sábado, 9 de septiembre de 2017

TEMPORADA 1970-1971

                                                              TEMPORADA 1970-1971

                                                       GRAN TEATRO DEL LICEO

La temporada 1970-1971 , el Liceo conservador y bien pensante de la época se escandalizó profundamente con de Mahagonny de Bertold Brecht y Kurt Weill , hasta el punto que la empresa consideró necesario publicar un “Aviso importante” para desmarcarse del contenido de la ópera: “En ninguna manera la empresa de este Gran Teatro se hace partícipe ni conforma los criterios expuestos el estreno en Mahagonny . Para evitar engorrosos malentendidos, interesa hacer constar que esta obra tiene características acusadas de audacia, desparpajo y acerba crítica de no pocos aspectos de la convivencia social tradicional.
Temporada 1970-1971 del Liceo
Ópera
Compositor
Director musical
Director de escena
Papeles principales
Producción
Fechas
10 de noviembre[2]
12 de noviembre[3]
21 de noviembre
24 de noviembre
1 de diciembre
diciembre
19 de diciembre
7 de enero
enero
enero
GIUSS










                                            

                                                                                                                    GIUSEPE VERDI



AIDA (Verdi) 10 noviembre 1970. Inauguración de la temporada en el Gran Teatro del Liceo. Director Antón Guadagno, con Pedro Lavirgen, Ángeles Gulin, Ruza Baldana, Álvaro Maltaa, Joseph Fair, Jem Charles Gebellin
La actuación vocal y artitica de el elenco que interpreto Aida, para mi parecer fue muy correcto. La soprano Angeles Gulin, posee una voz muy amplia y con un colorido bonito para su rol de Aida, tiene una muy buena aptitud pero le note que su rol lo llevaba en algún momento un poco nerviosa. Los demás cantantes sacaron muy dignamente sus personajes. Dejo para último a nuestro Pedro Lavirgen, estuvo como siempre esplendoroso de voz y con su peculiar vehemencia, digna de tener en cuenta, fue el triunfador de la noche. Hay que agradecer a este cantante el ímpetu que pone siempre a sus personajes.
 Lo anecdotico fue el paseo que se dio un león (de verdad) por el escenario.

No hay ninguna grabación de la Aida, que se represento aquella noche en el Liceo, y buscando en YouTube, he encontrado unas grabaciónes muy interesante donde  Pedro Lavirgen hace  el rol de Radames. Es una grabación del año 1973 dirigida por  Nino Sanzogno con la orquesta Lyrique L´ORT siendo sus intérpretes en Aida la soprano Jessy Norman, el tenor Pedro Lavirgen, en Radames, Amneris la mezzosoprano Fiorenza Cossotto  y Amonarso el barítono Walter Alberti. 





                             
JESSI NORMAN                                                   PEDRO LAVIRGEN     


                                                              
                                                              AUDIO - Pedro Lavirgen – Aida- “Celeste Aida”

                                       
                                                              AUDIO - Jessy Norman – Aida- “Ritorna Vincitor”

                           
                                                   AUDIO - Jessy Norman- Aida- “Qui Radames verra”

                             
                                        AUDIO- Jessy Norman- Walter Alberti – Aida – “Ciel, mio  Padre”

                              
                                      AUDIO - Jessy Norman – Pedro Lavirgen- Aida- “Pur ti rivenggo”

                              
                                            AUDIO - Jessy Norman- Pedro Lavirgen- Aida- “Ma dimmi”

                                        
                                 AUDIO - Fiorenza Cossotto- Pedro Lavirgen- Aida- “L´abborita rival”

                                            
                          AUDIO - Jessy Norman- Pedro Lavirgen- Aida- “La fatal pietra”



Seguidamente os voy  a poner en vídeo una grabación efectuada en el teatro de opera de Tokyo, con la orquesta  Symphony y coro de NHK con la dirección de Oliviero de Fabritis con los interpretes y personajes : Orianna Santunione (Aida), Carlo Bergonzi (Raamés), Fiorenza Cossotto (Amneris), Giampiero Matromei (Amonarso), Ivo Vinco (Ramfis), Franco Pugliese (El rey). Fernando Lacopucci (Mensajero) y Anna di Tasio (Sacerdotisa).
Como veréis tenemos a Carlo Bergonzi interpretando un de sus mejores roles de Amonarso como sabéis este tenor está considerado como uno de los mejores exponentes de las operas verdianas.




                                                TEATRO OPERA DE TOKYO






                                                     CRÓNICA DE LA VANGUARDIA



FUE BRILLANTEMENTE  INAUGURADA LA TEMPORADA DE  OPERA CON UNA NUEVA ESCENIFICACIÓN DE «AIDA»
La famosa «Aída» de Verdi es idónea para solemnizar una representación de ópera. Pensando que cumpliría con todas las garantías este objetivo, fue encargada por Ismael Pascha, hace cien años Khedive de Egipto, al mejor operista italiano de entonces, Giuseppe Verdi, para dar realce a las fiestas organizadas con motivo de la apertura del canal de Suez. Verdi realizó el encargo y, aunque con retraso de casi un año a la inauguración del canal que hasta hace tres años separó, o unió a dos continentes, «Aida» fue estrenada en la Opera de El Cairo. Espectáculo perfecto, como he dicho, para dar relieve a un acto operístico inaugural como ha sido el de anoche en el Liceo, donde el rojo telón se levantó por primera vez para dar principio a la temporada y también para evocar el centenario del estreno absoluto de la obra que no falta mucho para que sea cuatro veces centenaria en nuestro primer teatro. La fiesta liceística de ayer tuvo el brillo y el empaque que correspondía a la circunstancia. Dejamos para otra sección del periódico el pormenorizar sobre el aspecto de acontecimiento social que tuvo la función (el Liceo sigue inaugurándose con esplendor, al margen de la música y de la ópera misma) diciendo únicamente que el teatro estuvo colmado por un público que no fue indiferente a la realización del espectáculo de telón hacia dentro y aplaudió, no por compromiso o rutina sino para manifestar su agrado por la labor interpretativa de todos —cantantes, coros, ballet, orquesta, director y responsables de la presentación escenográfica— y también por la obra misma, con presumible
conciencia de que no se trataba únicamente de un gran tinglado escénico-musical sino de una verdadera obra maestra del género, una pieza de real consistencia en el frondoso repertorio de la ópera italiana decimonónica.
«Aida» encaja a maravillas para una función extraordinaria. En ella hay de todo; arias de ancho vuelo, desplantes épicos, catástasis dramáticas, el gran dúo, corales majestuosos, trompetería, un ballet de gran espectáculo y unas infinitas posibilidades de tramoya colócalista que permite cualquier fantasía a base de sugerir un Egipto románticamente idealizado con sus palmeras y su esfinge a la luz de la luna y sus templos ciclópeos, como el de Menfis, ante el cual desfilan en triunfo los ejércitos acaudillados por Radamés «ilvincitor», recibidos con palmas, bengalas, bailes y clamores de victoria.
Resulta casi un milagro que todo este desiderátum de guardarropía, todo este énfasis en cartón-piedra no corresponda a una realidad musical de similar calibre, y no obstante es así. La partitura de «Aida», con todos sus golpes de efectismo, su peregrina intención descriptiva y sus recursos coloristas, es
música operística de verdad, servida por una orquesta admirablemente tratada que subraya toda la substancia expresiva de las voces. Perfectamente construida, la obra no decae musicalmente en ningún momento y se impone a lo largo de los siete cuadros apoyándose en algunas arias y episodios corales o sinfónicos de innegable relieve como la «Celeste Aida...» con que se afirma la entrada de Radamés, los dos grandes dúos «Pur ti revengo» y el del desenlace, «Morir si puré...» o el complejo cuadro de apoteosis donde el coro entona la «Gloría all’Egitto».
En toda la obra los intérpretes deben dar lo mejor de sí mismos, tanto vocalmente como en carácter de actores protagonistas de una historia difícil de representar sin caer en un vulgar pleonasmo o en el simple ridículo.
La «Aída» de esta temporada se presenta siguiendo las tradiciones aunque se hayan cambiado los decorados, algunos efectos de tramoya y otros detalles, siendo las únicas novedades destaca bles la presencia nada menos que de una inquieta leona «de verdad» (con collar y cadena, naturalmente) en la escena del apoteosis, la utilización de pebeteros humeantes y de bengalas chispeantes para recibir al héroe Radamés.
Al margen de la anécdota hay la novedad musical de los debut, siendo el más significado el de la soprano española Angeles Gulin en el papel de Aida. La artista manifestó ayer grandes facultades, una voz potente, verdaderamente operística y un buen dominio de la escena, aunque no parece haber alcanzado todavía un total control de sus recursos. En ciertos momentos —en el solo con que principia el tercer acto, por ejemplo, y en el dúo final— su timbre resulta satisfactoriamente modulado, pero en otros notamos una tendencia a adquirir un matiz excesivamente violento y metálico y a veces —pocas, ciertamente— un ligero desfase de afinación. Repetimos que Angeles Gulin es una cantante de magníficas posibilidades que tenemos la impresión que puede ponerlas en mejor rendimiento.
La mezzo yugoslava Ruza Baldani que también ha debutado en el rol de Amneris, es diferente. Tal vez tenga menos voz pero la suficiente para lo que exige la particela. La canta con intensidad expresiva y un bello sentido del fraseo, sin apartarse de un estilo adecuado, dando al personaje una preponderancia superior a la que alcanza corrientemente. El bajo Joseph Fair, en el papel de Ramfís, cumple discretamente. Entre los artistas conocidos destaca Pedro Lavirgen, el tenor tantas veces aplaudido en el Liceo. El encarnó hace dos temporadas el mismo personaje de Radamés y ahora como entonces hemos celebrado su entrega interpretativa, el lirismo de su voz que en la célebre «Celeste Aida» adquirió el vuelo suficiente para arrancar una ovación. El barítono francés Jean-Charles Gebelin (Amonasro) es buen artista, cantante de excelente escuela y sus cualidades las apreciamos en todos los episodios que le corresponden, en particular en el dúo con Aida del tercer acto. Los demás colaboraron aceptable mente: Alvaro Malta (el rey), Luis Ara (un mensajero) y Maria Teresa Batlle (sacerdotisa).
Él coro continúa bien preparado por Riccardo Bottino y tiene intervenciones notable mente ajustadas, lo mismo que el ballet que actúa con una nueva coreografía menos egipcia y más clásica de Magriñá y la orquesta responde a la batuta del maestro Antón Guadagno, que lleva la representación a un ritmo más bien vivo, obteniendo considerables plenitudes sonoras y contrastes que dan variedad y carácter a la parte sinfónica.
Acabamos de dejar el teatro con la sensación de haber visto y oído una «Aida» de nivel medio. El público la ha recibido bien, con alguna ovación y aplausos amables- Xavier Montsalvatge

