaje de Floria Tosca y expuso su colorido de voz y sus ¡¡ fiatos ¡! encarnando una Tosca muy real, dulce y dramática. El barítono Cesar Bardelli supo crear el clásico personaje con mucha hipocresía y maldad. En resumidas cuentas una noche como tantas, con el publico enfervorizado y muy bullicioso
Os voy a poner unos pequeños fragmentos de esta magistral obra de Giacomo Puccini. Solamente he podido encontrar cantando juntos, Caballe y Marti, en el dúo del primer acto.

    


MONTSERRAT CABALLE                 BERNABE MARTI


                           
                                     AUDIO - Tosca – M. Caballe- B. Marti – duo 1º Acto

Escuchareis de Tosca el dúo del primer acto con Luciano Pavarotti


                           



Ahora oiréis la voz del barítono Cesar Bardelli, acompañado de la soprano Leontyne Pryce en unas escenas des segundo acto.

                                
                                AUDIO - Tosca – L. Price – C. Bardielli – “Escarpi murder


Aquí escuchareis y veréis la famosa aria  <Visi dárte> en la voz de Montserrat Caballe.

                              
                                    VIDEO - Tosca – Montserrat Caballe – “Vissi d´arte “



            

                                               METROPOLITAN DE NEW YORK

Seguidamente os voy a poner de una representación en vivo desde el Metropolitan de New York el año 1985, <Tosca> con un producción de Franco Zeffirelli con un reparto de lujo y con la dirección, para mi entender de uno de los directores de ópera que mejor leen la partitura de Puccini, estoy ablando de Giuseppe Sinopoli. Esta es una grabación  extraordinaria, muy bien interpretada, artística y vocalmente, por los cantantes, interprtes y personajes: Placido Domingo (Cavaradosi), Hildegard Bherens (Floria Tosca), Cornell MacNeill (Scarpia), James Gourtney (Angelotti), Italo Tajo (Sacristan), Anthony Lairua (Espoleta). Tiene un buen sonido y muy buena visión y encima subtitulada en español.





