viernes, 15 de septiembre de 2017

TEMPORADA 1964-1965

                                                  TEMPORADA 1964-1965

Puedo considerar esta temporada de “Gloriosa”. En verdad os digo que fue una temporada para mí, magnifica, recordar que eran todas las óperas novedosas, es decir estrenos. Desde que estoy viviendo en Barcelona, la mayoría de las veces repetía hasta las tres funciones que había. A parte de mi trabajo, que lo realizaba muy bien y estaba muy a gusto, con un buen ambiente de trabajo, tenía la suerte que mi horario era nocturno, empezaba a las doce de la noche, es decir que me daba tiempo a asistir por la tarde-noche, a las funciones. Esta fue mi suerte porque de haber tenido un trabajo con un horario normal, me hubiera sido imposible el poder asistir por las noches al teatro. A parte, tenía un jefe de personal que los pocos problemas que surgían me lo resolvía al momento, era de una gran confianza y nunca tuve quejas de mi empresa. O diré que por encima mío solamente estaba mi jefe y él me dejaba, y  había mucha confianza. Muchas veces lo he pensado, el horario de mi trabajo era muy pesado, el trabajo de la noche siempre ha sido y será muy dificultoso, mi suerte fue que desde que empecé a trabajar desde muy joven, las madrugadas siempre estaba ya enfrascado en el trabajo, y por ello yo ya estaba acostumbrado al trabajo de la noche.

Bueno vayamos a lo nuestro, veréis en el tablón de la temporada, las grandes voces que van a actuar y el ramillete de óperas que esta temporada se exhibieron en este teatro. Como todas ¡¡unas grandes temporadas!!

                                             ACCESO A LOS PALCOS DEL LICEO

Temporada 1964-1965 del Liceo

Un hecho importante de la temporada 1964-1965 es el debut en el Liceo del tenor Jaime Aragall el 22 de noviembre junto a Virginia Zeani , actuación que es recordada por todos los aficionados que la vivieron. Un hecho insólito fue que se representara cinco veces en el Liceo-el teatro de los sempiternos “tres turnos” - por imperativos de un éxito sin precedentes. Cinco llenos absolutos, desbordantes los últimos; cinco ocasiones en las que cada episodio prominente de la obra se acabó con una explosión de aplausos.
Estrenó Wozzeck de Alban Berg y se volvió a representar Rusalka de Antonín Dvořák después de 40 años.
Es la primera vez que el Liceo programaba una ópera barroca : Giulio Cesare de Händel .
Temporada 1964-1965 del Liceo
Ópera
Compositor
Director musical
Director de escena
Papeles principales
Producción
Fechas
5 al 14 de noviembre[5]
7 al 15 de noviembre
17 de noviembre
19 de noviembre
21 al 29 de noviembre
Teatro de la Ópera de Braunschweig
28 de noviembre[10]
5 de diciembre[11]
8 al 12 de diciembre
15 de diciembre
22 de diciembre
26 de diciembre
1 al 7 de enero
3 de enero
Compañía Nacional Checoslovaca
10 al 16 de enero
Compañía Nacional Checoslovaca
14 al 19 de enero
21 de enero
23 de enero


                               
                                                   GIUSEPPE VERDI



LA FORZA DEL DESTINO (Verdi) 5 noviembre Inauguración temporada.- 1964 - Director Ottavio Ziino, con Piero Cappuccilli, Carlo Bergonzi,  Marcella de Osma
Como os decía, esta temporada estaba cargada de grandes acontecimientos, que de forma que vayan sucediendo os lo iré contando. <La Forza> que vi en esta temporada fue francamente sensacional, esta ópera ya la había visto en la temporada 1954-55-. Aquella función también fue espectacular, con Renata Tebaldi, el tenor Gianni Penno y el barítono Giuseppe Taddei, los recuerdos me vienen a mi cabeza y francamente el terceto de aquella noche fue realmente buenísimo. Sabéis que no me gustan las comparaciones, pues cada función tiene sus peculiaridades y según los cantantes aciertan más o menos. Lo que sí que reconozco por el tiempo, es, que Carlo Bergonzi es el mejor tenor verdiano que ha existido, con ello no desmerezco a los demás tenores, es una opinión muy particular. La soprano de esta representación Marcella de Osma, estuvo  a la altura  de todos, con una gran voz y gran presencia escénica, esta es de las cantantes olvidadas,  como siempre, os lo comento, de las casas discográficas de aquella época, imponían sus leyes, bueno, no tengo ganas de recordar las atrocidades que hicieron con grandísimos cantantes, y de testigo tenemos a YouTube, que hay que agradecerle las grabaciones que nos está rescatando, y como oiréis son voces de una gran categoría. El barítono Piero Cappuccilli estuvo esplendoroso, con una voz generosa y con unos grandes agudos.
Os voy a proponer unos fragmentos de la “Forza” que espero que sea de vuestro agrado. De la soprano Marcella de Osma, he podido encontrar unos fragmentos y apreciareis la gran voz que poseía, fue una de las tantas grandísimas que habían en aquella época, que yo la llamo la “Época de Oro”. Lo que os voy a proponer, son unos fragmentos que la mayoría están cantados por los cantantes que actuaron aquella noche. Primero vais a escuchar la obertura de “La Forza”, esta versión fue la primera que realizó el maestro Verdi, luego por el tiempo hizo unos pequeños areglos.


                                  
                                                      ARTURO TOSCANINI


                          
                                 VIDEO - La Forza del destino - Obertura- Toscanini

                                   
                                                                            MARCELLA DE OSMA

                            
                                          AUDIO - La Forza –Marcella de Osma – “Me Pellegrina e orfana “

                                  
                                               AUDIO -  La forza – Marcelle de Osma – “Madre piatosa vergine “


                                    
                                                                               PIERO CAPUCCILLI

                                   
                                       AUDIO - La forza – Piero Capuccilli – “Son Pereda, son rico d´onore”

                              
                                                       AUDIO - La forza- Piero Capuccilli – “Urna fatale “

                             
                                                                                CARLO BERGONZI

                                        
                                                       AUDIO - La forza – Carlo Bergonzi – “Qual sangue sparsi “

                                       
                                             AUDIO - La forza – Carlo Bergonzi – “La vita einferno all´infelice “

                                     
                                         AUDIO - La forza – Carlo Bergonzi – “Oh, tu che in seno agli angeli”

                                             
Al no tener  la grabación del dúo “Solemne in questa hora” por Cappuccilli y Bergonzi, os voy a poner este mismo dúo,  cantando Bergonzi con el barítono Kostas Paskalis

                                             
                                                            KOSTAS PASKALIS

                                  
                  AUDIO - La forza – K. Paskalis – C. Bergonzi – “Solemne in quest´ora”

