TEMPORADA 1971-1972
Ópera
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Compositor
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Director musical
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Director de escena
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Papeles principales
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Producción
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Fechas
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RIGOLETTO Giuseppe Verdi
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14 de noviembre
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MANON LESCAUT-Giacomo Puccini
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18 al 25 de diciembre
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PAGLIACCI Leoncavallo
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diciembre
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ANNA BOLENA Gaetano Donizetti
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diciembre
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IL PURITANIVincenzo Bellini
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DDON CARLOGiuseppe Verdi
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enero
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LOS HUGONOTES Meyerber
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Ivo savini
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Angelo Le forese,J.Diaz-E.Tarres
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IL PURITANI -Giuseppe Verdi
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WERTHER Jules Massenet
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LUISA MILLER- Giuseppe Verdi
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10 de enero
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LA FORZA DEL DESTINO Giuseppe Verdi
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DOÑA FRANCISQUITA- Amadeu Vives
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Espectacular
inauguración de temporada, con un Rigoletto de campanillas. Con este Rigoletto,
son ya seis veces que los he visto
interpretar en este teatro del Liceo, y por los años que han pasado tengo que
reconoceros, que la mayoría de sus representaciones han sido de una gran categoría,
grandes tenores, magnificas sopranos y barítonos que nos han dejado una gran huella
en el mundo de la lirica. Si seguís mis Vivencias en el Gran teatro del Liceo,
podréis observar los elencos que han actuado en la ópera de Rigoletto, contando
este último Rigoletto de Carlo Bergonzi y Corneil Macneil, ha habido una pareja
de cantantes que para mi gusto han sido lo mejor que yo he visto, en este teatro del Liceo, todos los intérpretes
han estado a una gran altura , Jaime Aragall, Gianni Poggi, Carlo Bergonzi,
Alfredo Kraus, Juan Oncina, y los
barítonos, Manuel Ausensi, Ugo Savarese, Nicola Herlea, Piero Cappuccilli,
Raimundo Torres y Corneil Macneil, y como sopranos a Elien Schaile, Sunat
Korat, Maria Luisa Cioffi, Gianna D´Angelo, Margarita Gugliemi. La pareja a la que me
refiero es la que cantó en la temporada 1958-59, Gianna D´Angelo y Alfredo
Kraus, esa fue una función inenarrable. Y de todas estas temporadas, con el rol
de Rigoletto me quedo con el barítono Corneil Mac Neil. Como veréis un
ramillete de cantantes de una gran categoría.
La
función de esta temporada con Bergonzi y Mac Neil, fue francamente sorprendente,
ellos dos fueron los que llevaron las riendas de esta maravillosa ópera que el
maestro Giuseppe Verdi confecciono, haciendo un tratamiento de las voces, que
todos sus personajes podían lucirse.
La
pena fue que el rol de Gilda cantada por
la soprano norteamericana Eilen Schelle, no acompañó, hubo un poco de vacio
vocalmente entre ella, Bergonzi y Mac Neil. En realidad es que el publico
disfruto mucho y con mucha relajación.
Os
voy a poner unos fragmentos de Rigoletto con las voces de Carlo Bergonzi y el
barítono Corneil MacNeil y Dietrich Fischer-Diescau y las voces de Leyla Gencer
y Gianna D´Angelo.
CORNELL MACKNEIL CARLO BERGONZI
AUDIO
- Rigoletto- Corneil Macneil – “Parisiamo, mia figlia”
AUDIO - Rigoletto- Carlo Bergonzi – “Ella mi fu rapita”
AUDIO - Rigoletto- Carlo Bergozi- “Possente amor mi chiama”
AUDIO - Rigoletto- C. Bergonzi- G. D´Angelo- “E il sol
dell´anima
AUDIO - Rigoletto-C. Macneil – L- Gencer – “Figlia mio
padre”
En
el próximo fragmento oiréis a la soprano Leyla Gencer dar un Mi bemol, como el
que dio María Callas en la tumultuosa Aida de Méjico en el año 1951.
AUDIO - Rigoletto- C. Macneil – L. Gencer- “Si vendetta”
Seguidamente
os voy a poner un representación de Rigoletto celebrada en el año 2013 en Alex Provence Festival con la actuación de la London Symphony Orchestra y los Coros Philarmonic y con dirección musical de Gianandrea Nosea y con la puesta de escena de Robert Carsen que como podréis comprobar que parte de la acción se desarrolla en una pista de circo, es algo ingeniosa y tiene momentos obscenos que es lo que ahora se lleva por esos teatros del mundo. Los interpretes y personajes son : George Gagnidze (Rigoletto), Irina Lungu (Gilda), Arturo Chacón Cruz (Duque de Mantua), Gabor Bretz (Esparafucie).
Sé
que muchos de vosotros cuando hayáis visto esta producción de Robert Carsen es posible que discrepareis de esta versión. Tuve dudas de no ponerla, pero he pensado
que es bueno que se vea todo lo que se hace por esos mundos operísticos, aun
que no nos guste, así de esa forma se puede comparar con otras versiones. A mi
particularmente no me gusta, soy clásico
y me cuesta entrar en esas escenas tan banales. En fin no me quiero
explayar, mejor es que veamos y oigamos esta versión y cada uno haga su
comentario.
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
INAUGURACION
DE LA TEMPORADA EN EL GRAN TEATRO
DEL LICEO
Aunque
ha perdido algo de su inveterada solemnidad ritual, la inauguración del Liceo
sigue siendo un acto de positivo relieve ciudadano. Ayer noche lo pensábamos al
ver cómo tantos barceloneses correspondían a la iniciativa de mantener la
tradicional temporada de ópera acudiendo su llamada en número suficiente para
que la sala ofreciera un confortable aspecto. El Liceo, que celebra actualmente
sus 125 años de existencia, ha vuelto a manifestar su vitalidad. Todo está
dispuesto para que la temporada alcance un relieve digno de las efemérides que
se va a conmemorar y que a tenor de esta función inicial creemos que será
efectivamente correspondida por el Interés general del público asiduo al espectáculo
operístico que durante tres meses lo tendrá a su alcance en nuestro gran teatro
de las Ramblas.
Anoche
se podía notar en el ambiente que el Liceo para muchos es algo bastante más
importante y considerable que un bello escenario para enmarcar concurrencias
sociales o pretexto para amigables reuniones de antepalco. No pretendemos
esperar que algún día vuelvan a producirse las tensiones que caracterizaron
según parece los primeros años de la historia del Liceo, con los
apasionamientos casi históricos por la estrella de entonces, Donizetti, o por
este inmarcesible «Rigoletto» de Verdi más de tres veces centenario en la
escena liceística donde asomó por primera vez 3 de diciembre de 1853. Aquellos
tiempos no volverán, claro, pero es innegable que ahora, pasada la fobia anti-italianista,
vacunados contra los excesos del sarampión wagneriano y superadas otras
intemperancias, los que vamos a escuchar y admirar el «povero Rigoletto» sin
condicionamientos mentales ni remilgos esteticistas, somos ya una respetable
mayoría. Esta mayoría que acaba de aplaudir con muy vivo y sincero entusiasmo
tanto la obra representada como los aciertos de la interpretación, porque
evidentemente en el teatro lírico, y el verdiano muy en particular, cualquier
valoración de la música sólo es posible a través de lo que pueden aportar los intérpretes,
los cantantes, tanto por lo que respecta a la elocuencia de su voz como a la de
sus facultades temperamentales de actores. Además, si una ópera ya conocida,
memorizada por no pocos aficionados, é intensidad dramática en la voz y
vehemencia máxima en el gesto, proporcionando un especial realismo a la acción
argumental. Mac Neil ha hecho en verdad uno de los mejores (si no el mejor)
Rlgoletto que recordamos.
Carlo
Bergonzi se mantiene en su categoría. Continúa siendo lo que podríamos llamar
un tenor de alta escuela, estupendo vocalmente, italianísimo en la dicción, sin
esquivar ciertas afectaciones aceptables en un artista como él, naturalmente
adaptado al papel de Duque de Mantua que le proporcionó un nuevo triunfo
rubricado con ovaciones que epilogaron sus más esperadas intervenciones
solistas, en particular la inicial del primer acto y naturalmente «La donna é
mobile» recibida con la habitual explosión de entusiasmo.
Al
lado de estas dos grandes figuras, la soprano Eilen ScheIle se presentaba como
un interrogante que hacía presentir
peligros a los que tal vez no debía haberse expuesto. Eilen Shelle es joven, posee
una correcta escuela —como todas las cantantes norteamericanas— que viene en
auxilio de su voz mate en el registro
grave, violenta e inexpresiva en los agudos, con toda evidencia insuficiente
para la envergadura de la partícela de Gilda y para un escenario como el del
Liceo que hay que afrontar con unos pulmones de acero. La cantante digamos que
no estuvo afortunada para no entrar en más detalles. El público acusó esta realidad
porque, como he dicho, muchos son los que van al Liceo para oír cantar con voz
y bien, razón por la que
Corneil
Mac Neil polarizó al final del segundo y tercer actos ovaciones calurosísimas.
No
podemos ocuparnos más que abreviadamente del resto del reparto. Destacó del
conjunto el bajo Harry Dworchak muy ajustado en todos los aspectos al papel de
Sparafucile al que dio especial relieve. Como Conde de Monterone se distinguió
Enrique Serra, con sobrio estilo y un timbre de barítono excelente. La mezzo
Joyce Blackham estuvo bien en el papel de
Madalena
que toma una cierta preponderancia en el último acto, y fue estimable la participación
de los demás así como la del coro y el ballet (que fue añadido al primer acto utilizando
como música la obertura de «Alzira», una ópera olvidada del mismo Verdi), todos
bajo la autorizada dirección del maestro Ino Savini.
Señalarnos
como nota sobresaliente el estreno absoluto de unos decorados realizadas bajo
el patrocinio de la «Corbett Foundation» de Cincinnati. Con ellos, esta
presentación de Rigotetto, sin apearse del realismo tradicional, puede compararse
a la de los mejores teatros de la actualidad.
Atilio
Colonneilo es el autor de las magníficas decoraciones y también del vestuario muy adecuado.
Y
para mayor brillantez de la velada, se estrenó también telón, una rutilante
cortina de terciopelo rojo que se ha levantado para inaugurar, con éxito total,
hace unas horas la 125 temporada de ópera de Barcelona. — Xavier MONTSALVATGE
GIUSEPPE VERDI
LA FORZA DEL DESTINO (Verdi)
Sabado 13 Noviembre 1971. Director Ivo Savini, con Carlo Bergonzi, Raina
Kabaivanska, Claudio Giombi, Nicola Herlea, Joyce Blakman, Gwine Howell
Para
esta función estaba anunciado el tenor Pedro Lavirgen para acometer el rol de
“Don Alvaro” pero parece ser que se puso indispuesto y la gerencia del teatro
echo mano de Carlo Bergonzi, y este como gran profesional que es, acepto el
reto.
Increíblemente
sensacional, fue la “Forza” que vi esa noche, con esta función ya van tres
versiones que he visto en este Gran Teatro del Liceo. Recuerdo la temporada
1954-55, con una Tebaldi espectacular y con el tenor Gianni Penno que para mí
fue una revelación. En el rol de “Don Carlo”, el barítono Giuseppe Taddei, hizo una creación muy real,
como viene siendo su costumbre. En la temporada 1964-65, los protagonistas
fueron Carlo Bergonzi, Piero Cappuccilli y la soprano Mirella de Osma, que
también fue una gran Leonora.
Lo
tengo muy asumido, es que el tenor
Carlo Bergonzi es el mejor “Don Alvaro”
que ha habido en toda la historia de la ópera y también digo que lo tengo
considerado, como la voz más apropiada
para los roles verdianos, descontando por supuesto el rol de Otello. Si os fijáis
en los cantantes que han cantado esta
tres “Forza del destino” que yo he presenciado en este Liceo, veréis que son
repartos de excepción, hoy en día no hay voces con la categoría de antaño,
quizás se salven los barítonos y alguna
soprano, pero lo que atañe a la cuerda de tenor, pocos hay como las voces del
pasado, por descontado que esto es una opinión muy personal por lo tanto respeto otras opiniones.
En
resumidas cuentas otra actuación portentosa del elenco que cantó esta “Forza”,
La soprano Rabaivanska estuvo colosal y es de las grandes cantantes que había
en aquel momento, y qué decir de Carlo Bergonzi, ya está todo dicho, lo único
es notificar su gran profesionalidad. El resto de los cantantes estuvieron a la
altura de la pareja ya mencionada. Otra noche esplendorosa en este Gran Teatro
del Liceo
Os
voy a poner unos fragmentos de dicha
opera con la voces de Bergonzi y
Rabaivanska y algún acompañante más.
RAINA KABAIVANSKA CARLO BERGONZI
Seguidamente
oiréis el duo del tenor y barítono “Solemne in quest´ora”, aquí Carlo Bergonzi
está acompañado con el magnifico barítono D. Fischer Dieskau.
Y
ahora con el barítono Kostas Paskalis el duo “Ni disfrutar m´e…”
Y
como colofón os voy a poner una grabación en VIDEO, de una representación de la
Forza del destino, que se canto en el año 1998 desde el Teatro Mariinski de
Sant Petersburg, siendo el director de la orquesta Valery Gergiev, y con los siguientes interpretes y personajes : Don Alvaro el tenor Gegam Grigoriam; Leonora la soprano
Galina Gorchakova; Don Carlo el barítono Nicolai Putilin; Preciosilla, Marianna
Tasarova.