                                                 CRÓNICA DE LA VANGUARDIA                                                                                                                                                                                                                                               16 de diciembre 1967. Director Michelangelo Veltri, con Montserrat Caballe, Bernabe Marti, Cesar Bardelli.
LA  <TOSCA > DE MONTSERRAT CABALLE, BERNABE MARTI Y CESARE BARDELLI
«Tosca» es la más moledramática de las óperas de Puccini. En realidad la única de su producción en que el drama intenta imponerse con más fuerza que las situaciones dictadas por un concepto sentimentaloide del teatro. Al compositor nada podía servirle mejor para llevar el «grand-guignol» a la escena lírica que la sombría comedia de Victorien Sardou creada inicialmente para lucimiento del gesto trágico de la gran Sarah Bernhardt y convertida tras la manipulación de Illica y Giacosa en un buen libreto de ópera al gusto del público aficionado al teatro decimonónico. «Tosca» fue creada por Puccini cuatro años después de la «Bohéme» y cuatro antes de «Madame Butterfly» y nació en 1900, en el Teatro Constanzi de Roma. En lo que va de siglo se habrá representado millares de veces (en el Liceo más de cien) lo cual quiere decir que pese a las características de su morfología dramática que resulta ahora completamente trasnochada, la partitura se aguanta y salva el todo del ridículo. Musicalmente, en (Tosca) hay mucho de bueno: Al contrario de lo que hicieron tantos operistas italianos del novecientos, Puccini en su obra no sobrecarga las tintas trágicas del dramón.
El recitado melódico de «Tosca» no suena nunca a falso o gratuito y se mantiene en la máxima libertad expresiva que la situación escénica permite- Las arias declamatorias de Cavaradossi —«Recóndita armonia» y «E lucean le stelle»— o el «Vissi d’arte» de Floría, no parecen sobrepuestas se integran perfectamente en la acción que las justifica plenamente. Además toda la obra es un ejemplo de sabia estructuración teatral y el personaje de Scarpia es, en mi opinión, el más claro y vigorosamente perfilado, el de mayor vigencia dramática que puede hallarse en toda la producción de Puccini.
Para «Tosca» hacen  falta tres grandes cantantes-actores con facultades suficientes para olvidarse que en la partitura se cuelan pasajes de peligrosa tesitura vocal y para representar el drama como Sardou hubiese deseado. Montserrat Caballé ha vuelto de los Estados Unidos donde sus éxitos han sido espectaculares, dispuesta a dominar papeles como el «Tosca» para la interpretación del cual no le hubiesen bastado sus hechizantes filados de voz y un magnífico «fiato» que de todas maneras le sirve para cantar un «Vissi d’arte» sensacional. Nuestra famosa soprano hace ahora en escena lo que quiere y en la función del miércoles pareció que lo que quería era reservarse para el aludido punto culminante del acto segundo que desencadenó la batería de los que guardan sus expansiones entusiastas sólo para determinados momentos de cada ópera, los más populares y accesibles, que no son muchas veces los mejores. Este pero no es el caso de esta página de «Tosca» realmente admirable. Montserrat Caballé se superó en el «Vissi d’arte» aunque antes y después puso a contribución lo que ha tenido siempre —una voz naturalmente cálida y generosa, propicia a una infinita gama de matices— y lo que ha aprendido; la desenvoltura en el gesto, la técnica para sugerir el clima dramático de la situación.
Sinfónicamente, la partitura de (Tosca) es muy nutrida y eso a veces constituye un telón sonoro que se interpone entre los cantantes y el público. Montserrat Caballé obvió esta circunstancia (ella y los demás protagonistas) cantando frecuentemente muy cerca de las candilejas, con lo que en parte fue salvado un ligero desequilibrio —perceptible sobre todo en el primer acto— entre el canto y el apoyo orquestal. Bernabé Martí también ha vuelto de Norteamérica mucho más completo y seguro de sus facultades que no son pocas.
El público tuvo que esperar que atacara un superagudo con decisión y claridad absoluta para premiarle con una ovación y visto bueno, aunque en realidad merecía más los aplausos por su labor en general a lo largo de la obra. No creo que tenga demasiada importancia que su bravura vocal quedara enturbiada en el popular (Adiós a la vida), al menos en opinión de los que consideramos esta página de la partitura como una concesión a la vulgaridad. Lo cierto es que la actuación del artista fue siempre muy digna, tanto desde el punto de vista vocal como de trabajo escénico.
Lo que cabe mencionar como acontecimiento extraordinario en esta (Tosca) es la presentación del barítono Cesare Bardelli en la personificación del tipo tan bien trazado por Puccini, del Barón Scarpia. Para el papel se había contratado en principio a Sesto Bruscantini, lo que motivo que por equivocación citáramos su nombre al publicar el miércoles un avance informativo de esta crítica. Cesare Bardelli no es extraño que sea un asiduo en los repartos de los mejores teatros de Europa y América, porque es evidentemente un gran artista desde todos los ángulos de la interpretación. Su alcance vocal acaso no sea de excepción, pero la feliz conjunción en él de una escuela de canto depurada, un vivo realismo expresivo, unas soberbias facultades de actor y una prestancia física fuera de lo corriente, hacen que el espectador se sienta totalmente dominado por la elocuencia de su dicción y por el relieve que alcanza su presencia en el escenario. Todos los matices psicológicos del personaje de Scarpia —elegante, crápula y pérfidamente amable— Cesare Bardelli los acusa con un arte de gran clase. Su actuación, sobre todo en el acto del Palazzo Farnesio, ha sido de las que no se olvidan.
Los demás aspectos del montaje de «Tosca», en esta representación, fueron solícitamente cuidados. Diego Monjo proporciona al papel de Spoletta la exacta intención y además se nota que ha cuidado con eficacia todos los detalles de una puesta en escena en la que no falta ningún recurso ambiental. Enrico Fissore (Angelotti), y Ernesto Vezzosi (Sacristán), se distinguen en sus interpretaciones del primer acto, así como Eduardo Soto, Teresa Casabella y Rafael Campos, el coro y los figurantes actuando oportunamente en el episodio del (Te Deumn). La escenificación es tradicional, aunque conviene subrayar que los decorados de Nicola Benois son de primera calidad, aceptando la escenografía realista. El maestro Michelangelo Veltri dirige la orquesta con plena autoridad manteniéndola en una tensión sonora que si bien ofusca un poco la voz de los que están en escena, valora en cambio los aciertos sinfónicos de la partitura, que no son pocos. XAVIER MONTSALVATGE.