                                         
                         CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


CRONICA DE LA VANGUARDIA OPERA < La forza del destino> (Verdi) Director Octavio Ziino con Marcella de Osma, Carlo Bergonzi, Piero Capuccilli
Se inauguró ayer noche con la representación de «La forza del destino», obteniendo un éxito extraordinario el tenor Carlo Bergonzi y la soprano Marcella de Osma.
Se ha renovado el rito del Liceo con un total acatamiento a la tradición.  El acto tuvo la debida solemnidad, el teatro —como acostumbra a señalarse en las crónicas sociales— estuvo brillantísimo, muy concurrido y con un público decidido a aplaudir el espectáculo a condición de que sus intérpretes estuvieran a la altura que era de esperar da su fama. Efectivamente, «La forza del destino», de Verdi, escogida para esta inauguración exige ahora más que nunca la contribución de grandes voces, imprescindibles no sólo por la dificultad de la partitura, sino también porque la aludida ópera se acepta sólo como pretexto para el lucimiento vocal y temperamental de los artistas, prescindiendo bastante de lo demás.
El encabezamiento del reparto era prometedor: Carlo Bergonzi está considerado como uno de los primeros tenores «verdianos» actuales y es acaso la gran figura que encontramos en el programa general de la temporada. La soprano Marcela de Osma, nueva en el Liceo, ha venido garantizada por lo que representan sus habituales actuaciones en la Scala de Milán y por haber triunfado en los concursos del citado teatro, el Internacional de Ginebra y el de la Academia de Santa Cecilia de Roma. El resto de los papeles se habían distribuido con acierto teniendo en cuenta que en las óperas de Verdi, nada es fácil y todo tiene relieve e importancia. Este es el aspecto que más atrae de «La lorza del destino» y el que aguanta la obra por encima de sus evidentes debilidades en el plano escénico y dramático. Ciertamente hizo falta la maestría de Verdi —un Verdi que cuando escribió esta pieza por encargo de la Opera de San Petersburgo ya tenía en su  haber más de veinte partituras para el teatro, entre ellas «Rigoletto» y «Traviata»— para dar un toque de genio a la comedia dramática del Duque de Rivas a la que el libretista Piave estuvo muy lejos de quitarle el cúmulo de absurdos, ni de limar el melodramatismo actualmente inservible que hace del relato escénico una inimaginable sarta de convencionalismos. Comedia de capa y espada, de duelos y venganzas, se admite casi diría con una sonrisa porque lo que importa fundamentalmente es admirar al margen de todo la innegable fuerza y belleza de la linea vocal en la que se condensa la relativa substancia dramática de la acción, y la maestría con que Verdi utiliza la orquesta para sugerir el carácter de cada momento escénico. Así resulta que los aciertos mejores de la obra no los hallamos únicamente en las arias de los protagonistas, sino también en intervenciones menos principales de éstos y otros personajes. La obertura, compendio de los elementos expresivos que se amplían en el transcurso de los cuatro actos; el dúo inicial, el aria de Leonora «Madre, pietosa Vergine» en el segundo acto, el dúo entre Leonora y el Abad que conduce después al tan conocido «La Vergine degli Angelí» con el coro de monjes, y sobre todo el terceto final, revisado por Verdi posteriormente hasta convertirlo en una concisa obra maestra, son páginas que elevan la partitura al nivel de «La Traviata» o «Aida», con las que tiene muchas afinidades de melodía y vuelo lírico.
Cario Bergonzi en el papel de Don Alvaro no desmintió su prestigio cantó con un ímpetu una desenvoltura y una flexibilidad de acento que ayudaron a afirmar en cada momento la calidad de su voz y sobre todo de sus agudos rotundos, perfectos para electrizar a los que se sienten atraídos por el alarde de facultades. Fue en el tercer acto que empieza con la más comprometida aria de tenor, donde sus posibilidades vocales brillaron más, provocando un verdadero estallido de aplausos y griterío desbordados de los cuarto y quinto pisos donde parecen refugiarse los «fans» de la ópera italiana.
La soprano Marcella de Osma despertó también con facilidad el entusiasmo de los verdaderos liceístas «activos». Todas sus intervenciones fueron rubricadas con sendas ovaciones, especialmente fervorosas al final del acto segundo en el que la figura de Leonora es prácticamente la única protagonista secundada por la del Padre Guardián y Fray Melitón. Lo
que más se aprecia en Marcella de Osma es la media voz, espléndida por su dulzura, uniformidad y claridad evidente en las notas aguantadas gracias a un «fiatto» excepcional. En los agudos, en cambio, su timbre se endurece, se violenta, aunque no por esto pierda aliento ni seguridad de emisión.
Celebramos que estos dos protagonistas verdaderamente buenos fueran asistidos con un reparto digno de ellos. El barítono Piero Cappuccilli destacó brillantemente. Su voz de calidad y potencia notabilísimas le permitió, en el papel de Don Carlos, alternar sin quedar en inferioridad con Bergonzi en todo momento. Carlo Cava es un bajo muy adecuado para el papel de Padre Guardián, que interpretó con sobria gravedad y noble acento. El barítono Ernesto Vezzosi hizo un Fray Melitón de magnifico carácter, con un oficio de cantante y actor de primera categoría. Montserrat Aparici, que en tantas ocasiones hemos aplaudido, pudo demostrar en el papel de la gitana Preciosilla que continúa superándose en el dominio de una voz de soprano de muy cálidos acentos y excelente escuela. El bajo Gino Calo en su limitada actuación del primer acto como Marqués de Calatrava se distinguió demostrando, como lo hizo en temporadas anteriores, que es un buen artista y que domina las tablas. En otros papeles quedaron en buen lugar María Teresa Batlle, Juan Rico, Juan Lloverás y Rafael Corominas.
El coro, nuevamente preparado con acierto por el maestro Bottino, dio la sensación de estar en buena forma, sobre todo la sección de hombres. También el cuerpo de baile con sus «estrellas» habituales y la comparsería, muy abundante igual que el coro aludido.

Todos obedecieron a la batuta del maestro Ottavio Ziino, gran conocedor de la obra que dirigió con energía, precisión y pulcritud en los detalles. La orquesta respondió a su mando y en la obertura (que fue repetida al principio del tercer acto para que la televisión pudiera transmitir parte del espectáculo sin perder el importante preludio) consiguió un ajuste y vitalidad de conjunto prometedores para el futuro de la temporada. Cuidada la dirección de escena, regida por Osear Saxida-Sassi, y la presentación sin apartarse de la rutina, rica y pulcramente resuelta con decorados tradicionales y adecuados. XAVIER MONTSALVAGE.



                                     
                                                            GEORGE BIZET


CARMEN (Bizet)  sábado 7 noviembre 1964. Director Eugenio Marco, con Fiorenza Cossotto, Giuseppe Gismondo, Pedro Lavirgen,  Mario Gray, Orazia Gualtieri.

En esta Carmen, fue mi primera vez que la vi, conocía los fragmentos más populares y en general la ópera me gusto, por el tiempo, para mí, ha quedado como una ópera de,  si tiene un buen reparto merece la pena verla, la he visto por muchas versiones, de soprano y de mezzosoprano, la realidad, si están bien cantadas y bien interpretadas no tengo manías. La versión de Fiorenza Cossotto, vocalmente fue espectacular, con un gran temple y su voz estereofónica, (a si es como la llamaba mi amigo y estimado Colomer Pujol), sonaba con una claridad y con una dicción muy difícil de superar, en definitiva una cantante  de una gran categoría. El tenor Giuseppe Gismondo, con una voz de tenor lírico llegando al spinto estuvo parejo con la Carmen. . En reglas generales salió una Carmen muy aceptable y así lo comprendió el público liceísta. En los entreactos, en el quinto piso donde siempre he ido, se formaba, un corro de aficionados y cada uno exponía su criterio y por supuesto había controversias y allí es donde yo he aprendido mucho, yo he sido  como una esponja, absorbía todo lo que decían. Había gente muy entendida, a veces venia el Doctor Colomer Pujol (era el crítico de las retransmisiones  de ópera de Radio Nacional  de España) y de él he aprendido muchas cosas, hay una, que me hizo pensar y la tengo y uso como bandera, decía: cuando se hace la crítica de una voz, siempre tiene que ser constructiva, si lo ha hecho mal, hay que decirlo de una forma que el cantante al leer la crítica, no le decaiga la moral y a la vez corrija si hay algo que corregir.

Os  voy a poner de la ópera Carmen, unos fragmentos con la voz de Fiorenza Cossotto y de Pedro Lavirgen. Son unas grabaciones que he podido sacar de YouTube. De los cantantes de aquella noche solamente he encontrado las voces de Cossotto y de Lavirgen.

                                  
                                      AUDIO -Carmen – Fiorenza Cossoto – “L´amur est un oiseau rebelle “

                                    

                                                VIDEO - Carmen-Fiorenza Cossotto – “Seguidille “


                                     

                                             AUDIO -Carmen – Pedro Lavirgen – “La fleur que tu m´avais jetee “



Ahora os pongo el final de la ópera con Fiorenza Cossotto y el tenor Giorgio Castellato Lombardi.

                                    




Seguidamente os voy a poner una grabación en AUDIO desde el Teatro de la Ópera San Carlo de Napoli celebrada en 1960 con dirección de Peter Maag y con el siguientes interpretes y personajes : Mario Del Monaco (Don José), Marcella Pobbe (Micaela), Irina Arkhipova (Carmen), Ernest Blanc(Escamillo)y Vittoria Magnaghi (Frasquita).
Os pongo esta grabación para que podáis comparar con otras grabaciones que más adelante os pondré.