TEATRO MARIINSKI SANT.
PETERSBURG
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Reposición
de «La fuerza del destino» en la segunda función de la temporada
Un
doble triunfo para la soprano Rana Kahaivanska, que efectuaba su presentaciony
para Carlo Bergonzi.
Verdi
ha vuelo al Liceo para que después del «Rigoletto» inaugural, la segunda
función no careciera de un atractivo básico. El Verdi de «La fuerza del
destino» la tiene esta atracción esencial que emana de una música con una
fuerza dramática y descriptiva que aventaja en mucho a la del libreto. Ayer, al
aplaudir la reposición de «La fuerza del destino» lo hicimos, en principio,
para celebrar los aciertos de los intérpretes, de los que hablaremos después,
pero también movidos por la sincera admiración que nos merece el aspecto
musical de la obra teniendo en cuenta, naturalmente, la re actividad de este
tipo de admiraciones cuando uno se enfrenta con la ópera italiana decimonona.
Como
hemos comentado otras veces a propósito de esta creación verdiana, su valor hay
que buscarlo esencialmente en la partitura toda, desde los primeros compases de
la obertura hasta el cuadro final. La elocuencia lírica de la melodía junto con
el relieve y fuerza ambiental de la parte sinfónica es lo que aguanta la obra
redimiéndola de sus evidentes debilidades en el plano escénico. Ciertamente
hizo falta la maestría de Verdi para dar un toque de genio a la comedia
dramática del Duque de Rivas, que el libretista Piave estuvo muy lejos de
quitarle el cúmulo de absurdos limando tanto fárrago inservible que hace del
relato escénico una inimaginable sarta de convencionalismos. Comedia de capa y
espada, de duelos y venganzas, carece de toda vigencia, pero esto habitualmente
no es problema en la ópera pretérita. Lo que importa en este caso concreto es
la innegable tensión y carácter de la línea vocal y la maestría con que Verdi
utiliza la orquesta para sugerir el clima de cada momento escénico. Así resulta
que los aciertos mejores de la obra no los hallamos únicamente en las arias de
los protagonistas sino también en intervenciones menos principales de estos y
otros personajes.
La
obertura, compendio de los elementos expresivos que se de amplían en el transcurso de los cuatro
actos; el dúo inicial, el aria de Leonora «Madre, pietosa Vergine» en el
segundo acto, el dúo entre Leonoa y el Padre Guardián, que conduce después al
tan conocido «La Vergine degli angeli» con el coro de los monjes, y sobre todo
el terceto final, revisado por Verdi posteriormente hasta convertirlo en un
conciso concertante, uno de los mejores de todas sus óperas, Son páginas que
elevan la partitura de «La fuerza del destino» a un nivel próximo a «Traviata»
o «Aida»,con las que tiene algunas afinidades melódicas y de color orquestal.
En
la función de anoche «La fuerza del destino» tuvo un reparto afortunado. Era
esperada con particular interés la presentación de la soprano búlgara Raina
Kabalvanska para encarnar la heroína del drama.
Dicha artista venía avalada por el hecho de ser una artista habitual en
tres escenarios que por si solos acreditan al cantante que alli actúa: La
Scala, el Metropolitan de Nueva York y la Opera de Viena. Desde el primer
momento quedó en evidencia que la soprano hacía honor a su prestigio con una
voz espléndida, llena, admirablemente modulada con una escuela auténtica mente
operística pero de pulcro y contenido refinamiento. Cantó extraordinariamente
toda su particela sobresaliendo sobre todo en su emotiva aria del primer acto y
en el segundo. Creo que hemos escuchado a una gran cantante, de estas que uno
espera que podrán volver a nuestro teatro donde desde ahora, Rama Kabaivanska
tiene un gran número de admiradores entusiastas que la ovacionaron ayer.
Por
indisposición de Pedro Lavirgen, cantó el papel de Don Alvaro, Carlo Bergonzi,
quien hace siete años inauguró la temporada del Liceo con el mismo «rol».
Estuvo mejor que nunca, impecable de estilo, seguro de voz, arrojado en la
emisión. Fue aclamado —después de su mejor intervención al principio del tercer
acto— con el delirio que sólo provocan los grandes divos.
El
resto del reparto fue especialmente equilibrado. La mezzo Joyce Blackham (que
conocimos hace dos años en Rigoletto) acreditó un buen dominio vocal y de las
tablas en el papel de Preciosilla. El bajo Gwine Howell dio un tono de dignidad
y bella musicalidad al personaje de Padre Guardián y el barítono Nicolae Herlea
también se mostró dominadora de sus facultades en el papel de Don Carlos.
El
barítono Claudio Giombi, que actuaba por primera vez, fue aquejado de una
súbita afonía (circunstancia que fue advertida al público) y no pudimos -
juzgarlo como cantante en el agradecido papel de Fra Melltón, que como actor,
al menos, representó muy bien. Antonio Borrás completó dignamente el reparto
como Marqués de Calatrava.
Destacamos
la buena disposición del coro que prepara el maestro Bottino, y del ballet en
sus dos intervenciones coreografiadas por Magriñá.
Se
estrenaron decorados realizados por EmIlio Burgos que si no renuevan conceptos
escenográficos, dan a la presentación un aire cuidado y una vistosidad a la que
contribuye también la dirección escénica de Enrico Frigeilo. Dichos decorados
han sido realizados gracias al patrocinio de los Bancos Ibérico e ln dustrial
Fierro.
El maestro Ino Savini, que ya dirigió Rlgoletto, ha
dado en esta nueva ópera verdiana, prueba de su conocimiento del oficio y de su
capacidad para sacar rendimiento de la orquesta. Todos fueron aplaudidos, al
lado de los depositarios de las más encendidas ovaciones de la noche: Raina
Kabalvanska y Carlo Bargonzi. — XAVIER
MONTSALVATGE
GIACOMO MEYERBER
GIACOMO MEYERBER
LOS HUGONOTES (Meyerbeer) 25
noviembre 1971. Director Ino Savini, con Enrriqueta Tarres, Cristiana Eda-
Pierre, Angeles Chamorro, Justino Diaz, Manfred Schenek, Mario D ´Ana
Esta
fue mi primera vez que veía <Los Hugonotes>, realmente es para mí, de las óperas que me ha resultado
algo monótona, salen muchos personajes y la trama es algo compleja y si unimos, a la duración de la ópera llega a
ser algo cansino. La actuación vocal es muy complicada para los cantantes, y si
no hay un elenco, de gran categoría, esta ópera se diluye al paso que va uno
viendo la representación. Esta es mi primera observación que yo tuve de dicha
ópera. Por el tiempo, he encontrado unas grabaciones sacadas de YouTube he cambiando
de parecer, y cuando oí por primera vez la versión de <Los Hugonotes>
dirigida por Tulio Serafin en una grabación del año 1956, con los cantantes
Giacomo Lauri Volpi, Antonieta Pastori, Anna di Caallini, Giuseppe Tadei,
Nicola Zaccari y Giogo Tozzi, aquí cambio mi criterio sobre dicha ópera. Es
<Grand´ópera>, En el año 1838, se hizo muy famosa al difundirla en
italiano <Gli Ugonotti> recorriendo toda Europa en forma italiana,
llegando a representarse en todos los teatros operísticos miles de veces. Meyerbeer fue el modelo de muchos compositores, entre los
cuales el propio Wagner tuvo que recurrir a Meyerbeer, e incluso Verdi y varios
compositores italianos sufrieron la influencia de este compositor.
Esta
ópera requiere unas grandes voces y el tenor debe de tener una tesitura de
tenor lirico spinto, es decir una media voz lirica y a la vez con una gran
vehemencia, poseyendo unos agudos de una gran potencia y a la vez muy
timbrados. Las versiones que hay son
variadas y de todas las que yo he oído me quedo con la de Giacomo Lauri Volpi,
y con mucha diferencia del resto. Os voy aponer unos fragmentos cantando por Lauri Volpi donde nos demuestra la grandeza de su voz.
GIACOMO LAURI VOLPI
AUDIO – Los Hugonotes-
“Bianca al par di nave “1929
GIACOMO LAURI VOLPI
Seguidamente
os voy a poner un vídeo de esos que llaman “raros”, que he encontrado en
YouTube, y merece la pena tener y verlo, es un fragmento de < Los
Hugonotes>, de una actuación que se canto en la Arena de Verona en el año
1933. Aquí podréis observar la grandísima voz que poseía Giacomo Lauri Volpi.
VIDEO – Los
Hugonotes- Arena de Verona 1933- Giacomo Lauri Volpi
Para
mi gusto la mejor versión que hay de todas
las del mercado discográfico, la del año 1954, aquí tenia 62 años que canta Giacomo Lauri Volpi. Es una grabación de la RAI de Milan sienso el director Tulio Serafin con los siguientes interpretes y personajes: Antonieta Pastori (Margarita Di Valois), Giacomo Lauri Volpi (Raul Di Nangis), Giuseppe Tadei (Il Conde Di Nevers), Anna di Cavallieri (Valentina de Sanbris), Giorgio Tozzi (Il conde di San Bris),Nicola Zaccaria (Marcello) .
Os
propongo una grabación en vídeo 1990 desde el teatro Sidney Opera House con dirección de Richard Bonynge con los interpretes y personajes: Johan Suterland(Margarita de Valois), Clifford Grant (Marcel),Jhon Pringle(Conde de Nevers), Anson Austin(Raul de Mengis),Amanda Thane(Valentina), Suzanne Jhonston (Urabin) Jhon Wegner(Conde de Sanin Bris).
SIDNEY OPERA HOUSE
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
MEYERBEER
Y «LOS HUGONOTES» DESPUES
DE
CUARENTA AÑOS DE AUSENCIA
Realmente
produce extrañeza el caso de <Los Hugonotes> o de lo que podríamos llamar
teatralmente “el apogeo y hundimiento de Meyerbeer” Las óperas de Jakob Liebmann
Beer, compositor aleman, nacido en Berlín, contemporáneo y amigo de Weber admirado
(y después furiosamente repudiado) por el joven Wagner, francés de adopción con
el nombre de Giacomo
Meyerbeer
(que de poco le serviría para negar su condición racial aunque sí para heredar
una cuantiosa fortuna) se repre sentaron más de 500 veces en el Liceo. Concretamente
<Los Hugonotes> 125veces. Enorne fama mayoritaria predilección por Meyerbeer:
este fue un fenómeno conocído en la Europa romántica. El Liceo en esto estuvo a
la <page>, como lo estuvo en su radicalismo posterior, rechazando ultimamente
las óperas de este músico. <Los Hugonotes> hacía cuarenta años que no
habían presentado batalla en el Liceo. Y ahora han vualto no precisamente en tono
desafiante ni tan sólo como una reivindi cación sino para mostrar un documento
histórico musical teatral de carácter indiscutible
¿Qué
queda de bueno en estos restos del naufragio Meyerbeer? De bueno bueno, francamente
nada pero si algo aún aprove chable, bien restaurado y con ganas de hacer perdurables
viejos recuerd d un pasado, en este caso peor.
En
“Los Hugonotes” (no diremos <Las
Huguenotes> porque de francesa la ópera no tiene más que un deslucido
barniz el libreto de Eugéne Scribe no puede entrar en consideración. Se trata
del ya imaginab!e conflicto religioso-sentimental entre los calvinistas
franceses y los católicos Es pues un perfecto espécimen de la ópera de gran tinglado histórico, en la
que por lo demás la historia está tan adulterada que apenas sería reconocible
por un erudito en la materia.
Pero
es igual. Sobre este, amasijo de situaciones arbitrarias Meyerbeer escribió una
partitura funcional, de acuerdo con las peculiaridades del tema. Una partitura
con algún momento de cierta entidad, como pueda ser la escena de la bendición
de los puñales (sic) que Wagner no vaciló en calificar como uno de los puntos
culminantes de la música dramática (aunque después se arrepintiera de haberlo
dicho), o el cuarto acto con sus tensiones y dúo final entre la católica Valentina
(en la función de ayer representada por Enriqueta Tarrés) hija del conde Saini
Erice (el bajo Manfred Schenk). y el noble calvinista Raúl de Nargis (el tenor Angelo
Lo Forese).
Por
lo demás la obra es un enorme caparazón vacío y acartonado dentro del cual hay
muestras de todo: lances en forma de recitales interminables arias y
concertantes, coros ornamentales, baile zingaro en el tercer acto, entradas y
salidas de comparsería y mucha cosa más con abundantes episodios de una endeblez
y una ramplonería totales, con algun otro de un melodismo justo digerible pero
no lo suficiente para evitar que la obra se haga interminable (a Pesar de que
parece se ha recortado prácticamene en un acto).
<Los
Hugonotes) sin embargo, debian exumarse como muestra típica dc los gustos de
una época. Desde luego, ahora nos ha
parecido
un cadáver que ha hecho una aparición fantasmal en nuestro escenario, y no llega
a tener este extraño y liviano fulgor que hallamos por ejemplo, en Donizetti;
concretamente en su deliciosa <Lucia de Lammermoor> que se estrenó un año
antes
(1835)
que la de Meyerbeer, o <L’elisir
d’amore> que le precedió en cuatro años.
Pero
también es preciso reconocer que orquestalmente <Los Hugonotes> es una
partitura, en este concreto aspecto, decidida mente superior a la «inmensa
guitarra» que es la orquesta donizettiana. Puede hablarse incluso de auténtica
pulcritud en el trato orquestal que da el compositor a cada página y hasta de
una cierta intención descriptiva de la supuesta interioridad anímica de cada
personaje. No todo es paja pues, pero la paja forma un inmenso envoltorio de lo
auténtico de la pieza que si, si no ínfimo, tan pequeño que a menudo escapa a nuestra
tención.
