GRAN TEATRO DEL LICEO
La temporada
1970-1971 , el Liceo conservador y
bien pensante de la época se escandalizó profundamente con de Mahagonny de Bertold Brecht y Kurt Weill , hasta el punto que la empresa
consideró necesario publicar un “Aviso importante” para desmarcarse del
contenido de la ópera: “En ninguna manera la empresa de este Gran Teatro se
hace partícipe ni conforma los criterios expuestos el estreno en Mahagonny .
Para evitar engorrosos malentendidos, interesa hacer constar que esta obra
tiene características acusadas de audacia, desparpajo y acerba crítica de no
pocos aspectos de la convivencia social tradicional.
Temporada
1970-1971 del Liceo
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Ópera
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Compositor
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Director musical
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Director de escena
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Papeles principales
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Producción
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Fechas
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21 de noviembre
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24 de noviembre
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1 de diciembre
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diciembre
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19 de diciembre
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7 de enero
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enero
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enero
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GIUSS |
AIDA (Verdi) 10 noviembre 1970. Inauguración
de la temporada en el Gran Teatro del Liceo. Director Antón Guadagno, con Pedro
Lavirgen, Ángeles Gulin, Ruza Baldana, Álvaro Maltaa, Joseph Fair, Jem Charles Gebellin
La
actuación vocal y artitica de el elenco que interpreto Aida, para mi parecer
fue muy correcto. La soprano Angeles Gulin, posee una voz muy amplia y con un
colorido bonito para su rol de Aida, tiene una muy buena aptitud pero le note
que su rol lo llevaba en algún momento un poco nerviosa. Los demás cantantes
sacaron muy dignamente sus personajes. Dejo para último a nuestro Pedro
Lavirgen, estuvo como siempre esplendoroso de voz y con su peculiar vehemencia,
digna de tener en cuenta, fue el triunfador de la noche. Hay que agradecer a
este cantante el ímpetu que pone siempre a sus personajes.
Lo anecdotico fue el paseo que se dio un león
(de verdad) por el escenario.
No
hay ninguna grabación de la Aida, que se represento aquella noche en el Liceo,
y buscando en YouTube, he encontrado unas grabaciónes muy interesante donde Pedro Lavirgen hace el rol de Radames. Es una grabación del año
1973 dirigida por Nino Sanzogno con la
orquesta Lyrique L´ORT siendo sus intérpretes en Aida la soprano Jessy Norman,
el tenor Pedro Lavirgen, en Radames, Amneris la mezzosoprano Fiorenza
Cossotto y Amonarso el barítono Walter
Alberti.
JESSI NORMAN PEDRO LAVIRGEN
AUDIO - Pedro Lavirgen – Aida- “Celeste Aida”
AUDIO - Jessy Norman – Aida- “Ritorna Vincitor”
AUDIO- Jessy Norman- Walter Alberti – Aida – “Ciel, mio Padre”
AUDIO - Jessy Norman- Pedro
Lavirgen- Aida- “La fatal pietra”
Seguidamente os voy a poner en vídeo una grabación efectuada en el teatro de opera de Tokyo, con la orquesta Symphony y coro de NHK con la dirección de Oliviero de Fabritis con los interpretes y personajes : Orianna Santunione (Aida), Carlo Bergonzi (Raamés), Fiorenza Cossotto (Amneris), Giampiero Matromei (Amonarso), Ivo Vinco (Ramfis), Franco Pugliese (El rey). Fernando Lacopucci (Mensajero) y Anna di Tasio (Sacerdotisa).
Como veréis tenemos a Carlo Bergonzi interpretando un de sus mejores roles de Amonarso como sabéis este tenor está considerado como uno de los mejores exponentes de las operas verdianas.
TEATRO OPERA DE TOKYO
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
FUE
BRILLANTEMENTE INAUGURADA LA TEMPORADA
DE OPERA CON UNA NUEVA ESCENIFICACIÓN DE
«AIDA»
La
famosa «Aída» de Verdi es idónea para solemnizar una representación de ópera.
Pensando que cumpliría con todas las garantías este objetivo, fue encargada por
Ismael Pascha, hace cien años Khedive de Egipto, al mejor operista italiano de
entonces, Giuseppe Verdi, para dar realce a las fiestas organizadas con motivo
de la apertura del canal de Suez. Verdi realizó el encargo y, aunque con
retraso de casi un año a la inauguración del canal que hasta hace tres años
separó, o unió a dos continentes, «Aida» fue estrenada en la Opera de El Cairo.
Espectáculo perfecto, como he dicho, para dar relieve a un acto operístico
inaugural como ha sido el de anoche en el Liceo, donde el rojo telón se levantó
por primera vez para dar principio a la temporada y también para evocar el
centenario del estreno absoluto de la obra que no falta mucho para que sea
cuatro veces centenaria en nuestro primer teatro. La fiesta liceística de ayer
tuvo el brillo y el empaque que correspondía a la circunstancia. Dejamos para
otra sección del periódico el pormenorizar sobre el aspecto de acontecimiento
social que tuvo la función (el Liceo sigue inaugurándose con esplendor, al
margen de la música y de la ópera misma) diciendo únicamente que el teatro
estuvo colmado por un público que no fue indiferente a la realización del
espectáculo de telón hacia dentro y aplaudió, no por compromiso o rutina sino
para manifestar su agrado por la labor interpretativa de todos —cantantes, coros,
ballet, orquesta, director y responsables de la presentación escenográfica— y también
por la obra misma, con presumible
conciencia
de que no se trataba únicamente de un gran tinglado escénico-musical sino de una
verdadera obra maestra del género, una pieza de real consistencia en el
frondoso repertorio de la ópera italiana decimonónica.
«Aida»
encaja a maravillas para una función extraordinaria. En ella hay de todo; arias
de ancho vuelo, desplantes épicos, catástasis dramáticas, el gran dúo, corales
majestuosos, trompetería, un ballet de gran espectáculo y unas infinitas
posibilidades de tramoya colócalista que permite cualquier fantasía a base de
sugerir un Egipto románticamente idealizado con sus palmeras y su esfinge a la
luz de la luna y sus templos ciclópeos, como el de Menfis, ante el cual
desfilan en triunfo los ejércitos acaudillados por Radamés «ilvincitor»,
recibidos con palmas, bengalas, bailes y clamores de victoria.
Resulta
casi un milagro que todo este desiderátum de guardarropía, todo este énfasis en
cartón-piedra no corresponda a una realidad musical de similar calibre, y no
obstante es así. La partitura de «Aida», con todos sus golpes de efectismo, su
peregrina intención descriptiva y sus recursos coloristas, es
música
operística de verdad, servida por una orquesta admirablemente tratada que
subraya toda la substancia expresiva de las voces. Perfectamente construida, la
obra no decae musicalmente en ningún momento y se impone a lo largo de los
siete cuadros apoyándose en algunas arias y episodios corales o sinfónicos de
innegable relieve como la «Celeste Aida...» con que se afirma la entrada de
Radamés, los dos grandes dúos «Pur ti revengo» y el del desenlace, «Morir si
puré...» o el complejo cuadro de apoteosis donde el coro entona la «Gloría all’Egitto».
En
toda la obra los intérpretes deben dar lo mejor de sí mismos, tanto vocalmente
como en carácter de actores protagonistas de una historia difícil de
representar sin caer en un vulgar pleonasmo o en el simple ridículo.
La
«Aída» de esta temporada se presenta siguiendo las tradiciones aunque se hayan cambiado
los decorados, algunos efectos de tramoya y otros detalles, siendo las únicas novedades
destaca bles la presencia nada menos que de una inquieta leona «de verdad» (con
collar y cadena, naturalmente) en la escena del apoteosis, la utilización de
pebeteros humeantes y de bengalas chispeantes para recibir al héroe Radamés.
Al
margen de la anécdota hay la novedad musical de los debut, siendo el más
significado el de la soprano española Angeles Gulin en el papel de Aida. La
artista manifestó ayer grandes facultades, una voz potente, verdaderamente
operística y un buen dominio de la escena, aunque no parece haber alcanzado
todavía un total control de sus recursos. En ciertos momentos —en el solo con
que principia el tercer acto, por ejemplo, y en el dúo final— su timbre resulta
satisfactoriamente modulado, pero en otros notamos una tendencia a adquirir un
matiz excesivamente violento y metálico y a veces —pocas, ciertamente— un
ligero desfase de afinación. Repetimos que Angeles Gulin es una cantante de
magníficas posibilidades que tenemos la impresión que puede ponerlas en mejor
rendimiento.
La
mezzo yugoslava Ruza Baldani que también ha debutado en el rol de Amneris, es diferente.
Tal vez tenga menos voz pero la suficiente para lo que exige la particela. La canta
con intensidad expresiva y un bello sentido del fraseo, sin apartarse de un
estilo adecuado, dando al personaje una preponderancia superior a la que
alcanza corrientemente. El bajo Joseph Fair, en el papel de Ramfís,
cumple discretamente. Entre los artistas conocidos destaca Pedro Lavirgen, el tenor
tantas veces aplaudido en el Liceo. El encarnó hace dos temporadas el mismo personaje
de Radamés y ahora como entonces hemos celebrado su entrega interpretativa, el lirismo
de su voz que en la célebre «Celeste Aida» adquirió el vuelo suficiente para arrancar
una ovación. El barítono francés Jean-Charles Gebelin (Amonasro) es buen
artista, cantante de excelente escuela y sus cualidades las apreciamos en todos
los episodios que le corresponden, en particular en el dúo con Aida del tercer
acto. Los demás colaboraron aceptable mente: Alvaro Malta (el rey), Luis Ara (un
mensajero) y Maria Teresa Batlle (sacerdotisa).
Él
coro continúa bien preparado por Riccardo Bottino y tiene intervenciones
notable mente ajustadas, lo mismo que el ballet que actúa con una nueva
coreografía menos egipcia y más clásica de Magriñá y la orquesta responde a la
batuta del maestro Antón Guadagno, que lleva la representación a un ritmo más
bien vivo, obteniendo considerables plenitudes sonoras y contrastes que dan
variedad y carácter a la parte sinfónica.
Acabamos de dejar el teatro con la sensación de haber
visto y oído una «Aida» de nivel medio. El público la ha recibido bien, con
alguna ovación y aplausos amables- Xavier
Montsalvatge
GAETANO DONIZETTI
L’Elixir D´amore (Donizetti) Jueves 12 noviembre 1970.
Director Gianfranco Masini, con Euduardo Giménez, Guadalupe Pérez Arias,
Madalena Bonifacio, Atilio Orazi.
Vayamos
con esta obra maestra de Donizetti, una de las operas más cómicas del genero
italiano, esta obra está llena de juventud y de ingenuidad, se nota la
influencia de Rossini y el espíritu sentimental de Donizetti. La versión que se
represento esa noche en el Liceo, estuvo cargada de mucha sinceridad por los protagonistas e hicieron
un alarde con su voces que nos dejaron muy satisfechos, el tenor Eduardo
Gimenez, posee una voz de tenor lírico ligero muy adaptada al rol de Nemorino,
sacando a relucir su voz con una gran generosidad y dando pie para que el
publico quedara inmerso en su personaje.
La
soprano Madalena Bonifaccio hizo una Adina sin complejos y con una voz muy
agradable y escénica mente muy segura en su rol, así como el Dulcamara de Attilio D´Orazi, interpreto muy graciosamente
su papel. Esa versión fue muy aplaudida, pero el recuerdo que tengo de la
temporada 1962-63 no se me puede borrar, pues tengo en mente la voz del
inigualable Ferruccio Tagliavini que hizo un Nemorino para enmarcar.
De
la función de esa noche, no he podido encontrar nada, lo único es un dúo que
canta Eduardo Giménez con el barítono Giancarlo Ceccarini, de esa forma podréis
apreciar la voz del tenor Eduardo Giménez. Oireis el dúo “Veinti escudi”
EDUARDO GIMENEZ
Seguidamente
os voy a poner una pequeña selección de
E´elisir D´amore de una grabación en
vídeo por los cantantes Leo Nucci, Anna Netrebko y Rolando Villazon, grabado el
año 2005.