                   
                                                       GAETANO DONIZETTI



L’Elixir D´amore  (Donizetti) Jueves 12 noviembre 1970. Director Gianfranco Masini, con Euduardo Giménez, Guadalupe Pérez Arias, Madalena Bonifacio, Atilio Orazi.
Vayamos con esta obra maestra de Donizetti, una de las operas más cómicas del genero italiano, esta obra está llena de juventud y de ingenuidad, se nota la influencia de Rossini y el espíritu sentimental de Donizetti. La versión que se represento esa noche en el Liceo, estuvo cargada de mucha  sinceridad por los protagonistas e hicieron un alarde con su voces que nos dejaron muy satisfechos, el tenor Eduardo Gimenez, posee una voz de tenor lírico ligero muy adaptada al rol de Nemorino, sacando a relucir su voz con una gran generosidad y dando pie para que el publico quedara inmerso en su personaje.
La soprano Madalena Bonifaccio hizo una Adina sin complejos y con una voz muy agradable y escénica mente muy segura en su rol, así como el Dulcamara de  Attilio D´Orazi, interpreto muy graciosamente su papel. Esa versión fue muy aplaudida, pero el recuerdo que tengo de la temporada 1962-63 no se me puede borrar, pues tengo en mente la voz del inigualable Ferruccio Tagliavini que hizo un Nemorino para enmarcar.
De la función de esa noche, no he podido encontrar nada, lo único es un dúo que canta Eduardo Giménez con el barítono Giancarlo Ceccarini, de esa forma podréis apreciar la voz del tenor Eduardo Giménez. Oireis el dúo  “Veinti escudi”

                                             
                                                           EDUARDO GIMENEZ

                      




Seguidamente os  voy a poner una pequeña selección de E´elisir D´amore  de una grabación en vídeo por los cantantes Leo Nucci, Anna Netrebko y Rolando Villazon, grabado el año 2005.


   
ANNA NETREBKO                                                                                        ROLANDO VILLAZÓN  
                          
                                           VIDEO - Rolando Villazon- L´elisir D´amore – “Quanto e bella”


                    

VIDEO -Rolando Villazon – Anna Netrebko- L´elisir D´amore – “Una parola o Adina"

                      

                        
                                               VIDEO  – L´elisir D´amore –  “Nemorino… Ebbene” Final


Ahora  os voy a proponer un L’Elixir D´amore, fragmentada que se cantó en el Metropolitan de New York 1991. Con una gran actuación de Pavaroti. Interpretes y personajes :Luciano Pavarotti(Nemorino), Karhlene Ratile (Adina), Juan Pons(Dulcamara), Enzo Dara (Belcore). Todos ellos dirigidos por James Levine


                        TEATRO PETROPOLITAN NEW YORK


                                       CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

AYER NOCHE EN  El GRAN TEATRO DEL LICEO
UNA AFORTUNADA REPOSICION DE E´ELISIR D´AMORE PARA EL SEGUNDO PROGRAMA DE LA TEMPORDA


«L’elisir d’amore», una de las 68 óperas de Gaetano Donizetti escogida para figurar en el segundo cartel liceístico de esta temporada, se representó ayer con el éxito que nunca le ha faltado desde que se estrenó en Milán en 1832 (y dieciséis años después en nuestro teatro). Aunque fue la primera que lo nombre y fama al compositor de Bérgamo y que revela a maravilla su prodigiosa facilidad creadora y su agilidad de invención melódica, queda por debajo de las otras que junto con esta forma la pequeña y liviana estralogia en la que hay que situar, sin duda, Lucía di Lammermoor», «La Favorita» y el delicioso «Don Pascuale», acaso la obra maestra de un arte en el que no hay que buscar más que la línea alada dé la coloratura  vocal y la gracia anacrónica de unas fórmulas que el músico supo vitalizar hasta el punto que todavía hoy, cuando han perdido toda su validez, no dejan de atraer alos que vamos a la ópera deseosos de encontrar periódicamente el «bel canto» desojado de cualquier intención dramática trascendente. «L’elisir d’amore», evidentemente, no tiene esta característica. Es una trivial comedia jocosa, pese a los suspiros de Nemorino, el protagonista masculino, y a que su celebérrima romanza «Una furtiva lacrima» ha constituido siempre el símbolo de la ópera e incluso de toda la meliflua inspiración de Donizetti. La alegría, la despreocupada jovialidad, la picardía, el hábil encadenado de las arias subrayadas por la simplicidad de un contexto orquestal insignificante es lo que buscamos y encontramos en este L´elisir d’amore», dulce y aromático como un cáramelo de fresa que no llega a empalagar que incluso sirve a veces para quitarnos el regusto de otras músicas de sabor más persistente.
Anoche, la reposición de la obra que hacía ocho años que no se había dado en el Liceo constituyó un notabilísimo acierto. Todo ha contribuido a ello. Primeramente la presencia del tenor Eduardo Giménez, debutante en el Gran Teatro, después de haberse impuesto ya en otros escenarios de prestigio como el de La Fenice de Venecia, el Comunale de Bolonia y en salas de conciertos de Londres y Nueva York. Eduardo Giménez, mataronense formado artísticamente en Barcelona, nos ha sorprendido por su musicalidad, agilidad vocal y dominio de las situaciones escénicas. Sus facultades te tenor lírico-ligero son grandes, aunque el relativo volumen de su timbre limite un tanto el repertorio que puede adoptar, pero se nota en todo (y sobre todo en su elegante manera de cantar) que es un intérprete inteligente y supongo que debe ser consciente del género de obras que le van; Mozart, Rossini, Cimarosa, concretamente este papel de Nemorino de «L’elisir d’amore» del que no creo exagerar diciendo que hace una perfecta creación, expresándose con elocuencia y gracia sugestivas, moviéndose como un actor consumado que se identifica naturalmente, sin exagerar los efectos de comicidad e ingenuidad, haciendo resaltar todo lo que conviene de las arias con una sensibilidad de verdadero artista. En la esperada «Furtiva lacrima» del último acto puso la precisa dosis de morbidez para arrancar una ovación que se prolongó largo rato, incluso con algunos bravos.
Otra cantante nueva, la soprano Maddalena Bonifaccio, ha dado lugar a otra sorpresa agradable. Su voz es muy bella, luminosa y de encantadora ligereza. Es también actriz experta y dio al papel de Adina una deliciosa intención, sin renunciar a un fraseo perfectamente musical.
El reparto protagonitsa cuenta con otros dos artistas excelentes: el barítono Attilio d’Orazi cuya presentación ha sido un éxito por tratarse de un cantante magnífico de voz y con unos recursos interpretativos de primera que uso de relieve dando una convincente movilidad y vis cómica al papel de Belcore, y el bajo (barítono en realidad) Enzo Dará que ya conocíamos y que ha vuelto a manifestar su acertada adaptación al papel que le ha correspondido, el del viejo charlatán Doctor Dulcamara. La soprano Guadalupe Pérez Arias compelía el reparto correctamente.
Señalamos también la buena actuación del coro, —importante en la obra— bien preparado musicalmente y como elemento de ambientación, igual que el ballet en su circunstancial intervención. El criterio de un buen director de escena —Enrico Frigerio— se notaba en sus actuaciones.
En el maestro Gianfranco Masini hemos encontrado un buen conocedor de la obra y un eficaz dominador de la orquesta. Ayudado por ésta y por la calidad de los cantantes la representación ha transcurrido ágil, sin morosidades ni ambigüedades, acentuándose los aciertos de ajuste en los concertantes vocales.