Me
he extendido en el comentarlo de la obra porque la reposición creo merecía ser
atendida con detalle, aunque ahóra foerzosamente deberé ceñirme en el
comentario concreto de la puesta en escena que ha sido correcta, como si se
tratara de rea vivar la escenografía original de la época de Meyerbeer
El
reparto lo presidió nuestra cantante internaciona Enriqueta Tarrés, que ha
vuelto con su voz caudalosa sus agudos rotundos, frescos y penetrantes y
también con una cierta dureza en la emisión que es posible se deba a que el
personaje de «Valentine» no es el exactamente apropiado a ella. Lo decimos
porque esta característica no se la notamos la temporada pasada, en su sensacional,
<Elektra>.
Otras
dos voces femeninas han destacado: la de la soprano Christiane Eda-Pierre, no muy
potente pero musical y bien modulada, y la de Angeles Chamorro. que aun
interviniendo en una sola aria del primer acto, ha dado señal de su magnífica
forma y estilo vocal que podremos admirar en otra ocasión mejor puesto que va a
ser ella quien cantará en el papel de Susana de «Las Rodas de Figaro»» hacia el
final de la temporada.
Bernabé
Marti, por quien se aplazo la fecha de estos «Hugonotes”, continúa enfermo y
debió ser substituido por Angelo Lo Forese, un tenor de voz fina pero valiente en
los agudos. Mucho más nos interesó la participación de los bajos Justino Díaz
excelente en la dicción, y Manfred
Schenk completando el reparto de primeros papeles el barítono Mario D’Ana. Intervino el coro reqular en su participación.
Todo
junto, pero marchó un poco vacilante y morosamente tendiendo a que la que la función
resultara más bien monótona En este clima bastante gris, resaltó el ballet del
tercer actó muy vistoso, interpretado con garbo y apropiada coreografía.
El
maestro Ino Savini, que ha dirigido todas las funciones de esta temporada hasta
ahora, obtuvo de la orquesta buenos resul tados, pero no lleqó a imprimir un
ritmo algo estimulante a la répresentación que fue discretamente aplaudida en
general. XAVIER
MONTSALVATGE.
GAETANO DONIZETTI
ANA BOLENA (Donizetti) 26
noviembre 1971. Director Anton Guadagno, con Vasso Papantoniou, Bianca Berini,
Maurizio Mazzieri, Beniamino Prior, Enid Hartel
Mi
primera vez que veo representar la ópera <Anna Bolena>, como casi en
todas sus óperas, sus rasgos románticos comienzan a acentuarse donde empiezan a
crear sus heroínas que constituyen el hilo conductor de toda su carrera comenzando con esta Anna
Bolena y seguido de Lucrecia Borgia, María
Stuarda y Luccia di Mammermoor, también hay muchas otras como Roberto Devereux
(la Reggina Elisabetta) o Caterina Cornaro. Normalmente los tenores que impone
Donizetti suelen tener una tesitura de tenor lírico y a la vez heroico, que ya
va atisbando algunos aspectos de tenor Verdiano.
La
sorpresa de la noche nos la llevamos todos los aficionados que estábamos, con
la soprano griega Vaso Papantoniou, nadie la conocía y ni habíamos oído hablar
de ella. Posee una voz con una gran
personalidad, su timbre modulado sabe dosificar su voz, se nota que
tiene una gran escuela, una gran sensibilidad expresiva, tensión dramática y
una gran prestancia escénica. En fin una voz que te quedas con las ganas de
oírla más veces, y eso fue lo que hice, asistí a sus tres representaciones y
quede satisfecho de haber oído a una gran voz. Por los años que han pasado, el
olvido se ha ahondado en mi memoria y el recuerdo me ha venido al repasar mi “Diario”,
para confeccionar esta temporada 1971-72, cuando he leído el resumen de la Anna
Bolena y he visto lo escrito por mí en aquellos años. Hoy en día he visto pocas
grabaciones de esta cantante griega, en YouTube. De la ópera Anna Bolena no
tiene nada grabado en condiciones, pues
hay una grabación precisamente de la misma noche que yo la vi que
dicha grabación tiene un silbido de
fondo que no me he atrevido a ponerlo, por lo tanto os voy a poner unos
fragmentos de <Lucrezia Borgia> para que podáis contrastar la voz que a
mí, en aquellos años quedé cautivado. Os
hago una pequeña observación y no se si estaré acertado pero a mi parecer esta
soprano tiene un pequeño aire a Maria Callas.
La
mezzosoprano Bianca Berini, como siempre luciendo su grandísima voz y su
actuación en el rol (Giovanna Seymur). El tenor Beniamino Prior, era la primera
vez que le vi actuar y no me defraudo, para este personaje estaba anunciado el
tenor catalán Bernabé Martí, pero debido a una indisposición no pudo actuar. En
el rol de (Enrico VIII), el bajo Mauricio Mazzieri cumplió muy sobradamente.
Para
ser la primera vez esta ópera me causo una muy buena impresión, Donizeti es
mucho Donizeti.
Os voy a proponer unos fragmentos que he podido encontrar por YouTube de la actuación de la soprano Vasso Papantoniou y vosotros mismos opinareis de mis comenarios sobre esta cantante.
AUDIO Anna Bolena Liceo 1971. Vasso Papantoniou
AUDIO Anna Bolena Liceo 1971- V.Papantoniou"Come,inocente"
AUDIO Anna Bolena Liceo 1971 V. Papantoniou "A dolce...Copiaa iniqua"
Os voy a proponer unos fragmentos que he podido encontrar por YouTube de la actuación de la soprano Vasso Papantoniou y vosotros mismos opinareis de mis comenarios sobre esta cantante.
Ahora
os voy a proponer la ópera completa de Anna Bolena en una grabación en vivo
desde Saatsoper de Viena representada en 2011, siendo director Evelino Pido con los interpretes y personajes siguientes:Anna Netrebko(Anna Bolena),Elina Garança (Giovanna di Seymour), Elisabeth Kulinan – Ildebrando D´Arcangelo,
Francesco Meli, Dnpaul Dumitresco
STAATSOPER DE VIENA
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
La
frágil y dramática Ana Bolena de Donizetti, no podía faltar en las funciones
conmemorativas de esta temporada porque, como es sabido, fue la primera ópera
presentada en el gran teatro al inaugurarse hace 125 años, y volvió a ser
exhumada cuando en 1947 se conmemoró el centenario de nuestro primer escenario
operístico.
La
reposición ha tenido, pues, un lógico interés histórico aunque musical y
teatralmente no haya aportado mayores sorpresas. Aparte de conocer algunas
arias de Anna Bolena en interpretaciones discográficas, esta música
escuchándola ahora parece que la hemos estado oyendo en otras óperas de
Donizetti. La formula es exactamente la misma. No podía ser de otra manera para
explicar el prodigio de un compositor que en el
transcurso
de 25 años escribió más de 70 óperas, a razón, casi, de tres cada temporada, lo
que le obligó a veces pergeñar una partitura en quince días.
Recitativos,
arias, concertantes y coro perfectamente y ágil mente estereotipados, esto es Anna
Bolena, donde si bien hay una frescura melódica < automática> pero
ciertamente personal del estilo donizettiano y una hábil sucesión de contrastes
en la dinámica dramática, no hay en cambio el punto de singularidad inventiva
que aparecería (dos años después de Anna
Bolena) en L’elisir d’amore, en 1835 en
la decididamente seductora «Lucia de Lammermoor>), para llegar al definitivo
y último <capo lavoro> del músico de Bérgamo, la pequeña maravilla que es
el <Don Páscuale> (aprovechamos la cita para insistir en lo dicho otras
veces: ¿Por qué se tarda tanto en reponer este deliciosamente epigramático
«Don Páscuale». en el Liceo?).
«Ana
Bolena», escogida para esta temporada por implicaciones de tipo conmemorativo,
corría el peligro de ser víctima de un reparto convencional, de trámite. No ha
sido así y por dicha razón hay que felicitar a la empresa del Liceo. Por no
haber abandonado la obra a un total adocena miento interpretativo.
Las
representaciones han dado lugar a que se presentara una cantante valiosa como
la soprano griega Vasso Papantoniou. Al hacer referencia a ella, tal vez no se
puede hablar del descubrimiento de una gran voz, pero sí de una personalidad musical muy completa que, desde luego se manifiesta
con las posibilidades de un timbre modulado y dosificado con excelente escuela,
pero que se impone definitivamente por unas cualidades de sensibilidad
expresiva, tensión dramática y prestancia escénica que son las que perfilan las
excelencias de esta soprano que actuó en el rol protagonista con una acogida
por parte del público,
al principio reticente pero en la función del domingo, calurosamente favorable.
Al
lado de esta artista, lo más destaca ble fue la participación de la mezzo Bianca
Berini (Giovanna Seymour), que no sorprendió, pues dicha cantante fue en temporadas
pasadas aplaudida en nuestro teatro, volviendo ahora a merecer la aprobación de
la asistencia por su dominio de todos los recursos exigibles a una cantante de
su cuerda; amplitud de registro, volumen vocal y seguridad como actriz.
En
el capítulo de debuts había el del tenor
Beniamino Prior (Riccardo Percy) un artista algo irregular pero con una
entonación de buen ímpetu con la que suple la regular densidad de su voz. El
bajo Maurizio Mazzieri (Enrico VIII) es un notable artista y sus facultades
vocales expresivas fueron apreciadas por todos, circunstancia que tiene su
significación, pues en el Liceo últimamente y también pensando en temporadas
pasadas) la tesitura de bajo ha encontrado excelentes servidores y muchos somos
los que no podemos estar de recordarlos.
La
obra se completa con la participación de Enid Hartle y José Ruiz en papeles
circunstanciales, el coro preparado con voluntad por el maestro Bottino, y una
puesta en escena digna y de acuerdo con la especial estética de la obra.
Dirigió
por primera vez esta temporada, el maestro Carlo Felice Cillario, familiar en
el podio de la orquesta liceísta donde su labor es siempre eficaz. En Cillario
encontramos invariablemente el artista sensible, cuidadoso, sabedor del oficio y
la manera de obtener lo mejor de la orquesta y su sincronización con el escenario,
lograda plenamente en esta ópera. El sinfonismo de Donizetti es bien poca cosa
pero es un buen hijo de Ariadna para las voces, y Carlo Felice Cillario ha
sabido una vez mas hacerlo suave aunque sólido conductor de los cantantes para
lograr un espectaculo de plausible dignidad musical y escénica. XAVIER MONTSALVATGE
PIETRO MASCAGNI
CAVALLERIA RUSTICANA (Mascagni)- 8 diciembre 1971. Director
Anton Guadagno – Evelio Esteve –M. Stojanovic – J. Umaran – Miltred Tiree
Otra
gran noche en este teatro del Liceo. Cavalleria, la cantaron bien, los
cantantes no eran de gran talla pero supieron solventar sus roles con sapiencia
y entrega. No he encontrado nada de esta
Cavalleria por estos cantantes. Para que os podáis recrea un poco de esta
partitura tan genial del maestro Mascagni os voy a proponer la versión completa en audio cantados por Jussi Bjorlin, Renata Tebaldi, Ettore Barianini, con dirección del
maestro Roberto Erede, con la orquesta y coro del Maggio Musicale Fiorentino,
en una grabación de 1957.
Renata
Tebaldi, en un momento interesante de su carrera, muestra una Santuzza con un buen temperamento y una voz bellisima.
Jussi Björling es sin lugar a dudas uno de los mejores Turiddu de todas
las disco grafías emitidas. A Ettore Bastianini, el papel de Alfio no le plantea
ningún problema y resulta casi un lujo en el reparto. Orquesta y Coro del Maggio Musicale Fiorentino siendo director Alberto Erede y con los interpretes y personajes: Renata Tebaldi (Santuza), Jussi Bjorling (Turidu), Ettore Batianini (Alfio), Lucia Dani (Lola).
RENATA TEBALI JUSSI BJORLING
Ahora
os voy a proponer en vídeo, tipo Film, de una Cavalleria, realizada en el año 1956, siendo dirigida por Arturo Basile, con
la orquesta y coro de la RAI con un reparto cantado por aquellos años por cantantes que podíamos llamarles de "segunda fila".
VIDEO CAVALLERIA R.Rai- 1956-Basile Gavazzi- Ortica-Valdengo
CAVALLERIA RUSTICANA
No me resisto a poneros un versión histórica grabada en el año 1940 donde el autor de esta ópera alza la batuta y dirige personalmente su creación de Cavalleria Rusticana. En el comienzo de la grabación dirige unas palabras de presentación. Pietro Mascagni dirige a la Orquesta y Coro del Teatro alla Scala de Milan con los siguientes interpretes y personajes: Lina Bruna Rasa(Santuza), Beniamino Gigli (Turiddu),Gino Bechi (Alfio),Giuletta Simionato(Lucia)
AUDIO CAVALLERIA- 1940- Mascagni- Gigli-Rasa- Bechi- Simionato
TEATRO ÓPERA DE TOKIO
Virginia Zeani Placido Domingo
AUDIO -Manon Lescaut Virginia
Zeani- “In quelle trine morbide”
AUDIO - Manon Lescaut V.