                                    
                                                          GIUSEPPE VERDI


AIDA (Verdi) Enero 6 de 1968. Director Anton Guadagno, con Ella Lef, Pedro Lavirgen, Nella Rankin, Noel Jan Tyl, Cesar Bardelli y Mario Solomonoff.
Esta fue una Aida muy bien apañada, con esto quiero decir que cumplieron con creces, no había nombres famosos, pero no hace falta tener,  un gran renombre de cantantes para conseguir una actuación espectacular como la que yo vi aquella noche. Todos estuvieron a una gran altura, pero entre ellos destacaron la mezzosoprano Nella Rankin y el tenor cordobés Pedro Lavirgen. La mezzosoprano, Nella Rankin, nos dejó  atónitos a todos los espectadores pues tenía una voz poderosa y un gran físico, moviéndose por el escenario con una gran soltura. Del tenor Pedro Lavirgen como siempre,  con un temperamento y una vehemencia que le pone a su voz un sonido que el aficionado sabe agradecer con sus aplausos y bravos. Como os digo en reglas generales una actuación muy generosa por parte de todos los cantantes.
De la ópera Aida que se canto esa noche, no he podido encontrar ninguna grabación de esos mismos cantantes, excepto de Pedro Lavirgen y de la mezzosoprano Nell Rankin .Del tenor Lavirgen os voy a poner el<Celeste Aida> y la escena del Nilo, Pedro Lavirgen está acompañado por Monserrat Caballe.

                          
                           AUDIO - Aida – Pedro Lavirgen – “ Celeste Aida “ Scala Milan 1976

                           

Aprovecho, estas grabaciones de Aida para poneros una grabación de esas que llamamos “raras”, con el rol  de “Amneris” de mezozosoprano , cantado por la soprano Renata Tebaldi y acompañado con el sugestivo y atrayente Franco Corelli, cantando el dúo <Laboritá rivale> de la ópera Aida.

                            

Ahora os pongo, lo que para mi gusto, junto a Lavirgen, a la mezzosoprano Nella Rankin que fue un verdadero descubrimiento. (Ahora con el internet y YouTube, me ha descubierto que  esta mezosoprano era una asidua al Metropolitan de New York.
Os pongo un fragmento de Aida de <¡¡Ohime!!...Morir me sento! aquí os demuestra la pujanza de esta voz que cautivo al publico del Liceo.

                                          
                                                              NELLA RANKIN

                           
                                        AUDIO - Aida – Nella Rankin- “Ohime ¡ Morir mi sento “ 1952

Seguidamente aprovecho para poneros una grabación HISTORICA, que quizás mucho de vosotros la tendréis y si no es así, los que no sepan de que va esta grabación yo os pongo al corriente. En aquellos años, 1949- 50,  principio de la carrera de Mario del Mónaco y María Meneguilli Callas (este era el apellido de su marido, un magnate italiano, que fue el que la lanzo al estrellato), no se lo motivos que tenían ambos cantantes, pero era evidente que sus relaciones personales no eran fluidas, el ejemplo está a  la vista, fijaros las pocas grabaciones que han hecho juntos, y las actuaciones juntas, es por puro compromiso, eran contratos que ya estaban firmados. En el año 1951, se vieron las caras en el Teatro de Bellas Artes de México, (que por cierto en aquellos años este teatro estaba en todo su apogeo), tuvieron que cantar juntos la ópera Aida. Ha trascendido poco de lo que ocurrió en los ensayos, pero era evidente que si pasaron cosas… Lo que se sabe cierto, es que en los ensayos  de la  representación de Aida hubo varios roces  y el día de la primera representación de <Aida>, unas declaraciones de María Callas, refiriéndose a del Monaco, la Callas dijo que  lo iba hacer “papilla”. En definitivas cuentas, lo que ocurrió fue que, el coro, director,  la orquesta, comprimarios y primeros personajes de dicha representación se contagiaron, y sacaron una<Aida> que podemos decir fue histórica. Yo tengo la grabación completa  en un CD, y os puedo decir que esta opera <Aida> ha sido la que más me ha impactado. Yo tengo la grabación en un CD y es espectacular, la fogosidad, el ímpetu que tuvieron los dos cantantes, contagiando al resto del elenco.
Aquí oiremos una esplendorosa “Celeste Aida” y notareis la vehemencia que le pone Mario del Mónaco