Finalmente señalamos un último acierto; la utilización de unos decorados del escenógrafo del siglo pasado Sanquirico, fielmente reproducidos. Particularmente los del segundo acto y del segundo cuadro del último acto son una delicia de evocación, una verdadera estampa romántica. Con gusto hemos vuelto a ver los telones pintados con un realismo un punto ingenuo, los forillos, rompimientos, bastidores y bambalinas de antaño y hemos pensado que para óperas como las de Donizetti resultan insuperables. Resumen: «L’elisir d’amore» se representa con muchos aciertos coincidentes, con cantantes adecuados, con una puesta en escena apropiada y a un ritmo completamente satisfactorio. Vale la pena verlo porque uno sale del teatro con una sensación plenamente optimista. —X.   MONTSALVATGE.

                     
                                                                      GIUSEPPE VERDI

SIMON BOCCANEGRA (Verdi) 13 Diciembre, director Ino Savini, con Cornell MacNeill, Bonaldo Guiaiotti, Lucia Kelston, Roberto Merolla, Enric Serra.
Aquí tenemos en esta ópera del maestro Verdi, al “clásico” Verdi, con sus arias, concertantes, coros,  es decir al Verdi de siempre, incluso con sus argumentos tan dispares, que uno después de leerlos se queda perplejo con las dos Marias. A mi particularmente, es de las óperas que la trama paso de ella y me introduzco en su música, ahí sí que veo al Verdi de siempre. Verdi vuelve quizá de un modo inconsciente al estilo tenebroso de los años 1840, pero con una música muy lucida y el  barítono, soprano y bajo, Verdi supo darle un color muy suyo, y de esa forma la ópera atrae al meló mano “verdiano”.
En reglas generales el Simón Bocanegra que se canto esa noche en el Liceo, podemos decir que fue de envergadura, con un barítono, Cornell MacNeil, en plena ebullición, a la soprano  Lucia Kelston, el tenor  Roberto Merolla y con el bajo Bonaldo Giaiotti con su maestría, hizo disfrutar al aficionado liceísta de esta tremenda partitura.
Os voy a poner unos fragmentos de una representación que se hizo en el Teatro Colon de Buenos Aires el  28 de Junio de 1964. Siendo sus intérpretes  el Barítono Cornell MacNeil, el bajo William Wildeman, la soprano Leyla Gencer y el tenor  Carlo Cosutta.










C.MACKNEILL                                                        LEYLA GENCER


                              

                  
                               AUDIO - Simon Bocaegra -Cornell Mac>Neil –  – “¡¡Plebe!! Patrizi”

                      
                       AUDIO -Simon Bocanegra - C.MacNeil- L. Gencer- C. Cosutta  Trio acto 2º

                           
                 AUDIO -Simon Bocanegra -C. MacNeil- W. Wilderman – - “N´ardon le tempie”

                            
   AUDIO - Simon Bocanegra - C.MacNeil – W. Wilderman- –“Suona ogni labbro

                         
                                 AUDIO - Simon Bocanegra -C.MacNeil- L. Gencer- C. Cosutta- Final



Bien, expuestos estos fragmentos os voy a poner dos versiones del <Simón Bocanegra>, la primera es la que se cantó  en el Teatro la Scala de Milan siendo el director Claudio Abbado y con los interpretes y personajes: Piero Capuccilli (Simon Bocanegra), Mirella Freni (Amelia),Nicola Ghiaurov  (Jacobo Fieco) y Veriano Luchetti (Adorno).


                               TEATRO SCALA DE MILAN

SIMON BOCANEGRA- parte 1ª 1978-Abbado-Capuccilli-Freni-Ghiaurov

SIMON BOCANEGRA Parte 2ª- Abbado- Capuccilli-Ghiaurov- Freni


Y ahora para que podáis comprobar el rol de <Simón >en la voz de Placido Domingo, os voy a poner una actuación  que se interpretó en el teatro de la Scala de Milán el año 2010, siendo el director, Daniel Baremboid, junto a Placido Domingo (Simon Bocanegra), Ferruccio Furlanetto (Fiesco), Anja Arteros (Amelia), Fabio Santori (Adorno)

Sobre el cambio de tesitura, a mí no me desagrada, pero hay que tener en cuenta que el rol de <Simón> lo ha interpretado siempre un barítono y a ser posible con una voz poderosa y con mucha sensibilidad es decir barítono verdiano. Teatralmente , Domingo hace una interpretación muy suya a decir con una sobriedad y un dramatismo que llena la escena, a mi particularmente su voz en este rol,  noto que me falta algo y ese algo es que estoy acostumbrado a oírlo en tesitura de barítono verdiano y es por lo que os comento que me falta algo. De todas formas hay que descubrirse ante este “fenómeno”, un todo terreno que solamente con el ímpetu que pone al meterse en cambiar su tesitura es digno de agradecer. Ha tenido muchas criticas por el cambio de   tesitura, a mi particularmente os repito que no me llena pero debemos de respetar su decisión.