ANNA NETREBKO ROLANDO VILLAZÓN
VIDEO -Rolando Villazon –
Anna Netrebko- L´elisir D´amore – “Una parola o Adina"
Ahora os voy a proponer un L’Elixir D´amore, fragmentada que se
cantó en el Metropolitan de New York 1991. Con una gran actuación de Pavaroti. Interpretes y personajes :Luciano Pavarotti(Nemorino), Karhlene Ratile (Adina), Juan Pons(Dulcamara), Enzo Dara (Belcore). Todos ellos dirigidos por James Levine
TEATRO PETROPOLITAN NEW YORK
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
AYER
NOCHE EN El GRAN TEATRO DEL LICEO
UNA
AFORTUNADA REPOSICION DE E´ELISIR D´AMORE PARA EL SEGUNDO PROGRAMA DE LA
TEMPORDA
«L’elisir
d’amore», una de las 68 óperas de Gaetano Donizetti escogida para figurar en el
segundo cartel liceístico de esta temporada, se representó ayer con el éxito
que nunca le ha faltado desde que se estrenó en Milán en 1832 (y dieciséis años
después en nuestro teatro). Aunque fue la primera que lo nombre y fama al
compositor de Bérgamo y que revela a maravilla su prodigiosa facilidad creadora
y su agilidad de invención melódica, queda por debajo de las otras que junto
con esta forma la pequeña y liviana estralogia en la que hay que situar, sin
duda, Lucía di Lammermoor», «La Favorita» y el delicioso «Don Pascuale», acaso
la obra maestra de un arte en el que no hay que buscar más que la línea alada
dé la coloratura vocal y la gracia
anacrónica de unas fórmulas que el músico supo vitalizar hasta el punto que
todavía hoy, cuando han perdido toda su validez, no dejan de atraer alos que
vamos a la ópera deseosos de encontrar periódicamente el «bel canto» desojado
de cualquier intención dramática trascendente. «L’elisir d’amore»,
evidentemente, no tiene esta característica. Es una trivial comedia jocosa,
pese a los suspiros de Nemorino, el protagonista masculino, y a que su
celebérrima romanza «Una furtiva lacrima» ha constituido siempre el símbolo de
la ópera e incluso de toda la meliflua inspiración de Donizetti. La alegría, la
despreocupada jovialidad, la picardía, el hábil encadenado de las arias
subrayadas por la simplicidad de un contexto orquestal insignificante es lo que
buscamos y encontramos en este L´elisir d’amore», dulce y aromático como un cáramelo
de fresa que no llega a empalagar que incluso sirve a veces para quitarnos el
regusto de otras músicas de sabor más persistente.
Anoche,
la reposición de la obra que hacía ocho años que no se había dado en el Liceo
constituyó un notabilísimo acierto. Todo ha contribuido a ello. Primeramente la
presencia del tenor Eduardo Giménez, debutante en el Gran Teatro, después de haberse
impuesto ya en otros escenarios de prestigio como el de La Fenice de Venecia,
el Comunale de Bolonia y en salas de conciertos de Londres y Nueva York. Eduardo
Giménez, mataronense formado artísticamente en Barcelona, nos ha sorprendido
por su musicalidad, agilidad vocal y dominio de las situaciones escénicas. Sus
facultades te tenor lírico-ligero son grandes, aunque el relativo volumen de su
timbre limite un tanto el repertorio que puede adoptar, pero se nota en todo (y
sobre todo en su elegante manera de cantar) que es un intérprete inteligente y
supongo que debe ser consciente del género de obras que le van; Mozart,
Rossini, Cimarosa, concretamente este papel de Nemorino de «L’elisir d’amore»
del que no creo exagerar diciendo que hace una perfecta creación, expresándose
con elocuencia y gracia sugestivas, moviéndose como un actor consumado que se
identifica naturalmente, sin exagerar los efectos de comicidad e ingenuidad,
haciendo resaltar todo lo que conviene de las arias con una sensibilidad de
verdadero artista. En la esperada «Furtiva lacrima» del último acto puso la precisa
dosis de morbidez para arrancar una ovación que se prolongó largo rato, incluso
con algunos bravos.
Otra
cantante nueva, la soprano Maddalena Bonifaccio, ha dado lugar a otra sorpresa agradable.
Su voz es muy bella, luminosa y de encantadora ligereza. Es también actriz
experta y dio al papel de Adina una deliciosa intención, sin renunciar a un
fraseo perfectamente musical.
El
reparto protagonitsa cuenta con otros dos artistas excelentes: el barítono
Attilio d’Orazi cuya presentación ha sido un éxito por tratarse de un cantante
magnífico de voz y con unos recursos interpretativos de primera que uso de
relieve dando una convincente movilidad y vis cómica al papel de Belcore, y el
bajo (barítono en realidad) Enzo Dará que ya conocíamos y que ha vuelto a
manifestar su acertada adaptación al papel que le ha correspondido, el del
viejo charlatán Doctor Dulcamara. La soprano Guadalupe Pérez Arias compelía el
reparto correctamente.
Señalamos
también la buena actuación del coro, —importante en la obra— bien preparado musicalmente
y como elemento de ambientación, igual que el ballet en su circunstancial intervención.
El criterio de un buen director de escena —Enrico Frigerio— se notaba en sus
actuaciones.
En
el maestro Gianfranco Masini hemos encontrado un buen conocedor de la obra y un
eficaz dominador de la orquesta. Ayudado por ésta y por la calidad de los
cantantes la representación ha transcurrido ágil, sin morosidades ni
ambigüedades, acentuándose los aciertos de ajuste en los concertantes vocales.
Finalmente
señalamos un último acierto; la utilización de unos decorados del escenógrafo
del siglo pasado Sanquirico, fielmente reproducidos. Particularmente los del
segundo acto y del segundo cuadro del último acto son una delicia de evocación,
una verdadera estampa romántica. Con gusto hemos vuelto a ver los telones
pintados con un realismo un punto ingenuo, los forillos, rompimientos,
bastidores y bambalinas de antaño y hemos pensado que para óperas como las de
Donizetti resultan insuperables. Resumen: «L’elisir d’amore» se representa con
muchos aciertos coincidentes, con cantantes adecuados, con una puesta en escena
apropiada y a un ritmo completamente satisfactorio. Vale la pena verlo porque
uno sale del teatro con una sensación plenamente optimista. —X. MONTSALVATGE.
GIUSEPPE VERDI
SIMON BOCCANEGRA (Verdi) 13
Diciembre, director Ino Savini, con Cornell MacNeill, Bonaldo Guiaiotti, Lucia
Kelston, Roberto Merolla, Enric Serra.
Aquí
tenemos en esta ópera del maestro Verdi, al “clásico” Verdi, con sus arias,
concertantes, coros, es decir al Verdi
de siempre, incluso con sus argumentos tan dispares, que uno después de
leerlos se queda perplejo con las dos Marias. A mi particularmente, es de las
óperas que la trama paso de ella y me introduzco en su música, ahí sí que veo
al Verdi de siempre. Verdi vuelve quizá de un modo inconsciente al estilo
tenebroso de los años 1840, pero con una música muy lucida y el barítono, soprano y bajo, Verdi supo darle un
color muy suyo, y de esa forma la ópera atrae al meló mano “verdiano”.
En
reglas generales el Simón Bocanegra que se canto esa noche en el Liceo, podemos
decir que fue de envergadura, con un barítono, Cornell MacNeil, en plena
ebullición, a la soprano Lucia Kelston,
el tenor Roberto Merolla y con el bajo
Bonaldo Giaiotti con su maestría, hizo disfrutar al aficionado liceísta de esta
tremenda partitura.
Os
voy a poner unos fragmentos de una representación que se hizo en el Teatro
Colon de Buenos Aires el 28 de Junio de
1964. Siendo sus intérpretes el Barítono
Cornell MacNeil, el bajo William Wildeman, la soprano Leyla Gencer y el
tenor Carlo Cosutta.
C.MACKNEILL LEYLA GENCER
AUDIO - Simon Bocaegra -Cornell Mac>Neil – – “¡¡Plebe!! Patrizi”
AUDIO -Simon Bocanegra - C.MacNeil- L. Gencer- C. Cosutta Trio acto 2º
AUDIO -Simon Bocanegra -C. MacNeil- W. Wilderman – - “N´ardon
le tempie”
AUDIO - Simon Bocanegra - C.MacNeil
– W. Wilderman- –“Suona ogni labbro
Bien,
expuestos estos fragmentos os voy a poner dos versiones del <Simón
Bocanegra>, la primera es la que se cantó
en el Teatro la Scala de Milan siendo el director Claudio Abbado y con los interpretes y personajes: Piero Capuccilli (Simon Bocanegra), Mirella Freni (Amelia),Nicola Ghiaurov (Jacobo Fieco) y Veriano Luchetti (Adorno).
TEATRO SCALA DE MILAN
SIMON BOCANEGRA- parte 1ª 1978-Abbado-Capuccilli-Freni-Ghiaurov
SIMON BOCANEGRA Parte 2ª- Abbado- Capuccilli-Ghiaurov- Freni
Y ahora para que podáis comprobar el rol de <Simón >en la voz de Placido Domingo, os voy a poner una actuación que se interpretó en el teatro de la Scala de Milán el año 2010, siendo el director, Daniel Baremboid, junto a Placido Domingo (Simon Bocanegra), Ferruccio Furlanetto (Fiesco), Anja Arteros (Amelia), Fabio Santori (Adorno)
TEATRO SCALA DE MILAN
SIMON BOCANEGRA- parte 1ª 1978-Abbado-Capuccilli-Freni-Ghiaurov
SIMON BOCANEGRA Parte 2ª- Abbado- Capuccilli-Ghiaurov- Freni
Y ahora para que podáis comprobar el rol de <Simón >en la voz de Placido Domingo, os voy a poner una actuación que se interpretó en el teatro de la Scala de Milán el año 2010, siendo el director, Daniel Baremboid, junto a Placido Domingo (Simon Bocanegra), Ferruccio Furlanetto (Fiesco), Anja Arteros (Amelia), Fabio Santori (Adorno)
Sobre
el cambio de tesitura, a mí no me desagrada, pero hay que tener en cuenta que
el rol de <Simón> lo ha interpretado siempre un barítono y a ser posible
con una voz poderosa y con mucha sensibilidad es decir barítono verdiano. Teatralmente , Domingo hace una
interpretación muy suya a decir con una sobriedad y un dramatismo que llena la
escena, a mi particularmente su voz en este rol, noto que me falta algo y ese algo es que
estoy acostumbrado a oírlo en tesitura de barítono verdiano y es por lo que
os comento que me falta algo. De todas formas hay que descubrirse ante este
“fenómeno”, un todo terreno que solamente con el ímpetu que pone al meterse en
cambiar su tesitura es digno de agradecer. Ha tenido muchas criticas por el cambio de tesitura, a mi particularmente os repito que no me llena pero debemos de respetar su decisión.
TEATRO SCALA DE MILAN
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
«SIMÓN
BOCCANEGRA», DE VERDI, EN EL LICEO
Como
resumíamos en la nota publicada en la
edición del domingo, «Simón Boccanegra» se ha repuesto en el Liceo con un buen cuarteto
de cantantes solistas, destacando del mismo el barítono norteamericano Cornell
Mac Neil en la interpretación del personaje protagonista que da nombre a la
ópera. Ya sabíamos que Cornell Mac Neil es seguramente el primer barítono
verdiano actual (recordamos su magnífica actuación en el «Nabucco» de la pasada
temporada) y no nos sorprendió que su trabajo fuera esta vez de tanta calidad.
Las facultades vocales de este artista son extraordinarias; un timbre pleno,
mórbido, de una ductilidad expresiva que se amolda a cualquier sentimiento interno
de la música. Lo mejor de Mac Neil es la inteligencia y el oficio con que
aplica estas posibilidades, como lo hace un artista total, cantante y actor al
mismo tiempo. Personaliza la figura de Boccanegra con sobriedad de gesto y
dicción musical, imponiéndose rotundamente aunque sin desplantes ni exageraciones,
al lado de los demás cantantes del reparto. Entre éstos hay otro —el bajo Bonaldo
Giaiotti— que también conocimos en el «Nabucco» de la temporada anterior y que
ahora ha confirmado su gran clase: una voz intensa y majestuosa, un porte de
gran intérprete hacen de él un artista
idóneo
para la parte de Fiesco que se le confía en «Simón Boccanegra».
Nuevas
figuras para el Liceo han sido la soprano Lucía Kelston y el tenor Roberto Merolla,
participantes protagonistas para la misma ópera. Lucía Kelston, norteamericana también,
es una cantante muy adecuada para los papeles dramáticos. Su registro vocal
tiene solidez y extensión aunque una cierta dureza, no de color sino más bien en
algunas de sus inflexiones dramáticas que resultan como forzadas y
artificiales. De todas maneras es una
artista de primera fila (ganadora del concurso de cantantes del Metropolitan de
Nueva York) y como tal la hemos aceptado. Lo es igualmente el tenor italiano Roberto Merolla, joven cantante
premiado en el Festival de Spoleto, notable por su bella escuela, algo limitado
en cuanto a volumen de timbre pero de una positiva vehemencia discursiva y
dominio de un lirismo que manifestó acertadamente en otro papel principal de la
obra verdiána.