                                              CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


CRONICA DE LA VANGUARDIA CARMEN (Bizet) 8 de noviembre 1964. Director Eugenio Marco, con Fiorenza Cossotto, Giuseppe Gismondo, Maria Gray, Orazio Galtieri
Fiorenza Cossotto cantó una espléndida «Carmen» con mayor dosis de inteligencia que de pasión.
Debo confesar que siento por la casi centenaria (y aún lozana) «Carmen»de Bizet una tal vez desproporcionada admiración. Esta preferencia no sabría argumentarla porque es más cuestión de sentimiento que de análisis, pero de todas maneras no creo ser el único que ve en la partitura de Bizet una original manifestación de la personalidad del compositor que valiéndose de las fórmulas manidas del teatro italiano y de un ambiente escénico español vertido en la atmósfera de la música, logró permanecer tan racialmente francés. La Francia de esta «Carmen» que evoluciona en las tablas disfrazada de gitana andaluza no es, naturalmente, la Francia de Debussy ni tan sólo la de Fauré, pera si la de Mérimée, de Zola o de Daudet, «chauviniste» hasta servir como producto genuino el mito ilusorio del «enfant de Bohéme» prefabricado. De todos modos, como hemos dicho alguna vez, el prototipo de la cigarrera sevillana, voluble, impetuosa, ardiente y canalla, evolucionó mucho desde que lo imaginó Mérimée hasta que tras las manipulaciones de Milhac y Halévy pasó a la escena de la  Opera Cómica Francesa con música de Georges Bizet. Y ha continuado evolucionando en la consideración de los espectadores desde la fecha del estreno en aquel teatro (1875) hasta la actualidad a través de cerca de tres mil representaciones en la vieja sala Favart parisiense y otras innumerables en todos los teatros líricos del mundo. Durante este periplo, la escenografía, lo que quiso ser una estampa de ambiente o un cuadro realista, se ha esfumado poco a poco ganando en cambio aquel sabor de época, aquel carácter que tienen las amarillentas tarjetas postales de los viejos cromos de historia.
Tenemos un «faible» por «Carmen» igualmente porque la música se ha salvado de esta esclerosis y sigue con sus atractivos iniciales que si tampoco admiten un riguroso análisis, resultan evidentes, al menos para los que escuchamos aceptando previamente la limitación de la música francesa en el último tercio del siglo pasado.
Por estas razones acudimos anoche al Liceo con la ilusión de ver y oír una buena <Carmen> cantada en italiano, con la excelente Fiorenza Cossotto, que tanto aplaudimos en «Norma» hace dos años, para descubrir las posibilidades de la soprano norteamericana María Gray, que ha venido del Metropolitan para encarnar la «Micaela», para oír cómo Giuseppe Gismondo, personificando a «Don José», cantaba el aria de «la flor», y cómo Orazio Gualtieri, turco de nacionalidad y formado en Italia, afrontaba el brillante «rol» de Escamillo.
Fiorenza Cossotto interpretó una Carmen sin el más ligero fallo. Su voz de«mezzo» es, como saben los liceístas, espléndida, clara, penetrante, de un control absoluto. Usó de ella con inteligencia de artista, matizando todas las inflexiones sin abandonos ni desgarro expresivo. No fue, pues, la suya una Carmen pintoresca o folklórica, cosa que no echamos en absoluto en falta, y si en ciertas escenas debió adaptarse a las características más acusadas de personaje, lo hizo siempre contenidamente. Para dar esta información abandonamos el teatro antes del último diálogo de la protagonista con José. Es posible que en el mismo, Fiorenza  Cossotto haya imprimido más abierta vehemencia a la dicción, pero en las otras escenas, la habanera y demás intervenciones del primer acto, las seguidillas, la sencilla y admirable aria de las cartas, todo lo dijo con temple, pero con sobriedad. Fue, en suma, una «Carmen» profundamente musical.
El tenor Giuseppe Gismondo puso más vehemencia en el papel de Don José sin acusar demasiado el realismo escénico. Su aria de la flor fue muy aplaudida, aunque menos de lo que creemos merecía. Gismondo es un cantante de positivas facultades y en toda la representación las puso en evidencia, formando con la «mezzo» una pareja muy equilibrada.
El papel de Micaela, que más de una vez ha sido confiado a sopranos poco expertos, tuvo en la cantante norteamericana Maria Gray una intérprete muy segura y refinada, aunque algo pálida de voz.
El barítono Orazio Gualtieri fue un regular Escamillo. Gino Caló, en cambio, sobresalió netamente en la personificación del capitán Zúñiga.
Citamos con especial elogio el cuarteto formado por Dolores Cava, Marisol Lacalle, Juan Lloverás y Juan Rico. Su ajuste en los concertantes fue total. Vicente Sardinero completó dignamente el reparto.
Bailó muy bien Aurora Pons y el cuerpo de baile. Las soleares a la guitarra intercaladas al principio del acto de la taberna Lillas Pastia fueron «de verdad» gracias a Nana Lorca y Martín Vargas.
Vimos los decorados aceptables de la última «Carmen» que se dio en nuestro teatro. El coro totalmente disciplinado, incluso en las escenas de barullo y color, en las que muchas veces se adelanta o atrasa. El mérito de este ajuste de todos con la orquesta correspondió al maestro Eugenio Marco, que dirigió con un ritmo, con una dosificación de efectos absolutamente acertados.
Los liceístas empedernidos, como pasa a menudo, evocaron otras versiones de «Carmen» más efectistas o con mayor carácter. Yo creo, pero, que la de anoche, tanto por los protagonistas como por los demás cantantes y la rica y muy cuidada presentación, hay que citarla como una de las más satisfactorias. El teatro estaba lleno y no faltaron aplausos para nadie. — XAVIER  MONTSALVATGE



             
                                                                   GIUSEPPE VERDI




RIGOLETTO (Verdi) 12 noviembre 1964 – Director Ottavio Ziino, con Juan Oncina, Piero Cappuccilli, Margarita Gugliemi, Montserrat Aparicio
Otro Rigoletto más a mis espaldas. Aquí  tenemos a Piero Cappuccilli en su época joven. Grandioso con una voz atronadora  y muy moldeada, con unas facultades increíbles y a la vez moviéndose por la escena con una gran agilidad, gran actuación, disfrute mucho de su interpretación, lo tengo considerado como uno de los grandes barítonos que nos ha dado Italia.
Sobre la actuación del tenor catalán Juan Oncina, tengo que deciros algunas cosas de interés, motivadas por el crítico de La Vanguardia  Xavier Montsalvatge. En su crónica llega a decir <<. Juan Oncina posee una voz vigorosa y de gran intensidad expresiva, una de estas voces de excepción que, no obstante, modula con cierto amaneramiento, sin rehuir incluso algún falsete, que es lo peor que puede hacer un tenor en el Liceo. Por esta razón no puso en vilo al público, y lo hubiese logrado de haberse entregado totalmente a la brillantez de su papel, pues, como he dicho, sus facultades y calidad vocal son de auténtica primera categoría. >> Viene a decir que como las notas altas las dio con falsete, el público, del Liceo siempre ha visto en aquellos años que cuando un tenor las notas altas sacaba el falsete era impropio de un cantante.
El tenor Juan Oncina,  a mi parecer saco un Duque de Mantua, muy señorial y algo déspota, junto a Piero Capuccilli se llevaron unos merecidos aplausos. La soprano Margarita Gugliemi, saco su Gilda con mucha dignidad. En conjunto fue un Rigoletto  digno de este  Gran Teatro del Liceo. No he encontrado ninguna grabación de Juan Oncina, pero sí de Cappuccilli y de M. Gugliemi, está acompañada de un tenor, Romano Emili, que para nosotros es desconocido pero como oiréis tiene una bonita voz, junto a Piero Cappuccilli, le acompaña la soprano Margarita Rinaldi. Es una grabación del año 1966.
                                 
                                                                           PIERO CAPUCCILLI

                            
AUDIO - Rigoletto – M. Gugliemi – P. Capuccilli – “Pari siamo- Mio padre “  



                                
                                     AUDIO - Rigoletto – Piero Capuccilli – “Cortigini, vil razza dannata “1966


                                          

                                                                                    MARGARITA GUGLIEMI

                                    
                                   AUDIO - Rigoletto – M. Gugliemi- R. Emili – “Duo 1º acto “



Seguidamente os voy a poner una grabación excepcional cantada en la Scala de Milán, en los años 1930, y en ello os fijareis la diferencia que había  en la línea de canto en los otros tiempos, y pensad que  la grabación es antiquísima. Solamente he podido encontrar el 2º acto y 3º acto. El  elenco es francamente muy bueno, y la dirección orquestal corre a cargo de Molajoli, y cantando el rol de Rigoletto a Riccardo Stracciari (¡¡si lo tuviéramos aquí ahora en estos tiempos!!), hay que ver que señorío de voz, la Gilda lo interpreta la española Mercedes Capsir, otra gran voz y como podréis comprobar está sublime en el rol de Gilda , el Conde  de Mantua está a cargo el tenor Dino Borgoli que como podréis comprobar una voz de auténtico de tenor lirico como deseaba Verdi, el Sparafucile lo interpreta el bajo Ernesto Dominicci y la Magdalena la mezzosoprano Anna Masetti. Esta actuación de Rigoletto yo la tengo como referencia, junto a la de Tita Ruffo. En fin esto son gustos que se adquieren a lo largo de los años, he comentado muchas veces que si tuviera que elegir la mejor versión de Rigoletto de todos lo tiempo, sería el Rigoletto de Titta Ruffo, el Conde de Mantua de Alfredo Kraus, la Gilda de Anna D´Angelo, el Esparafucile de Nicolai Ghiaurov y la Magdalena de Fiorenza Cossotto. Como podréis observar son gustos muy particulares y ya sé que muchos de vosotros estaréis de acuerdo y otros no, por ello no vamos a disgustarnos, la cuestión es que el mundo de la ópera está abierta para todos los gustos. Bueno vayamos a oír este Rigoletto de referencia y os aseguro que os va a gustar, la grabación par los años que tiene esta audible.