Zeani – P. Domingo – “Sola perduta”
Seguidamente os voy a poner el dúo " Tu, tu, amore tu" , primeramente de una actuación en directo desde el Metropolitan de New York 1980 con dirección de James Levine y de Renata Scotto con Placido Domingo
VIDEEO- Manon Lescaut- Met- 1980- Levine- R,Scotto- P. Domingo "Tu, tu amore"
Y seguidamente de un concierto con la orquesta Sinfónica de Boston dirigida por Andris Nelson (marido de Ktistina Opolais) con el mismo dúo "Tu, tu amore"
VIDEO -Manon Lescaut- J.Kauman- C. Opalais "Tu, tu amore tu"
Y ahora gracias a YouTube os voy a pone la grabación en audio,completa de Manon Lescaut celebrada en diciembre de 1971 con la Orquesta y Coro del Gran Teatro del Liceo estando dirigida por Anton Guadagno y con los interpretes y personajes siguientes: Virginia Zeani (Manon Lescaut), Plácido Domingo (Des Grieux), Attilio D´Orazi (Lescaut), Diego Monjó (Geronte), José Manzaneda (Edmondo),Jose Ruiz (Maesstro de baile), Rafael Campó (Comandante de Marina).
GRAN TEATRO DEL LICEO
AUDIO MANON LESCAUT- Liceo 1971-Guadagno- Zeani- Domingo
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
VIDEO CAVALLERIA R.Rai- 1956-Basile Gavazzi- Ortica-Valdengo
CAVALLERIA RUSTICANA
No me resisto a poneros un versión histórica grabada en el año 1940 donde el autor de esta ópera alza la batuta y dirige personalmente su creación de Cavalleria Rusticana. En el comienzo de la grabación dirige unas palabras de presentación. Pietro Mascagni dirige a la Orquesta y Coro del Teatro alla Scala de Milan con los siguientes interpretes y personajes: Lina Bruna Rasa(Santuza), Beniamino Gigli (Turiddu),Gino Bechi (Alfio),Giuletta Simionato(Lucia)
AUDIO CAVALLERIA- 1940- Mascagni- Gigli-Rasa- Bechi- Simionato
I PAGLIACCI (Leoncavallo) 8
diciembre 1971. Director Anton Guadagno, con Pedro Lavirgen, Serril Milnes,
Nanccy Stokes, Jose Manzaneda.
I
Pagliacci que se canto esa noche en el Liceo fue realmente excepcional, con un
Lavirgen esplendoroso con su habitual vehemencia que contagia al público. El
triunfador de la velada fue el barítono americano Serril Milnes, estuvo
portentoso y con una teatralidad esplendorosa, hay que agradecerle su gran
profesionalidad. Por eso, me explico, los
éxitos que tiene en el “Met”, es un cantante fijo en las temporadas
Neoyorkinas. Otra noche de grandes sensaciones. Recuerdo de la temporada
1965-66, que actuaron Pedro Lavirgen y Aldo Protti, que estuvieron fantásticos.
En la versión que nos ofreció Serril Milnes y Lavirgen, aun estos ensalzaron
más la música de Ruggero Leoncavallo.
Os
voy a ofrecer una pequeña pincelada de estas dos voces tan portentosas.
PEDRO LAVIRGE SERRIL MILNES
AUDIO - I Pagliacci – Sherril Milnes “si puo “
Seguidamente
os voy a poner de una representación que se efectuó en la Opera deTokio en 1961 cantando Mario del Monaco, esta grabación en video la tengo como excepcional. NHK Simphony Orchestra con la dirección de Giuseppe Morelli y con los siguientes interpretes y pesonajes: Mario Del Monaco (Canio), Gabriella Tucci (Nedda), Aldo Protti (Tonio).
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
CAVALLERIA RUSTICANA Y I PAGLIACCI
El
barítono Sherrill Mimes, una figura estelar para «I Pagliacci». Un reparto
equilibrado para <Cavalleria rusticana>.
Ya
tenemos otra vez en la escena del Liceo al famoso binomio <Cavalleria-I
Pagliacci>para dar constancia del efímero fulgor “verista”, canto del cisne
de la ópera italiana decimonónica que iniciarían esporádicamente los dos
autores de estas obras: Pietro Mascagni y Ruuggiero Leoncavallo. Ambos fueron
músicos con una visión del teatro (la visión que podía tener un operista
italiano a fines de siglo), estrenaron ambas piezas (las primeras de su
producción) con dos años de diferencia (1890.92) y alcanzaron la fama rapidísimamente
perdiendo gas con igual velocidad. «Cavalleria Rusticana» poco después de su
primera representación llegó a estar en los carteles de cincuenta teatros
italianos a la vez. Por la inercia de este triunfo, Mascagni tuvo alguna suerte
con su siguiente producción <L’amico Fritz> pero ninguna de sus otras
once óperas se ha salvado del olvido. <I Pagliacci> fue un triunfo para
Leoncavallo pero más efímero aún. Poco se ha vuelto a saber de sus otras ocho
óperas si exceptuamos alguna exhumación esporádica de <La Bohéme>
(hundida por su homónima de Puccini que se había dado a conocer un año antes de
aquel estreno) y de <Zazá>
Pese
a todo, en el mundo de los aficionados al teatro lírico ambas óperas son aún
ahora verdaderamente populares. ¿Quién no conoce de la primera, al menos el
Intermezzo orquestal (que si más no, figura en el repertorio de todas las
orquestinas de balneario y de brasserie) el preludio y siciliana «O Lola» del tenor, el dúo <No,
no, Turiddu> o el <Addío alla madre> también del tenor? Y de los Payasos; ¿Alguien habría
que no supiera tatarear el <Si puo, sígnore> del Prólogo, la Canción del
Pájaro de Nedda, el <Ridi, pagliacci> o la Serenata de Arlequín a
Colombina?
Esto
es lo que asegura la permanencia de <Cavalleria> y «Pagliaccí» en los escenarios
porque sus otros méritos no son definitivos, aceptando de todas maneras que en
los dos actos de <Los Payasos< la fluidez melódica está hábilmente puesta
en función de melodrama ismo reconcentrado en el libreto del propio Leoncavallo
y que los contrastes y la teatralidad de la acción estén subrayados con trazos
decididos y <veristas>, como debe ser.
Esto
es también lo qué justifica que el Liceo, después de seis temporadas de
prescindir de estas dos óperas, las haya vuelto á colocar en repertorio ahora.
<Cavalleria
Rusticana> fue presentada en la función de ayer un cuarteto de cantantes
nuevos. El debut liceístico del tenor Evelio Esteve fue favorable para la
elevación del prestigio de este artista que ha cantado mucha zarzuela evitando
en parte los vicios vocales que aquel género provoca en aquellos que lo
cultivan. En el papel de Turiddu estuvo valiente entonando con desenvoltura
vocal todas sus intervenciones, sobre todo la primera y la última de la obra
que la valieron un éxito de aplausos. Le falta únicamente a Evelio Esteve
lograr una dicción algo más operística, con lo que podremos considerarlo un
valor excelente por encima del teatro musical menor.
La
soprano yugoslava Milka Stojanovic que también cantaba por primera vez en el
Liceo produjo buena impresión por el volumen de su voz y la voluntad dramática de su
temperamento que se manifestó en el papel de Santuzza que obliga a dúos consecutivos con (Turiddu y Alfio) a los
que dio una intensa elocuencia.
El
barítono chileno Joaquín Umaran manifestó
una notable calidad de escuela, igual que la joven mezzo norteamericana Mlltred
Tyree en el rol de Lola, completando el reparto Enid Hartle (Lucía) que ya
conocimos en anteriores funciones.
Con
todo y a decir verdad, el mejor relieve lo consiguió el coro, al que se añadió
el <Orfeón Atlántida> que dirige el maestro
Coll.
El conjunto, numeroso, cantó con escasa movilidad escénica, pero con justa
afinación y rica polifonía. Fue —cosa rara— aplaudida, como lo fue la orquesta
que hizo una positiva labor dirigida por el maestro Antón Guadagno.
El
reparto de <Pagliacci> ha sido particularmente afortunado tanto por la
presencia del tenor Pedro Lavirgen como protagonista como por la participación
especial del barítono Sherill Milness que cantó el famoso Prólogo y encarno el
personaje de Tonio. Pedro Lavirgen obtuvo uno de sus grandes éxitos, muy
merecido porque ofrece lo máximo de sus facultades cantando con perfecta identificación
y una gran vehemencia lírica el papel de Canio, al que da al final la
suficiente proyección dramática Reconocemos y aplaudimos en Lavirgen un gran
cantante, pero en la función de ayer, a nuestro juicio la figura estelar fue la
del barítono americano Sherrill Milnes. Este magnífico artista cuando hace dos
años se dio a conocer en el Liceo como protagonista de <El barbero de
Sevilla> celebramos su aparición como sensacional. Ahora ratificamos aquella
afirmación. En el papel de Tonio (al que corresponde la interpretación del
«clon» do la obra, el Prólogo) se ha vuelto a manifestar en posesión de una voz
excelente, pero sobre todo como un artista actor-cantante de la más alta categoría.
Ha hecho del personaje una auténtica creación personal, vive, vibrante, de un
realismo insuperable
La
soprano Nancy Stokes que la conocíamos como Musetta en <La Bohéme> es una
cantante con muchas posibilidades y capacidad de adaptación a un papel como el
de Nedda que tradujo muy bien. El barítono Vicente Sardinero cantó de forma
irreprochable la parte de Silvio y José Manzaneda la de Beppe, al arlequín.
También aquí el coro actuó y cantó satisfactoriamente y la orquesta respondió
con eficacia superior a lo corriente al mandato de la batuta de Antón Guadagno.
Una breve intervención del ballet, dio movilidad acertada a una de las escenas.
La
presentación de las dos obras no ofrece novedades dignas de mención y la dirección
escénica no pasa da correcta. El público se volcó en ovaciones para el tenor
Lavirgen y parte del entusiasmo lo produjo también Sherrill Milnes que,
repetimos lo consideramos uno de los artistas mejores que en las últimas
temporadas han pasado por el Liceo. — X. MONTSALVATGE
I PURITANI (Bellini) Sabado 11 de
diciembre 1971. Director Renato Sabioni, con Cristina Deutekom, Luciano Saldari,
Vicente Sardinero, Carlo Micalucci.
Esta
era la segunda vez que veía esta bellísima ópera de <I Puritani>, pasados
los años, es de las operas de Bellini que me han dejado un gran impacto, quizás
sea porque he tenido la suerte de haberla visto por dos creadoras de una gran
categoría como son Jooan Sutherland en la temporada 1960-61, cuando ella estaba
en todo su apogeo, y a Cristina Deutekon en esta temporada de 1971-72, otra
gran intérprete de esta preciosa opera de Bellini, y con los acompañamiento de
(Arturo) con Giaanni Iaia, acompañando a la mítica Joan Sutherland y Luciano
Saldari con Deutekom. Como veréis dos versiones antológicas. Hay otras
versiones de La Callas y Giuseppe Di Stefano y de Alfredo Kraus que también
podemos decir que son antológicas.
La
versión que vi esa noche, en el Liceo, la pareja compuesta por la soprano Deutekom y el tenor
Saldari fue extraordinaria, los dos estaban
en sus momentos álgidos y les salió un <I Puritani> de lo que llamamos de “época”.
Os
voy a poner unas grabaciones de esta pareja y sentiréis que no os exagero nada.
El
aria “a Te ocara”, el tenor Luciano
Saldari está acompañado por la soprano Gianna D´Angelo
AUDIO- I Puritani –
Cristina Deutekom- “O vieni al tempio”
AUDIO- I Puritani – Cristina Deutekom – “Qui la voce sua
soave”
Y finalmente veremos
a Gianna D´Angelo y al tenor Luciano Saldari en el final “Credease misera”
VIDEO -I Puritani – G. D´Angelo- L. Saldari- “Credease mi
sera”
Y
como colo fon a estos <I puritani>
os voy a proponer una grabación en video que se realizo el año 2016 en el Teatro Real de Madrid con un reparto muy sugestivo y digno de tener en vuestra discoteca.Orquesta y coro del Teatro Real con la dirección de Evelino Pido y con los interpretes y personajes: Dianna Damrau (Lady Elvira), Javier Camerana (Lord Arturo Talbot), Ludovic Tezier.
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
AYER NOCHE EN EL GRAN
TEATRO DEL LICEO
<I PURITANI>
Después
de once años de no aparecer en la escena del Liceo, ya le tocaba a Los <Puritanos>
volver a ella por méritos propios y hasta en honor a su popularidad pues al
menos a través del disco, todo el mundo conoce las arias principales de esta
obra que forma con <La Sonámbula> y Norma, la trilogía más representativa
del genio menor —aunque genio al fin— de Vincenzo Bellini.
Fueron
<I Puritani di Scosia> el canto del cisne del compositor de Catania
puesto que unos meses después del estreno de su última ópera murió, habiendo
conocido el triunfo de ésta y de todo el resto de su producción. Con Bellini
murió también la pureza expresiva en la ópera, la ternura en la melodía y la
gracia simple y limpia en la orquesta que se vulgarizó muy rápidamente hasta
llegar a la reacción de Verdi en las postrimerías del siglo romántico.
En
<I Puriani> hay síntomas de esta decadencia. Al lado de arias y
concertantes de una fragancia exquisita —melodías en las que parece intuirse el
eco de la inspiración de Chopin— encontramos otros fragmentos que nos hacen
sonreír por su endeblez y un formulismo que sólo por milagro escapa a la
vulgaridad. Pero como hemos dicho repetidamente, la ópera italiana de <puro
bel-canto> hay que admitirla en su propia limitación y entonces no dejará en
muchos momentos de seducirnos. Hay que estar dispuesto a ello y escuchar los
buenos momentos de< l Puritani> que no son pocos. Esta es la actitud que
tomamos ayer para aceptar y aplaudir la melodía belliniana sin
condicionamientos inútiles. Y en premio de ello pasamos un
buen
rato dejándonos arrastrar por la música a través de las voces cantantes
escogidas para dar constancia de las bellezas que encierra la partitura.