«Simón
Boccanegra» se representa con otros cantantes meritorios, el coro y una adecuada
escenificación, todo dirigido musicalmente con mucha efectividad por Ino Savini
al frente de la orquesta.
Al
margen de la interpretación, «Simón Boccanegra» interesa por la obra en sí
misma. En su primera versión fue dada a conocer en 1857, o sea, poco después
del tríptico más popular de Verdi: «Trovador», «Traviata» y «Rigoletto». No
tuvo ningún éxito y años después el compositor introdujo cambios sustanciales
en la partitura (incluso sustituyendo el primitivo libreto de Piave por otro de
Arrigo Boito) infundiendo en el contexto la plenitud de su genio. La versión
definitiva de «Simón Boccanegra» es inmediatamente anterior a «Otello» y
«Falstaff» y en muchos aspectos hace presentir la plenitud dramática de estas
últimas piezas maestras de la producción verdiána. Hay en «Boccanegra» mucho formulismo
escénico y todos los tópicos melodramáticos de la ópera tradicional italiana,
pero hay también, sobre todo en el trato de la orquesta, la manó del músico
experto que utiliza la materia sinfónica como un medio expresivo y narrativo sustancial.
«Boccanegra» en varios momentos —el cuarteto final del primer acto, por ejemplo—
recuerda aún la claridad simple de «Rigoletto», pero en muchos episodios y sobre
todo en la riqueza de la orquesta, como hemos dicho, se presienten los
hallazgos de «Fastaff» y la palpitación descriptiva de «Otello». «Simón
Boccanegra», en su versión definitiva, se representa poco, incluso en Italia. Es
raro, pues cabe situar la obra en un nivel casi tan alto como el que nadie discute
a las últimas realizaciones del compositor, los aludidos «Otello» y «Falstaf. XAVIER
MONTALVAGE
GAETANO DONIZETTI
GAETANO DONIZETTI
LUCRECIA BORGIA (Donizetti) 13
diciembre 1970, director Reynald Giovninetti, con Montserrat Caballé, José María
Carreras, Roger Soyer, Jiné Barbie.
Otra de las grandes noches en este Gran Teatro del
Liceo y van…he perdido la cuenta pero me congratulo de haber vivido en una de
las mejores épocas de este Gran Teatro. Si comparara las representaciones desde
1953 en que asistí por primera vez a ahora
en los años actuales (2017), hay un abismo y tengo que reconocer que en tiempos
pasados, cuando empecé a asistir a aquellas funciones, la calidad de las voces
era muy distinta a los de la actualidad. Lo único que hay un poco de diferencia, es en que los cantantes de hoy en
día son mejores actores, hoy, los
cantantes estudian muy bien sus personajes teatralmente ya que las televisiones
están encima y captan cualquier insignificancia. La pena es que a nivel
cantante, sobre todo en la tesitura de tenor la cosa pinta muy mal ¿Dónde están
los Del Mónaco, Corelli, Bjoerling, Kraus, Pavarotti, Domingo? etcétera. Hoy en
día un primer tenor en la actualidad son los que considerad-amente eran los de
segunda categoría que había antes. En fin es una apreciación mía y compartida
con muchos aficionados de mi época.
Sobre
la ópera Lucrecia Borgia, para mí era la primera vez que veía dicha opera, fue
una grata sorpresa, ahora al paso de los años, gracias a cantantes como
Montserrat Caballé, María Callas, Leila Gencer y otras más, han desempolvado
operas de Donizetti y Bellini que estaban
olvidadas. Montserrat Caballé, hace una creación muy subgéneris del rol
de Lucrecia Borgia. ¡¡Que interpretación tan
magistral!! Que dominio de su fiato, el colorido de su voz, el
temperamento que le pone a su personaje en fin… otra noche de embrujo, y con un
reparto de voces excepcionales, y además el estreno de José Carreras cantando
su primer rol de envergadura.
He
podido encontrar algunas grabaciones de aquella noche que merecen la pena
escucharlas.
MONTSERAT CABALLÉ
MONTSERAT CABALLÉ
Seguidamente os voy a poner el fragmento tan
conocido “Di pescatore ignobile” que
canta José Carreras, estando acompañado por la soprano griega Vaso
Papantoniu, que en aquellos años se
decía que era la que podría se la sustituta de Maria Callas.
AUDIO - José Carreras- Vasa Papantoniu -Lucrecia Borgia- “Di
pescatore ignobile”
Ahora os propongo una versión de "Di pescatore ignobile" cantado por Jaime Aragall donde hace un alarde vocal muy excelente, es una grabación efectuada en el Teatro San Carlo di Napoli en el año 1966 y está acompañado por Leyla Gencer
AUDIO Lucrzia Borgia S.C.Napoli-Jaime Aragall- Leyla Gencer "Li pescatore ignobile"
Ahora os propongo una versión de "Di pescatore ignobile" cantado por Jaime Aragall donde hace un alarde vocal muy excelente, es una grabación efectuada en el Teatro San Carlo di Napoli en el año 1966 y está acompañado por Leyla Gencer
JAIME ARAGALL
AUDIO - M. Caballé -1970-
Lucrecia Borgia- “Maffio Orsini signora
AUDIO - M.Caballé- J.
Carreras-Lucrecia Borgia – duo “Infelice ilveno bevesti”
AUDIO - M. Caballé—Lucrecia Borgia “Modi ah m´odi”
Os voy proponer dos versiones muy diferentes de como se canta el brindis tan famoso de Maffio Orsini "Il segreto per esser felice", hoy en día lo abordan el rol con tesitura de mezzosoprano. Primeramente os voy a poner en vídeo de la cantante Daniella Barcelona
VIDEO Lucrezia Borgia Daniela Barcellona "Il segreto per esser felice"
Y ahora oiréis a la gran contralto británica Clara
Butt (1872-1936) en el aria brindis relativamente alegre de Maffio Orsini. Notareis la distinción de tesitura y la grandeza de la voz de Clara Butt.
AUDIO Lucrezia Borgia- 1909-Daniela Barcellona "Il segreto per esser felice".
Os propongo la grabación famosa completa que se canto en New York Carnegie Hall,
en el año 1965, donde sustituyo a Marilyn Horne, teniendo un grandioso éxito. Su verdadero lanzamiento internacional se produjo la anoche del 29 de abril de 1965 en el Carnegggie Hall, cuando tuvo que sustituir imprevisible mente a Marilyn Horne en la Lucrezia Borgia. Su gran actuación le valió 25 minutos de aplauso al termino de la representación y uno de los críticos más importantes neoyorquinos titulo al diá siguiente <Calla+ Tebaldi= Caballé>. Desde este momento comenzó el despegue internacional de su carrera.
Carnegie Hall- Opera Society Orchestra. Director Jonell Perlea. Interpretes y pesonajes :Monrserrat Caballé (Lucrezia Borgia) Jane Berbie (Maffio Orsini), Alain Vanzó (Gennaro), Kostas Paskalis (Don Alfonso)
Gracias a YouTube ha editado la versión de <Lucrezia> que se represento en el Liceo en 1970 y aunque el sonido es regular merece el tenerla en nuestra discoteca. Oiremos a Montserrat en plena ebullición y a José Carreras en el comienzo de su carrera.
Orquesta y coro del Liceo, director Reynald Giovaninett, interpretes y personajes : Montserrat Caballé (Lucrezia), José Carreras (Gennaro), Jane Barbie (Maffio Orsini) y Roger Soyer (Don Alfonso).
LUCREZIA BORGIA-1970- Liceo-Giovaninett- Caballé-Carrearas-
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Orquesta y coro del Liceo, director Reynald Giovaninett, interpretes y personajes : Montserrat Caballé (Lucrezia), José Carreras (Gennaro), Jane Barbie (Maffio Orsini) y Roger Soyer (Don Alfonso).
LUCREZIA BORGIA-1970- Liceo-Giovaninett- Caballé-Carrearas-
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
AYER
NOCHE EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO
«Lucrezia
Borgia», de Donizetti, con la reaparición de Montserrat Caballé.
La
reaparición de Montserrat Caballé fue celebrada ayer en el Liceo con largas y
efusivas ovaciones. Nos alegró ver que la artista a quien aplaudimos no hace
más de quince días en el Metropolitano de Nueva York para sumarnos a su triunfo
norteamericano, es estimada y admirada aquí, en su país y su ciudad, Montserrat
Caballé es profeta en su tierra, desmintiendo la divulgada leyenda, para
situarse definitivamente al nivel de popularidad que el público barcelonés, él
liceístico en particular, asigna a las divas de ópera de categoría
internacional. Nuestra cantante ha ganado a pulso esta situación que ahora
hemos comprobado cómo es firme y legítima, y está dispuesta a mantenerla (Dios
quiera que sea por mucho tiempo) correspondiendo a las obligaciones contraídas
y resultantes de su
conseguido
prestigio, sin regatear su presencia en el primer escenario barcelonés que fue,
en realidad, el trampolín gracias
al
cual su carrera artística pudo alcanzar una proyección mundial. La soprano
catalana cantará esta temporada en diez representaciones con tres óperas
diferentes del repertorio italiano Donizetti, Bellini y Puccini le permitirán
expresarse en su registro lírico favorito, en la col-atura igual que en la dicción
afectiva y sentimental que exigen las elegíacas cadencias de «II Pirata» belliniano
o el «verismo» de «La Boheme».
Como
primera manifestación de sus mejores posibilidades expresivas, hemos admirado
ahora su interpretación de esta imaginaria «Lucrezia Borgia» presentada anoche con
máxima dignidad artística, tanto por lo que hace referencia al resto del
reparto como al montaje-escenográfico.
«Lucrezia
Borgia» es una de las 68 óperas de Donizetti, ni mejor ni peor que otras que
conocemos circunstancialmente: «Anna
Bolena», «Roberto
Devereux» o «Linda de Chamonix». No llega desde luego a ser una obra tan
rotunda como «Lucia de Lammermoor» ni tan ágil como «La Favorita», «Elisir d’amore»
o el delicioso «Don Pascuale» pero no queda muy por debajo de, estas partituras
porqué Donizetti es en toda su producción y en cierto modo invariable.
«Lucrezia Borgia» parece ser una de estas obras que el compositor escribía en
ocho o diez días, lo que se acusa en doble sentido, negativo y positivo. Por un
lado, las fórmulas son aplicadas de manera prácticamente rutinaria; recitada,
arias, concertantes y corales de ambientación, todo con un acompañamiento sinfónico
elementalísimo, aunque siempre «suene bien». Por otro lado en cambio, el positivo,
la frescura melódica, la «cantábile» espontaneidad no está ausente en ningún
momento, con otra circunstancia a favor: parece como si Donizetti, imbuido del
drama de Víctór Hugo imaginado sobre la
complicada historia, festoneada de envenenamientos, de los Borgia, los Ferrara
y los Orsini, hubiese intentado dar mayor consistencia descriptiva y mayor
hondura á su música que en esta ópera resulta menos arbitraria, de intención
más próxima al «verismo».
El
triunfo de Montserrat Caballé en el papel
protagonista ha sido grande. Hemos vuelto a admirar la rotundidad, claridad y vuelo
lírico dé su voz, purísima como siempre, limpia y densa en todos los registros,
sobre todo en el agudo que continúa siendo el arma infalible de la artista,
quien manifiesta actualmente un superior dominio de la escena como actriz que
sabe dar la suficiente prestancia dramática a su actuación. Esta cualidad suya
fue máxima mente evidente sobre todo en su larga escena dialogada con el duque
de Ferrara y con las intervenciones de Gennaro en las que se centra la tensión
del segundo cuadro del acto primero, y en el trágico desenlace final, cuando
Lucrezia anuncia que todos los presentes en el palacio Negroni han sido
envenenados por ella y van a morir.
Montserrat
Caballé ha sido pues ovacionada como cantante completa, perfecta para estos
papeles fuertemente melodramáticos, típicos del repertorio italiano, de
Donizetti a Verdi.
Anotamos
que una vez más en el Liceo no se deja a una primera figura en solitario. Al
lado de la Caballé hemos encontrado un conjunto de artistas de verdadera calidad.