                              

                                                                     MARIO DEL MONACO

                          

AUDIO- Aida Mexico 1951 -M.Del Monaco "Se quel guirrier io fossi""


                                                         
                                                   MARÍA CALLAS


Ahora vamos al momento álgido de la velada, fue un momento mágico, se notaba en toda la representación que había un ambiente raro, todo el público estaba pendiente de los dos cantantes, sabían que algo tenía que ocurrir pues ya se sabía de las declaraciones de María Callas y de la repuesta de Mario del Mónaco, que dijo que la iba a destrozar. En fin lo que siempre sucede cuando dos cantantes enrabietados y no sospesan su declaraciones. Y  así fue, en el final del acto 2º fue un final electrizan te como podréis comprobar, el  coro, la orquesta y los cantantes estaban en una sintonía fuera de lo normal y al final María Callas expuso su voz en un alarde inimaginable con  un MI bemol que traspaso a la orquesta y coro. ¡¡Fantástico!!. El público quedó asombrado así como los que seguimos escuchando este momento histórico.





AUDIO - AIDA- Mexico 1951 Final Acto 2º -Callas- Del Monaco




               
TEATRO BELLAS ARTES DE MÉXICO



Os voy a poner la grabación completa que he podido bajar de YouTube, en un sonido muy aceptable como podréis apreciar. Se cantó  un 3 de julio de 1951 en el teatro de Bellas Artes de la ciudad de México. Es una grabación excepcional pues podréis comprobar que está hecha con una gran tecnología, que hasta se oye al apuntador, como si fuera un cantante más. Como oiréis y observareis, esa era la forma de cantar en aquellos años ¡¡y qué forma de cantar!! Podemos decir que es un duelo vocal entre estos dos grandes cantantes y como comprobareis se fue contagiando al restos de los cantantes, comprimarios, coro, orquesta y publico y el resultado, fue una noche excepcional. Esta grabación es para <enmarcarla>.  Interpretes y personajes:
María Callas: Aida
Mario del Mónaco: Radames
Oralia Domínguez: Amneris
Giuseppe Taddei: Amonasro
Ignacio Ruffino: Il re d'Egitto
Roberto Silva: Ramfis
Carlos Sagarminaga: Un messaggero
Rosita Rodríguez: Una sacerdotessa
Orquesta y coro del teatro Bellas Artes de México, todos bajo la dirección de Oliviero de Fabritis
       




Ahora, para que podáis comparar, lo avanzada que está la tecnología, os propongo una  grabación en video que he podido sacar de YouTube.
Esta versión que os propongo  tiene una buena visión y buen sonido, y canta el que para mi parecer es el mejor tenor verdiano Carlo Bergonzi. Merece la pena verla  pues es una de esas grabaciones que en conjunto está muy bien cantada y con un reparto excepcional, ya quisiéramos en estos momentos tener ese elenco de tanta categoría.  Con esto debemos de agradecer a YouTube, estas grabaciones que eran impensable el tenerlo en nuestra discoteca.
Esta ópera de <Aida> fue representada en el teatro de la ópera de Tokyo en 1973  con la orquesta y coro de NHK y con el siguiente reparto, interpretes y personajes: Oriana Santunione (Aida), Carlo Bergonzi (Radames), Fiorenza Cossotto (Amneris), Giampiero Mastromei (Amonarso) Ivo Vinco (Ramfis), Fernando Lacopucci (Mensajero), Franco Pugliesi (El Rey)todos bajo la dirección del maestro Oliviero de Fabritis.