Aplaudimos
en el reparto, en primer lugar a la soprano Cristina Deutekom encarnando el
personaje protagonista femenino. En diversas ocasiones (la última temporada en
<Lucía Lammermoor> esta relevante artista ha dado pruebas de sus
facultades que ahora ha puesto nuevamente a prueba sin un fallo, una vacilación
o un desfase en la colocación de su voz que acredite una excelente escuela.
Cristina Deutekom acaso parezca expresivamente algo estereotipada, pero resultó
admirable escucharle estos agudos tan bien resueltos y particularmente en la
escena de la locura alcanzó acentos de verdadera emotividad, con un dominio
total de su registro.
El
tenor Luciano Saldari (lord Arturo) también era conocido y se distinguió por la
resolución en atacar las peores aristas de su particela con clara y potente
voz, acaso un poco brusca en la dicción (lo que hizo que al principio no
convenciera unánime mente al público.
Vicente
Sardinero (sir Ricardo) se impuso tanto por sus dotes de cantante como por su
sensibilidad de músico. Sardinero es un barítono que siempre está en su lugar y
esta vez interpretó su papel con la nobleza en él característica. Algo
semejante podríamos decir del bajo Carlos Micalucci, que se presentaba en el
papel de Sir Giorgio: es un buen artista, cantante irreprochable y conocedor de las tablas.
En
el reparto se distinguió también el bajo Eduardo Soto (Lord Gualtiero) muy
justo en su papel como cantante y actor,
Rosa
Marie Ysas (Enriqueta de Francia y José María Cabellud (Sir Bruno). En lo demás
no encontramos novedades Rosa María Isas (Enriqueta de Francia) y ni nada de
desentonarse: el Coro cantó bien disciplinado en sus múltiples intervenciones
que demostró haber preparado bien bajo la dirección del maestro Bottino. El
ballet ambientó un momento de la acción y la dirección escénica estuvo bien
cuidada bajo la responsabilidad del regista Diego Monjo.
Los
aplausos fueron para todos, naturalmente, polarizados hacia los cantantes
protagonistas y especialmente entusiastas después de las arias y concertantes
donde Bellini acumuló más notas, más agudos peligrosos, estos agudos famosos
que hacen de < I Puritani> una ópera temida por los cantantes, pero también estimada por el lucimiento que
con ella pueden alcanzar.- X. MONTSALVATGE
GIACOMO PUCCINI
MANON LESCAUT
18 diciembre 1971- Director Anton Guadagno,
con Placido Domingo, Virginia Zeani, Attilio D´Orazi, Diego Monjo.
¡¡Vaya,
vaya, vaya!! Con la Manon Lescaut, cuando la vi por primera vez cantada por Monserrat Caballe y Bernabé Martí, creía
que ya no se iba a superar aquella actuación… Imaginaros ¡¡que interpretación
hicieron Virginia Zeani y Placido Domingo!! Por los años y son años, creo que
el rol del caballero <Des Grieux> que interpreta Placido Domingo, no ha
habido ningún tenor que alcance la cota tan alta de este personaje pucciniano.
Hay grabaciones en vivo de Placido,
todas ellas muy buenas, tengo metidas en mis retina la actuación del Liceo de
Barcelona y la única que se aproxima, es la grabación en vivo, realizada en el Covent Garden de Londres, con Kiri Te Kanagua.
La soprano Virginia Zeani hizo una interpretación francamente estelar, teniendo
una armonía con Placido que les salió redondo esa noche. Puccini es mucho
Puccini, su música posee una gran
armonía, con una orquestación, un lirismo y dramatismo que el espectador queda
imbuido en todas sus notas, es una gozada de ópera, y cuanto más la veo más me
gusta y encima cantado por estas grandiosas voces, se queda uno anonadado, y
claro cuando ves alguna representación que no canta Placido Domingo, da la
sensación que falta algo y ese algo es la personalidad que Placido le da al
personaje del caballero “Des Grieux”
Otra
noche antológica, recuerdo que los aficionados del Liceo quedaron asombrados de
la voz que tenia Placido Domingo, pensad que en aquel año tenía solamente 28
años. Amigos para saber cómo es la voz
de un cantante, hay que verlo en un teatro, Placido Domingo, posee una voz esplendorosa, llena el
teatro y su timbre algo abaritonado retumba en las paredes de la sala, y encima
tiene una presencia escénica espectacular. Recuerdo los comentarios del
aficionado que nunca habían oído una voz tan grandiosa. En fin, no nos equivocamos,
a lo largo de los años nos ha demostrado que ha sido una de las voces más
grande de la historia de la ópera, y bajo mi criterio personal doy fe de ello.
Cuidado, su voz estuvo muy bien protegida por su inteligencia, de abordar los
roles adecuados y es por, su técnica de
impostación y su sapiencia, ha tenido
una carrera muy longeva. Entiendo que su carrera de tenor, tenor, ha sido hasta
los años 2000, a partir de ahí ha ido evolucionando su voz y cambiando de
roles, con una gran inteligencia y todo ello es porque ha sabido conocer a
fondo su voz. Ultima mente está cambiando de tesitura y personalmente en su voz
de barítono yo lo encuentro algo desfasado, quizás sea por la costumbre que
tengo de oír los roles verdaderos de barítono, y es por ello que no me amoldo a
su voz.
Hoy
en esta ópera de Puccini, la Manon Lescaut, voy a hacer una excepción.
Primeramente os voy a poner de la misma interpretación que vi el 18 de
diciembre de 1971, unos fragmentos que
he podido localizar en YouTube, es una grabación pirata y por lo tanto el
sonido no es el que desearíamos pero de todas formas podréis saborear lo mismo
que yo sentí en esa sensacional noche.
Virginia Zeani Placido Domingo
Seguidamente os voy a poner el dúo " Tu, tu, amore tu" , primeramente de una actuación en directo desde el Metropolitan de New York 1980 con dirección de James Levine y de Renata Scotto con Placido Domingo
Y seguidamente de un concierto con la orquesta Sinfónica de Boston dirigida por Andris Nelson (marido de Ktistina Opolais) con el mismo dúo "Tu, tu amore"
VIDEO -Manon Lescaut- J.Kauman- C. Opalais "Tu, tu amore tu"
Y ahora gracias a YouTube os voy a pone la grabación en audio,completa de Manon Lescaut celebrada en diciembre de 1971 con la Orquesta y Coro del Gran Teatro del Liceo estando dirigida por Anton Guadagno y con los interpretes y personajes siguientes: Virginia Zeani (Manon Lescaut), Plácido Domingo (Des Grieux), Attilio D´Orazi (Lescaut), Diego Monjó (Geronte), José Manzaneda (Edmondo),Jose Ruiz (Maesstro de baile), Rafael Campó (Comandante de Marina).
GRAN TEATRO DEL LICEO
AUDIO MANON LESCAUT- Liceo 1971-Guadagno- Zeani- Domingo
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Plácido
Domingo, sensacional «Des Grieux» en la «Manon Lescaut», de Puccini, que tuvo a
Virginia Zeani por brillante protagonista femenina.
Después
del inaugural «Rigoletto» de Mac NeiI-Bergorzi, hace cinco semanas, en el Liceo
no se había vuelto a producir la atmósfera de expectación que flotaba ayer en
la sala a propósito de la «Manon Lescaut» con dos protagonistas de bandera; el
tenor Plácido Domingo y la soprano Vrginia Zeani. La Zeani no había cantado
aquí desde hacía cuatro temporadas pero nadie la había
olvidado. Todos nos acordábamos de su última Bohéme con Aragall, de la intensa
carga emotiva que la artista pone en la interpretación do la melodía pucciniana
y de sus relevantes facultades físicas que anoche volvieron a brillar en el
escenario encarnando a la heroína imaginada por el abate Prevost, más o menos simplificada
y sometida a las exigencias escénicas por el libretista, en realidad, el propio
Puccini.
Plácido
Domingo, madrileño de nacimiento, residente en Méjico donde comenzó su carrera a la sombra do sus padres,
distinguidos artistas de zarzuela, había cantado ya en el Liceo. Nada menos que
en tres óperas en un acto, las que fueron estrenadas en 1961 como muestra el
nuevo arte operístico mejicano; «La mulata de Córdoba» de José Moncayo,
«Carlota» de Luis Sandi y «Severino» de Salvador Moreno. ¿Quién se acordaba de
aquel pro-debut en el que el tenor —que contaba entonces 25 años— pasó
totalmente desapercibido?
Pero
estamos hablando de la prehistoria del artista. De la realidad actual ya
teníamos noticias. Aparte de saber que Plácido Domingo es, desde hace cinco
años cabeza de cartel en los primeros teatros de América y Europa (desde que
fue escogido para inaugurar como protagonista do «Don Rodrigo» de Ginastera el
Teatro del Estado de Nueva York en el Lincoln Center) nos habló de él en forma
inequívoca Montserrat Caballé precisamente en su camerino del aludido teatro
new-yorquino continuador del viejo Metropolitan; «Placido Domingo; . . .éste sí
que está en la auténtica cumbre, que es ahora grande entre los grandes...!»
Y
es verdad, como pudimos comprobarlo ayer. Plácido Domingo además de un tenor
lírico lleno de vigor, con una voz sensacional en cuanto a volumen, extensión y
sobre todo calidad expresiva —dúctil, rica en matices, máximamente emotiva en
el timbre— es un artista de un profesionalismo que rarísimamente encontramos
entre los cantantes, de los tenores concretamente. Lo opuesto a la imagen
estereotipada del cantante «en bruto», instintivo, genial a veces, pero primario y con una formación
artística elemental, o inexistente. Es cierto que ya ha pasado la época de
estos característicos «especímenes», pero aún existen. Plácido Domingo es todo
lo contrario; cantante de formación rigurosa, con una cultura musical amplia y
completa, es un pianista experto y domina la dirección de orquesta. Se dice que
en su próxima venida a Barcelona lo podría hacer en su doble
condición
de cantante en una ópera y director de orquesta en otra.
De
todas maneras el artista no por abarcar mucho poco aprieta, porque lo que
domina en él fundamentalmente es la dedicación a cantante de ópera. Lo mejor de
Verdi y Puccini, así como las óperas más conocidas de otros autores italianos
están en su repertorio, el que ha incorporado últimamente el papel de
Des
Grieux de «Manon» con el que hizo su debut este mismo año en el teatro San Carlo
de Nápoles.
Pero
si nos referimos a la versión de ayer, justo es que hagamos mención antes de la
actuación de Virginia Zeani. La admirada soprano Italiana nos ha vuelto a ganar,
sobre todo por la elocuencia de su temperamento, naturalmente expresado con un
gran despliegue vocal, pero también con una manifestación de auténtica actriz
que penetra en la psicología del personaje, la versátil Manon. Su gran aria
<In quelle trine mórbide>, fue tal vez el momento mejor de su actuación y
el más celebrado con las ovaciones del público.
Plácido
Domingo ha producido la máxima sensación que puede originar un cantante en la
particela de <Des Grieux>. En toda la obra las posibilidades de su voz
noble, robusta, lírica y vehemente como acaso no posee actualmente ningún otro
tenor en el mundo, se han impuesto. El artista se ha ayudado además con esta
sensación de entrega, de vivir su papel que produce.
Plácido
Domingo es un estupendo actor, sin que en ningún momento melodramático su
dicción, que resulta de primerísima calidad absoluta. Toda la larga escena
final del segundo acto
(donde
también la Zeani estuvo magnífica) la recordaremos como una obra maestra de
interpretación, de vitalidad expresiva y de arrebato lírico.
Hemos
visto, pues, la «Manon Lescaut» con una pareja protagonista fuera de serie,
merecedora de las grandes ovaciones conque ha sido celebrada su actuación.
Por
lo demás, «Manon Lescaut» ha obtenido una puesta en escena adecuada al relieve
extraordinario de las primeras figuras. El barítono Atilio D’Orazi es muy buen
cantante y dio efectiva preponderancia al rol de Lescaut. Hay que señalar la
propiedad escénica con que Diego Monjo presentó el personaje de Geronte de
Ravoir que destaca en el segundo acto. La mezzo americana Mildred Tyree, que
hacía su debut representando a «un músico», merece citarse también por la
justeza y lo adecuado de su intervención
en el madrigal del segundo acto, secundada
por un buen concertante femenino. Completaron bien el reparto los demás
artistas de la casa. Bien resuelta y controlada la participación del coro gracias
a la preparación musical del maestro Bottino, ayudada por la regiduría escénica
de
lrwing Guttmann, resaltada plásticamente
con los nuevos decorados que se estrenaban y que han sido realizados bajo
bocetos de Miomir Denic, merced al patrocinio de los señores Ralph Corbett, de
Cincinnati. La acción en general fue también llevada con notable acierto por el
citado regista, complemen tándose con la
dirección musical desde la orquesta, a cargo del maestro Antón Guadagno.
No
hemos hablado hoy de la obra, pero, ¿qué falta hace? Manon Lescaut es conocida
y nadie ignora que puso los primeros cimientos al edificio lírico de Puccini y
no queda muy por debajo de su famosísima tetralogía Bohéme, Butterfiy, Tosca.