Entre ellos hay que situar al tenor José Maria Carreras (Gennaro) que ha
confirmado, superándola, la buena impresión que, nos produjo la temporada pasada a encarnar el personaje
de Flavio en «Norma> y el de Ismaele en «Nabucco». José Maria Carreras canta
con mayor elocuencia, con un gran temple vocal y una constante hondura expresiva.
El público lo reconoció así y él fue, a la hora de los aplausos delante de la
cortina, uno de los más homenajeados con bravos entusiastas. La presentación
del bajo francés Roger Soyer (duque de Ferrara) fue también ovacionado
merecidamente pues es un cantante de voz intensa y de un temperamento de
verdadero artista y de actor refinado. Otra presentación, la de la soprano Jane
Berbie (Maffio Orsini), no decepcionó. Las posibilidades de esta cantante son
ideales para papeles de «travestí» como el que interpretó, con toda propiedad.
Otros
personajes tienen una participación más o menos importante en la obra. Fueron
servidos correctamente por artistas meritorios, ya conocidos. El coro tuvo
intervenciones aceptables y la orquesta igual que la marcha general de la
representación fu llevada desde el atril de director por un maestro tan
acreditado como Reynald Giovaninetti. Volvemos a señalar lo apropiado de la presentación
cuidada por Giuseppe de Tomasi, con decorados tradicionales una luminotécnica
especialmente eficaz.
La
sala estaba llena y el clima fue de entusiasmo a favor de los intérpretes que debieron
comparecer repetidamente frente a las candilejas al final de los actos,
recibiendo en especial Montserrat Caballé el homenaje cariñoso y unánime de los
liceístas. XAVIER MONTSALVAXE
VICENZO BELLINI
IL PIRATA (Bellini) 1 de enero
1971. Director Carlo Felice Cilliario, con Montserrat Caballé, Bernabé Martí,
Vicente Sardinero, Carlos del Bosco
Otra
ópera de estreno par mis arcas operísticas. Como buen admirador y fan que soy
de Bellini, por supuesto que me agradó y mucho, la función que vi en el Liceo
esa noche. Por los años, me dan escalofríos de pensar que tuve la dicha de ver
a Montserrat Caballé en todo su apogeo
vocal. Mi opinión ahora por los a años que han transcurrido, puedo decir que
fue una de las sopranos más grande que ha dado el mundo de la lírica, en
especial al interpretar los roles de Donizetti y Bellini, todo el mundo lírico
de aquellos años (1965- 1985) más o menos, se tuvo que inclinar hacia esa voz
única que nos ha dado la madre naturaleza. Yo personalmente la he visto en sus
mejores momentos y doy fe de todo ello. Las casas discográficas de aquella
época estaban en las nubes y no se enteraban de la voz de Montserrat Caballé,
pues estas multinacionales estaban solamente para unas cuantas voces (por cierto
muy buenas) y de ahí no salían. Podemos dar gracias a las grabaciones piratas
que nos han dejado unas actuaciones que ahora por el tiempo podemos darnos
cuenta de lo grande que fue esta Montserrat Caballé.
La
función de esa noche fue algo impresionante. La ópera empieza con un extenso
preludio adecuado para meternos en la
atmósfera de la tempestad con la que empieza el primer acto. Es una ópera con
el estilo particular de Bellini, con sus concertantes, tríos, dúos en fin es una
cascada de música bel cantista y romántico que era lo que se llevaba en
aquellos tiempos. La interpretación, fue magistral por parte de M. Caballé y
sus acompañantes lucieron sus voces con un gran esplendor contagiados por la
gran interpretación de la Caballé. Otra noche de ensueño donde los aficionados
pudimos disfrutar de la música de Bellini y las voces tan fantásticas.
De
todo lo que hay en YouTube, me decanto por una grabación de la ópera <Il
Pirata>, con el América Opera Society Orquesta y coro, New
York, todo dirigido por Gianfranco Rivoli con los cantantes Montserrat Caballé,
Bernabé Martí y Licinio Miontefusco en el año 1965.
MONTSERRAT CABALLE BERNABÉ MARTI
BELEM AMPARAN
AUDIO - Belem Amparan – La Gioconda- “Voce di donna d´angelo”
He encontrado por YouTube una grabación en vídeo. de esta ópera cantada en el Liceo y espero que os guste tiene un buen sonido y muy buena visión. Orquesta y Coro del Gran Teatro del Liceo director Daniele Calligari con los siguientes interpretes: Debora Voigt (La Gioconda),Elisabette Fiorillo (Laura Adorno), Richard Margison (Enzo Grimaldo), Carlos Colombara (Alvise), Ewa Podles (La Ciega) y Carlo Guelfi (Bernabe).
VÍDEO LA GIOCONDA-2005-Liceo-Calligari- Podles-Margison-Fiorillo
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
AUDIO - Lucia - C. Deutekom- L. Pavarotti- “Tombe degli avimiei”
AUDIO - Il pirata -
M.Caballé - “Sorgete: e in me Dover quella pietate”
AUDIO - Il pirata -M. Caballe- L. Moontefisco – duo 2º Acto
AUDIO - Il pirata-M. Caballe- B. Marti – – “Eccomi a te, Gualtieri”
Ahora os voy a poner en AUDIO una representación efectuada el año 1959 en el
Carniegie Hall NYC con la Orquesta y coro de Maerican Opera Society con la dirección Nicolas Rescigno y los siguientes interpretes y personajes: Maria Callas (Imogene), Pier Mirnda Ferraro((Gualtiero), Constantino Ego (Ernesto) y Chester Watson (Solitario).
AUDIO -IL PIRATA- 1959-Rescigno- Callas- Ferraro. Ego
Y ahora os voy a proponer la ópera en audio de la actuación de <Il Pirata) por Montserrat Caballé y Bernabé Marti de una grabación que se efectuó el año 1966 en New York en el American Opera Society Orqchestra y Coros siendo el director Gianfrancolo Rivoli. Los interpretes y personajes : Montserrat Caballé (Mofene), Bernabé Martí (Gualtiero), Licino Montegfusco (Ernesto), Sylvia Kharchadourian(Adel), Herbert Kraus (Goffredo).
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
<<IL
PIRATA> DE, BELLINI >>
Por
lo regular, las obras olvidadas de un compositor son las menos interesantes de
su producción. En parte este es el motivo de que < Il Pirata>, de Vicenzo
Bellini, no haya llegado hasta ahora a la escena del Liceo, o sea 140 años
después de haberse estrenado en el desaparecido Teatro de la Santa Cruz (tres
años después de su primera representación en la Scala de Milan). < Il
Pirata> fue la primera ópera que dio fama a Bellini que contaba 26 años
cuando la compuso. Es un bello precedente de lo que sería cuatro años después
<La Sonámbula> y < Norma> que unidas a su última producción, <
Il Puritani>, forman la trilogía máxima del músico siciliano.
En
< Il Pirata> nada se concreta pero todo se adivina: un instinto
verdaderamente genial de la invención
melódica y una elegancia de expresión que no igualaría ningún otro de los
románticos italianos. Por lo demás, por debajo de esta volátil , finísima y
preciosita línea de puro < bel canto>, en la obra no encontramos más que las formulas de la época, con todo su
fárrago de tópicos escénicos y de efectismo dramático totalmente marchito. No
importa Bellini es admirable por otras calidades que encontramos como he dicho
en la trasparencia de su melodía que la aproxima – es curioso- más a Chopin que
a sus contemporáneos autores de música para el teatro. Y esta melodía fluye a
lo alargo de toda la partitura alcanzando en algunos momentos (en el
concertante del actos segundo y en el dúo de Imogene de Caldora, por ejemplo)
una gracia e intensidad lírica que hacen presentir directamente los más
mórbidos acentos de < Norma >.
En
<Il Pirata> vuelve a triunfar Montserrat Caballé. El carácter de la ópera
en la que nuestra admirada soprano encarna el papel protagonista femenino de Imogene, es perfecto
para las inflexiones de su voz y la naturaleza de su temperamento. Es una
delicia escuchar sus filados vocales, sus agudos brillantes, la tersura de su
dicción maravillosamente cálida, de una penetración expresiva total. Montserrat
Caballé parece una cantante idónea, acaso actualmente insuperable para Bellini.
Lo pensábamos la temporada pasada al es cucharla en <Norma> y lo creemos
también ahora al admirarla en el <Il Pirata>.
La
representación de la obra da lugar también a considerar la alta calidad de otro
artista, el barítono Vicente Sardinero, en la interpretación de Ernesto, duque de Caldora. En anteriores
ocasiones hemos elogiado la valía de este cantante, pero nunca como ahora
habíamos intuido sus posibilidades de llegar a ser una primerísima figura
mundial dentro de su especialidad. Vicente Sardinero, con una voz segura, da
noble timbre. clara y robusta en todos los registros, se expresa en la obra con
una dicción en todo momento persuasiva.
El
tenor Bernabé Martí en el rol de Gualtiero tiene menos oportunidades de
destacar pero logra imponerse porque es un artista honesto que canta muy bien
identificado con el estilo que requiere la ópera italiana. Pone en su trabajo
un laudable empeño y nunca deja de expresarse con musicalidad y buen gusto.
Las
demás figuras del reparto forman un conjunto equilibrado del que destaca el
bajo Carlo del Bosco (Goffredo). El coro, sobre todo la sección masculina, participa
con acierto. La puesta en escena es cuidada y bien ambientada por el regista
Renzo Frusca.
La
representación se beneficia mucho del talento, la experiencia y la musicalidad
del maestro Carlo Felipe Cillario al frente de la orqueste. Cillario es un
director habitual en el Liceo y siempre hemos podido constatar, como ahora, su
presencia en el primer atril es una garantía de eficacia y de dominio de todos
los recursos que tiene en mano para asegurar la buena marcha de la
representación. XAVIER MONTSALVAGE
ALMILCAR PONCHIELLI
ALMILCAR PONCHIELLI
LA GIOCONDA (Ponchielli) 7 de
enero 1971, Director Octavio Ziino, con Ángeles Gulin, Carlo Bergonzi, Michele
Vilma, Rosa Laghezza, Anselmo Colzani, Dhiakov de Alvise.
¡¡Otro
estreno!! Es de las óperas que más me han gustado y sigue gustándome, cada vez
que la oigo le saco cosa nuevas, es inmensa, una gran orquestación, muchos
personajes y a cuál de ellos mejor, el maestro Ponchielli, supo sacar provecho
a todos sus roles y cuidó esmeradamente sus tesituras y supo dar realce a su
personajes, por este motivo se interpreta pocas veces, por el coste que
requiere una representación, a una soprano, una mezzosoprano, una
contralto, un tenor, un barítono y un bajo, y por supuesto voces de un gran
prestigio, pues como algunos de ellos no sea de garantía, la representación “ Hace agua”.
En
la representación que vi esa noche, os puedo decir que fue fabulosa, todos estuvieron a una gran altura,
nadie de los cantantes estuvo fuera de lugar, todos rallaron a gran altura por
lo tanto el público liceísta una vez más disfruto de lo lindo. Personalmente
tengo que resaltar la gran calidad de voz que pose Carlo Bergonzi, es de otro
mundo, la seguridad que tiene el espectador al oírle cantar, una voz templada,
hábil, melodiosa y muy generoso, en fin… una autentica gozada el escucharle.
La
soprano Ángeles Gulin nos demostró que era una cantante con una voz muy
poderosa y a la vez delicada, supo sacar provecho, lo demostró con su
vehemencia y generosidad, los demás compañeros estuvieron a la altura de la
pareja y así de ese modo salió una representación que el público al final de la
función estallo con grandes aplauso y bravos.
Otra
noche de gran éxito de voces y personalmente yo salí entusiasmado de la ópera
que había visto por primera vez, hoy en día es otra de mis favoritas.
Os
voy a poner uno fragmentos de dicha ópera, con las voces Carlo Bergonzi, Ángeles
Gulin, Marilyn Horne, Corneill MacNeill, Nuncio Todisco, Bruna Baglioni y en
especial quiero que pongáis atención a una mezzosoprano, llamada Belem Amparan,
que he podido encontrar en YouTube, haciendo el rol de la ciega. El nombre de
esta cantante, lo tengo escrito en mi
diario, como recomendación del malogrado amigo señor Smith, diciéndome que en
los años 1956 debutaba en el Metropolitan, diciéndome que fue una cantante que
tuvo mucho éxito y sobre todo en la Gioconda haciendo el papel de ciega.
Mirando en YouTube he podido encontrar el fragmento de ella y es por ello que
os lo voy a poner.