                                   TEATRO SCALA DE MILAN






                                                        CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

«SIMÓN BOCCANEGRA», DE VERDI, EN EL LICEO
Como resumíamos en la nota publicada  en la edición del domingo, «Simón Boccanegra» se ha repuesto en el Liceo con un buen cuarteto de cantantes solistas, destacando del mismo el barítono norteamericano Cornell Mac Neil en la interpretación del personaje protagonista que da nombre a la ópera. Ya sabíamos que Cornell Mac Neil es seguramente el primer barítono verdiano actual (recordamos su magnífica actuación en el «Nabucco» de la pasada temporada) y no nos sorprendió que su trabajo fuera esta vez de tanta calidad. Las facultades vocales de este artista son extraordinarias; un timbre pleno, mórbido, de una ductilidad expresiva que se amolda a cualquier sentimiento interno de la música. Lo mejor de Mac Neil es la inteligencia y el oficio con que aplica estas posibilidades, como lo hace un artista total, cantante y actor al mismo tiempo. Personaliza la figura de Boccanegra con sobriedad de gesto y dicción musical, imponiéndose rotundamente aunque sin desplantes ni exageraciones, al lado de los demás cantantes del reparto. Entre éstos hay otro —el bajo Bonaldo Giaiotti— que también conocimos en el «Nabucco» de la temporada anterior y que ahora ha confirmado su gran clase: una voz intensa y majestuosa, un porte de gran intérprete hacen de él un artista
idóneo para la parte de Fiesco que se le confía en «Simón Boccanegra».
Nuevas figuras para el Liceo han sido la soprano Lucía Kelston y el tenor Roberto Merolla, participantes protagonistas para la misma ópera. Lucía Kelston, norteamericana también, es una cantante muy adecuada para los papeles dramáticos. Su registro vocal tiene solidez y extensión aunque una cierta dureza, no de color sino más bien en algunas de sus inflexiones dramáticas que resultan como forzadas y artificiales. De  todas maneras es una artista de primera fila (ganadora del concurso de cantantes del Metropolitan de Nueva York) y como tal la hemos aceptado. Lo es igualmente el tenor  italiano Roberto Merolla, joven cantante premiado en el Festival de Spoleto, notable por su bella escuela, algo limitado en cuanto a volumen de timbre pero de una positiva vehemencia discursiva y dominio de un lirismo que manifestó acertadamente en otro papel principal de la obra verdiána.
«Simón Boccanegra» se representa con otros cantantes meritorios, el coro y una adecuada escenificación, todo dirigido musicalmente con mucha efectividad por Ino Savini al frente de la orquesta.
Al margen de la interpretación, «Simón Boccanegra» interesa por la obra en sí misma. En su primera versión fue dada a conocer en 1857, o sea, poco después del tríptico más popular de Verdi: «Trovador», «Traviata» y «Rigoletto». No tuvo ningún éxito y años después el compositor introdujo cambios sustanciales en la partitura (incluso sustituyendo el primitivo libreto de Piave por otro de Arrigo Boito) infundiendo en el contexto la plenitud de su genio. La versión definitiva de «Simón Boccanegra» es inmediatamente anterior a «Otello» y «Falstaff» y en muchos aspectos hace presentir la plenitud dramática de estas últimas piezas maestras de la producción verdiána. Hay en «Boccanegra» mucho formulismo escénico y todos los tópicos melodramáticos de la ópera tradicional italiana, pero hay también, sobre todo en el trato de la orquesta, la manó del músico experto que utiliza la materia sinfónica como un medio expresivo y narrativo sustancial. «Boccanegra» en varios momentos —el cuarteto final del primer acto, por ejemplo— recuerda aún la claridad simple de «Rigoletto», pero en muchos episodios y sobre todo en la riqueza de la orquesta, como hemos dicho, se presienten los hallazgos de «Fastaff» y la palpitación descriptiva de «Otello». «Simón Boccanegra», en su versión definitiva, se representa poco, incluso en Italia. Es raro, pues cabe situar la obra en un nivel casi tan alto como el que nadie discute a las últimas realizaciones del compositor, los aludidos «Otello» y «Falstaf. XAVIER MONTALVAGE



                                   
                                                                              GAETANO DONIZETTI


LUCRECIA BORGIA (Donizetti) 13 diciembre 1970, director Reynald Giovninetti, con Montserrat Caballé, José María Carreras, Roger Soyer, Jiné Barbie.
Otra  de las grandes noches en este Gran Teatro del Liceo y van…he perdido la cuenta pero me congratulo de haber vivido en una de las mejores épocas de este Gran Teatro. Si comparara las representaciones desde 1953 en que  asistí por primera vez a ahora en los años actuales (2017), hay un abismo y tengo que reconocer que en tiempos pasados, cuando empecé a asistir a aquellas funciones, la calidad de las voces era muy distinta a los de la actualidad. Lo único que hay un poco de  diferencia, es en que los cantantes de hoy en día son mejores actores, hoy,  los cantantes estudian muy bien sus personajes teatralmente ya que las televisiones están encima y captan cualquier insignificancia. La pena es que a nivel cantante, sobre todo en la tesitura de tenor la cosa pinta muy mal ¿Dónde están los Del Mónaco, Corelli, Bjoerling, Kraus, Pavarotti, Domingo? etcétera. Hoy en día un primer tenor en la actualidad son los que considerad-amente eran los de segunda categoría que había antes. En fin es una apreciación mía y compartida con muchos aficionados de mi época.
Sobre la ópera Lucrecia Borgia, para mí era la primera vez que veía dicha opera, fue una grata sorpresa, ahora al paso de los años, gracias a cantantes como Montserrat Caballé, María Callas, Leila Gencer y otras más, han desempolvado operas de Donizetti y Bellini que estaban  olvidadas. Montserrat Caballé, hace una creación muy subgéneris del rol de Lucrecia Borgia. ¡¡Que interpretación tan  magistral!! Que dominio de su fiato, el colorido de su voz, el temperamento que le pone a su personaje en fin… otra noche de embrujo, y con un reparto de voces excepcionales, y además el estreno de José Carreras cantando su primer rol de envergadura.

He podido encontrar algunas grabaciones de aquella noche que merecen la pena escucharlas. 


                           
                                                MONTSERAT CABALLÉ
                            

Seguidamente os voy a poner el fragmento tan conocido  “Di pescatore ignobile” que canta José Carreras, estando acompañado por la soprano griega Vaso Papantoniu,  que en aquellos años se decía que era la que podría se la sustituta de Maria Callas.

                          
                   AUDIO - José Carreras-  Vasa Papantoniu -Lucrecia Borgia- “Di pescatore ignobile”

Ahora os propongo una versión de "Di pescatore ignobile" cantado por Jaime Aragall donde hace un alarde vocal muy excelente, es una grabación efectuada en el Teatro San Carlo di Napoli en el año 1966 y está acompañado por Leyla Gencer
                          
                           JAIME ARAGALL

                             
            AUDIO Lucrzia Borgia  S.C.Napoli-Jaime Aragall- Leyla Gencer "Li pescatore ignobile"

                               
                  AUDIO - M. Caballé -1970- Lucrecia Borgia- “Maffio Orsini signora

                                
         AUDIO - M.Caballé- J. Carreras-Lucrecia Borgia – duo “Infelice ilveno bevesti”

                                       AUDIO - M. Caballé—Lucrecia Borgia “Modi ah m´odi”


Os voy proponer  dos versiones muy diferentes de como se canta el brindis tan famoso de Maffio Orsini  "Il segreto per esser felice", hoy en día lo abordan el rol con tesitura de mezzosoprano. Primeramente os voy a poner en vídeo de la cantante Daniella Barcelona 



VIDEO Lucrezia Borgia Daniela Barcellona "Il segreto per esser felice"



Y ahora oiréis a la gran contralto británica Clara Butt (1872-1936) en el aria brindis relativamente alegre de Maffio Orsini. Notareis la distinción de tesitura y la grandeza de la voz de Clara Butt.

AUDIO Lucrezia Borgia- 1909-Daniela Barcellona "Il segreto per esser felice".

Os propongo la grabación famosa  completa que se canto en New York Carnegie Hall, en el año 1965, donde sustituyo a Marilyn Horne, teniendo un grandioso éxito. Su verdadero lanzamiento internacional se produjo la anoche del 29 de abril de 1965 en el Carnegggie Hall, cuando tuvo que sustituir imprevisible mente a Marilyn Horne en la Lucrezia Borgia.  Su gran actuación le valió 25 minutos de aplauso al termino de la representación y uno de los críticos más importantes neoyorquinos titulo al diá siguiente <Calla+ Tebaldi= Caballé>. Desde este momento comenzó el despegue internacional de su carrera.
Carnegie Hall- Opera Society Orchestra. Director Jonell Perlea. Interpretes y pesonajes :Monrserrat Caballé (Lucrezia Borgia) Jane Berbie (Maffio Orsini), Alain Vanzó (Gennaro), Kostas Paskalis (Don Alfonso)



Gracias a YouTube ha editado la versión de <Lucrezia> que se represento en el Liceo en 1970 y aunque el sonido es regular merece el tenerla en nuestra discoteca. Oiremos a Montserrat en plena ebullición y a José Carreras en el comienzo de su carrera.
Orquesta y coro del Liceo, director Reynald Giovaninett, interpretes y personajes : Montserrat Caballé (Lucrezia), José Carreras (Gennaro), Jane Barbie (Maffio Orsini) y Roger Soyer (Don Alfonso).