                          
          


                                   TEATRO DE OPERA DE TOKYO






                       CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

Enero 9 de 1968. Director Anton Guadagno, Pedro Lavirgen, Ella Lef, Nella Rankin, Noel  Jan Tyl, Cesar Bardelli
        EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO
LA 388 REPRESENTACIÓN DE <AÍDA>
Desde que se estrenó en la Nochebuena de 1871 en El Cairo para conmemorar la inauguración del Canal de Suez, «Aida» ha constituido un rito irreemplazable en todos los teatros de ópera del mundo y en la mayoría de los escenarios al aire libre aptos para grandes espectáculos líricos. Más de tres veces centenaria en el Liceo (la representación del sábado pasado fue la número 388), ha figurado de nuevo en el repertorio de la presente temporada y no precisamente como alusión al hecho de que el Canal de Suez, 97 años después de su apertura, vuelva a estar cerrado, sino para recordarnos la inagotable fantasía creadora y toda la ciencia teatral de Verdi acumulada en su antepenúltima ópera que a un espectador de nuestro tiempo podrá parecerle externamente un falso retablo pintoresco pero que le bastará un mínimo apego a la lírica italiana para descubrir en la partitura los más altos valores del Verdi de la gran época, presagió del «Otello» y del «Falstaff» que debían coronar la larga y fecunda carrera del compositor.
«Aida» es el prototipo de ópera decimonónica, de «gande machine» con su cuadro central para ingertar en él los grandes efectos escenográficos y la participación masiva de cantantes, coro, ballet y comparsería enfundados todos en una solemne guardarropía evocadora de un Egipto más romántico que milenario. Es también la ópera del: diorama plástico del templo de Menfis, de la estampa del Nilo, perfecta tarjeta postal iluminada para fondo del dúo de los dos protagonistas, la del lúgubre cuadro final con la muerte lenta de aquéllos y la que por encima, de todo presenta una sucesión de situaciones hábilmente combinadas todos los elementos que juegan en una representación de gala y de gran tramoya. Aparte de todo pero, y esto importa más que nada, es una partitura de auténtica e indeclinable consistencia musical, a pesar de todo este envoltorio anecdótico. Y este valor substancial de la obra, cada día más generalmente reconocido, lo hayamos perfectamente dosificado a lo largo de sus siete cuadros: en la sugestiva entrada de Radamés «Celeste Aida...», en los solos de la protagonista «Ritorna vincitor.» o «Patria mía» y en los grandes dúos «Pur ti reveggo...» y el del desenlace «Morir, si pura...», como también en los repetidos episodios orquestales, en los majestuosos coros, en las escenas coreográficas y en el apoteosis general con banda y trompetería unidos para cantar la «Gloria all’Egitto...» Sin duda hay mucha grandilocuencia y muchos aparatosos efectismos en la exposición musical del tema, pero cuando todo está sostenido con una sólida estructura sinfónica y una viva prestancia lírica, una ópera sea cual sea su concepto teatral, se salva y permanece como modelo de un género determinado.