En la partitura se otorga a la orquesta un papel esencial (en relación con lo
que sucede en las demás óperas Italianas de la misma época), por lo que el
maestro Guadagno tuvo materia para demostrar un positivo temple de concertador
que ayudó a redondear la interpretación. Las cosas fueron por tanto por el buen
camino en todos los aspectos y esto se tradujo en aplausos y ovaciones que
fueron clamorosas después de algunos episodios y sobre todo al final de los
actos, primordialmente dedicadas a, las grandes figuras de la noche: Virginia
Zeani y Plácido Domingo. XAVIER MONTSALVATGE
Giuseppe Verdi
Giuseppe Verdi
DON CARLO (Verdi) 23 diciembre
1971, director Anton Guadagno, con Montserrat Caballe, Bruno Prevedi, Vicente
Sardinero, Schirley Verret, Bonaldo Giaotti, Juan Pons, Giovanni Gusmeroli
¡¡Vaya
noche!! Y van… Otra velada operística de la que son imborrables. Estuve a punto
de no ir, pues en esas fechas ya debería estar en Alicante para pasar las
Navidades, pero mi amigo Jordi me hizo una llamada telefónica, comunicándome
que la soprano Katia Ricciarelli, había cancelado su función debido a una indisposición, y la
sustituta era Montserrat Caballe, mi
familia ya estaban en Alicante hace unos
días y tuve que retrasar mi viaje durante unas horas para presenciar in situ
esta ópera de Don Carlo. Gran actuación de todos los cantantes, Montserrat Caballe hizo gala de su voz y el
público liceísta quedó prendado de su voz. La realidad es que todos rayaron a
una gran altura. Os diré que he podido encontrar la grabación de esa misma
noche y podréis comprobar lo que yo os cuento es verídico.
Esta
ópera de Verdi tiene una trama romántica no muy creíble, Verdi no había creado
tantos personajes principales que tuviesen un perfil psicológico tan definido.
Elisabetta, Don Carlo, La Princesa de Eboli, Don Rodrigo, Felipe II y el Gran
Inquisidor, son personajes en los que muestran, el poder, los celos, el amor, la
libertad etc. Así todo, el maestro Verdi
crea una obra inspiradísima que a lo largo de los años sigue en cartelera de
todos los grandes teatros de la lírica.
Os
voy a poner unos fragmentos de los principales cantantes que actuaron esa noche
en el Liceo y seguidamente os voy a poner la grabación completa, en audio, de
la representación del 23 de Diciembre de 1971.
AUDIO -Don Carlo – Bruno
Prevedi – “Io l´ho perduta” Liceo 1971
AUDIO - Don Carlo – M.
Caballe – “No piangere mia compagna"
AUDIO - Don Carlo – Shirley Verret – “O don fatale”
A
continuación, os voy a poner la grabación completa en audio, de la función de
aquella noche mágica, que se cantó en el Gran Teatro del Liceo diciembre de 1971. La dirección es del maestro Anton Guadagno con los interpretes y personajes: con Montserrat
Caballe (Elisabetta), Bruno Prevedi (Don Carlo), Bonaldo Giaiotti (Felipe II),
Shirley Verret (Princesa de Eboli), Vicente Sardinero (Rodrigo), Giovani
Gusmeroli (El Gran Inquisidor), Juan Pons (Un fraile). Orquesta y coro del Gran Teatro del Liceo.
FACHADA DEL GRAN TEATRO DEL LICEO
AUDIO DON CARLO-Liceo 1971-Guadagno- Caballe- Prevedi-Verret
A continuación, os voy a poner la grabación completa en vídeo de la representación que se efectúo de Don Carlo en el teatro Scala de Milan en junio de 1978 , con la Orquesta y Coro con la dirección de Claudio Abbado con los interpretes y personajes siguientes: Placido Domingo (Don Carlo), Margaret Price(Elisabetta di Valois), Evgeny Nesterenki (Felipe ll), Renato Bruson (Don Rodrigo), Elena Obraztsova (Pa princesa de Eboli) Luigi Roni (El Gran Inquisidor), Giovanni Foiani(Un fraile).
TEATRO SCALA DE MLAN
VIDEO DON CARLO-1978 Scala- Abaddo- Domingo- Price- Obraztsova.
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Giuseppe Verdi
Montserat Caballe José Carreras
AUDIO - Luisa Miller – M.
Caballe – “Lo vidi e´l primo palpito”
Ahora os voy a poner de la misma ópera pero en VIDEO, una producción de la Royal ÓPera House Coven Garden cantada el año 1979 con la dirección del eminente director Lorin Maazel y con un elenco espectacular, es una actuación para enmarcar pues nos encontramos a un Verdi con su concertantes, dúos arias y coro y a unos cantantes en plena ebullición como podréis comprobar, aquí nos encontramos a nuestro Placido Domingo dominando su voz y con una gran interpretación. Los interpretes y personajes de esta estelar actuación son : Renato Bruson (Miller), Katia Ricciarelli (Luisa), Placido Domingo (Miller), Gwinne Howell (El conde Walter), Anna Vickens (Laura), Elizabeth Cornell (Federica O´Sailvin).
VIDEO Luisa Miller- 1979- London-Maazel-Riciarelli-Bruso- Domingo
CRÓNICA DE LA VANGURADIA
A continuación, os voy a poner la grabación completa en vídeo de la representación que se efectúo de Don Carlo en el teatro Scala de Milan en junio de 1978 , con la Orquesta y Coro con la dirección de Claudio Abbado con los interpretes y personajes siguientes: Placido Domingo (Don Carlo), Margaret Price(Elisabetta di Valois), Evgeny Nesterenki (Felipe ll), Renato Bruson (Don Rodrigo), Elena Obraztsova (Pa princesa de Eboli) Luigi Roni (El Gran Inquisidor), Giovanni Foiani(Un fraile).
TEATRO SCALA DE MLAN
VIDEO DON CARLO-1978 Scala- Abaddo- Domingo- Price- Obraztsova.
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Acontecimiento imprevisto: La reaparición de
Móntserrat Caballé en «Don Carlo» de Verdi presentado con
unos protagonistas de, excepción.
No
esperábamos la vuelta de Montserrat Caballé hasta la <Luisa Miller>
verdiana prevista para la segunda quincena de enero, pero he aquí que anoche,
la gran soprano barcelonesa vino a substituir a Katia Ricciarelli, primeramente
anunciada como protagonista femenina en <Don Carlo>. El acontecimiento
como es lógico proporcionó especial fulgor a la representación de ayer y las
ovaciones premiaron no sólo el arte de la CabalIé, su magnífico despliegue
vocal y el acento más mórbido que nunca de su dicción, sino también la prueba
de profesionalismo y de estimación por el Liceo que ha demostrado ofreciéndose
a cantar recién recuperada de su última y feliz maternidad.
<Don
Carlo> que es una pieza donde gravita buena parte del
espíritu
renovador de Verdi y mucho de su extraordinaria imaginación creadora y
conocimiento de la necesidades de la escena lírica, no goza de la popularidad
que alcanzaron las dos óperas anteriores del compositor “(Un ballo in maschera
y La forza del destino)” y que obtendrían definitivamente las tres siguientes;
<Aida>, <Otello> y <Falstaff>. Lo dicho es debido tal vez a que se trata d
una partitura de transición que no podía a contentar a los inmovilistas y
tampoco posee la fuerza dramática y la originalidad capaz de admitir
comparación con las tres obras citadas antes, las últimas del repertorio
verdiano.
Sea
como fuere y prescindiendo de que teatralmente Don CarIo no tiene ninguna verosimilitud
histórica y que probablemente tampoco se ajuste al drama de Schiller que la
inspiró, hay en la partitura bellezas y efectos que pueden compararse con el
contenido de las mejores páginas de Verdi, aunque se interfieran episodios
menos afortunados y de un carácter más estereotipado Las principales arias de
los protagonistas son a menudo justamente citadas como modélicas. En ellas y en
varios dúos destacó la valía de los cantantes
que actuaron en la representación de noche, porque Don Carlo no es una
ópera para un gran papel sino un seguido de oportunidades y de dificultades
ofrecidas al cuadro de primeros actores que
comprende los personajes que deben intervenir para justificar la ilación
del supuesto drama de la dinastía real española; Felipe II, Don Carlos, Isabel
de Valois, la Princesa de Eboli o Don Rodrigo.
Por
principio. Como hemos dicho, ayer el triunfo fue para Montserrat Caballé, pero
en honor a la verdad debemos constatar que el reparto de la obra resultó
absolutamente fuera de serie hasta poder decir que a cualquier teatro
actualmente no le serian posible superarlo.
La
Caballé da al papel de Isabel de Valois un realce definitivo. Ayer, al
principio la cantante pareció reservarse un poco pero pronto se vio que sigue
con un dominio fantástico de la dosificación vocal, de los filados y de un
<fiato> prodigioso con el que puede modular cualquier arabesco melódico
con indecible elegancia lírica.
La
sensación de la noche también fue la mezzo norteamericana do color Shirley
Verret que se presentaba en nuestro escenario. No eran exagerados los
panegíricos que habíamos leído de la artista. Su temperamento fogoso unido a
las posibilidades de una voz de timbre contundente y dramático la convierte en
una de las mayores intérpretes en su registro.
En
el papel de princesa de Eboli estuvo sensacional por su controlada vehemencia,
por su afinación siempre impecable y por unas dotes de actriz incomparable.
Los
demás artistas por conocidos no dejaron de llamar la atención. El tenor Bruno
Prevedi (Don Carlo), ha vuelto a prodigar sus agudos pletóricos y brillantes
que le recordábamos cuando cantó la Norma al lado de la Caballé y la Cossoto, creó
hace dos años. Bonaldo Giaiotti es un bajo cantante idóneo para papeles como el
del rey Felipe II que interpretó con acentos emotivos y de adecuada tensión. El
barítono Vicente Sardinero de nuevo ha dado la medida de lo buen artista que
es, en el papel de Don Rodrigo.
Debemos
mencionar también las intervenciones de iluminado Muñoz (Conde de Lerma).
Giovanni Gusmeroli (Inquisidor),
Lolita
Torrentó (un paje), Juan Pons (un fraile), cumpliendo los demás sus respectivos
cometidos
El
coro superó con buena disposición las dificultades que comporta el acto de la
plaza de Madrid, presentado sin soslayar la escenografía tradicional a la que
se adaptan los decorados y el vestuario de Sigfredo Burmann que se presentaban
como estreno absoluto y han sido realizados merced al patrocinio de la
Comiseria General de la Música de la Dirección General de Bellas Artes.
Otra
vez la representación se benefició de la batuta autorizada del maestro Anton Guadagno
a quien, en el último intermedio de la representación le fue entregada por el
empresario señor Pamias la Medalla de Oro del Liceo, distinción de la que el
maestro italiano se ha hecho acreedor por sus repetidas actuaciones al frente
de la orquesta y de los espectáculos operísticos dados en nuestro Gran Teatro
desde la temporada de 1968 en que actuó por primera vez. — X. MONTSALVATGE
JULES MASSENET
JULES MASSENET
Werter (Jules Massenet) Miercoles 29 de diciembre 1971 –Director:
Paul Ethuin, con Jaime Aragall, Vicente Sardinero, BiserkaCvejic – Amelia
Ruival, Giovanni Gusmeroli
Un
espléndido Werther fue el que se cantó aquella noche en el Liceo. Mis recuerdos afloran
rápidamente cuando en la temporada 1962- 63, la vi por primera vez en este
teatro de Barcelona. Me produjo un gran impacto cuando la vi por primera vez,
lo poco que sabía de ella era por el fragmento tan conocido de “la carta”, y
siempre la había oído a tenores muy líricos. En esta ocasión, la versión que
nos dio el tenor canadiense André Turp, a mí y a muchos aficionados que le
vimos aquella noche fue inenarrable. Os explico: La voz de André Turp es de un
tenor lirico, rozando el espinto, y nos causo un gran impacto su voz, todos
creíamos que este rol era para un tenor lirico tirando a ligero, y por ello que
cuando oímos a este tenor quedamos perplejos y nos dimos cuenta que encajaba
muy bien en el rol de Werther. Por ello he tenido muchas discusiones de que
este rol lo pueden cantar también y con gran éxito los tenores liricos e
incluso spinto. Estos conocimientos yo
ya los tenía en aquellos años. Verdad es que el tenor español Alfredo
Kraus, hace de Werther una creación inigualable. Hoy en la actualidad (2017) al
no tener a nuestro Alfredo Kraus, este rol se ha quedado “viudo” y tenores
líricos con la pureza de Kraus ya no los hay. Hay tenores liricos espinto como
el caso de Jonas Kaufmann, que lo ha
intentado y la realidad es que ha hecho
un buen trabajo.
Primeramente
os voy a poner unos fragmentos cantados por Jaime Aragall, y seguidamente la
ópera de Werther en video.
JAIME AARAGALL
AUDIO - Wrther – Jaime
Aragall – “Pourquoi me reveiller”
Seguidamente
os voy a poner una grabación que se efectuó en el Teatro de la Zarzuela Mayo 1977
con dirección del maestro Garcia Asensio y con los cantantes, Alfredo Kraus (Werther),
Dolores Cava (Sofia), Lorenzo Sarcomani (Alberto), Franco Boscolo (Johann), Julio Catania(Maestre) Es imprescindible tener
esta grabación en vuestra discoteca, pues es una actuación sensacional de Alfredo Kraus, ¡¡magnifica!!