LUCREZIA BORGIA-1970- Liceo-Giovaninett- Caballé-Carrearas-



                                               CRÓNICA DE LA VANGUARDIA




AYER NOCHE EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO
«Lucrezia Borgia», de Donizetti, con la reaparición de Montserrat Caballé.
La reaparición de Montserrat Caballé fue celebrada ayer en el Liceo con largas y efusivas ovaciones. Nos alegró ver que la artista a quien aplaudimos no hace más de quince días en el Metropolitano de Nueva York para sumarnos a su triunfo norteamericano, es estimada y admirada aquí, en su país y su ciudad, Montserrat Caballé es profeta en su tierra, desmintiendo la divulgada leyenda, para situarse definitivamente al nivel de popularidad que el público barcelonés, él liceístico en particular, asigna a las divas de ópera de categoría internacional. Nuestra cantante ha ganado a pulso esta situación que ahora hemos comprobado cómo es firme y legítima, y está dispuesta a mantenerla (Dios quiera que sea por mucho tiempo) correspondiendo a las obligaciones contraídas y resultantes de su
conseguido prestigio, sin regatear su presencia en el primer escenario barcelonés que fue, en realidad, el trampolín gracias
al cual su carrera artística pudo alcanzar una proyección mundial. La soprano catalana cantará esta temporada en diez representaciones con tres óperas diferentes del repertorio italiano Donizetti, Bellini y Puccini le permitirán expresarse en su registro lírico favorito, en la col-atura igual que en la dicción afectiva y sentimental que exigen las elegíacas cadencias de «II Pirata» belliniano o el «verismo» de «La Boheme».
Como primera manifestación de sus mejores posibilidades expresivas, hemos admirado ahora su interpretación de esta imaginaria «Lucrezia Borgia» presentada anoche con máxima dignidad artística, tanto por lo que hace referencia al resto del reparto como al montaje-escenográfico.
«Lucrezia Borgia» es una de las 68 óperas de Donizetti, ni mejor ni peor que otras que conocemos circunstancialmente: «Anna
Bolena», «Roberto Devereux» o «Linda de Chamonix». No llega desde luego a ser una obra tan rotunda como «Lucia de Lammermoor» ni tan ágil como «La Favorita», «Elisir d’amore» o el delicioso «Don Pascuale» pero no queda muy por debajo de, estas partituras porqué Donizetti es en toda su producción y en cierto modo invariable. «Lucrezia Borgia» parece ser una de estas obras que el compositor escribía en ocho o diez días, lo que se acusa en doble sentido, negativo y positivo. Por un lado, las fórmulas son aplicadas de manera prácticamente rutinaria; recitada, arias, concertantes y corales de ambientación, todo con un acompañamiento sinfónico elementalísimo, aunque siempre «suene bien». Por otro lado en cambio, el positivo, la frescura melódica, la «cantábile» espontaneidad no está ausente en ningún momento, con otra circunstancia a favor: parece como si Donizetti, imbuido del drama  de Víctór Hugo imaginado sobre la complicada historia, festoneada de envenenamientos, de los Borgia, los Ferrara y los Orsini, hubiese intentado dar mayor consistencia descriptiva y mayor hondura á su música que en esta ópera resulta menos arbitraria, de intención más próxima al «verismo».
El triunfo de Montserrat Caballé en el  papel protagonista ha sido grande. Hemos vuelto a admirar la rotundidad, claridad y vuelo lírico dé su voz, purísima como siempre, limpia y densa en todos los registros, sobre todo en el agudo que continúa siendo el arma infalible de la artista, quien manifiesta actualmente un superior dominio de la escena como actriz que sabe dar la suficiente prestancia dramática a su actuación. Esta cualidad suya fue máxima mente evidente sobre todo en su larga escena dialogada con el duque de Ferrara y con las intervenciones de Gennaro en las que se centra la tensión del segundo cuadro del acto primero, y en el trágico desenlace final, cuando Lucrezia anuncia que todos los presentes en el palacio Negroni han sido envenenados por ella y van a morir.
Montserrat Caballé ha sido pues ovacionada como cantante completa, perfecta para estos papeles fuertemente melodramáticos, típicos del repertorio italiano, de Donizetti a Verdi.
Anotamos que una vez más en el Liceo no se deja a una primera figura en solitario. Al lado de la Caballé hemos encontrado un conjunto de artistas de verdadera calidad. Entre ellos hay que situar al tenor José Maria Carreras (Gennaro) que ha confirmado, superándola, la buena impresión que,  nos produjo la temporada pasada a encarnar el personaje de Flavio en «Norma> y el de Ismaele en «Nabucco». José Maria Carreras canta con mayor elocuencia, con un gran temple vocal y una constante hondura expresiva. El público lo reconoció así y él fue, a la hora de los aplausos delante de la cortina, uno de los más homenajeados con bravos entusiastas. La presentación del bajo francés Roger Soyer (duque de Ferrara) fue también ovacionado merecidamente pues es un cantante de voz intensa y de un temperamento de verdadero artista y de actor refinado. Otra presentación, la de la soprano Jane Berbie (Maffio Orsini), no decepcionó. Las posibilidades de esta cantante son ideales para papeles de «travestí» como el que interpretó, con toda propiedad.
Otros personajes tienen una participación más o menos importante en la obra. Fueron servidos correctamente por artistas meritorios, ya conocidos. El coro tuvo intervenciones aceptables y la orquesta igual que la marcha general de la representación fu llevada desde el atril de director por un maestro tan acreditado como Reynald Giovaninetti. Volvemos a señalar lo apropiado de la presentación cuidada por Giuseppe de Tomasi, con decorados tradicionales una luminotécnica especialmente eficaz.

La sala estaba llena y el clima fue de entusiasmo a favor de los intérpretes que debieron comparecer repetidamente frente a las candilejas al final de los actos, recibiendo en especial Montserrat Caballé el homenaje cariñoso y unánime de los liceístas. XAVIER MONTSALVAXE








                                                

                                                                                       VICENZO BELLINI







IL PIRATA (Bellini) 1 de enero 1971. Director Carlo Felice Cilliario, con Montserrat Caballé, Bernabé Martí, Vicente Sardinero, Carlos del Bosco
Otra ópera de estreno par mis arcas operísticas. Como buen admirador y fan que soy de Bellini, por supuesto que me agradó y mucho, la función que vi en el Liceo esa noche. Por los años, me dan escalofríos de pensar que tuve la dicha de ver a  Montserrat Caballé en todo su apogeo vocal. Mi opinión ahora por los a años que han transcurrido, puedo decir que fue una de las sopranos más grande que ha dado el mundo de la lírica, en especial al interpretar los roles de Donizetti y Bellini, todo el mundo lírico de aquellos años (1965- 1985) más o menos, se tuvo que inclinar hacia esa voz única que nos ha dado la madre naturaleza. Yo personalmente la he visto en sus mejores momentos y doy fe de todo ello. Las casas discográficas de aquella época estaban en las nubes y no se enteraban de la voz de Montserrat Caballé, pues estas multinacionales estaban solamente para unas cuantas voces (por cierto muy buenas) y de ahí no salían. Podemos dar gracias a las grabaciones piratas que nos han dejado unas actuaciones que ahora por el tiempo podemos darnos cuenta de lo grande que fue esta Montserrat Caballé.
La función de esa noche fue algo impresionante. La ópera empieza con un extenso preludio adecuado  para meternos en la atmósfera de la tempestad con la que empieza el primer acto. Es una ópera con el estilo particular de Bellini, con sus concertantes, tríos, dúos en fin es una cascada de música bel cantista y romántico que era lo que se llevaba en aquellos tiempos. La interpretación, fue magistral por parte de M. Caballé y sus acompañantes lucieron sus voces con un gran esplendor contagiados por la gran interpretación de la Caballé. Otra noche de ensueño donde los aficionados pudimos disfrutar de la música de Bellini y las voces tan fantásticas.