Este es el caso de «Aida», que hemos vuelto a aplaudir con sincero entusiasmo, porque la representación ha sido un acierto total, superior incluso a lo previsible, pues, francamente, no esperábamos tanto del reparto dispuesto para la obra, con mayoría de cantantes norteamericanos en el reparto y el tenor Pedro Lavirgen en el comprometido papel de Radamés. Diremos en seguida que a Pedro Lavirgen no le ha intimidado el compromiso, que supo aprovechar cantando con ímpetu y en uso de unas facultades vocales de gran alcance toda la particela de la obra, con máxima entrega en los momentos de dificultad, cosa que fue agradecida por el público con espontáneas y alborotadas ovaciones. La generosidad y plenitud de su agudo en «Se quel guerrier... celeste Aida!» fue el arranque de un triunfo que se mantuvo después hasta la última escena.
La presentación los Estados Unidos no defraudó a nadie. Los cantantes norteamericanos, cuando provienen de grandes teatros, se caracterizan por tener siempre presente que la escena, aunque sea operística, requiere una máxima atención al trabajo de actores, que ejecutan con una técnica y una propiedad impecables. Esta es la cualidad de la soprano dé color Ella Lee, a la que se añade, además, la de una voz que, si resulta algo vidriosa en la dicción violenta, alcanza infinita ternura y profundo patetismo en las frases suaves. Hizo una Aida expresiva, matizada siempre, entre lírica y dramática, en todo momento convincente.
No menos buena impresión produjo la mezzo Nella Rankin, tensa, vibrante e incisiva en la voz, emotiva como actriz, plenamente identificada con el papel de Amneris. El bajo Noel Jan Tyl es un cantante perfecto para el rol de Ranfis, al que ha dado un majestuoso empaque, contribuyendo a ello tanto la nobleza de su timbre vocal como su prestancia física y elevada estatura. Cesare Bardelli, el barítono que tanto admiramos en «Tosca», volvió a sugestionarnos por la fuerza de su temperamento artístico. Mario Solomonoff (El Rey), excelente bajo, y los demás —José Rius y M.Teresa Casabella—en intervenciones circunstanciales, completaron satisfactoriamente el cuadro de cantantes.
El coro probablemente conoce «Aida» más que ninguna otra ópera, lo que la permite actuar con deselvoltura, algo rutinario pero eceptable. La colaborarción especial del «Orfeó Atlántida» da mayor irradiación a las escenas corales. El ballet en «Aida» siempre se distingue porque Magriñá cuida de adaptar la coreografía a las posibilidades del cuerpo de baile que va renovándose con el paso de los años. En esta última representación el conjunto y sobre todo los solistas —Rovira, Lizundia, Aguadé, Escriche, Muntalt y Petit— dieron mucha espectacularidad a los cuadros, de templo de Menfis y del retorno de Radamés que fue el más aplaudido de la noche.
El maestro Antón Guadagno, logro dosificar exactamente el colorido orquestal que es uno de los atractivos principales de la partitura verdiana.
Técnicamente concertó con autoridad los cantantes y bailarines con el conjunto sinfónico y, sobre todo, llevó la partitura con extraordinario nervio hasta el punto de que podamos afirmar que la orquesta sonó en esta ocasión mejor, más rotunda y cohesionada que en ninguna otra ópera de la temporada.
La puesta en escena dirigida por Enrico Frigerio, sin apartarse de la tradición, está visiblemente cuidada. Efectos de tramoya, movimiento de los actuantes, vestuario, luces, todo fue superior a lo que estamos acostumbrados a ver en las «Aídas», que periódicamente se reponen en el Liceo. El resultado de este esfuerzo general y de una feliz coincidencia de buenos cantantes está a la vista. El sábado el lleno en el teatro fue absoluto y el clima de ovaciones resultó tanto o más caluroso que el provocado por las funciones que esta temporada han logrado los mayores éxitos.
XAVIER MONTSALVATGE