Ahora quiero que veáis una grabación en vídeo de una Werther cantando el rol de Carlota nuestra inigualable Teresa Berganza cuando tenia 44 años.Esta ópea se canto en el Festival d´Arte Lylrique et de Musique d´Aix en Provence el año 1979. La dirección corre a cargo de Jean-Claude Casdesus con los siguientes interpretes y personajes : Neil Schicoff (Werther), Teresa Berganza(Charlotte), Christine Barbaux (Sophie), Jules Bastin (Le bailli), Jean-Marie Frémeau (Albert).
VIDEO WERTHER-Provence-1979-Casadesus- Schicoff-Berganza-
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
VIDEO WERTHER-Provence-1979-Casadesus- Schicoff-Berganza-
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
«Werther»,
de Massnet, en la voz de Jaime Aragall
El
delicado Werther de Massenet (que se aparta considerablemente del dramático
Werther de Goethe que lo inspiró) ha vuelto a nuestro escenario donde se escenificó
por última vez hace cuatro años. Su
retorno ha sido bien recibido porque ayer se representó con dignidad, con un
protagonista tan estimado como el tenor Jaime Aragall, y también a causa del
atractivo que ejerció aún la obra en sí misma.
El
teatro musical francés a partir del romanticismo, es siempre frágil y a menudo
excesivamente literario o soso. Su falta de consistencia queda por la habilidad
o el buen gusto del compositor que sabe dar a la realización operística un
carácter poemático que es la base de su valor. Esto sucede en el Werther de
Massenet, compositor al que, como muchos
otros dedicados el teatro se le puede citar por tres de sus obras, en este caso
Manon, Werther y Thais. Muchos opinan que Manon es la mejor. Tal vez sea cierto
que Werther no tiene la unidad de la partitura antes citada y que en la evocación
poético musical de los imposibles amores haya bastantes zonas en las que el
relato deviene insustancial y gris. Sin embargo, las compensaciones a estos episodios
que podríamos llamar de trámite abundan lo suficiente para vertebrar la obra de
manera que se mantenga el interés del espectador,
o mejor dicho que aumente, ya que al discurrir de la
acción, la calidad lirica del recelo parece afinarse y tomar una temperatura
más efusiva y seductora.
Es
verdad que ya en el primer acto destaca la invocación del propio Werther—en la
versión original, «O nature pleine de grace»— y que en el segundo sobresale por
su vibración emotiva el soliloquio «Un nutre est son époux», pero es realmente
en los dos cuadros del tercer acto donde se suceden los momento, más felices de
la música, con su mejor vuelo melódico y su más hábil y elegante ambientación
sinfónica, episodios que culminen con la famosa aria de la carta, o el
«Pourquoi me reveiller» cuando Werther lee a Carlota los versos de Oesian. El
cuadro final con el contraste agridulce de la despedida de Werther y los cantos
navideños que se escuchan en la calle, es una estampa verdaderamente poética y
conmovedora que define el carácter general de la obra: una sutil, amable y
refinada traducción musical de una situación novelística aprovechada con tacto,
mesura y conocimiento de las posibilidades de la escena lirica según el gusto
francés de fin de siglo.
Anoche
aplaudimos un Werther escenificado con mucha dignidad aunque debamos hacer la
reserva de que se hubiese adoptado la versión italiana, sin duda por imperativo
de las circunstancias: En el reparto no había otro artista francés que el
director de orquesta Paul Ethuin, de la Opera Cómica de Paris. Ya es algo
porque el maestro imprimió el debido matiz al discurso orquestal y perfiló con
refinamiento el carácter de algunas páginas sobresalientes como el leve
interludio del primer acto y el intermedio que separa los dos cuadros del último acto. Pero Werther, pese
al tema, es un reflejo tan directo de la espiritualidad francesa postromántica
que suena a traducción cuando los personajes dialogan en italiano. Digamos pero
que, puestos a que la obra no podía contar con un reparto de cantantes
franceses, mejor ha sido renunciar a la versión original. Y así hemos podido tener
en el papel protagonista al tenor Jaime Aragall que ha estado admirable mejor
que nunca por nuestro gusto. El estilo de Aragall ha adquirido una madurez muy beneficiosa
para él. Con una voz más densa y consistente no ha perdido nada de su
flexibilidad en la entonación y segura brillantez en los agudos.
Ayer
hizo realmente una creación del papel, con sensibilidad y un irreprochable sentido
musical que lo apreciamos en el transcurso de toda la representación pues como
es sabido, el personaje de <Werther> no deja apenas ni un momento de
centrar la acción escénica. Fue calurosamente aplaudido al final de sus dos
principales intervenciones y al término de los actos. Fueron ovaciones cálidas,
sinceras, y con muy buen gusto se prescindió de aquellos montajes artificiosos
de gritos y bullicio; disciplinadamente orquestadas por la claque, salvo
después del llamado «Lied de Ossian» que, como si se disparara un resorte, hubo una explosión de entusiasmo que tardó
mucho rato en calmarse.
La
figura de Carlota tuvo en la mezzo Biselka Cvejic una intérprete emotiva y de
ímpetu vocal, además de una buena actriz dramática. Vicente Sardinero dio una
nueva prueba de su capacidad de adaptación cantando con perfecta propiedad el
rol de Alberto.
Fue
una buena sorpresa el debut del bajo Giovanni Gusmeroil (el alcalde), bien de
voz y sobre todo, magnifico como actor. Amelia Ruival encarnó con acierto la figura
de Sofia y en los papeles complementarios no desentonaron José Ruiz y Rafael
Campos.
El
coro contribuyó a crear el clima poético del último acto y los niños del Colegio
Balmes ambientaron muy bien algunas escenas, notándose en conjunto la buena
dirección de los actores llevada por Gabriel Couret y como hemos dicho antes,
la de la parte musical confiada al maestro Paul Ethuin.
Ha sido, pues, un <Werther> en el que ha
destacado principalmente Jaime Aragall, pero que no ha acusado ningún fallo de
conjunto. X.MONTSALVATGEGiuseppe Verdi
LUISA MILLER (Verdi) 24 Enero
1972 director Adolfo Camozzo, con Montserrat Caballe, José Carrras, Peter
Glosop, Eftimios Micalopoulus, Loice Blackha.
Impresionante
actuación de <Luisa Miller>, era mi estreno en esta ópera y os puedo
decir que en esta ópera nos encontramos al autentico Verdi, no comprendo cómo
no se representa más veces. Mi suerte es que he tenido la suerte de ver a
Montserrat Caballe, en todo su esplendor de su carrera, es por ello que todas
sus actuaciones que le he visto en este Liceo de Barcelona puedo decir que todo
lo que ha cantado han sido versiones de una gran altura y todas sus actuaciones
han sido modélicas. Montserrat, tiene un tipo de voz que su sonido se adapta a
los Donizetti, Bellini, Puccini, Verdi, haciendo versiones, de todos
estos maestros, inigualables.
La
versión que vi esa noche, en conjunto estuvieron muy bien acoplados y con un
José Carreras en su principio de su carrera muy bien arropado por Montserrat
Caballe, este tenor catalán ya empezaba a demostrarnos que su voz llegaría muy
lejos como más tarde hemos podido comprobar.
El
barítono Peter Glosop, es una voz de grandes dimensiones, con un gran colorido y muy buena presencia escénica, a mi
me impactó pues es de esas voces que al momento de escucharlo te dan una
sensación de seguridad.
Esta
vez no os puedo poner la versión que se canto en el Liceo la noche del 24 de enero
de 1972 y por lo tantos os voy a poner unos fragmentos cantados fragmentos cantados por Monserrat Caballe ,Jose Carreras y Peter Glosopp.
Montserat Caballe José Carreras
AUDIO - Luisa Miller Montserrat Caballé "Tu puniscimi"
AUDIO -Luisa Miller- Montserrat Caballé "Un brammi, un brami o perfido"
AUDIO - Luisa Miller-M. Caballé- P-Glosopp-"La tomba e un letto"
VIDEO Luisa Miller- 1979- London-Maazel-Riciarelli-Bruso- Domingo
CRÓNICA DE LA VANGURADIA
EL
VERDI IGNORADO DE «LUISA MILLER»
Y
LA VOZ DE MONTSERRAT CABALLÉ
Es
curioso el caso de la opera <Luisa Miller>, cronológicamente, casi
inmediata a la explosión de la popularidad de Verdi con «Rigoletto» y
«Traviata», y en cambio escasamente representada, al menos fuera de Italia.
Para los actuales liceístas ha sido una primera audición, ya que hace más de un
siglo (desde 1865) que no había aparecido en nuestro escenario, donde de todas
maneras solo se representó 19 veces, lo que equivale a pasar inadvertida,
teniendo en cuenta las costumbres de la época.
«Luisa
Miller» no marcó huella tal vez porque su melodrama tismo es más literario que
musical. No faltan en el argumento de Salvatore Cammarano, lances de capa y espada y situaciones de supuesta
tensión, aquellas que Verdi trató siempre con maestría. Y sin embargo, la
partitura, aunque tenga siempre la impronta del estilo propio del compositor,
no presenta el asunto con tintas sobrecargadas, significándose por otros
perfiles, ya sea por la fluidez de la línea melódica, por el inteligente uso de
los recursos de la orquesta o por el sentido de la proporción y equilibrio que
no queda nunca descompensado en la obra. Verdi —lo repetimos por centésima vez—
fue un gran conocedor del teatro y lo dominó —magistralmente al final de su
producción— incluso cuando, como en la obra que acabamos de ver, no se
preocupaba demasiado por renovar las fórmulas de las que el público de la época
parecía no querer prescindir: preponderancia de uno o dos protagonistas
manifestada a base del proceso recitado-aria o dúo, concertante en un momento
dado, ambientación retórica a cargo del coro y espectacularidad visual del tema
centrado en un nudo dramático. «Luisa Miller» no escapa a ninguno de estos
tópicos, lo que no tiene nada que ver con que a través de su partitura y realidad
escénica podamos admirar y aplaudir a los intérpretes, y sobre todo a los protagonistas.
De
lo que se trataba pues ayer era dé escuchar en primer lugar a Montserrat
Caballé que permanece en el cénit de sus facultades y de su popularidad. Desde
la temporada 1961-62, cada invierno hemos tenido a Montserrat Caballé entre
nosotros, en el escenario, y algunos años, cómo en 1969, en cuatro óperas
diferentes. ¿De qué otra manera se puede dar cuenta de la estima que los
liceístas sienten por ella (y recíprocamente la que ella demuestra por el
Liceo) que citando la realidad de una tan larga permanencia en nuestro
escenario?
Ayer
la artista triunfó igual que siempre, y con los recursos tan suyos; la pureza
de la voz, los filados inverosímiles, la vehemencia expresiva y el dominio
total de las tablas. Se le dedicaron aplausos y bravos después de sus mejores intervenciones,
ya en el primer acto y con especial entusiasmo en el primer cuadro del segundo
acto.
El
reparto dio lugar también a otras ovaciones. Señalamos las que obtuvo, muy
merecidas el barítono Peter Glossop en el papel de Miller. Glossop —igual que
en «Ernani»— se impone como un cantante de extraordinaria clase, por nuestro
gusto, como de los mejores barítonos que actualmente pueden escucharse; espléndido vocalmente,
musical, de vibrante expresión dramática.
Hay
que citar también con particular elogio al tenor José M. Carreras, que cada vez
nos sorprende con nuevos avances en la depuración de su arte. En cuanto a
alcance, claridad, vehemencia y volumen de voz, puede rivalizar con los
mejores. Su afinación está un poco por debajo, a veces, de las cualidades
anteriormente enumeradas, pero esta reserva puede hacerse porque, repetimos, en
otros aspectos es un tenor que es lícito calificar de excepcional y que, sin
duda, no tardará en redondear el dominio de sus facultades para escalar
definitivamente un primer puesto en la escala de valoraciones.
El
bajo Eftimios Michalopoulus efectuó su presentación en el papel de Wutm,
afirmándose como muy buen intérprete, algo exagerado en la gesticulación pero
buen cantante. La mezzo Loice Blackha, que habíamos aplaudido ya esta temporada
en «Rigoletto» y «La forza del destino», renovó en esta ocasión su éxito en el
papel de Federica. Como lo renovó igualmente el bajo
Maurizio
Mazzieri (Conde Walter) que se había presentado en «Anna Bolena» a principio de
temporada como un artista de calidad que ahora ha reafirmado plenamente.
En
el papel de Laura actuó Judith Dorion y en el de un campesino Iluminado Muñoz. Las
intervenciones del coro fueron en general acertadas y en la dirección musical
el maestro Adolfo Camozzo logró ajustar debidamente la orquesta y la marcha
general del espectáculo dirigido escénicamente por Giuseppe Giuliano y
beneficiado por unos decorados de primera calidad, dentro el estilo tradicional,
de Nicola Benois. (Alguien que
en
la primera representación de «El ocaso de los dioses» desde el cuarto o quinto
piso gritó «¡Queremos decorados...!» expresando un lógico deseo de parte de los
espectadores, quedaría satisfecho si ayer vio «Luisa Miller», con decoraciones
ajustadas al viejo estilo realista, pero de auténtico buen gusto y maestría
escenográfica.