VIDEO- Angeles Gulin-
Nuncio Todisco – La Gioconda- duo
Primeramente os
voy a proponer la ópera en audio de una grabación de estudio efectuada el año 1952 con María Callas cuando estaba en sus albores de su carrera, para mi parecer es una actuación sensacional de María Callas. Cooperan la Orquesta y Coro de la RAI de Torino, estando dirigida por Antonino Votto y con los interpretes y personajes : Maria Callas (La Gioconda), Gianni Poggi (Enzo Grimaldo), Paolo Silveri (Bernabé), Fedora Barbieri(Laura Adorno), María Amadini (La ciega),Giulio Neri (Alvise), Piero Paoli (Zuane)Armando Benzi (Isepo).
VÍDEO LA GIOCONDA-2005-Liceo-Calligari- Podles-Margison-Fiorillo
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
«La
Gioconda», de Ponchielli
Con
La Gioconda, la única ópera por la que se recuerda a su autor Amilcare
Ponchielli ha vuelto a los carteles de nuestro primer escenario, donde no había
figurado desde hace nueve años. Este tiempo transcurrido no lo consideramos
excesivo porque la verdad es que La Gioconda» si bien m e r e c e permanecer en
el repertorio italiano de los teatros operísticos no creo que importe a nadie
que su reposición se efectúe muy de tarde en tarde.
El
libreto de »La Gioconda» adaptado de un drama de Víctor Hugo, por Arrigo Boito,
es, francamente mediocre, convencional y de un melodramatismo que antes
llamábamos de novela por entregas. Para los gustos actuales esto tiene poca
importancia pues cuando acudimos a la ópera, lo que menos esperamos ver es
teatro, salvo en casos de excepción. Lo que en cambio nos gusta encontrar es
música, valga la redundancia, <operística>, y vale decir que la que se
desprende de la partitura de Poncielli, lo es, aunque no posea la hondura
dramática de cualquier página de Verdi ni la fluidez lírica constante
invariable de todas las obras de Puccini, o el sincero melodismo propio de
Mascagni, para citar los dos compositores que fueron sus discípulos y que le
superaron en el arte de sensibilizar al público. En definitiva, La
<Gioconda>,
sobre un tema de ambiente veneciano, es un drama cantado de escasa densidad específica
pero con no pocos elementos útiles para el ejercicio de las voces
Y
de sus posibilidades expresivas y de virtuosismo. Forzado o no, hay de todo en
sus tres actos; intrigas, perfidias, amores secretos, traiciones,
envenenamientos, etcétera, y todo a base de monólogos recitados, arias, dúos,
corales y el irrenunciable ba llet entreverado para redondear la espectacularidad
de la pieza. Todo es superfluo, más brillante y decorativo que auténtico, pero cumple
muy bien una misión: la de que cada intérprete o realizador —cantantes, coros,
bailarines o regista— se manifieste plena y repetidamente.
Con
la reposición de <<La Giocond>>, que tuvo efecto el jueves, el
Liceo ha vuelto a darnos ocasión de aplaudir una meritoria resolución: la de
realzar una ópera de ilimitado interés con una puesta en escena muy cuidada en
los detalles en lo esencial confiando
los papeles protagonistas a cantantes de categoría que, sin duda, constituyen
el polo máximo de atracción del espectáculo.
Citemos
en primer lugar al tenor, Carlo Bergonzi para el rol de Grimaldo (que como es
sabido, Poncielli creó para Gayarre
que
estrenó la obra en 1876). Bergonzi continua en la plenitud de su arte y puede entregarse,
como lo hizo en esta ocasión, a todas las posibilidades que le ofrecía el personaje
representado. Con extraordinario vigor temperamental, con los espléndidos recursos
de una voz privilegiada, voluminosa, cálida, máximamente dúctil en la expresión,
con su experiencia y dominio de la escena que hacen de él una de las primeras
figuras
mundiales en su especialidad, Bergonzi produjo auténtica sensación y una vez
más obtuvo del público un recibimiento clamoroso. Largos minutos duraron las
ovaciones con las que el auditorio rubricó su principal intervención solista,
el aria <Cielo e mar> del segundo acto y muchas veces debió aparecer el
artista delante de la cortina al final de los actos para corresponder al entusiasmo
general perfectamente justificado pues verdaderamente su actuación fue digna
del prestigio y de la valía indiscutible del artista.
Resultó
notable en esta «Gioconda» lo que hemos dicho antes; que no fue representada
únicamente con una «vedette» relegando los demás papeles a cantantes
secundarios. Debemos agradecerlo, pues, en la ópera de Poncielli el lucimiento
no corresponde únicamente al tenor. La soprano Angeles Gulin, que ya aplaudimos
en la <Aida> que inauguró la temporada, ha vuelto para imponerse mayormente con el alcance de su
voz, espléndida para el teatro, de alcance tímbrico excepcional, aunque pueda obtener
de ella efectos más refinados de los que logra ahora. Su personificación de «Gioconda»
fue de muy acusado relieve considerando su trabajo desde el punto de vista del
despliegue vocal generosamente prodigado.
Entre
los demás intérpretes celebramos la reaparición del barítono Anselmo Colzani,
en el personaje de Barnabá. ¡Qué gran artista es Colzani en los papeles que
exactamente se ajustan a su manera expresiva, como son el de Yago, en «Otello»
(que in terpretó hace años aquí), o este del pérfido Barnabá que ha
representado ahora. Ciertamente, su voz acusa algún cansancio, pero el cantante
es a la vez tan estupendo actor, tan conocedor de su oficio, tan sutil y emotivo
en la dicción que sigue llenando la escena, como se acostumbra a decir, siempre
que el personaje interviene en la acción aunque sea marginalmente.
La
presentación de la mezo Michele Vilma (Laura) es también digna de señalarse porque
se trata de una cantante de facultades y de una musicalidad evidente siempre.
El bajo, Anton Diakov (Alvise Badoero), estuvo a la altura de los intérpretes
citados antes, igual que otra buena mezzo, Rosa Laghezza (la ciega),
Interviniendo con la oportunidad a que nos tienen acostumbra dos los demás,
Soto, Ara, Pons y Campos, en papeles circunstanciales.
El
coro, aunque acusó alguna irregularidad en las entradas al principio de la
obra, se puso después a tono de las circunstancias
y
su participación fue meritoria, satisfactoriamente desenvuelta hasta el final.
En su movilidad tuvo, sin duda. Intervención el regista Enzo Frusca que
controló y dio agilidad al movimiento escénico en general.
Mención
particular merece el ballet en la célebre Danza de las horas, resuelta
coreográficamente con verdadera agilidad por el maestro Juan Magriñá e
interpretada por el cuerpo de baile con seguridad e ímpetu.
Las
«estrellas» de esta vistosa escena—Asunción Aguadé y Alfonso Rovira— polarizaron
el éxito obtenido que nos hizo pensar en lo mucho que podría realizar el ballet
liceistico si tuviera más ocasiones de manifestarse con la espectacularidad que
alcanza en esta ópera.
Anotemos,
como factor positivo de la representación, la puesta en escena con bonitos y efectistas
decorados italianizantes.
Y
también como resumen, la dirección del maestro Ottavio Ziino al frente de la orquesta.
Como en tantas ocasiones, su presencia en el primer atril garantizó una dignidad
musical mantenida con autoridad y sensibilidad. —
Xavier MONTSALVATGE.
GIACOMO PUCCINI
LA BOHEME (Puccini) 9 enero,
sábado, Director Carlo Felice Cilliario, con Montserrat Caballé, Luciano
Pavarotti, Vicente Sardinero, Nancy Estok
Fue
un autentico lujo, la representación de aquella noche. Podemos decir sin
tapujos que fue otra noche apoteósica y van… He perdido la cuenta de operas que
he visto con una proyección inigualable,
esa ha sido mi suerte en estos años de vivir en Barcelona, en la época dorada
de este Gran Teatro del Liceo. Os recomiendo que leáis la entrevista que le
hacen al gerente del Teatro del Liceo, al señor don Juan Antonio Pamias y allí
podréis comprender de qué forma contrataba a los mejores cantantes del momento.
La
función de la Boheme fue sencillamente espectacular, la pareja Caballé y
Pavarotti dieron una clase magistral de
cómo se tiene que interpretar vocalmente los roles escritos por Giacomo
Puccini. Sabéis que hay una Boheme, dirigida por Karajan con Pavarotti y
Mirella Freni que está catalogada como una de las mejores Boheme que se han
grabado. Si, ciertamente con los roles de Marcello, (Rolando Panerai), Nicola
Ghiaurov (Colline), no lo dudo, pero la versión que yo vi aquella noche no
tiene nada que envidiar a Mirella Freni y Luciano Pavarotti, estoy por deciros que en la función que presencie, superan a la de la grabación dirijida por
Karajan. Como veis son gustos y pareceres.
Noche
inenarrable, todo el público ovacionando a la pareja, y pensad que en la
temporada 1964- 65, se canto una Boheme con Virginia Zeani y Jaime Aragall que
tuvieron un éxito fuera de lo normal. A mi particularmente me gusta más la
pareja de Caballe y Pavarotti, esto es una apreciación personal.
De
la función que se cantó en el Liceo el 9 de Enero de 1971, solamente he podido encontrar un fragmento del final
del 3º acto donde cantan Caballe y Pavarotti, poner atención pues es digno de
escuchar.
Montserrat Caballé Luciano Pavarotti
AUDIO - La boheme Montserrat Caballe-Luciano
Paarotti- –“O soave fanciulla”
VIDEO - La boheme - Montserrat Caballe- “Si, michiamano Mimi”
AUDIO - La boheme - M. Caballe- L. Pavarotti- 1971- Liceo - duo 3º acto
Seguidamente
os ofrezco unos fragmentos variados con
las voces del bajo Enzio Piza, cantando “Vecchia zimara”, y a Montserrat
Caballe cantando el final de dicha ópera, acompañado de Franco Corelli.
AUDIO - La boheme - Enzo Piza- “Veccia zimarra”
Os voy a
poner una representación en vídeo de una representación en vivo desde la Scala De Milan en eel año 1979 con un gran reparto. Orquesta y Coro de la Scala de Milan siendo el director Carlos Kleiber y con el siguiente interpretes y personajes: lleana Coutrubas(Mimi), Luciano Pavarotti (Rodolfo), Lorenzo Saccomani (Marcello), Lucia Popp (Musseta), Giorgio Giorgetti (Shaunard), Evgheneil Nesterenko (Colline), Saverino Porzano (Parpignol), Claudio Giombi (Benoit)
TEATRO DE LA SCALA DE MILAN
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
GRAN
ÉXITO DE ESTA TEMPORADA < LA BOHEME>, DE MONTSERRAT CABALLE Y LUCIANO
PAVAROTTI
No
podía suceder otra cosa; con muchos días de anticipación se agotaron las
localidades para esta primera <Bohéme> que se presentó ayer con un teatro
colmado y un ambiente de gozo voluptuoso por lo, atractivos de la obra puesta
en escena y de entusiasmo por la interpretación confiada en el papel
protagonista a Montserrat Caballé, rodeada de un buen conjunto de cantantes
entre los cuales había los conocidos, los nuevos. Unos y otros, así como los
elementos complementarios y sobre todo la próvida y eficiente dirección musical
ayudaron a redondear el éxito absoluto.
En
esta ocasión, el crítico al salir del teatro cuando aún las ovaciones obligaban
a los artistas a presentarse una y otra vez frente a la cortina para
corresponder a la efervescencia general en el ánimo del público, no creo que
pueda redactar apresuradamente otro comentario que unas líneas para que quede
constancia de la velada. No serán muchos los aficionados a la ópera los que
ignorarán los pormenores de la función de anoche multitudinariamente concurrida
y además seguida probable- mente por miles de adictos a través de la
retransmisión radiofónica.
A
nadie vamos a informar si hablamos de los valores de La Bohéme, que supongo
debe batir todos los records de popularidad y de difusión (salvo que los
supere, dentro del repertorio pucciniano la fácilmente seductora Madame
Butterfly).
No
podemos pero dejar de constatar que en la atmósfera del teatro se respiraba una
verdad que han debido pasar muchos años y el consiguiente bache o desprestigio
transitorio de Puccini para imponerse y que ahora podemos reconocerla sin
ruborizarnos; como otros lo han afirmado, la sensibilidad que emana de esta música no es nunca mera
sensiblería ni sentimentalismo caduco. La Bohéme, la más impresionista de las
óperas de Puccini, es la que paralelamente a su realidad escénica revela con
mayor libertad una auténtica realidad poética. Es en ella donde la fluidez de
la expresión se obtiene con los medios más sencillos los donde el transcurso de
la acción dramática reserva las mayores oportunidades para que el Compositor se
manifieste con la más clara sinceridad. Obra maestra de probidad, de equilibrio
y de vida, de realismo y de poesía, representa la total maestría de su creador
y la plenitud de su genio.