                                     
                                                                                  EMILIO ARRIETA


Marina (Arrieta) 20 enero 1968. Director Michelangelo Veltri, con Pedro Lavirgen, Cecilia Albanese, Pedro Farres, Mario Solomonoff
Esta es de las óperas que mejor conozco, pues ya en Alicante  desde muy joven la vi por primera vez, No las he contado, pero con seguridad desde los años 1955, hasta la fecha he visto muchas versiones, quitando las de Hipólito Lázaro y Miguel Fleta, que están editadas en CD. Hay unos cantantes que me llamaron mucho la atención cantando Marina en el Teatro Principal de  Alicante y se me quedo grabado en mi memoria, fueron el tenor Eduardo Bermúdez y Maricarmen Solves. Hicieron una pareja increíblemente sensacional. El tenor Eduardo Bermúdez, poseía una voz de tenor spinto, con mucha fuerza y sus agudos eran atronadores y una gran presencia física, y la soprano ligera Maricarmen Solves, poseía una voz muy penetrante y con unos agudos limpios y seguros. Estando aquí en Barcelona, ablando con unos aficionados del Liceo, hice el comentario sobre esta pareja de cantantes, y al poco tiempo uno de estos aficionados me dijo que hacían una Marina en el Teatro Calderón, aquí en Barcelona y cantaba el tenor Eduardo Bermúdez, quedamos de acuerdo y varios aficionados fuimos a verle, precisamente, cantando la ópera Marina. Mis amigos quedaron impresionados por la voz de Eduardo Bermúdez y el comentario era que muy bien podía cantar ópera en Liceo.
Sobre la Marina que vi representada en el Liceo, en reglas generales, estuvo muy bien cantada, sobre todo por el tenor Pedro Lavirgen, es un rol que le va muy  bien para su tesitura de voz. La soprano fue la más floja pero pudo cumplir con su cometido dignamente, el barítono Pedro Farres aprovecho su rol e hizo un <Roque> muy aceptable y el bajo Mario Kolomonov hizo un <Pascual> más que aceptable. En fin una Marina muy esplendida y diferente a las que yo había visto pues la diferencia abismal del teatro del Liceo, a los teatros que anteriormente había visto.
De esta Marina, solo puedo poneros de Pedro Lavirgen el brindis ya que ha sido lo único que he podido encontrar, está acompañado por el barítono Luis Villarejo
                     
PEDRO LAVIRGEN


                           
                               AUDIO -Marina – Pedro Lavirgen – Luis Villarejo – “Brindis 



 Seguidamente os voy a poner de las dos grabaciones que hay, las más antiguas, la de Miguel Fleta e Hipólito Lázaro, varios fragmentos para que podáis degustar de estos grandes cantantes. Empezaremos con la grabación de 1927 Miguel Fleta
                            

                                                        MIGUEL FLETA

                        
                               AUDIO - Marina – Miguel Fleta – “Costas las de Levante “

                         
                                  AUDIO - Marina –M. Fleta E. Sagisbarba – “Brindis “

                              


                    





Seguidamente vamos con la grabación del año1929, con Hipólito Lazaro, Marcos Redondo y Mercedes Capsir


                                        
   
                                                                    HIPOLITO LAZARO

                                   
                                                  AUDIO -Marina – Hipolito Lzaro – “Costas las de Levante “

                          
                        AUDIO MARINA - Hipolito Lazaro- Mardones "Seca tus lagrimas"


                                                      
                              AUDIO - MARINA -Hipolito Lazaro "Se fue la ingrata"





Os voy a proponer una grabación reciente realizada en el Teatro de La Zarzuela con la orquesta de la Comunidad de Madrid siendo director Cristobal Soler y con Mariola Cantarero y Celso Albelo. Interpretes y personajes:Mariola Cantarero (Marina), Celso Albelo (Jorge),Juan Jesús Rodriguez (Roque), Simon Orfila (Pascual), Gerardo Bullón (Capitan Alberto) Graciella Moncloa (Teresa) Mario Villoria (Un marinero).