XAVIER MONTSALVATGE
HOMENAJE A JUAN ANTONIO PAMIAS
El
miércoles en el Liceo se celebró, una gran gala lírica en homenaje al empresario
que desde hace 25 años rige la actividad artística de nuestro gran y único
teatro de la ópera. De este verdadero desfile de estrellas del canto se reunión
en torno a la persona del señor Pamias en una cordial manifestación de
homenaje, ya informamos cumplidamente desde este periódico, pero, concretamente
esta Página de la Música
que intenta hacer llegar al lector el pulso musical de la semana, dejaría de
cumplir con su objetivo si ni diera constancia del aludido homenaje para adherirnos
al mismo señalando la justicia de su motivación. Don
Juan Antonio Pamias hace cinco lustros que está al timón de la nave liceista y nadie podrá imaginar los temporales que en este puesto ha debido capear a fuerza
de voluntad, energía, tesón, habilidad y conocimiento de lo que es un mando de
este calibre. Sin querer ofender a nadie y salvando todas las excepciones, hay
que reconocer que una de las cosas más difíciles, complicadas y sorprendentes
que pueden hacerse en el teatro, es tratar y negociar con los cantantes de
ópera. Esta lid exige una logística que el señor Pamias ha sabido realizar con
indeclinable habilidad, aplicándola igualmente a otras contiendas y problemas
no menos espinosos esgrimiendo su enorme capacidad organizadora, su decisión y
su capacidad —derivada de su condición de—Ilustré abogado— de defender una
causa que considera justa y a la que se siente totalmente vinculado.
Pero
todos estos factores contarían relativamente si no existiera una circunstancia
especial: Juan Antonio Pamias es, sin duda alguna, el liceísta número uno, y si
alguien más puede aparecer alegando que, como él, ha asistido a todas las
funciones celebradas en veinticinco temporadas (salvo por impedimentos de
fuerza mayor) seguramente no estará en
condiciones de afirmar que lo ha hecho con tanta ilusión, o con tanta inquietud
y desgaste de nervios como el señor Pamias ha debido consumir, sabiendo que
sobre sus espaldas gravitaban múltiples y graves responsabilidades; la de
mantener abierto y prestigioso el único teatro de ópera de España contando con
siempre insuficientes ayudas; la de dar satisfacción a un público heterogéneo
como ningún otro que abarca desde el simplemente aficionado a la fiesta social
que considera las funciones liceísticas como una rutinaria diversión, hasta el
de los más acérrimos y exigentes aficionados que desde los pisos altos del
teatro no perdonan el mínimo fallo artístico.
Don
Juan Antonio Pamias ha salvado estos peligros con la que creo es la mejor y más
imbatible de sus armas: la ilusión. La posibilidad de ajustar las exigencias
artísticas que condicionan su cargo, con el gusto diversificado de los que
acuden a la ópera y sobre todo con su infinita ilusión de hombre de teatro, ha
sido lo que le ha hecho llegar a estos veinticinco años de gestión con el ánimo
más voluntarioso que nunca y con un redoblado entusiasmo y los mejores deseos
para el porvenir del gran teatro.
El
lector sabe bien que nuestras habituales críticas referentes a cada una de las
funciones de la temporada no se distinguen precisamente por habernos callado en
ellas algún defecto que hemos encontrado en los diferentes espectáculos
presentados. El Liceo, la marcha del Liceo, tiene, qué duda cabe, puntos débiles
y aspectos frustrados que hemos querido señalar, honestamente empeñados en
aproximarnos a la mayor veracidad informativa posible. Esta orientación y un
mínimo sentido de la ecuanimidad y de la realidad, nos ha obligado también a
decir más de una vez lo que queremos repetir ahora: que parece imposible que el
Liceo se mantenga en plena actividad como teatro privado y teniendo en cuenta
las complicaciones y sacrificios que eso supone.
A
menudo nos llegan a las manos los programas generales de grandes teatros de
ópera como los de La Scala, el Metropolitano, la Opera de París o el Converrt
Garden londinense. Y siempre nos sorprende, nos agrada y hasta nos enorgullece
encontrar en la lista de sus cantantes tantos artistas que nos son familiares
por haberlos escuchado o tener la seguridad de escucharlos en el
Liceo.
Incluso las temporadas en general de dichos teatros y el nuestro, en cierta
medida pueden compararse, si tenemos en cuenta que se trata de salas de
espectáculos fabulosamente subvencionadas y de unas posibilidades de todo tipo
en las que nuestro Liceo no puede soñar. Esta aproximación a centros culturales
y musicales de tanto prestigio supone una contribución al desarrollo de la
realidad musical y cultural barcelonesa muy difícil de obtener y que en
definitiva si se ha producido en los últimos veinticinco años ha sido debido al
impulso que le ha dado un hombre incansable e ilusionado desde el pequeño
despacho del Gran Teatro del Liceo, donde cada mañana trabaja para el prestigio
artístico de Barcelona: don Juan Antonio Pamias..
X. MONTSALVATGE
EN
EL GRAN TEATRO DEL LICEO (26 enero 1972)
GRAN
GALA HOMENAJE A J.A. PAMIAS
Como
espectacular punto central de las dos efemérides que esta temporada se festejan
en nuestro entrañable Liceo (el ciento veinticinco aniversario de su vida
artística y al veinticinco de la magnífica labor rectora de la actual empresa),
el pasado miércoles celebró se la anunciada «Gran Gala Lírica» en honor de don
Juan A. Pamias, el Ilustre abogado barcelonés que durante un cuarto de siglo ha
sabido llevar con mano firme y pulso decidido el dificilísimo timón de tan
compleja nave a través de los múltiples escollos que su tarea le exigía
constantemente.
No
era nada fácil plasmar en un multitudinario acto público el agradecimiento y la
admiración hacia quien, por imperativos de sus funciones y por propia
naturaleza, acostumbra a moverse en un aparente segundo plano. Del total
acierto en el camino escogido, hablan indiscutible y objetivamente la larga y
rutilante lista de nombres estelares que ofrecieron y prestaron su colaboración
a la «Gala», y, asimismo, la numerosísima concurrencia que asistió a ella y que
demostró efusivamente y sin interrupción, su entusiasmo durante las casi cinco
horas que transcurrieron entre los acordes iniciales y las emocionadas y
emotivas palabras de agradecimiento del propio don Juan A. Pamias al finalizar
el acto y con la totalidad de los artistas que habían actuado llenando por
completo el amplio escenario liceísta; un conjunto de primerísimas figuras
—muchas de las cuales auténticas «tetes d’affiche» en los más famosos teatros
de ópera del mundo entero— con el cual habrían podido encabezarse gran cantidad
de funciones de primerísima categoría.
Estamos
convencidos que uno de los «aficionados» que más disfrutó en la noche de anteayer
con el brillantísimo desfile de tantos nombres estelares y con sus actuaciones fue,
precisamente, don Juan A. Pamias, ya que nada puede definir mejor su
personalidad que su insobornable pasión por la música lírica; él encarna, de
manera clara y patente, el más típico aficionado liceísta, y es en función de
esta actitud (y siempre de acuerdo con la misma) que lleva sobra sus hombros la
pesada carga de su labor empresarial. De ahí que si bien la «Gala» le fuera
especialmente dedicada en su condición de empresario, quienes de verdad se beneficiaron
del extraordinario e inhabitual concierto fueron todos los aficionados
liceístas y, uno más y entre ellos don Juan A. Pamias.
En
una ocasión como la que nos ocupa parece que sería indelicado expresar
distintos juicios valorativos relativos a la prestación de todos y cada uno de
los participantes; qué duda cabe que hubo diferencias entre unas y otras, y que
el público reaccionó distintamente ante ellas, pero la ilusión y entrega en la
colaboración fue por un igual en todos, y todos son merecedores, por lo tanto,
de idéntico trato y de la más cordial felicitación, desde quienes rompieron su
actual alejamiento de la vida activa para demostrar todavía su clase
excepcional (en cabeza de los cuales la sorprendente pureza y vigor del
veteranísimo Lauri-Volpi), hasta quienes están en los primeros peldaños de una
carrera iniciada con los más prometedores triunfos, pasando, claro está, por
los nombres en más deslumbrante fulgor, cuya representación nadie podía
ostentar mejor que una cantante que no precisa de adjetivo alguno en el mundo
entero: Montserrat Caballé. Sólo hemos citado estos dos nombres indiscutibles a
título de ejemplo, pero la relación debe
darse por entero a efectos documentales y según el mismo orden (establecido por
sorteo) con que actuaron: Angeles Chamorro, Gianfranco Cecchele, Arnold van Mill,
Bianca Berini, Lolita Torrentó, José M. Carreras, Emma Renzi, Giacomo
Lauri-Volpi, Peter Lagger, Manuel Ausensi, Juan Oncina, Anja Silla, Bernabé
Marti, Trinidad Paniagua, Jean Charles Gebelin, Radmila Bakocevic, Christina
Deutekom, Wassilis Janulakos, Montserrat Caballé, Pedro Lavirgen, Carmen González,
Diego Monjo, Bozena Ruk-Focic, Jaime Aragall, Rolf Kühne, Raimundo Torres,
Alicia Torres Garza, Miroslav Changalovitch, Enriqueta Tarrés, y Luciano
Saldari; lista en la que todavía hubieron debido figurar otros cinco cantantes
que dificultades insuperables de última hora se lo impidieron: Eduardo Giménez,
Peter Glossop, Nadezna Kniplova, Max Lorenz y Barry Morell.
Además,
tampoco puede olvidarse la presencia en el podio directorial de los maestros
Eugenio M. Marco, Riccardo Bottino,
Luigi
Toffolo, Adolfo Camozzo, Helge Dorsch, Salvador Ochoa y Luis A. García-Navarro;
la agotadora y nada fácil labor de los profesores de la orquesta, las
intervenciones del coro titular (con los solistas Amelia Veiga, Amelia Ruival y
Juan Pons, y con la esporádica colaboración del Orfeó Atlántida), las
presentaciones de los artistas a cargo de Jorge Arandes, Juan Armengol y
Juan
Liuch (como símbolos de la multitudinaria difusión liceística de la Radio y la
Television), la inesperada y poética dedicatoria de Alejandro Ulloa, y, al
principio de la velada, las cálidas y vibrantes palabras de ofrecimiento dé
Antonio Fernández-Cid, incansable paladín en pro de nuestro Gran Teatro.
Por
lo que se refiere a la programación musical, imposible reseñarla, ni que sea
telegráficamente, en una larga noche en la que se sucedieron más de treinta
fragmentos distintos; baste consignar que, como es natural, el repertorio
italiano dominó ampliamente y que del mismo, de conformidad con la más inveterada
tradición liceísta, fue la música de Verdi la que sonó más a menudo.
Sólo
nos resta, manteniéndonos en esta consciente posición de olvido de posibles reparos
críticos, adherimos totalmente al eufórico ambiente que presidió la «Gran Gala
Lírica» y sumar nuestros aplausos y bravos a los que de continuo atronaron el
histórico marco del Liceo barcelonés y que, en definitiva, debe hacérselos
suyos quien (venciendo constantes y aparentemente insuperables dificultades) ha
conseguido mantenerlo a la altura de los más prestigiosos teatros operísticos
del orbe: don Juan A.
Pamias.
— SOLIUS.
Con
todo merecimiento fue agasajado el gerente del teatro del Liceo el señor
Pamias. Yo personalmente le he tenido mucha estima al señor Pamias, ha sabido
llevar la riendas de este Teatro del Liceo, con mucho esfuerzo y dificultades
que se ha encontrado en el camino y ha resuelto con mucha eficacia toda la
problemática que con lleva las tareas de conducir a buen puerto las temporadas
de óperas, y doy fe de ello, pues al cabo de los años, se ha visto y reconocido que trajo a Barcelona
a los mejores cantantes que había en el momento y que posteriormente saltaron a
la fama.
El
concierto que se dio, fue un homenaje
merecido y muy emotivo, pues contribuyeron una cantidad de cantantes que
pasaron por este teatro del Liceo.
Os
voy a poner algunas grabaciones de algunos cantantes que cantaron aquella noche en la Gala al
señor Pamias.
GIANFRANCO CECHELE
AUDIO - Il Lombardi- G. Cechele- “La mia Letizzia infondere”
JOSÉ CARRERAS
VIDEO - Tosca- J. Carreras – “E lucevan le estele”
PETER LAGGER
CRISTINA DEUTEKOM
MONTSERRAT CABALLÉ
VIDEO - Gianni Schicchi – M. Caballe – “O mio bambino”
PEDRO LAVIRGEN
AUDIO - Pedro Lavirgen –
“Adios Granada”
JAIME ARAGALL
VIDEO - Fedora – J. Aragall – “Amor ti vieta”
LUCIANO SALDARI
Ahora
os voy a poner lo que fue la sensación de la noche, fue la actuación del tenor mítico
Giacomo Lauri Volpi. Ha sido uno de mis tenores preferidos, y sigue siéndolo,
era la primera vez que lo veía actuar en vivo, quede anonadado, ¿Cómo es posible que a sus
ochenta (80) años tuviera la voz tan bien esmaltada y con su elegancia vocal y
su peculiar vehemencia? Cantó el “Nessun
dorma” de la opera Turandot con su estilo peculiar y con gran arrogancia, ¡¡ver
para creer!! Inaudito, se llevó la ovación de la noche y el público puesto en
pie aplaudiendo a rabiar. Os voy a poner ese momento mágico que yo viví y lo
tengo como uno de los momentos más dulces de mis grandes vivencias de este Gran
teatro del Liceo de Barcelona.
Giacomo Lauri Volpi
VIDEO - Turandot- G. Lauri Volpi – “ Nessun dorma”
Así
terminó esta prodigiosa temporada que es muy difícil de olvidar.
En
el ambiente de mi trabajo, estoy observando que vienen malos tiempos para mí.
No me quiero precipitar y espero daros noticias al comienzo de la temporada
1972 – 73.
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