Es
posible que al hacer estas consideraciones, más instintivas que reflexionadas
hayamos estado bajo los efectos del encanto directo de la interpretación,
abandonados a la deliciaa fácil de escuchar deliberadamente dispuestos a
prescindir de toda reserva mental. Lo acepto porque a la ópera hay que acudir
muchas veces con esta particular buena disposición, si uno no quiere empezar a
sospechar que pierde el tiempo encariñándose con un fenómeno musical caduco,
impuro e intrascendente.
Lo
cierto es que hemos penetrado en el secreto emocional de «La Bohéme a través de
la voz de Montserrat Caballé y que en este caso los medios han justificado el
fin. En pocos días hemos escuchado a nuestra admirada soprano en las óperas de
Donizetti y Bellini recientemente
representadas. Ahora, al volver a oírla encarnando la imagen de Mimí en las
escenas bohemias de Henrl Murger, expresándose con esta música de la que Oscar
Wilde decía <que penetra en el corazón porque Puccini ha sido un Alfred de Musset que ha escrito en
el papel pautado>, la cantante ha vuelto a manifestarse con todas las
posibilidades de sus medios vocales ciñéndolos a una dicción alambicada, llena
de inflexiones sutiles, extrañamente intimista a veces, en otros momentos
abierta a un fraseo lírico ligeramente abarrocado, pero invariablemente
seductor. En los oídos de todos está el eco de la pomposidad pseudo -dramática
de «Lucrezia Borgia> o del preciosismo florido del <II Pírata>. Nada de esto ha aparecido en esta Mimí y sin
embargo la versión de la protagonista ha sido igualmente penetrante y cálida.
Como
era de esperar los sufragios, más exaltados. Montserrat Caballé los consiguió
anoche con el <racconto> del primer acto y el subsiguiente dúo, así como
en la escena del desenlace final. En nuestra opinión, pero, fue por su matizada
y bellísima mane ra de decir la parte que le corresponde en el tercer acto, la
gélida escena que transcurre frente a la «Barriére d’Enfer» bajo la nieve, que
tuvimos una vez más consciencia de que la artista domina plenamente tanto los
recursos de su voz como los de un temperamento y una riqueza de expresión del
más fuerte poder comunicativo. Por esta escena sobre todo, <La Boheme> de
ayer será para nosotros inolvidable.
La
soprano americana Nancy Stokes hizo una Musetta con exacta identificación con
el personaje con desparpajo y gracia (vistiendo además con singular elegancia)
sin que por ello dejara de cantar con rigor y mucha voz, bellamente timbrada.
Los demás han estado muy justos en toda la representación. Hemos vuelto a
considerar la valía artística del barítono Vicente Sardinero como «Marcello,
otro barítono, Juan Galindo, ha hecho el «Shaunard» apropiadamente, siendo
aplaudidísimo después del aria <Vecchia zimarra>; el bajo Carlo del Bosco
ha
intervenido
como <Colline> Y lo ha hecho tan bien como en <lI Pirata>que le
vimos hace poco; con oficio se ha manifestado
Diego
Monjo (Benouat y Alcindoro), y los restantes.
Aunque
la obra fue concebida por el libretista Giacosa y por Puccini como una comedia
costumbrista, las reglas del juego operístico se respetan en ella y todo gira
en torno a los dos personajes protagonistas, con que al lado de Mimí destaca su
oponente, el tenor, en este caso Lucíano Pavarotti que hace seis años actuó una
vez en el Liceo estando enfermo y tuvo que suspender entonces sus anteriores
participaciones en la temporada. La presencia de Pavarotti en el papel de
Rodolfo ha constituido pues una revelación, a juzgar por el recibimiento que se
le ha hecho, subrayando con un verdadero tumulto de aplausos y gritos después
de su primera aria «Che gelida manina» y también donde ha vuelto a estar mejor,
en la despedida del acto tercero. El artista es lógico que se impusiera. Posee una
voz más notable por su potencia, extensión y claridad que por su volumen, brillantísima
en los agudos que ataca con una resolución y seguridad insuperables. Es un
tenor como al público le gusta; espectacular, decidido y vehemente, con un
punto de amaneramiento en su trabajo de actor.
Pese
a todo le aplaudimos sinceramente porque sus facultades vocales, son en efecto
fuera de serie dignas de admirarse.
La
escenografía no ha diferido de la empleada en las últimas < Boheme>
hechas en el Liceo. Como única nota desafortunada hubo un transitorio pero
lamentable despiste general de la comparsería y el coro en la escena de la
retreta militar del acto
segundo
que estuvo a punto de terminar «como el rosario de la aurora> pero la cosa
no pasó de un susto que no obstante fundió en algunos siseos los aplausos que
por lo demás merecía la interpretación de los solistas en el aludido acto.
La
presencia de Carlo felipe Cillario al frente de la orquesta correspondió al
prestigio del maestro, tan repetidamente cele brado como concertador en nuestro
teatro y muy a menudo dirigiendo en las óperas que canta Montserrat Caballé.
Con Cillario hay siempre la seguridad de que los valores musicales de la obra
primordialmente serán respetados. Esto es lo que aconteció ayer. — Xavier MONTSALVATGE
RECTIFICACIÓN. — En la crítica de <La
BOHEME>
publicada el pasado día 10,mencionábamos como única nota desafortunada de la
representación un transitorio despiste de la comparsería y el coro en la escena
de la retreta militar que estuvo a punto de hacer naufragar el segundo acto.
La
apreciación no fue del todo exacta y para poner las cosas en su lugar la
rectificamos atendiendo a petición del maestro de coros Riccardo Bottino quien
en una carta nos aclara que el incidente fue debido a la fallida entrada de la
banda en escena. equívoco sólo imputable a una pura fatalidad. Esta frustrada
intervención desorientó a todos y precisamente gracias al coro que atacó valientemente su parte cantada se
pudieron evitar más graves consecuencias.
En
semejantes términos se expresa el director de orqueste Carlo Felice Cillario en
una nota que nos ha sido remitida. Subsanamos tembién otro error que se deslizó
en la misma crítica donde se decía que Schaunard cantó el aria <Vecehia zimarra>,
cuando es bien sabido que ésta corresponde al personaje de Colline, interpretado
en esta ocasión por el excelente bajo Carlo del Bosco. — MONTSALVAGE
JUAN ANTONIO PAMIAS
JUAN ANTONIO PAMIAS
MANO A MANO
ENTREVISTA EFECTUADA EN EL
PERIODICO DE LA VANGUARDIA EL 7 ENERO 1971 AL GERENTE JUAN ANTONIO PAMIAS.
A Juan Antonio Pamias, empresario
del Gran Teatro del Liceo, le han concedido un Premio Nacional extraordinario
de Teatro por su labor directiva al frente de nuestro primer coliseo. El
próximo año celebrará las bodas de plata en el cargo, que coincidirá con los
125 años de vida de lo que se llama Catedral Española de la Música.
· Hace algunos años usted dijo que si no le daban un paraguas no
salvaba la temporada del temporal que se le venia encima; ¿resguardado de toda
inclemencia ya?
· No. Lo que se hizo en la ocasión referida fue salvar una
emergencia; pero no estructurar, como yo deseaba y creo que el Liceo merece, la
vida pacífica, ordenada, y con espíritu de superación, que estimo merece el
único gran teatro de ópera de España que, aparte de su mérito propio, sirven de
banderín del arte español en los medios internacionales de la buena música.
· Siendo hoy por hoy, el único de España, ¿le parecería bien convertirlo
en Teatro Nacional de Ópera?
· No lo creo posible, a salvo de existir una inteligencia entre la
Sociedad propietaria y el Estado, ya que la referida entidad lleva muchos
grandes sacrificios para mantenerlo y mejorarlo y tiene a gala que el mismo luzca
el carácter local y barcelonés que siempre ha ostentado; sin prejuicio de que
siempre ha estado y estará, sea cual fuere su carácter, al servicio del arte
español.
· Pero ¿por sí solo, sin ayuda oficial, puede vivir con el rango
que le corresponde?
· La practica enseña que vive; aunque de contar con un apoyo
económico alcanzaría unas cotas a las que por ahora, no hemos podido llegar por
falta de medios amplios y seguros.
· ¿Dependen de Italia, a juzgar el hecho de que la mayoría del
repertorio operístico es italiano?
· En cuanto a obras, debo reconocer que son las más deseadas por
el público y por ello se dan en mayor cantidad. En cuanto a los cuadros interpretativos,
no; puesto que yo elijo los artistas que considero más idóneos, sin reparar su
procedencia inclinándome siempre por contratar el mayor número de artistas
nacionales, máxime ahora que contamos una pléyade de ellos de absoluto y gran
merito.
· ¿Le haría daño al Liceo un Teatro de Ópera en Madrid, cuya
primera piedra no se ha colocado todavía pero hay cuatrocientos millones de
pesetas ofrecidos por la Fundación March?
· Lejos de hacernos daño, creo que nos ayudaría mucho, ya que lo
único que hay que buscar es que crezca la afición a esta clase de espectáculos
e indudablemente la aportación del gran público de Madrid la produciría.
· La buena intención del Auditórium de Mallorca ha quedado en eso,
pero ha sido un fracaso ¿Usted sería capaz de ponerlo en pie?
· No; porque lo importante en esta clase de teatros y espectáculos
es contar con un público numeroso y no creo que la población indígena y
flotante de Palma sea suficiente.
· ¿Sin paraguas se cierra la temporada del Liceo con déficit?
· Desgraciadamente así ocurre con relativa frecuencia, porque lo
que no quiero nunca es rebajar la calidad de las representaciones, que hoy por
hoy son, al menos, iguales en valor artístico que las de la Scala de Milan, la Ópera de Viena, o
establecimientos similares.
· ¿Y quién paga esas deudas?
· El empresario.
· ¿Tan melómano es Usted?
· Desde luego lo que no soy es un empresario industrial a uso.
· ¡Se ve todas las funciones?
· Absolutamente todas, y también los ensayos generales.
· ¿No se ha dormido nunca?
· Nunca; esto sí que lo puedo afirmar.
· ¿Hace el cartel a su gusto o pensando en los demás?
· Mi único afán es agradar a la mayor parte posible del público, olvidándome
de mis preferencias, que, indudablemente, las tengo.
· Monte la mejor ópera, con los mejores intérpretes. ¿qué sería?
· Creo que un ejemplo de lo que me pide puedo darlo citando <La
Gioconda>, que se representa hoy, o < La Boheme> que le seguirá en el
cartel. Mejor que esto no se puede dar, con los intérpretes que tengo para
estas dos óperas.
· ¿Se pilla los dedos?
· Con estos repartos, indudable y conscientemente.
· ¿El Premio se lo han dado por los cuartos perdidos?
· Más bien creo que porque estiman que mientras yo esté en el puesto no hay quien pise al Liceo.
· Si que tiene valor, o millones.
DEL ARCO
LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti)
24 Enero 1971- Director Franco Ferrari, con Christina Deutekom, Luciano
Pavarotti, Juan Galindo, Carlo del Bosc.
Con
esta versión de esta noche, son cuatro repartos que he visto en este Gran
Teatro del Liceo. No se trata de comparar, nunca me ha gustado las
comparaciones, cada cantante tiene su forma de expresar su roles y por supuesto
hay que respetarlo, pero lo que es evidente es que de todos ellos a mí
particularmente hay una pareja que me ha gustado: os explico temporada 1967-68,
la cantaron la soprano Margarita Rinaldi y el tenor Rugero Bandoni, en la
temporada 1965-66 Gianna D´Angelo y Jaime Aragall, en la temporada 1961-62 Joan
Sutherland y el tenor Andre Turp, en la temporada 1958- 59, Gianna DÁngelo y
Alfredo Kraus, y en la que voy a comentaros
temporada 1970. 71- Cristina Deutekon y Luciano Pavarotti. Como veréis
parejas realmente muy interesantes, de todas ellas hay una pareja, para mi
gusto que sobresale de todas ellas, es la de la temporada 1958-59, es decir
Gianna D´Angelo y Alfredo Kraus. Todas sobresalieron a una gran altura pero en definitiva me quedo con
D´Angelo y Kraus, para mi gusto son las voces que encajan y se adaptan a los
personajes que Donizetti escribió en su partitura. ¡¡Cuidado!! es un parecer
mío muy particular, cada aficionado tiene en su cabeza el prototipo de versión
que más le gusta y es muy lógico que el mío no coincida con otros aficionados,
es por lo que el mundo de la ópera tiene tanta variedad de pareceres y por eso
nuestros gustos no coinciden, y a todo esto digo yo ¡¡ VIVA LA OPERA!!