De todo lo que hay en YouTube, me decanto por una grabación de la ópera <Il Pirata>, con  el  América Opera Society Orquesta y coro, New York, todo dirigido por Gianfranco Rivoli con los cantantes Montserrat Caballé, Bernabé Martí y Licinio Miontefusco en el año 1965.






MONTSERRAT CABALLE                          BERNABÉ MARTI



                      



                         
AUDIO - Il pirata - M.Caballé - “Sorgete: e in me Dover quella pietate”


                       

                        
                                        AUDIO - Il pirata -M. Caballe- L. Moontefisco –  duo 2º Acto



                        
                                         AUDIO - Il pirata-M. Caballe- B. Marti –  – “Eccomi a te, Gualtieri”

                      


                        



Ahora os voy a poner en AUDIO  una representación efectuada el año 1959 en el Carniegie Hall NYC con la Orquesta y coro de Maerican Opera Society con la dirección Nicolas Rescigno y los siguientes interpretes y personajes: Maria Callas (Imogene), Pier Mirnda Ferraro((Gualtiero), Constantino Ego (Ernesto) y Chester Watson (Solitario).

                          AUDIO -IL PIRATA- 1959-Rescigno- Callas- Ferraro. Ego


Y ahora os voy a proponer la ópera en audio de la actuación de <Il Pirata)  por Montserrat Caballé y Bernabé Marti de una grabación  que se efectuó el año 1966 en New York en el American Opera Society Orqchestra y Coros siendo el director Gianfrancolo Rivoli. Los interpretes y personajes : Montserrat Caballé (Mofene), Bernabé Martí (Gualtiero), Licino Montegfusco (Ernesto), Sylvia Kharchadourian(Adel), Herbert Kraus (Goffredo).






                                                CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

                <<IL PIRATA> DE, BELLINI >>
Por lo regular, las obras olvidadas de un compositor son las menos interesantes de su producción. En parte este es el motivo de que < Il Pirata>, de Vicenzo Bellini, no haya llegado hasta ahora a la escena del Liceo, o sea 140 años después de haberse estrenado en el desaparecido Teatro de la Santa Cruz (tres años después de su primera representación en la Scala de Milan). < Il Pirata> fue la primera ópera que dio fama a Bellini que contaba 26 años cuando la compuso. Es un bello precedente de lo que sería cuatro años después <La Sonámbula> y < Norma> que unidas a su última producción, < Il Puritani>, forman la trilogía máxima del músico siciliano.
En < Il Pirata> nada se concreta pero todo se adivina: un instinto verdaderamente genial  de la invención melódica y una elegancia de expresión que no igualaría ningún otro de los románticos italianos. Por lo demás, por debajo de esta volátil , finísima y preciosita línea de puro < bel canto>, en la obra no encontramos  más que las formulas de la época, con todo su fárrago de tópicos escénicos y de efectismo dramático totalmente marchito. No importa Bellini es admirable por otras calidades que encontramos como he dicho en la trasparencia de su melodía que la aproxima – es curioso- más a Chopin que a sus contemporáneos autores de música para el teatro. Y esta melodía fluye a lo alargo de toda la partitura alcanzando en algunos momentos (en el concertante del actos segundo y en el dúo de Imogene de Caldora, por ejemplo) una gracia e intensidad lírica que hacen presentir directamente los más mórbidos acentos de < Norma >.
En <Il Pirata> vuelve a triunfar Montserrat Caballé. El carácter de la ópera en la que nuestra admirada soprano encarna el papel  protagonista femenino de Imogene, es perfecto para las inflexiones de su voz y la naturaleza de su temperamento. Es una delicia escuchar sus filados vocales, sus agudos brillantes, la tersura de su dicción maravillosamente cálida, de una penetración expresiva total. Montserrat Caballé parece una cantante idónea, acaso actualmente insuperable para Bellini. Lo pensábamos la temporada pasada al es cucharla en <Norma> y lo creemos también ahora al admirarla en el <Il Pirata>.
La representación de la obra da lugar también a considerar la alta calidad de otro artista, el barítono Vicente Sardinero, en la interpretación de  Ernesto, duque de Caldora. En anteriores ocasiones hemos elogiado la valía de este cantante, pero nunca como ahora habíamos intuido sus posibilidades de llegar a ser una primerísima figura mundial dentro de su especialidad. Vicente Sardinero, con una voz segura, da noble timbre. clara y robusta en todos los registros, se expresa en la obra con una dicción en todo momento persuasiva.
El tenor Bernabé Martí en el rol de Gualtiero tiene menos oportunidades de destacar pero logra imponerse porque es un artista honesto que canta muy bien identificado con el estilo que requiere la ópera italiana. Pone en su trabajo un laudable empeño y nunca deja de expresarse con musicalidad y buen gusto.
Las demás figuras del reparto forman un conjunto equilibrado del que destaca el bajo Carlo del Bosco (Goffredo). El coro, sobre todo la sección masculina, participa con acierto. La puesta en escena es cuidada y bien ambientada por el regista Renzo Frusca.
La representación se beneficia mucho del talento, la experiencia y la musicalidad del maestro Carlo Felipe Cillario al frente de la orqueste. Cillario es un director habitual en el Liceo y siempre hemos podido constatar, como ahora, su presencia en el primer atril es una garantía de eficacia y de dominio de todos los recursos que tiene en mano para asegurar la buena marcha de la representación. XAVIER MONTSALVAGE


                                                     
                                                                                     ALMILCAR PONCHIELLI


                                 
LA GIOCONDA (Ponchielli) 7 de enero 1971, Director Octavio Ziino, con Ángeles Gulin, Carlo Bergonzi, Michele Vilma, Rosa Laghezza, Anselmo Colzani, Dhiakov de Alvise.
¡¡Otro estreno!! Es de las óperas que más me han gustado y sigue gustándome, cada vez que la oigo le saco cosa nuevas, es inmensa, una gran orquestación, muchos personajes y a cuál de ellos mejor, el maestro Ponchielli, supo sacar provecho a todos sus roles y cuidó esmeradamente sus tesituras y supo dar realce a su personajes, por este motivo se interpreta pocas veces, por el coste que requiere una representación, a una soprano, una mezzosoprano, una contralto, un tenor, un barítono y un bajo, y por supuesto voces de un gran prestigio, pues como algunos de ellos no sea de garantía,  la representación “ Hace agua”.
En la representación que vi esa noche, os puedo decir que fue  fabulosa, todos estuvieron a una gran altura, nadie de los cantantes estuvo fuera de lugar, todos rallaron a gran altura por lo tanto el público liceísta una vez más disfruto de lo lindo. Personalmente tengo que resaltar la gran calidad de voz que pose Carlo Bergonzi, es de otro mundo, la seguridad que tiene el espectador al oírle cantar, una voz templada, hábil, melodiosa y muy generoso, en fin… una autentica gozada el escucharle.
La soprano Ángeles Gulin nos demostró que era una cantante con una voz muy poderosa y a la vez delicada, supo sacar provecho, lo demostró con su vehemencia y generosidad, los demás compañeros estuvieron a la altura de la pareja y así de ese modo salió una representación que el público al final de la función estallo con grandes aplauso y bravos.
Otra noche de gran éxito de voces y personalmente yo salí entusiasmado de la ópera que había visto por primera vez, hoy en día es otra de mis favoritas.