                                                    TEATRO SCALA DE MILAN






                                AUDIO  RIGOLETTO Acto 2º Scala- Stracciari- Capsir Borgioli


                                AUDIO RIGOLETTO -Acto 3º- Scala -Stracciari- Capsir- Borgioli





                                                        CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


CRONICA DE LA VANGUARDIA DE LA OPERA RIGOLETTO (Verdi) 13 de noviembre 1964. Director Ottavio Ziino con Juan Oncina, Piero Cappuccilli, Margarita Gugliemi, Montserrat Aparici, Alfonso Marchica.El barítono Piero Cappuccilli, el tenor Juan Oncina y la soprano Margarita Guglielmi  dieron considerable brillantez.  Podríamos perfectamente determinar el grado de entusiasmo y perseverancia  de un aficionado a la opera, partiendo del número de «Rigolettos» que hubiera visto en su vida. La medida sería válida no sólo para los italianos asiduos al teatro, sino también para los franceses que no han tenido inconveniente en que la obra de Verdi ascendiera cerca de mil veces a la escena de su Opera de Paris, y no menos para los barceloneses, ya que «Rigoletto» ha figurado más de trescientas veces en la cartelera del Liceo. Este éxito se ha producido en el curso de ciento trece años, navegando por encima de la marea wagneriana y afrontando la crisis de la ópera italiana en el traspaso de siglo.
Esto quiere decir que «Rigoletto» es un prototipo imposible de arrinconar, una pieza perfecta desde el punto de vista escénico, teniendo en cuenta la época en que fue compuesta. Todo está en ella admirablemente construido, dosificado, equilibrado y preciso partiendo de la truculenta historia del bufón del duque de Mantua, derivada, como se sabe, de «Le roy s’amuse», de Víctor Hugo, libremente condimentado por la fantasía de Piave, el libretista favorito de Verdi.
La partitura es limpia, espontánea, de una constante vibración, sin puntos muertos, pese a todo, a todas sus superficialidades, sus tópicos, sus efectismos y pese también a la sublime ridiculez de «La donna é mobile». En la partitura, la melodía no cede jamás sus prerrogativas. Las voces en las arias, los dúos, los concertantes y los episodios confiados al coro, pueden dar todo su rendimiento gracias a la habilidad del compositor, que conoció como nadie las posibilidades expresivas de los cantantes.
Incluso para los que no aciertan a imbuirse de las limitaciones connaturales de la ópera italiana decimonónica, «Rigoletto» es aceptado al menos como piedra de toque de los cantantes, especialmente del terceto formado por el barítono (Rigoletto), la soprano (Gilda) y el tenor (duque de Mantua), con la peligrosa tendencia a establecer comparaciones y a evocar recuerdos, cosa fácil, ya que, como he dicho antes, los buenos aficionados tienen presente en la memoria el timbre de voz o la capacidad dramática de más de un cantante pretérito.
Al margen de si el «Rigoletto» representado anoche es mejor o peor que los últimos vistos en el Liceo (el de 1957 con Gianni Poggi, Ugo Savarese y Gianna D’Angelo; el del año siguiente con Alfredo Kraus, Raimundo Torres y Gianna D’Angelo, y el de 1960 con Gianni Raimondi, Dino Dondi y Tina Garfi), diremos que fue escuchado con el interés de siempre y su momento claves, esperados con expectación
El primero, la salida del tenor <Questa o quella> en en el acto inicial, ya proporcionó un subrayado de aplausos a Juan Oncina, que encarnaba al preponderante duque de Mantua. También el cantante barcelonés, escuchó más felicitaciones de aprobación después de «Parmi veder le lacrime» en el segundo acto, y, naturalmente, en la celebérrima «Donna é mobile», aunque el público se retrajo bastante porque el artista, sea por prudencia o por nervios, no dio todo lo que es imaginable puede ofrecer en cuanto a facultades de cantante. Juan Oncina posee una voz vigorosa y de gran intensidad expresiva, una de estas voces de excepción que, no obstante, modula con cierto amaneramiento, sin rehuir incluso algún falsete, que es lo peor que puede hacer un tenor en el Liceo. Por esta razón no puso en vilo al público, y lo hubiese logrado de haberse entregado totalmente a la brillantez de su papel, pues, como he dicho, sus facultades y calidad vocal son de auténtica primera categoría.
Piero Cappuccilli encarnó al «povero Rigoletto» con una musicalidad total y un trabajo de actor de gran experiencia, lo que no quita que su afinación en ciertos finales de aria decayera ligeramente. No por esto su trabajo fue deslucido, y en momentos como el monólogo «Parí siamo» y en el característico «Cortigiani, vil razza donnata», alcanzó un patetismo admirable.  Para él fueron las ovaciones y algunos «bravos» que se oyeron al final del acto segundo.
Margarita Guglielmi posee una fina y purísima voz de soprano ligera, a la que le falta únicamente color. Esta deficiencia la suple con la agilidad en el acento. Es fácil imaginar, pues, que dio lo mejor en la «fermatta» del «Caro nome», que dijo con una transparencia de timbre y una seguridad en los agudos extraordinaria. Hizo, pues, una «Gilda» sin demasiado carácter, pero de absoluta perfección en cuanto a escuela vocal.
Hubo en esta representación una sorpresa, que a lo mejor pasó inadvertida, pero que es justo hacer notar: la presentación del bajo Alfonso Marchica en el papel de Sparafucile. La voz de este cantante, en el registro medió y agudo, es sencillamente fenomenal. El «rol» del traidor amigo de «Rigoletto» no es lo suficientemente importante para que el que lo interpreta pueda emplearse a fondo, o sea, que no sabemos lo que Alfonso Marchica, que además es muy joven, puede alcanzar en un papel protagonista. Señalamos, pero, que en lo poco que le oímos, nos hizo el efecto de un bajo de esplendidas posibilidades.
Las mejores intervenciones en la personificación de otras figuras del melodrama corrieron a cargo de Juan Rico —muy seguro como conde Monterone - y Montserrat Aparici en el papel de Magdalena. No desentonaron Marisol Lacalle, Vicente Sardinero, Eduardo Soto, Maria García, Diego Monjo y Teresa Casabella.
El maestro Ottavio Ziino, que ya en «La forza del destino» logró infundir a la orquesta un estimable vigor, había preparado este «Rigoletto» con máxima atención, lo que dio por resultado una regularidad en la marcha de la parte sinfónica y una matización de sus efectos que ayudó mucho a los cantantes.
Igualmente la preparación del coro, conseguida por el maestro Riccardo Bottino, fue palpable en todas las escenas en que el conjunto —especialmente el masculino— intervino.
El «ballet» cumplió bien su misión en el primer acto y la dirección escénica fue bien controlada. Desde el punto de vista escenográfico, la representación fue una total novedad que, sin embargo, no hizo cambiar la atmósfera tradicional y deliciosamente «demodée» del espectáculo. El primer cuadro particularmente fue resuelto pensando en lo que debían ser los «Rigolettos» más fastuosos en el tiempo de Verdi.
El teatro estaba prácticamente lleno y al final de los actos fueron dedicados largos aplausos a todos los artistas, que aparecieron repetidas veces delante la cortina para corresponder a la general adhesión del público.- XAVIER MONTSALVATGE-


                  

                                                GIACOMO PUCCINI





LA BOHEME (Puccini) sábado 21 noviembre 1964. Director Arturo Basile con Virginia Zeani, Jaime Aragall, Gianna Galli, Piero Francia, Plinio Clabasi, Ernesto Virgozi
No sé cómo empezar, el relataros, lo que presencie en las cinco “Bohemes” que presencie  en veintisiete días,  en esta temporada. Por el tiempo puedo deciros que fue la única vez que vi  cinco funciones  de una misma ópera. Lo normal para mí, repito dos funciones y a veces tres. Mi afición es desmesurada y aparte es que mi trabajo me lo permitía.
El computo general de estas cinco funciones, os puedo decir que no hubo ninguna variación, a teatro lleno y un contagio de todos los cantantes que rayaron a una gran altura. Todas las funciones fueron un calco de otra. He visto muchas <Boheme> y esta os puedo decir que ha sido la que mayor emoción me ha producido. Virginia Zeani es otra desterrada de las casas discográficas de aquella época, esto ya sabéis que os lo comento muchas veces. Yo tuve la suerte de verla en muchas actuaciones aquí en Barcelona y os puedo asegurar, (además vosotros mismos podréis comprobar las grabaciones de Virginia Zeani en YouTube) que está entre las grandes  sopranos de la historia de la ópera. Tiene presencia escénica, una voz que se adapta a todo tipo de personajes, y una inteligencia musical arrolladora.
De Jaime Aragall, en su debut en su primer rol de tenor principal de,  (ya había actuado años atrás  en una <Lucia di Lammermoor>  haciendo el rol Lord Arturo y en <Pagiacci> en Beppe),  Rodolfo. Aquí fue el principio de una ajetreada carrera que llevó con mucho entusiasmo, grandes éxitos, y algunas controversias que le surgieron en su carrera. Ahora toca hablar de su grandísimo éxito. Jaime Aragall poseía una voz con un gran colorido, una media voz flexible y llegando a los agudos con una gran facilidad, su vocales A, E, O  eran su base y lo inaudito era que su vocal U, que normalmente es muda, Jaime en sus primeros años la tenía muy audible. Sus veinte primeros años de su carrera fueron de una gran brillantez, ya por el tiempo fue perdiendo consistencia y además algunos problemas físicos, le mermaron de actuar en algunas representaciones. A mí personalmente,  es un tenor que cuando canta en su repertorio es insuperable.
No he podido encontrar las grabaciones del año de su debut, pero sí de la temporada 1967, que volvió a cantarla en el Liceo y repitiendo  con Virginia Zeani. Os puedo decir que fue un calco de lo que se canto en 1964.