La
versión que hicieron, Cristina Deutekom y Luciano Pavarotti, fue realmente
espectacular, aquí en este año ya teníamos al tenor Luciano Pavarotti en
plenitud de facultades y con un porte y seguridad en su voz que era de escalofrío,
esta era la voz que embauco a todo el mundo de la lirica, portentoso y con un
sonido claro y rotundo. ¡¡En fin que os voy a contar de esta maravillosa voz!!
La
soprano Cristina Deutekom estuvo a la altura de Pavarotti y es por ello que
sacaron una versión de Lucia de la que podríamos decir inigualable…pero me
quedo con D´Angelo y Kraus.
Os
voy a poner unas grabaciones de Pavarotti y Deutekon, que fueron interpretadas
por el año 1972 en el teatro San Carlo de Napoli, y también un fragmento que
cantó Deutekom con Alfredo Kraus. Espero que os guste.
ALFREDO KRAUS CRISTINA DEUTEKOM
AUDIO -Lucia -C. Deutekom- - “Regnava nel silenzio”
LUCIANO PAVAROTTI
AUDIO - Lucia - C. Deutekom- L. Pavarotti- “Chi me frena”
AUDIO - Lucia - Cristina Deutekom- “escena della pazzia”
Como
de costumbre os voy a poner en vídeo una representación que se efectuó en Staatsoper de Viena el año 1982 con dirección de Lamberto Gardelli con los siguientes interpretes y personajes: Katia Ricciarelli (Lucia), Jossé Carrearas (Edgardo), Leo Nucci (Enrico), Jhon Paul Bogart (Raimondo), John Dickie (Arturo), Waltraud Winsauer (Alisa)Emmano Lorenzi (Normando). En esta grabación nos encontramos a un excelente José Carreras en un gran momento.
VIDEO -LUCIA DI LAMMERMOO 1982-Gardelli- Ricciarelli. Carreras,Nucci
VIDEO -LUCIA DI LAMMERMOO 1982-Gardelli- Ricciarelli. Carreras,Nucci
Os pudo decir que en esta temporada fue la última vez que vi por ultima vez cantar <Lucia> por lo tanto os propongo una grabación en vídeo de <Lucia di Lammermoor> que se dio el 12 de Junio
1981 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. El
3 de Junio fue cuando dieron la primera representación en la que yo la
escuche en directo por radio Nacional, estaban programadas cuatro funciones y la ultima la dieron por TV, la grabación que os voy a poner fue la última que se
cantó. En la prensa especializada salieron varias criticas sobre la actuación de Placido Domingo de su primera actuación donde en los dos primeros actos lo dio todo y en el ultimo acto se noto flaqueza en su voz. En la grabación que os propongo se rehízo con creces ante el público.Orquesta Nacional de España, Coros del Teatro de la Zarzuela estando dirigida por Oliviero de Fabritis con los siguientes interpretes y personajes: Patricia Wise(Lucia), Placido Domingo (Edgardo), Juan Pons (Enrico) y Dimiter Pertkov (Raimondo).
TEATRO DE LA ZARZUELA
VIDEO -LUCIA - Zarzuela 1981- Fabritis- Wise-Domingo. Pons-Pertkov
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
UN MERECIDO TRIUNFO DE CHRISTINA DEUTEKOM Y LUCIANO PAVAROTTI
TEATRO DE LA ZARZUELA
VIDEO -LUCIA - Zarzuela 1981- Fabritis- Wise-Domingo. Pons-Pertkov
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
UN MERECIDO TRIUNFO DE CHRISTINA DEUTEKOM Y LUCIANO PAVAROTTI
De
nuevo tenemos en el escenario del Liceo a Lucia di Lammermoor para que
participemos de su dramático destino a través del <bel canto> de
Donizetti. Y otra vez, este paradigma de la ópera italiana de la decadencia nos
hacemos la misma reflexión de siempre: No cuenta la ficción histórica de Walter
Scott de la que se deriva el libreto de Cammerano para atraernos hacia la
realización operística que quiere plasmar una tragedia similar a la de Romeo y
Julieta vistiéndola con los <tartan> escoceses. Nos seduce solamente – sin
pensar demasiado en la calidad intrínseca
de la música—esta delicia de calidad, de gracia formularía, de
simplicidad expositiva y de imaginación melódica, de simplicidad expositiva y
de imaginación melódica que emana de
cada página de la partitura, escrita, según parece, en quince días por un compositor que al
aceptar el encargo de Ricordi ya tenía
en su haber medio centenar de óperas y sabia perfectamente como contentar el
gusto de cada público, en este caso el napolitano pues <Lucia> iba
destinada al San Carlos de Nápoles, donde fue aclamada en 1835 para continuar
después un camino de éxitos que ya no declinaría. <Lucia> es más de dos
veces centenaria en el Liceo, y como se demuestra, sigue teniendo muchos
partidarios entre los que me cuento.
Las
frecuentes reposiciones de la obra (en los últimos años es la que con más
asiduidad ha aparecido en los carteles de nuestro gran teatro), se efectúan
siempre condicionándolas a las posibilidades de los cantantes – sobre todo a la
soprano y el tenor protagonistas— que el Liceo tiene a su disposición. Se
contrata tal o cual artista de los que pueden dar mucho de sí y encandilar al público.
¿Cómo puede lograrse esto? Sin duda dándoles una «Lucia».
Probablemente
así habrá discurrido la empresa al montar la representación de ayer a base de
artistas que otras ocasiones ya han manifestado su valía y que con la mejor
pieza del repertorio donizettiano (aparte, tal vez, de «Don Páscuale—), se les
daba la
oportunidad
de reafirmarla plenamente. Y no había error en ello, pues los cantantes las
circunstancias para imponerse con decisión y en todo momento del espectáculo
<Lucia>fue
la cantante (Cristina Deutekom) que sólo la habíamos escuchado hace cuatro
temporadas en ópera alemana y que ahora
ha demostrado unas facultades de soprano coloratura de sorprendente alcance.
La
artista no desperdició ningún matiz de su extenso, difícil y comprometido papel
para manifestar sus recursos vocales que son extraordinarios; un timbre
caudaloso, vibrante, magnífico en los agudos que ataca sin vacilaciones, con
una claridad y seguridad totales. Posiblemente la mayoría de público opinaría
que fue en la escena de la locura donde estuvo más brillante y expresiva. Sin
negarlo, creo que igual admiración mereció en las demás escenas, en el dúo del
primer acto y en el agitado cuadro de conjunto que culmina con el concertante,
resuelto por todos con ímpetu y entrega.
Luciano
Pavarotti, después de su triunfo en «La Bohéme», ha reafirmado su gran clase.
Es un tenor clásico, italiano, ciento por ciento, con una voz que llena el
teatro, con un arranque lírico que justifica todo el entusiasmo que despierta
entre los aficionados la exhibición de facultades. Se expresa con calor, con
fuerza temperamental tampoco rehúye ningún riesgo. La parte de <Edgardo>,
tiene muchos y los afrontó rotundamente.
Estoy de acuerdo en considerar que algunos de sus agudos fueron ayer de antología.
y también que en el último acto, donde actuó como protagonista único, nos hizo
recordar a los mejores tenores que han participado en las «Lucías» del Liceo,
aunque en la postrera escena tuvo algún incomprensible fallo de voz que atribuimos
al cansancio y que no entibió las ovaciones que le fueron tributadas.
Por
lo demás, el reparto fue bueno, sin sorpresas por participar en la representación
cantantes que la mayoría nos son familiares. Juan Galindo puso a contribución su
buen dominio del oficio en el papel de Lord Enrico, aunque creemos que incurrió
en alguna exageración vocal. Se adaptaron bien a sus respectivos cometidos
Octavi Alvares (Arturo), Carlo del Rosco.(Raimondo), Gianna Lolli en (Alise) y
Diego Monjo en ( Normando) así como el
coro, todos bajo la dirección del maestro Franco Ferraris, que llevó la representación con un ritmo vital, consiguiendo
el mejor rendimiento de la orquesta. Merece destacarse en el conjunto
instrumental la actuación del arpa solista en el interludio del segundo cuadro.
Una
última nota favorable: la presentación escénica al cuidado del regista Giuseppe
Giuliano, con unos decorados de particular buen gusto, algo menos tradicionales
que los utilizados otras veces. Y una novedad en esta presentación: al final de
la obra, cuando Edgardo evoca el
recuerdo de Lucía, ésta aparece al fondo de la escena «de cuerpo presente».
¡Una discutible inno vación efectista!— X.
MONTSALVATGE
CHARLES GOUNOD
FAUST (Gounod) 24 enero 1971-
Director Octavio Ziino, con Mirella
Freni, Roger Soyer, José Carreras, Michele
Morese
Esta
es la primera vez que veo el Faust (Gounod), tiene algunas connotaciones con el Mefistófeles de (Boito) las dos personalmente me gustan y más si los roles lo
interpretan cantantes de gran categoría, estas son óperas, que se desluce
mucho, si no tienen buenos cantantes y a
la vez una orquesta bien nutrida.
La
versión que yo vi aquella noche puedo decir que era de primer orden. La soprano Mirella Freni estaba
en el albor de su carrera y su voz era aterciopelada y muy rica en matices, el
tenor Michele Morese cumplió muy dignamente, y
sobre todos ellos, Roger Soyer, un bajo de una voz espectacular y un gran sentido de la escena y encima con un buen físico. Otra noche de salir gozando y
con una ópera más en mi mochila.
De
la función que vi aquella noche no he encontrado nada, pero tenemos la suerte
que sí, en YouTube, he podido encontrar una grabación del año 1975 con Mirella
Freni y el bajo Roger Soyer, con el tenor Nicola Gedda, una grabación en
directo de la Ópera de París, está realizada en vídeo, espero que os guste y
puedo deciros que esta versión fue un
calco de lo que yo vi en el Liceo.
Como aperitivo a esta representación de Faust os dejo la celebre marcha de coros de los soldados "Glorie inmortelle de nos ayeux" con la orquesta y coro de Radio France siendo su director Michel Plasson , es un grabación de 2008.
Como aperitivo a esta representación de Faust os dejo la celebre marcha de coros de los soldados "Glorie inmortelle de nos ayeux" con la orquesta y coro de Radio France siendo su director Michel Plasson , es un grabación de 2008.
VIDEO- Orqta.Philarmonique Radio France. Dctor R. Plasson
2008
TEATRO ÓPERA DE PARÍS
Seguidamente os voy a proponer una versión efectuada en el Teatro de la ópera de París en 1975, siendo el director Sir Charles Mackerras con los interpretes y personajes : Nicolai Gedda(Fausto), Mirella Freni (Margueritte), Roger Soyer (Mefistofeles), Tom Krause Valentin), Jean-Louis Soumagnas (Wagner).
VIDEO FAUST- París -1975- Mackerras- Freni-Gedda- Soyer
VIDEO FAUST- París -1975- Mackerras- Freni-Gedda- Soyer
CRÓNICA DE LA VANGUARDIA
Aunque
<Faust>, ópera antaño predilecta del más amplio Sector de público (en
poco más de un siglo, en el Liceo se ha representado 276 veces), ha perdido
adeptos verdaderamente incondicionales, sigue considerándose un significativo testimonio
del teatro musical francés decimonónico, acaso el más válido al lado de
<Carmen> de Bizet o Manon de Massenet. Faust es un espectáculo demasiado
largo y prolijo en relación con su casi nula intensidad dramática. Gounod
aprovechó del mito goethiano la parte más amable y decorativas sin profundizar
en sólo atento a acentuar la candidez de Margarita, a dulcificar la pasión de
Faust a convertir el espantajo de Mefisto en un personaje de comedia de magia
blanca que se divierte brindando con vino que convierte en fuego, marchitando
las flores en manos de Siebel y riéndose de las tribulaciones de su protegido
que manda a un infierno escenográfico mientras Margarita, purificada por el
arrepentimiento, alcanza la gloria paradisíaca.