                               MARINA- T. Zarzuela - Cantarero- Albelo- Rodriguez





«MARINA», EMILIO ARRIETA, FIEL EJEMPLO DEL
 TEATRO LÍRICO ESPAÑOL DECIMONÓNICO
«Marina» pertenece a una época en que ni el arte religioso, último baluarte de las gloriosas tradiciones musicales españolas, pudo escapar a las influencias italianas. Las innumerables convulsiones políticas internas que durante el siglo XIX sufrió España, acrecentadas por las guerras de Cuba, Filipinas y África, no crearon el ambiente más adecuado para el desarrollo del arte y, menos aún, para la obtención de un nacionalismo musical. Si en el siglo XVIII aún se luchaba contra la implantación definitiva de la ópera italiana, tan protegida por la monarquía borbónica, en el XIX la gran mayoría de compositores nacionales prefirieron seguir el gusto imperante. Sólo la llamada «zarzuela grande», de la que derivó más tarde el más breve y popular «género chico», intentó iniciar una lucha nacionalista que, en el nivel en que había caído el arte indígena, parecía casi inútil. No es extraño, pues, que «Marina», estrenada como zarzuela y convertida luego en ópera, adolezca de ese italianismo que, según palabras de Tomás Bretón, «apaga y degrada nuestro arte». No obstante, algunos fragmentos de esta partitura contienen un tímido aire de pura raigambre hispánica; pero es indudable que no se puede hablar de la creación de una definitiva y verdadera ópera nacional con la popular obra de Arrieta. Si en algunas melodías aisladas hallamos una notable nobleza de carácter, y en varios concertantes se perfila una austeridad disimulada por giros gratuitos, la apreciación global revela el afán de exhibiciónnismo vocal que tanto seducía a los transalpinos. Esta misma posibilidad de lucimiento de las facultades de los cantantes, es la que ha permitido a esta ópera contar con Un elevado número de incondicionales, que la han mantenido en el primer plano del género lírico español.
En bastantes ocasiones hemos admirado la pujanza, el entusiasmo, la vehemencia con que canta Pedro Lavirgen. En el papel de «Jorge» reafirmó estas cualidades, aunque quizá esta actuación no pueda contarse entre las más felices que ha tenido en nuestro primer coliseo. A pesar de todo, pudo y supo dar a sus intervenciones la emotividad directa y fogosa que sólo un intérprete con amplio registro y pleno dominio de la emisión potente y enérgica es capaz de obtener. En la actualidad sería difícil encontrar otro tenor que se adaptara tan legítimamente a las exigencias vocales de este rol.
La representación de Pedro Farrés en calidad de primera figura constituyó una agradable sorpresa. Poco conocido del público liceísta (si mal no recuerdo sólo ha actuado en Un papel secundario del «Fidelio» de la pasada temporada), este barítono de recia y bien timbrada voz tradujo la despreocupación y desvergüenza de «Roque» con franco acierto. Únicamente una dicción excesivamente ingenua puede objetarse a un cantante al que auguramos una brillante carrera. El personaje central, «Marina», resultó un tanto desdibujado, La voz pequeña y de timbre oscuro de Cecilia Albanese no es la más indicada para este cometido. Su interpretación, aunque correcta, queda por debajo de la calidad media de la representación. Mario Solomonoff («Pascual») mantuvo una encomiable regularidad a lo largo de toda la representación. La rigidez en el fraseo nos hace pensar en una falta de seguridad absoluta en su papel, que, sin embargo, interpretó muy dignamente. Secundaron correctamente al cuarteto protagonista Carmen Rigay, Juan Rico
y Enrique Serra. En el segundo acto se nos dio a conocer el breve  ballet escrito originariamente para «Marina», pero que nunca se incluye en sus representaciones. Se insertaron también la sardana «La Festa de Sant Llorens» y una «Suite de ballet sobre temas de la costa catalana», ambas de Juan Altisent, obras amables que sirvieron perfectamente para ser intercaladas en la música de Arrieta. Las versiones corrieron a cargo del Cuerpo de Baile del Liceo y de las agrupaciones folklóricas «Ballets de Cataluya» y «Esbart Dansaire de Rubí». Tanto los primeros bailarínes como todos los demás componentes de cada conjunto evidenciaron el competente trabajo previo de acoplamiento llevado a cabo por Juan Magriñá, cuya coreografía se adapta cumplidamente a las necesidades de la parte musical.
El maestro Michelangelo Veltri concertó con seguridad la escena con el sector orquestal, demostrando un positivo dominio de la partitura. La participación del coro —preparado por Ricardo Bottino—fue correcto, y la dirección escénica —a cargo de Diego Monjo— coadyuvó a crear, el clima popular y a menudo bullicioso que requiere el libreto de Ramos Carrión sobre argumento de Francisco Camprodon. INTERINO



                             
                                             


                        
                                
















No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿CÓMO ME AFICIONE A LA ÓPERA?

                        PRESENTACIÓN Me llamo Francisco Giner Lloret soy alicantino, aficionado y  amante de la música operística. Cu...