AUDIO LA BOHEME- 1967 LICEO- Rigacci-Zeani -Aragalla-Alberti



                                CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA Noviembre 1964. Director Arturo Basile con Virginia Zani, Jaime Aragall, Gianna Galli, Piero Francia, Plinio Clabasi, Ernesto Verzosi.
Los agudos del tenor Jaime Araqall desencadenaron
un verdadero delirio de aplausos.
Anoche hubo en el Liceo aquella atmósfera de expectación que en el espectáculo operístico sólo se produce de tarde en tarde, cuando se anuncia la actuación de los llamados divos de la voz. A los atractivos de una prometedora interpretación se añadieron los de la obra puesta en el programa, la más admirada de Puccini. ¿Quién no ha visto repetidas veces «La Bohéme» y quién no conoce de memoria sus episodios más emotivos? Nos atreveríamos a afirmar que nadie. Al menos nadie que haya frecuentado un teatro de ópera. Todos estamos de vuelta del sentimentalismo de la novela de Henri Murger, tanto como del que destilan las arias puccinianas, lo que nos permite seguir las cuitas de esta literaria vida de la bohemia y las desgracias de la pobre Mimí sin sobresalto ni pasión por los acontecimientos de la escena, atentos sólo a la traducción que ellos dan, los protagonistas. Con este ánimo asistimos ayer a la función y en seguida descubrimos el mismo estado de espíritu en la totalidad del público.
Virginia Zeani, tan recordada por «La Traviata» e «II Piccolo Marat» de la temporada pasada, se superó ahora encarnando a la heroína de Puccini. La voz de la Zeani es de excepción tanto por su volumen regular en todos los registros, como  por el color de un lirismo que la artista aplica con verdadera sabiduría de cantante para producir la impresión de que se exprése con espontáneo abandono, quebrando a veces el acento con matices de comunicativa emoción.
Estuvo absolutamente acertada durante toda la representación. El «racconto» «Mi chiamano Mimí» lo dijo admirablemente, pero donde su arte llegó a la plenitud efectiva fue en el tercer acto, Al final del mismo, en «Addio dolce svegliar» su dicción alcanzó una profundidad efectiva que nos pareció insuperable. Fácil es imaginar que en las dos escenas citadas las ovaciones se prolongaron interminablemente.
No podemos anotar cómo interpretó las postreras páginas de la obra, ya que dejamos el teatro antes de finalizar la función para recoger en estas páginas una impresión general del espectáculo, pero es presumible que Virginia Zeani rubricó totalmente el éxito en el desenlace del drama pucciniano.
La actuación del tenor Jaime Aragall mantuvo en vilo al público —especialmente al que abarrotó los dos pisos altos del teatro— durante el transcurso de las escenas en las que destaca la figura de Rodolfo. El artista pareció cantar sin miedo arrojándose decidido al peligro de los agudos que abundan en la partitura. Como su voz es clara, agradable y en la región superior de un fulgor penetrante, aunque resulte de un regular volumen tímbrico, el desbordamiento del entusiasmo no se hizo esperar. Es indudable que en Jaime Aragall concurren excelentes facultades, pero también es cierto que su voz, aun habiendo alcanzado un gran desarrollo, es susceptible de ensancharse y su capacidad de actor beneficiarse de una mayor experiencia. Con todo, es muy lógico que fuera animado, desde que cantó «Che gélida manina» hasta el final, con una de las acogidas más calurosas y desbordantes qué jamás se han producido en el Liceo, literalmente electrizado por la presencia del joven cantante.
Por lo demás esta <Bohéme>, repuesta principalmente para el éxito de las «vedettes», obtuvo en el resto del reparto excelentes intérpretes. Gianna Galli hizo una Musetta que se aproximó a la perfección, con muy buena voz y mejor actuación de actriz. A su altura estuvieron otros artistas conocidos: Ernesto Vezzosi («Schaunard»), Piero Francia («Marcello»), Plinio Clabasi»! («Coline»), largamente aplaudido en el aria <Vecchia zimarra>) y Gino Calo en el doble papel de «Benoit» y «Alcindoro».
Como acostumbra a pasar cuando una función marcha sobre ruedas, todos los participantes  se crecieron, incluso el coro (aunque se atropellara un poco en el acto segundo), que tuvo mucha movilidad.
Arturo Basile dirigió la orquesta con brillantez. Los decorados de Nicola
Benois contribuyeron a dar el clima escénico preciso. En conjunto, fue lo que se acostumbra a llamar «una noche triunfal» para el Liceo, lleno y vibrante de entusiasmos como pocas  veces lo hemos visto igual.
XAVIER. MONTSALVATGE


LOS CINCO TRIUNFOS DE LA BOHEME
Hecho insólito: «La Bohéme» de esta temporada, con Virginia Zeani y Jaime Áragall como protagonistas, se ha representado cinco veces en el Liceo —el teatro de los sempiternos «tres turnos»— por imperativos de un éxito del que-no sabríamos encontrar muchos precedentes. Cinco llenos absolutos, desbordantes los últimos; cinco ocasiones en las que cada episodio prominente de la obra ha terminado con una explosión de aplausos; cinco manifestaciones de que la música de Puccini, a través de una bella e intensa interpretación, aún puede inflamar el entusiasmo multitudinario.
El fenómeno nos alegra y conforta y aunque hayan gravitado- en este triunfo factores extra musicales  aplicados a una obra de arte de mediana trascendencia, revela que un gran número  de personas sabe liberarse de prejuicios y entregarse a la emoción directa que avivan los acentos en unas bellas voces.
La ópera verista es un género caduco que sobrevive, pero cuando los cantantes saben imponerse. Este ha sido el caso que se ha producido ahora. Virginia Zeani, dotada de excepcionales recursos vocales, con una entrega sincera al sentimentalismo del personaje, ha cautivado profundamente al espectador, a los exigentes con los requisitos de una escuela rigurosa, igual que a los que han acudido al teatro sugestionados únicamente por la fama de la artista y la popularidad de la obra. El éxito personal de Virginia Zeani ha resultado absolutamente legítimo, memorable para los liceístas, asiduos o de ocasión.
Jaime Aragall ha sido, si cabe, más aplaudido aún y su triunfo está plenamente justificado. En ciertos aspectos Aragall es un cantante de excepción y la luminosidad radiante de sus agudos producirá siempre mágicos efectos si la particela que interpreta es adecuada al color y registro de su voz, circunstancia que concurrió en esta «Bohéme» servida, además, con espléndidos artistas en el resto del reparto, con una escenografía, unos coros y una orquesta preparados cuidadosamente y llevada con un ímpetu preciso y fluido, con el ritmo que la obra requiere y que hizo olvidar viejas rutinas, insoslayables en la mayoría de las piezas de repertorio corriente.
Anotamos con satisfacción estas circunstancias que han hecho polarizar hacia el teatro de la ópera un público enfervorizado, porque la, vida del Liceo depende de que periódicamente se produzcan revulsiones semejantes a la que acabamos de asistir. — XAVIER MONTSALVAGE




                                           

                                                 GEORGE BIZET  

LOS PESCADORES DE PERLAS (Bizet) diciembre 1964. Director Carlo Felice Cillario, con Alfredo Kraus, María Luisa Cioni, José Simorra, Gino Calo.
Era la primera vez que iba a ver la representación de la ópera <Los pescadores de perlas>, de ella conocía bien poco, el aria de tenor. La versión que yo vi por primera vez, en reglas generales me gustó, está muy bien orquestada y el tratamiento de las voces es admirable, pues tiene algunas arias muy bien escritas para las voces. Esta ópera hoy en día no se representa mucho, el aficionado tiene más predilección por la Carmen.
Alfredo Kraus, por los años, que ya han pasado muchos, puedo deciros que para mi gusto, es el mejor Nadir que haya cantado este rol. Da la sensación de que este personaje está hecho a la medida de su voz. La grabación que os voy a poner, de su aria “Je cois entenderé”, una  es en versión en italiano y la otra en francés, entre las dos hay una variación de diez años.

                                         
                                                              ALFRDO KRAUS

                                            

                                                   
                                                   VIDEO -  El pescador – Alfredo Kraus – 1970 – “Je crois entende”


Aquí oiremos a Giuseppe Tadei y Alfredo Kraus en el dúo, cantando en italiano 1960

                                 




Y  en este mismo dúo, cantando en francés, siendo acompañado del barítono español Vicente sardinero en una grabación  de 1980

                                          
                         AUDIO - El pescador – A. Kraus – V. Sardinero- “Au fond du temple”



Seguidamente  os propongo una grabación de <Pescadores de Perlas>  es una grabación de una representación en Milan  por la RAI de Milán el año 1960 con Alfredo Kraus, Giuseppe Taddei, R. Margarini, Carlo Cava, con el coro y la orquestas de la RAI italiana siendo su director Armando Larosa Parodi.
                                    