Todo
resulta fácil, atractivo y —esta es su principal
cualidad— teatral en este libreto de Barbier y Carné, participando la música de
las mismas características; es sencilla,
dulzona y colorista desde el principio al final da la partitura que nuestros
abuelos tarareaban íntegramente de memoria porque es fácil de recordar y parece idónea para popularizarse.
¿Quién desconocerá, incluso hoy en día, los episodios más felices de
<Faust>;
el de la kermesse, la canción del becerro de oro de Mefisto, el airoso vals.
del coro y el ballet, la canción de las flores de Siebel, la cavatina de
Fausto, la Salada del Rey de Thulé, el aria de las joyas de Margarita, la
serenata de Mefisto, el aquelarre coreográfico extrañamente ameno y apacible de
«La noche de <Walpurgis>? Melodioso, confort sinfónico, variedad escénica
y un papel lucido para cada participante en la ópera son los factores que
ayudan a que <Faust> no haya perdido del todo sus atractivos y siga en
primera fila, en primer lugar, entre las obras del repertorio francés más veces representadas.
Los
liceístas celebraron ayer con aplausos que «Faust» fuera repuesto con buenos cantantes
y sobre todo con una protagonista de primera categoría; la soprano Mirella
Freni , que en Italia conceptúan como una nueva Tebaldi, aunque la comparación no
nos parezca del todo acertada, si no es en cuanto a similitud de posibilidades
vocales. Mirella Freni tiene una personalidad propia, independiente y nos ha
parecido especialmente adecuada para identificarse con la figura de Margarita,
a la que le imprimió un especial sello de gracia juvenil y hasta una cierta
inocente picardía, matiz original y casi nunca acusado por las artistas que
encarnan la delicada heroína de Goethe. Mirella
Freni, aparte de todo, convenció por la calidad de su voz, fresca, de una encantadora
fuerza en el timbre y un registro agudo de transparente belleza,
invariablemente ágil y preciso. Naturalmente, en su aria de las joyas del
segundo acto estas cualidades le fueron unánimemente apreciadas y cosechó una
prolongada ovación. «Faust» en realidad tiene dos primeros papeles pues tan
sobresaliente es el de Margarita como el de Mefistófeles que estuvo a cargo del
bajo Roger Soyer, conocido por haber tomado parte en la «Lucrezia Borgia» de
principios de temporada. El artista es excelente como cantante y actor
demostrándolo ahora nuevamente al personificar al teatralísimo personaje, muy bien
caracterizado y con una dicción sugestivamente expresiva, tanto como su voz
vigorosamente modulada.
El
tenor Michele Molese es otro cantante ya admirado en otras ocasiones en nuestro
escenario. Interpretó muy bien, con una expresión intensa el papel de Fausto y
si bien en el primer acto tuvo un fugaz fallo vocal, supo imponerse
decididamente en el resto de la representación y muy particularmente en la
cavatina que precede al dúo con Margarita. El resto del reparto fue aceptable con
la intervención de Christian Du Plessis (Valentín), José M. Carreras (Siebel),
Carol Weiss (Marts) y Enrique Serra (Wagner).
El
coro tuvo oportunidad de lucirse, en el primer acto y en la «Marcha de los
soldados», cantando con buen ajuste y decisión.
La
escena de «La noche de <Walpurgis> fue bien resuelta por Magriñá con un
ballet de gran efecto plástico al que ayudó una acertada luminotecnia que
resultó escenográficamente, lo mejor del espectáculo. Destacaron en esta
variación las estrellas Alfonso Rovira y Asunción Aguadé.
La
presentación escénica resulta medianamente vistosa con unos decorados que quieren
ser estilizados para sugerir una estampa de grabado alemán.
Como
as veces, la dirección del maestro Ottavio Ziino desde la orquesta fue ayer de
una positiva eficacia, inspirada por el más acertado sentido musical. — XAVIER MONTSALVAGE
GIOACCHINO ROSSINI
LA CENERENTOLA (Rossini) 2 de
febrero 1971, director F. Ferraris. Con Teresa Berganza, Gianna Lollini, Renato
Capecchi, Carolo Weiss, Eduardo Gimenez, Gianni Socci
Esta
fue la primera y última vez que vi actuar a Teresa Berganza en vivo. Realmente
fue espectacular, es una mezzosoprano ligera, con una voz muy consistente y su
dicción clara y homogénea. Está especializada en la música de Rossini y Mozart
y hace interpretaciones antológicas.
La
representación de La Cenerentola, para mí era la primera vez que veía dicha ópera, estuvo muy bien interpretada por
todos los cantantes, la mezzosoprano española hizo gala de su gran técnica y
cosecho una actuación fuera de lo común. Es arrebatadora, profundizando en su personaje y poseyendo una
teatralidad que el público del Liceo supo agradecer con sus aplauso y bravos.
Esta
era la última función de la temporada, y queda
la nostalgia de todo lo que ha acaecido en esta temporada, queda unos
recuerdos imborrables, y gracias a mi “Diario” tengo la memoria fresca y los
recuerdos se me amontonan. Soy un privilegiado de haber estado en Barcelona
y he sabido aprovechar estas temporadas
de óperas tan sorprendentes que por el paso de los años se da cuenta uno de lo
que he disfrutado y de lo que he aprendido. Me viene el recuerdo de mi amigo
americano, el señor Smith, que con sus alegatos me hizo ver y sentir como eran
las voces del pasado. ¡¡Y cómo no!! al Doctor Colomer Pujol el crítico de las
retransmisiones de ópera de Radio Nacional, que con sus conversaciones y
dialécticas aprendí de la forma de hacer critica siempre constructiva de los
cantantes, en fin no quiero ponerme nostálgico y sigamos como tiene que ser,
altivos y con ganas de volver a ver lo que acontece la próxima temporada .
He encontrado en YouTube la misma versión que yo vi en el Liceo el sonido es aceptable pero lo que es realmente excepcional es la actuación de Teresa Berganza.La orquesta y coro del Liceo esta dirigida por Franco Ferraris con los interpretes y personajes siguientes : Teresa Berganza (Angelina), Eduardo Gimenez (Don Ramiro), Renato Capecchi (Dandini), Gianni Socci (Don Magnifico), Gainni Lollini (Tisbe), Antonio Borras (Alcindoro)
GRAN TEATRO DEL LICEO
CRÓNICAS DE LA VANGUARDIA
TERESA
BERGANZA, PROTAGONISTA DE LA <CENERENTOLA>, DE ROSSINI, O NUNCA ES TARDE
CUANDO LLEGA.
Hemos
debido esperar mucho tiempo hasta poder oír a Teresa Berganza en la escena del
Liceo, pero el hecho se ha producido y sin más debemos felicitarnos por ello.
Teresa Berganza ha sido un poco <la cenicienta> en la promoción
liceística y no le ha ido mal debutar en nuestro teatro como heroína del famoso
cuento de Perrault que en la versión operística de Rossini debe cantar con una
gracia y agilidad excepcional. Sin duda
el primer papel de «La Cenerentola» es el más difícil escrito por Rossini para
una «mezzo». De tal manera se acumulan en él las peligrosas vocalizaciones y
los arabescos virtuosísimos que no pueden resolverse técnicamente con el dominio
de la técnica, ya que la vivaz y serpentina línea melódica está condicionado a una
realidad más abstractamente musical. Rossini fue algo más que un cultivador de la
pirueta lírica y esto se adivina incluso en esta «Cenerentola» cuya partitura supera
las debilidades de su forma teatral y la amable sosería del libreto adaptado de
la aludida fábula francesa. No en vano pertenece a uno de los más originales y
personales compositores italianos, más importante de lo que nos hicieron creer
los que pretendieron arrinconarle en el desván de los autores de un arte menor,
ajeno a la posibilidad de una seria
valoración.
Lo
que pasa es que la música de Rossini, por ser tan determinadamente personal,
original e inconfundible no encierra sorpresas y las obras del compositor todas
se parecen entre sí. En esto hallamos la
explicación del olvido en que se tiene
la casi totalidad de su producción operística, que reúne 37 títulos;
exceptuando naturalmente la presencia constante de «El barbero de Sevilla» en
todos los teatros del género. Poco se representa <La Cenerentola> algo
más <Guillernio Tell>, y la verdad es que «L’Italiana in, Algeri», «La
gazza ladra» y también las obras antes citadas son recordadas mayormente por
sus oberturas que sirven de preludio a numerosos conciertos sinfónicos.
Por
lo demás «La Cenérentola» —que también tiene su alegre y preciosista obertura—
es una pieza más del mosaico rossiniano. Es sencilla (aparte de las dificultades
de su interpretación vocal) y de un encantador formulismo, poseyendo algo del brío
y la ligereza que caracterizan «El barbero de Sevilla», aunque no la misma unidad.
El compositor escribió la partitura en menos de tres semanas y para tenerla
lista en el plazo que se había establecido (el estreno en el teatro Valle de
Roma que tuvo efecto el 25 de enero de 1817), debió recurrir a fragmentos de
otras obras suyas. Con ello la obra no podía tener demasiada cohesión formal,
pero esto no lo notamos ahora. Con ello he dicho la música de Rossini es tan persona
y de un estilo tan uniforme que <La Cenerentola> no parece escrita en parte
a base de retazos y, aprovechamiento de otras partituras.
El
gran papel de la obra es, naturalmente, el de la Cenicienta, la hijastra de Don
Magnífico, que conseguirá la mano del príncipe
Ramiro,
tal como nos explica el cuento. Toda
la acción, la música y los demás
personajes giran en torno al rededor de las
Intervenciones
de la «Cenerentola». Ayer la atención de los espectadores fue polarizada por la
presencia de Teresa Berganza como protagonista de la fábula, y sobre todo por
las calidades de su voz de <mezzo> que tuvo oportunidad de poner a prueba
y de exhibir en un seguido de situaciones escénicas que dominó como una artista
completa, con mucha experiencia tanto en la sala de conciertos como en las
candilejas, de los teatros de ópera.
Teresa
Berganza en < La Cenerentola> hace verdaderos prodigios en la emisión de su voz,
dominaba hasta las últimas po sibilidades y este trabajo de adorno y acrobacia
lírica no empaña. ni reduce la belleza
cálida de su timbre y una cierta vehemencia que pone tanto en la dicción como en
su mímica de actriz. Fue una delicia escucharla y ver cómo hacía del papel una creación
de incomparable atractivo.
Por
la premura con qué redactamos este comentario no podemos hacer más que resumir los
demás aspectos de la representación que ha sido una del más felizmente logradas
de esta temporada que termina. En síntesis diremos que se ha logrado una versión
perfectamente rossiniana, ligera, con el punto de ironía necesario y una pulcritud
en todos los detalles.
Ha
destacado en el papel cómico de Dandini el barítono Renato Capecchi, gran
artista, perfecto para representar un tipo determinado de personaje. El bajo Gianni
Socci hizo su presentación como “Don Magnífico” manifestando dotes teatrales y
una voz poderosa y expresiva. Los demás papeles es tuvieron a cargo de artistas
ya escuchados esta misma tempora, el tenor Eduardo Giménez, muy compenetrado
con el estilo y características del personaje de Príncipe Ramiro; Gianna
Lollini y Carol Weiss (las dos hermanas) y Antonio Borrés (Alidoro)
La
presentación es totalmente acertada, con decorados de buen gusto, y la
colaboración del coro y sobra todo el ballet en el acto final está resuelta con
sentido coreográfico y oportunidad.
Dirige
el maestro Franco Ferrari que estos días en «Lucía de Lammermoor> ha demostrado
una total competencia, obteniendo en esta «Cenerentola» alguna filigrana
notable de la orquesta. Para todos hubo aplausos que fueron ovaciones cariñosas
y de admiración unánime para Teresa Berganza, que çomo, la «cendriIlon» de
Perrault ha triunfado por fin para satisfacción de todas, en nuestro, teatro -.XAVIER MQNTSALVATGE.
Quiero acabar este final de temporada proponiendo la ópera completa en una grabación de los Festivales de Ópera de
Glyndeboune1983, famoso, por su
perfeccionamiento en sus óperas que se representan en este festival. Es para mi
gusto una excelente actuación y a los que nos gusta Rossini, en esta
representación están sencillamente magníficos. Muy buena actuación, buen sonido
y visión. La direción orquestal corre a cargo de Ronato Renzetti con los interpretes y personajes siguientes: Katheleen Kuhlmann (Angelina), Laurence Dale (Ramiro),, Marta Taddei (Clorinda),Laura Zaninni (Tisbe), Claudio Desderi (Don Magnifico),Roderick Kennedy (Alildoro),Alberto Rinaldi (Alildoro) .
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