Os voy a poner uno fragmentos de dicha ópera, con las voces Carlo Bergonzi, Ángeles Gulin, Marilyn Horne, Corneill MacNeill, Nuncio Todisco, Bruna Baglioni y en especial quiero que pongáis atención a una mezzosoprano, llamada Belem Amparan, que he podido encontrar en YouTube, haciendo el rol de la ciega. El nombre de esta cantante, lo tengo  escrito en mi diario, como recomendación del malogrado amigo señor Smith, diciéndome que en los años 1956 debutaba en el Metropolitan, diciéndome que fue una cantante que tuvo mucho éxito y sobre todo en la Gioconda haciendo el papel de ciega. Mirando en YouTube he podido encontrar el fragmento de ella y es por ello que os lo voy a poner.
                                                                     


                           
                                   AUDIO - C. Bergonzi- C. MacNeill- La Gioconda- “ Enzo Grimaldo”

                               
                            VIDEO- Angeles Gulin- Nuncio Todisco – La Gioconda- duo

                    
                                                AUDIO - Carlo Bergonzi- La Gioconda- “Cielo  e mar”

                      


                                                       
                               VIDEO - Angeles Gulin- B.Baglioni- La Gioconda – “ E un anatema”

                       

                                                  VIDEO -  Angeles Gulin – La Gioconda- “Suicidio”



                     

                                                                      BELEM AMPARAN

                    
                            AUDIO - Belem Amparan – La Gioconda- “Voce di donna d´angelo”



Primeramente os voy a proponer la ópera en audio de una grabación  de estudio efectuada el año 1952 con María  Callas cuando estaba en sus albores de su carrera, para mi parecer es una actuación sensacional de María Callas. Cooperan la Orquesta y Coro de la RAI de Torino, estando dirigida por Antonino Votto y con los interpretes y personajes : Maria Callas (La Gioconda), Gianni Poggi (Enzo Grimaldo), Paolo Silveri (Bernabé), Fedora Barbieri(Laura Adorno), María Amadini (La ciega),Giulio Neri (Alvise), Piero Paoli (Zuane)Armando Benzi (Isepo).





He encontrado por YouTube una grabación en vídeo. de esta ópera cantada en el Liceo y espero que os guste tiene un buen sonido y muy buena visión. Orquesta y Coro del Gran Teatro del Liceo director Daniele Calligari con los siguientes interpretes: Debora Voigt (La Gioconda),Elisabette Fiorillo (Laura Adorno), Richard Margison (Enzo Grimaldo), Carlos Colombara (Alvise), Ewa Podles (La Ciega) y Carlo Guelfi (Bernabe).

VÍDEO LA GIOCONDA-2005-Liceo-Calligari- Podles-Margison-Fiorillo




                             CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


«La Gioconda», de Ponchielli
Con La Gioconda, la única ópera por la que se recuerda a su autor Amilcare Ponchielli ha vuelto a los carteles de nuestro primer escenario, donde no había figurado desde hace nueve años. Este tiempo transcurrido no lo consideramos excesivo porque la verdad es que La Gioconda» si bien m e r e c e permanecer en el repertorio italiano de los teatros operísticos no creo que importe a nadie que su reposición se efectúe muy de tarde en tarde.
El libreto de »La Gioconda» adaptado de un drama de Víctor Hugo, por Arrigo Boito, es, francamente mediocre, convencional y de un melodramatismo que antes llamábamos de novela por entregas. Para los gustos actuales esto tiene poca importancia pues cuando acudimos a la ópera, lo que menos esperamos ver es teatro, salvo en casos de excepción. Lo que en cambio nos gusta encontrar es música, valga la redundancia, <operística>, y vale decir que la que se desprende de la partitura de Poncielli, lo es, aunque no posea la hondura dramática de cualquier página de Verdi ni la fluidez lírica constante invariable de todas las obras de Puccini, o el sincero melodismo propio de Mascagni, para citar los dos compositores que fueron sus discípulos y que le superaron en el arte de sensibilizar al público. En definitiva, La
<Gioconda>, sobre un tema de ambiente veneciano, es un drama cantado de escasa densidad específica pero con no pocos elementos útiles para el ejercicio de las voces
Y de sus posibilidades expresivas y de virtuosismo. Forzado o no, hay de todo en sus tres actos; intrigas, perfidias, amores secretos, traiciones, envenenamientos, etcétera, y todo a base de monólogos recitados, arias, dúos, corales y el irrenunciable ba llet entreverado para redondear la espectacularidad de la pieza. Todo es superfluo, más brillante y decorativo que auténtico, pero cumple muy bien una misión: la de que cada intérprete o realizador —cantantes, coros, bailarines o regista— se manifieste plena y repetidamente.
Con la reposición de <<La Giocond>>, que tuvo efecto el jueves, el Liceo ha vuelto a darnos ocasión de aplaudir una meritoria resolución: la de realzar una ópera de ilimitado interés con una puesta en escena muy cuidada en los detalles en lo esencial  confiando los papeles protagonistas a cantantes de categoría que, sin duda, constituyen el polo máximo de atracción del espectáculo.
Citemos en primer lugar al tenor, Carlo Bergonzi para el rol de Grimaldo (que como es sabido, Poncielli creó para Gayarre
que estrenó la obra en 1876). Bergonzi continua en la plenitud de su arte y puede entregarse, como lo hizo en esta ocasión, a todas las posibilidades que le ofrecía el personaje representado. Con extraordinario vigor temperamental, con los espléndidos recursos de una voz privilegiada, voluminosa, cálida, máximamente dúctil en la expresión, con su experiencia y dominio de la escena que hacen de él una de las primeras
figuras mundiales en su especialidad, Bergonzi produjo auténtica sensación y una vez más obtuvo del público un recibimiento clamoroso. Largos minutos duraron las ovaciones con las que el auditorio rubricó su principal intervención solista, el aria <Cielo e mar> del segundo acto y muchas veces debió aparecer el artista delante de la cortina al final de los actos para corresponder al entusiasmo general perfectamente justificado pues verdaderamente su actuación fue digna del prestigio y de la valía indiscutible del artista.
Resultó notable en esta «Gioconda» lo que hemos dicho antes; que no fue representada únicamente con una «vedette» relegando los demás papeles a cantantes secundarios. Debemos agradecerlo, pues, en la ópera de Poncielli el lucimiento no corresponde únicamente al tenor. La soprano Angeles Gulin, que ya aplaudimos en la <Aida> que inauguró la temporada, ha vuelto  para imponerse mayormente con el alcance de su voz, espléndida para el teatro, de alcance tímbrico excepcional, aunque pueda obtener de ella efectos más refinados de los que logra ahora. Su personificación de «Gioconda» fue de muy acusado relieve considerando su trabajo desde el punto de vista del despliegue vocal generosamente prodigado.
Entre los demás intérpretes celebramos la reaparición del barítono Anselmo Colzani, en el personaje de Barnabá. ¡Qué gran artista es Colzani en los papeles que exactamente se ajustan a su manera expresiva, como son el de Yago, en «Otello» (que in terpretó hace años aquí), o este del pérfido Barnabá que ha representado ahora. Ciertamente, su voz acusa algún cansancio, pero el cantante es a la vez tan estupendo actor, tan conocedor de su oficio, tan sutil y emotivo en la dicción que sigue llenando la escena, como se acostumbra a decir, siempre que el personaje interviene en la acción aunque sea marginalmente.
La presentación de la mezo Michele Vilma (Laura) es también digna de señalarse porque se trata de una cantante de facultades y de una musicalidad evidente siempre. El bajo, Anton Diakov (Alvise Badoero), estuvo a la altura de los intérpretes citados antes, igual que otra buena mezzo, Rosa Laghezza (la ciega), Interviniendo con la oportunidad a que nos tienen acostumbra dos los demás, Soto, Ara, Pons y Campos, en papeles circunstanciales.
El coro, aunque acusó alguna irregularidad en las entradas al principio de la obra, se puso después a tono de las circunstancias
y su participación fue meritoria, satisfactoriamente desenvuelta hasta el final. En su movilidad tuvo, sin duda. Intervención el regista Enzo Frusca que controló y dio agilidad al movimiento escénico en general.
Mención particular merece el ballet en la célebre Danza de las horas, resuelta coreográficamente con verdadera agilidad por el maestro Juan Magriñá e interpretada por el cuerpo de baile con seguridad e ímpetu.
Las «estrellas» de esta vistosa escena—Asunción Aguadé y Alfonso Rovira— polarizaron el éxito obtenido que nos hizo pensar en lo mucho que podría realizar el ballet liceistico si tuviera más ocasiones de manifestarse con la espectacularidad que alcanza en esta ópera.
Anotemos, como factor positivo de la representación, la puesta en escena con bonitos y efectistas  decorados italianizantes.