AUDIO PESCADOR DE PERLAS- 1960 RAI Milan- Parodi- Kraus Taddei



                                     CRÓNICAS DE LA VANGUARDIA


CRONICA DE LA VANGUARDIA DE LA ÒPERA EL PESCADOR DE PERLAS (Bizet) 6 diciembre 1964. Director Carlo Felice Cillario, con Alfredo Kraus, Maria Luisa Cioni, José Simorra, Gino Calo.
Las voces de Alfredo Kraus y María Luisa Cioni interesaron más que la inconsistente y formularia ópera de Bizet «Los pescadores de perlas»
Se representó ayer en el Liceo «Los pescadores de perlas», imagino que por dos únicos motivos: para que el nombre de Bizet muy significativo del romanticismo musical francés— figurara en los carteles de la temporada con una obra diferente de «Carmen» y alejada de nuestro teatro desde el año 1941, y para proporcionar a los intérpretes y en especial a Alfredo Kraus y María Luisa Cioni una buena ocasión de poner a prueba sus facultades vocales.
«Los pescadores de perlas» resulta una obra de muy poca fuerza y de desdibujado carácter si al juzgarla la comparamos con la aludida «Carmen», única pieza lírica verdaderamente representativa de la calificada personalidad del compositor francés. No hay que olvidar, pero, que es una partitura juvenil. Bizet la dio a conocer cuando contaba 25 años y que por lo tanto no es raro, ni casi defecto, que en ella graviten múltiples influencias. Bizet fue  el compositor versátil y en su primera juventud inseguro, cosa que no es difícil adivinar en el discurrir de la partitura que acabamos de oír. El lirismo confortable y dulzón propio de Gounod se filtra en sus melodías al mismo tiempo que en algunas arias no dejan dé acusar la impronta de Donizzetti y en los recitativos la orquesta intenta colorearse con tintas dramáticas verdianas. Nada de esto resulta extraño porqué a poco más de la mitad del siglo pasado un compositor joven e inclinado hacia el teatro musical es lógico que absorbiera el estilo dé su gran amigo Gounod y,  por francés que fuera, quedara impresionado por el melodismo fácil de los italianos.
Tampoco es raro que quisiera apartarse del color local acudiendo a una más o menos auténtica leyenda india para ambientar su escena con la ayuda da los libretistas Cormon y Carré, y que el resultado de su intento fuera una pieza híbrida en cuanto a la poesía del tema y desigual tanto en la forma como en los aciertos.
Así, por ejemplo, encontramos en estos utópicos «Pescadores de perlas», episodios de cierto encanto y limpia y elevada imaginación melódica como el dúo de Nadir y Zurga —tenor y barítono— en el primer acto o la más conocida romanza del protagonista masculino y el bello coro «La sombra desciende de los cielos», alternando con otros fragmentos de candorosa banalidad como la cavatina de Leila, también en el primer acto, digna de Offenbach más florido y artificioso. El Bizet de «Los pescadores de perlas» no es indudablemente el de la vehemente «Carmen», aunque la claridad y finura de algunas melodías de su primera obra citada la entronquen con la última que compuso. Aparte del vigor y carácter, le falta a la curiosa glosa lírica de la leyenda india, la concisión y sentido teatral que sólo encontramos en las realizaciones de los operistas con larga experiencia de la escena.
Se acepta pues «Los pescadores de perlas» por la armonía que pueden imprimirle las voces cantantes, reducidas a un cuarteto y el coro. En esta ocasión la presencia del tenor Alfredo Kraus en el papel de Nadir valorizó decididamente la interpretación. Sigue Kraus con una voz que si bien parece adquirir cierta tonalidad metálica, es de una gran belleza y regularidad, con matices de tensa expresión. Ya en la antes aludida romanza del primer acto «Je crois entendre encoré», en la versión francesa se conquistó las ovaciones del público, que fueron largas y calurosas, aunque no lograron conseguir la reparación del admirado monólogo. Durante  toda la representación Alfredo Kraus se  mantuvo a un gran nivel artístico, porque podemos afirmar que su reaparición  fue un éxito declarado y rubricado por los espectadores.
La soprano María Luisa Cioni, que el año pasado conocimos en «Elisir d’amore» fue igualmente aplaudida. Creo que su voz y su dicción, de mucha calidad, atrajeron más en las escenas líricas que en las de agilidad y virtuosismo. En el dúo del segundo acto estuvo realmente atractiva en la expresión, con el empleo de una escuela y un estilo convincentes.
José Simorra hizo el papel igualmente protagonista de Zugra y le dio mucho vuelo lírico, destacando particularmente al principio del tercer acto por el tono contenido y musical de su fraseo. El bajo Gino Caló dio el necesario carácter al personaje de Nurabad, manifestándose como un buen cantante y actor excelente.
El coro, dado que interpretaba una obra fuera del repertorio corriente y nada fácil para el conjunto, estuvo considerablemente ajustado. Igual el «Ballet» en sus danzas de carácter. La orquesta respondió a la batuta del maestro Cario Felice Cillario, quien conjuntó con seguridad la parte musical del espectáculo, discreto en cuanto a decorado y efectos escenográficos.
Después del éxito explosivo de la última «Bohéme» y de la categoría absoluta de «Ariadne auf Naxos», estos «Pescadores de perlas» han deshinchado un poco el ambiente del Liceo. Es normal que una temporada de ópera tenga sus altos y bajos y ya es mucho que el descenso del clima .artístico liceísta, haya sido poco acusado y que no hayan faltado en el teatro ni la gente ni los aplausos.  XAVIER MONTSALVAGE





                                                 GIACOMO PUCCINI
  



                 




MANON LESCAUT (Puccini)  diciembre 1964 -Director Carlo Felice Cillario, con Montserrat Caballé, Bernabé Martí, Jorge Cebrián, Rafael Campos, Diego Monjo
Esta Manon Lescaut que vi por segunda vez, la primera fue interpretada con Renata Tebaldi y el tenor Umberto Borso, puedo deciros que fue diferente. Montserrat Caballé,  supo darle otro aire a esta Manon, fue más lirica y apasionada, encontramos aquí a una Montserrat,  en su principio de su carrera y con una voz impecable en el sonido y con unos pianísimos, y un fiato sorprendentes, y en la parte dramática supo sacarle todo el contenido que requería el momento. Como sabéis no hago comparaciones entre los cantantes, pero si tengo que mojarme, me decanto por la versión de Montserrat Caballé y Bernabé Martí, entonces aun novio de Montserrat Caballé.
Otra noche de ensueño, un prodigio de voces y espectacular sintonía de los cantantes y público. En aquellos años de mi juventud, ya iba calando la música de Puccini en mí,  y ahora por el tiempo me doy cuenta que  estoy enganchado a ¡¡Puccini,¡¡ bueno  tendré que descubrirme, a todos los grandes maestro de la ópera, soy un gran ferviente, de Verdi,  Leoncavallo, Macagni, Mozart, Bellini, Donizetti y un etcétera…

Estamos de suerte  he podido encontrar por YouTube unas grabaciones de la misma noche que yo asistí a dicha función, oiréis la fantástica actuación de la pareja. Están esplendorosos y no tiene nada que envidiar a otras grabaciones que hay en el mercado.



             
                                             MONTSERRAT CABALLE - BERNABÉ MARTÍ
                                                                             

                                        
                AUDIO - Manon Lescaut –M. Caballe- “In quelle trine morbide” Liceo 1964



                           
                                     AUDIO - Manon Lescaut – M. Caballe – “Minuetto”



                                

                                             AUDIO - Manon Lescaut – Caballe- Marti- “Tu, tu “duo acto 2º



                                       

                                            AUDIO - Manon Lescaut – M. Caballe – “Sola perduta abandonata “



No tenía intención de poner la versión de Manon Lescaut que  os voy a poner. Me lo he pensado y he decidió el ponérosla para que de esa forma podáis comprobar las producciones que por estos años (hay una plaga) de  estos nuevos productores de óperas que a mi me descomponen. Yo entiendo que hay que variar  pero ¡¡caray con las variaciones y el modernismo!! He aquí una demostración de lo que pretenden algunos productores de que comulguemos con estas nuevas tendencia. En el caso  que nos ocupa, Manon Lescaut, personalmente quisiera comprender, pero no estoy preparado para ello, la belleza, el romanticismo, el lirismo y el drama que posee la música de Puccini, se desdibuja totalmente y me produce  una soledad e incomprensión de lo que estos productores ( puesta en escena ) nos quiere llegar a que veamos algunas excentricidades . Vosotros mismos lo veréis y haréis una composición de esta producción. Para los que conocemos la trama de esta ópera, a mi personalmente me parece un fraude esta exposición. Con la belleza de la música de Puccini,  da  la sensación que con estos decorados se desdibujan, lo mejor es cerrar los ojos y seguir la trama musical. La actuación artística y vocal de esta representación es buena pues tenemos  a Anna Netrebko con todo su esplendor y a su marido el tenor  Jusif Eyvazov cantando el rol de <Caballero Des Grieux>, es lo que hay por estos teatro del mundo.Por regla genera los cantantes de hoy en día cumplen muy dignamente y la mayoría de cantantes tienen que apechugar con las nuevas producciones que le exponen, pues no tienen fuerza ninguna para negarse a cantar, cosa que otros cantantes de gran categoría si se han negado, caso de Luciano Pavarotti, Placido Domingo. No recuerdo que soprano de una gran relevancia, se negó a actuar si no le cambiaban el decorado, se trataba de la ópera Adriana Lecrouveur, el productor de esa representación tenia toda la escena vacía, las paredes en blanco y en medio del escenario una  pequeña silla y un espejo. En fin, ver para creer. Como siempre os digo es una opinión muy personal. Bueno vayamos a la grabación que os voy  exponer, está realizada en el  Teatro de Bolshoi en el año 2016 con el siguientes interpretes y personajes: Anna Netrebko (Manon Lescaut) Jusif Eyvazov (Caballero Des Grieux) y Elchin Azlzou (Lescaut). Orquesta y coro de Bolshoi con dirección  Jader Bignamini y el director de la escenografía  Adolf Shapiro.




                      CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA MANON LESCAUT. -  UNA EXCELENE«MANON» dé Puccini, con Montserrat Caballé, en él papel protagonista.
Ayer la reposición de <Manon> con un cuadro de cantantes españoles dirigídos por el maestro Carlo Felice Cillario, hizo que volviera a elevarse el clima de expectación en el teatro. La simpatía de Montserrat Caballé, de Bernabé Martí y de los que completaron el reparto motivaron principalmente esta actitud de curiosidad que sólo las aventuras y desventuras de la desgraciada Manon no sé si llegarían a provocarla. Digamos previamente que la transcripción musical de la  novela del ábate Prevost debida a Puccini es menos lograda que la realizada por Massenet seis años antes que lo hiciera el compositor italiano. La categoría, la fuerza lírica y la personalidad de este ultimo fueron sin embargo muy superiores a la del autor de «Werther» y «Tháis», y si en su «Manon» —que fue la tercera de sus óperas— Puccini no había alcanzado la elocuencia que fluye con prodigiosa naturalidad en sus creaciones posteriores, estaba ya en el camino que indubitablemente le conduciría a ella.
La «Manon», de Puccinl, es pues una ópera tal vez prematura pero de positivo aliento, considerablemente desligada ya de los formulismos en que se hundió el teatro musical italiano al final del siglo pasado. En ella la temperatura melódica no cede en ningún momento si no es para conceder a la orquesta un papel comentarista y también, tal de primer orden (siempre teniendo en cuenta la época en que fue escrita y que se trata de una partitura dentro de las más puras tradiciones italianas).
Prescindiendo de la levedad y caducidad de mucho» aspectos de la obra, estoy seguro de que la música de «Manon» resulta más atrayente ahora que cuando se estrenó (1883). Tenemos ahora más puntos de referencia con «Tosca», «Bohéme» y «Butterfly» y el «puccinismo» es un fenómeno estético aceptado como realidad histórica. A quien no le gusta o considera que sólo debe interesarse por otro tipo de teatro cantado, despreciará igual «Manon» que las tres óperas antes aludidas y lógicamente no podrá admitir la escena verista en general. Los que situamos a Puccini en el punto cambie del firmamento operístico, escucharemos siempre «Manon» como un avance lleno de sugestiones con  muchos momentos plenamente acertados, muestra de lo que ha sido después el canto del cisne de la ópera italiana decimonónica.
Montar una < Manon > con reparto nacional y con verdadera dignidad como se ha hecho ahora, representa un esfuerzo que merece ser celebrado y que ha sido posible realizarlo por tener al alcance una voz como la de Montserrat Caballé. A menudo el estilo de nuestra admirada soprano nos venía recordado el de las buenas cantantes alemanas y austríacas o sea que sospechábamos que el personaje que iba a interpretar no sería el más adecuado para su escuela hecha de contención y matiz. La artista espero, en pleno dominio de sus recursos y en esta ocasión ha sabido aplicar los que más convenían a la particéla. El resultado ha sido excelente y bien podemos afirmar que Monserrat Caballé ha cantado una «Manon» de primera categoría, con gran despliegue vocal, con un estupendo dominio de la escena y con momentos de una emoción lírica incomparable. Ha estado particularmente brillante en el segundo acto y en él solo «In quelle trine mor bidé» ha promovido una ovación interminable con muchos bravos que sin embargo no han logrado decidirla a repetir el fragmento.
Cuando redacto este comentario debe interpretar aún el dúo final de la obra pero basta lo escuchado antes para que pueda informar de un triunfo de la cantante en esta obra que creo le va mucho mejor que la «Butterfly» que le vimos el año pasado, incluso desde el punto de vista plástico, gracias a un vestuario rico y de gran efecto.
El tenor Bernabé Martí también creemos que ha encontrado su papel en el personaje del caballero Des Grieux. Lo interpreta con excelente gusto, con una voz si no muy potente, de pastoso timbre y buen alcance en los agudos. Igualmente fueron muy prolongados los aplausos que premiaron su monólogo «Donna non vidi mai» en el primer acto.
Creo que debemos señalar la buena interpretación —vocal y de actor— que el barítono Juan Rico ha dado al personaje de «Geronte de Ravoir», muy destacado en el segundo acto. También Agustín Míralles ha estado justo y muy expresivo en la dicción como «Lescaut».
E1 tenor Jorge Cebrián ha cantado con entera propiedad, con voz muy atrayente en el papel del estudiante «Edmundo». Celia Esain ha dado un positivo rigor musical a su aria madrigalista del segundo acto, secundada por un afinado cuarteto femenino. Han completado con total acierto el reparto Rafael Campos (el hostelero), Diego Monjo (maestra de baile) y Eduardo Soto (el sargento). De nuevo destacamos los aciertos del coro, principalmente en el primer acto. Afinado, móvil y muy en carácter, ha vuelto a acreditar la buena preparación del maestro Riccardo  Bottino.
La orquesta ha sonado flexible y con mucho color bajo la batuta experta del maestro Carlo Felice Ciliario. Y los decorados —en particular el del segundo acto— sin representar una novedad, han contribuido a dar armonía al espectáculo, perfectamente cuidado de movimiento general por intervención del regidor de escena Augusto Cardi.
Es justo nombrar a todos los principales colaboradores de  esta «Manon» porque, al margan de la re personalidad de Montserrat Caballé, la representación ha alcanzado una positiva unidad y se ha llevado atendiendo todos los detalles. Ha resultado en suma un espectáculo verdaderamente digno de un gran teatro de ópera.  
XAVIER  MONTSALVAGE


                                  
                                                     LEO JANACEK


JENUFA (Janacek) 14 Enero 1965. Compañía Nacional Chekoloslovaca. Director Frantis ekJilek, Jiri Olejnicek, Hana Svobodova, Jarmila Palivcova.
Por recomendación de algunos aficionados, fui a ver la ópera <Jenufa>, insistían mucho en que fuera a verla, con sinceridad os digo que fui a regaña diente, un amigo, me dijo que me iba a gustar seguro, pues me decía que al gustarme las óperas veristas, en esta ópera iba a encontrar el verismo puro. ¡¡ Pues si!! Estos amigos acertaron, fue un descubrimiento, que dé impresionado de la música de Leo JanáceK. La actuación de la noche en que vi dicha ópera estuvo rodeado de grandes intérpretes, y grandes voces, no había ninguna diferencia entre  roles principales y los comprimarios. Estas  compañías checas llevan un elenco de grandes cantantes y cuando salen de gira, en sus actuaciones, unas noches, los que cantan los roles principales, a la siguiente función, cantan de comprimarios, y es por lo que nunca se nota la diferencia de voces en sus intervenciones.
Os puedo decir que al cabo de los años la ópera <Jenufa>   es una de mis óperas favoritas. Si no conocéis  esta ópera, al principio cuesta un poco meterse en ella y sobre todo no conociendo el argumento. La música  de la ópera <Jenufa> es lo que llaman “el verismo checo”. La partitura, es de una gran calidad, tiene un dramático desarrollo y marca unas distancias con la influencia del wagnerismo.

Los fragmentos que os voy a poner es de una autentica calidad de sus voces, con Ana Silja y Roberta Alexander, y otra grabación de Andrea Danko



     
      ROBERTA ALEXANDER                                        ANDREA DANKOVA  



                                     
                                               VIDEO -Jenufa- Andrea Dankova-  Fragmento



                                                           

                                                    VIDEO - ..Jenufa, LJanacek, Roberta Alexander- Final



Seguidamente os voy a poner las grabación completa de esta ópera que se cantó en los festivales de Gylunderbourne,  1989,   con la orquesta London Philarmonic y con un reparto estelar encabezado por Ana Silja, Roberta Alexander y siendo su director el maestro Andres David.
Os puedo decir que la ópera Jenufa la tengo como una de mis óperas favoritas por su expresión musical adoptando un lenguaje realista y el verismo que le impone a la partitura desarrollando un gran dramatismo, os la recomiendo. La grabación es excelente y la actuación de los cantantes vocal y artisticamente podemos decir que es excepcional. Cantan : Roberta Alexander (Jenufa), Ana Silja (Kostelincka), Philip Langride (Laca), y Mark Baker (Steva). Orquesta London Philarmonic y coro de Glyndebourne, todos ellos dirigidos por Andres Davis y con la producción de Nikolaus Lhenhoff.


                       TEATRO FESTIVAL DE GYLUNDEBOURNE


                                 VIDEO JENUFA-Glyndebourne- Alexander-Silja- Langride- Bakev




                          Comentario de la Vanguardia

LEOS JANACEK Y SU OPERA JENUFA
El lector encontrará en la página que recoge las noticias
de última hora un comentario crítico del estreno español de
«Jenufa», que tuvo lugar ayer en el Liceo. Al margen de dicha información, creo que será oportuno subrayar el interés y la importancia que tiene la aludida ópera, la mejor de Leos Janacek, según se determina en los ensayos que se han escrito sobre la producción del compositor. En el primer escenario barcelonés, con las representaciones de «Jenufa», de Rusalka de Dvorak, que figura en los programas de estos días, y de «La novia vendida», de Smetana, que fue repuesta hace un año, se habrán dado las tres muestras más representativas del teatro musical checoslovaco, el más importante en el área de los eslavos, después del ruso.
Las tres óperas que hemos podido comparar tienen en común una raíz popular, que es la que les proporciona el perfil más peculiar. Aunque «La novia vendida» es anterior a las otras dos (estrenadas, respectivamente, en 1866, 1901 y 1914, en Fraga las dos primeras y en Brno la tercera), pertenecen por igual a la etapa nacionalista que tanta tras descendencia tuvo en la evolución musical de algunos países como Rusia, Checoslovaquia, Yugoslavia y España. Sin embargo, <Jenufa> se aparta curiosamente de esta tendencia para revelar la personalidad profundamente europea de un compositor como Leos Janacek, cuya obra, tan copiosa como la de sus compatriotas, dista mucho de haber obtenido la divulgación y la consideración que se concede a la de Smetana y Dvorak.
Janacek compuso buena parte de su música a la sombra de una indiferencia, paliada tan sólo por el prestigio local, que ganó con un trabajo pedagógico constante en Brno, la ciudad donde residió, y dando a conocer un respetable número de partituras: diez óperas, doce piezas sinfónicas, casi todas de carácter popular, música de cámara y abundantes poemas corales y canciones. Poco o nada de eso pasó las fronteras de su país, hasta que habiendo llegado a la vejez, súbitamente su personalidad fue descubierta internacionalmente, gracias particularmente a la actividad de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea, que incluyó sus creaciones en los programas de los Festivales de Salzburg, Venecia, Londres y Francfort. Ante la intensidad emotiva, el vigor dinámico y la originalidad Inventiva de la partitura de «Jenufa», escrita además con un dominio de los recurso orquestales y un conocimiento del teatro singularísimos, sorprende que el compositor no haya sido elegido como el representante más conspicuo de la música checa, que a la ligera al menos, siempre nos ha parecido tener das únicos  símbolos: los citados Dvorak y Smetana.
«Jenufa», titulada originalmente «Sa belle-fillen, es escénicamente y por virtud del libreto —un drama rural de
Gabriela Preissova—, la típica ópera de filiación romántica. El espíritu de la música y su carácter melódico y rítmico, aproximan su ambiente al folklore de las tierras de Moravia, pero por debajo de esta epidermis colorista se afirma el temperamento de un compositor que quiere y logra – si no siempre, al menos en los momentos esenciales de su obra expresarse con un lenguaje verista, tan elocuente cuando sirve para exteriorizar los sentimientos y las reacciones  de los personajes, como fuertemente evocador cuando sugiere o describe el clima anímico, el ambiente y hasta el paisaje que envuelve la acción dramática.
«Jenufa» es, pues, lo que antes se definía como una ópera realista o «verista», con el mérito de que en ella el autor supo mantenerse libre frente a los módulos wagnerianos, que en su tiempo tenían para un operista una atracción irresistible, y no especuló tampoco con los recursos del último estilo italiano. Con la perspectiva de medio siglo, su realismo nos parece un tanto ajeno a nuestra sensibilidad, pero hay en esta música de «Jenufa» una palpitación que no suena nunca a falso. El alma no se ha escapado de esta música ausente de retórica, en ningún momento formularía, de una sinceridad clara y directa, que suena  nuestros oídos como la palabra lírica y el aliento de un artista, un músico integral. Janacek, hablando de su «Jenufa», precisó su ideología con estas palabras, que le definen: «Persigo la verdad, la verdad hasta el límite. La verdad no excluye la belleza, sino al contrario. Voy en pos de la verdad y la belleza, y
todavía y sobre todo de la vida.» XAVIER MONTSALVATGE

                                 CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA DE LA OPERA <JENUFA> (Janacek) 15 Enero 1965. Compañía Nacional Checoslovaca. Director Frantis ek Jilek con Jiri Olegicek, Hana Svobodova, Jarmila Palivcova
La interesante sorpresa de «Jenufa» y la intensa fuerza dramática que los artistas checos proyectan a su interpretación
<Jenufa>, la ópera de Leos Janacek (a la que en la «Página de la Música» de este mismo número dedicamos un comentario más amplio del que cabria en esta sección), fue dada a conocer ayer con un éxito total por la Compañía Nacional Checoslovaca. La velada resultó del más vivo interés. Teniendo en cuenta que «Jenufa» es del año 1914 y aceptando las especiales características del teatro musical eslavo de medio siglo atrás, «Jenufa» sorprende por la actualidad de su lenguaje musical, que trasciende en toda la obra y llega a conmover sobre todo por el impulso directo con que vivifica cada situación dramática y todas las reacciones de cada personaje, aunque sería preciso conocer el idioma en que se representa la obra para captar íntegramente su valor. Los artistas checos cantan en su lengua, que tiene una fonética semejante a la rusa. Esto, unido a que la partitura está impregnada de esencias líricas eslavas, produce al oyente la sensación de que está escuchando la obra de un discípulo o condiscípulo de Mussorgsky, Borodín o Rimsky.
Sea porque la partitura de Janacek tiene mayor calidad que la de «Rusalka», de Dvorak, que hemos conocido ahora o porque la primera fila de los cantantes que la han interpretado lo ha hecho con más vigor expresivo, el hecho es que la representación de ayer produjo un verdadero impacto.
La «mezzo» Nadezda Kniplova (que aplaudimos en «Rusalka» como la mejor del reparto) se manifiesta en la nueva obra como una artista de un temperamento impresionante en el papel de la nuera de Buryja, de un gran relieve y acción. Hemos conocido a la soprano Libuse Domaniska como «Jenufa». Su voz es también de líricas y patéticas inflexiones. Ambas artistas, sobre todo en el segundo acto, hacen una creación de sus respectivos personajes, con una intensidad en la dicción y una maestría como actrices extraordinariamente sugestiva.
Los tenores Vilem Pribyl y Vladimir Krejcik, interpretando los hermanastros Laca y Steva, completan el cuadrilátero excepcional del drama. La voz da Pribyl es de una fuerza y hasta de una violencia adecuada a su papel. La de Krejcik parece menos brillante, pero el artista es un actor formidable y se impone totalmente en la escena. Los demás cantantes, algunos escuchados en «Rusalka», otros de la misma compañía pero nuevos en el Liceo, ayudan eficazmente a dar vida, realismo y poder emotivo al drama.
También el coro interviene acertad amente. Los ritmos y la armonía difícil de esta partitura le resultan un poco violentos, pero logra mantenerse sincronizado y se mueve bien en las tablas. La orquesta responde otra vez al mando de Frantisek Jilek, músico auténtico y que con la flexibilidad de su dirección demuestra un conocimiento profundo de la obra y consigue infundir al conjunto orquestal el temple rítmico que la partitura necesita.
La presentación escénica es espléndida, al margen de que algunos detalles de los decorados no sean de gusto seguro. En conjunto, pues, la representación tiene un elevado tono y un constante interés. Sin vacilar, consideramos este estreno de «Jenufa» como uno de los principales aciertos de esta temporada liceísta que ya se acerca a su fin. Creo que el público también lo ha considerado así. Una obra nueva, de un tipo muy diferente que las italianas que tanto gustan, es difícil que obtenga más aplausos que los de la claque y de algunos buenos aficionados a la ópera que saben agradecer las novedades y las aprueban manifiestamente. Ayer, sin embargo, los aplausos alcanzaron la temperatura de ovaciones y para alguno de los intérpretes hubo incluso bravos de entusiasmo. Este resultado nos alegra sinceramente, porque «Jenufa» y la versión de la compañía checoslovaca merecen plenamente el éxito que han conseguido. Xavier MONTSALVATGE








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