Y también como resumen, la dirección del maestro Ottavio Ziino al frente de la orquesta. Como en tantas ocasiones, su presencia en el primer atril garantizó una dignidad musical mantenida con autoridad y sensibilidad. — Xavier MONTSALVATGE.

                         
                             GIACOMO PUCCINI

LA BOHEME (Puccini) 9 enero, sábado, Director Carlo Felice Cilliario, con Montserrat Caballé, Luciano Pavarotti, Vicente Sardinero, Nancy Estok
Fue un autentico lujo, la representación de aquella noche. Podemos decir sin tapujos que fue otra noche apoteósica y van… He perdido la cuenta de operas que he visto  con una proyección inigualable, esa ha sido mi suerte en estos años de vivir en Barcelona, en la época dorada de este Gran Teatro del Liceo. Os recomiendo que leáis la entrevista que le hacen al gerente del Teatro del Liceo, al señor don Juan Antonio Pamias y allí podréis comprender de qué forma contrataba a los mejores cantantes del momento.
La función de la Boheme fue sencillamente espectacular, la pareja Caballé y Pavarotti dieron una clase  magistral de cómo se tiene que interpretar vocalmente los roles escritos por Giacomo Puccini. Sabéis que hay una Boheme, dirigida por Karajan con Pavarotti y Mirella Freni que está catalogada como una de las mejores Boheme que se han grabado. Si, ciertamente con los roles de Marcello, (Rolando Panerai), Nicola Ghiaurov (Colline), no lo dudo, pero la versión que yo vi aquella noche no tiene nada que envidiar a Mirella Freni y Luciano Pavarotti, estoy por deciros  que en la función que presencie,  superan a la de la grabación dirijida por Karajan. Como veis son gustos y pareceres.
Noche inenarrable, todo el público ovacionando a la pareja, y pensad que en la temporada 1964- 65, se canto una Boheme con Virginia Zeani y Jaime Aragall que tuvieron un éxito fuera de lo normal. A mi particularmente me gusta más la pareja de Caballe y Pavarotti, esto es una apreciación personal.
De la función que se cantó en el Liceo el 9 de Enero de 1971, solamente  he podido encontrar un fragmento del final del 3º acto donde cantan Caballe y Pavarotti, poner atención pues es digno de escuchar.


Montserrat Caballé                             Luciano  Pavarotti

               

                   
AUDIO -  La boheme Montserrat Caballe-Luciano Paarotti-  –“O soave fanciulla”

                       
                 VIDEO -   La boheme - Montserrat Caballe-  “Si, michiamano Mimi”

                        
                     AUDIO - La boheme - M. Caballe- L. Pavarotti- 1971- Liceo -  duo 3º acto


Seguidamente os ofrezco unos fragmentos  variados con las voces del bajo Enzio Piza, cantando “Vecchia zimara”, y a Montserrat Caballe cantando el final de dicha ópera, acompañado de Franco Corelli.

                   
                                                   AUDIO - La boheme - Enzo Piza-  “Veccia zimarra”

                  





 Os voy a poner una representación en vídeo de una representación en vivo desde la Scala De Milan en eel  año 1979 con un gran reparto. Orquesta y Coro de la Scala de Milan  siendo el director Carlos Kleiber y con el siguiente interpretes y personajes: lleana Coutrubas(Mimi), Luciano Pavarotti (Rodolfo), Lorenzo Saccomani (Marcello), Lucia Popp (Musseta), Giorgio Giorgetti (Shaunard), Evgheneil Nesterenko (Colline), Saverino Porzano (Parpignol), Claudio Giombi (Benoit)

                              TEATRO DE LA SCALA DE MILAN


                          VIDEO  LA BOHEME- 1979-Scala- Kleiber- Coutrubas-Pavarotti-


                                        CRÓNICA DE LA VANGUARDIA



GRAN ÉXITO DE ESTA TEMPORADA < LA BOHEME>, DE MONTSERRAT CABALLE Y LUCIANO PAVAROTTI
No podía suceder otra cosa; con muchos días de anticipación se agotaron las localidades para esta primera <Bohéme> que se presentó ayer con un teatro colmado y un ambiente de gozo voluptuoso por lo, atractivos de la obra puesta en escena y de entusiasmo por la interpretación confiada en el papel protagonista a Montserrat Caballé, rodeada de un buen conjunto de cantantes entre los cuales había los conocidos, los nuevos. Unos y otros, así como los elementos complementarios y sobre todo la próvida y eficiente dirección musical ayudaron a redondear el éxito absoluto.
En esta ocasión, el crítico al salir del teatro cuando aún las ovaciones obligaban a los artistas a presentarse una y otra vez frente a la cortina para corresponder a la efervescencia general en el ánimo del público, no creo que pueda redactar apresuradamente otro comentario que unas líneas para que quede constancia de la velada. No serán muchos los aficionados a la ópera los que ignorarán los pormenores de la función de anoche multitudinariamente concurrida y además seguida probable- mente por miles de adictos a través de la retransmisión radiofónica.
A nadie vamos a informar si hablamos de los valores de La Bohéme, que supongo debe batir todos los records de popularidad y de difusión (salvo que los supere, dentro del repertorio pucciniano la fácilmente seductora Madame Butterfly).
No podemos pero dejar de constatar que en la atmósfera del teatro se respiraba una verdad que han debido pasar muchos años y el consiguiente bache o desprestigio transitorio de Puccini para imponerse y que ahora podemos reconocerla sin ruborizarnos; como otros lo han afirmado, la sensibilidad que  emana de esta música no es nunca mera sensiblería ni sentimentalismo caduco. La Bohéme, la más impresionista de las óperas de Puccini, es la que paralelamente a su realidad escénica revela con mayor libertad una auténtica realidad poética. Es en ella donde la fluidez de la expresión se obtiene con los medios más sencillos los donde el transcurso de la acción dramática reserva las mayores oportunidades para que el Compositor se manifieste con la más clara sinceridad. Obra maestra de probidad, de equilibrio y de vida, de realismo y de poesía, representa la total maestría de su creador y la plenitud de su genio.
Es posible que al hacer estas consideraciones, más instintivas que reflexionadas hayamos estado bajo los efectos del encanto directo de la interpretación, abandonados a la deliciaa fácil de escuchar deliberadamente dispuestos a prescindir de toda reserva mental. Lo acepto porque a la ópera hay que acudir muchas veces con esta particular buena disposición, si uno no quiere empezar a sospechar que pierde el tiempo encariñándose con un fenómeno musical caduco, impuro e intrascendente.
Lo cierto es que hemos penetrado en el secreto emocional de «La Bohéme a través de la voz de Montserrat Caballé y que en este caso los medios han justificado el fin. En pocos días hemos escuchado a nuestra admirada soprano en las óperas de Donizetti  y Bellini recientemente representadas. Ahora, al volver a oírla encarnando la imagen de Mimí en las escenas bohemias de Henrl Murger, expresándose con esta música de la que Oscar Wilde decía <que penetra en el corazón porque Puccini  ha sido un Alfred de Musset que ha escrito en el papel pautado>, la cantante ha vuelto a manifestarse con todas las posibilidades de sus medios vocales ciñéndolos a una dicción alambicada, llena de inflexiones sutiles, extrañamente intimista a veces, en otros momentos abierta a un fraseo lírico ligeramente abarrocado, pero invariablemente seductor. En los oídos de todos está el eco de la pomposidad pseudo -dramática de «Lucrezia Borgia> o del preciosismo florido del  <II Pírata>.  Nada de esto ha aparecido en esta Mimí y sin embargo la versión de la protagonista ha sido igualmente penetrante y cálida.
Como era de esperar los sufragios, más exaltados. Montserrat Caballé los consiguió anoche con el <racconto> del primer acto y el subsiguiente dúo, así como en la escena del desenlace final. En nuestra opinión, pero, fue por su matizada y bellísima mane ra de decir la parte que le corresponde en el tercer acto, la gélida escena que transcurre frente a la «Barriére d’Enfer» bajo la nieve, que tuvimos una vez más consciencia de que la artista domina plenamente tanto los recursos de su voz como los de un temperamento y una riqueza de expresión del más fuerte poder comunicativo. Por esta escena sobre todo, <La Boheme> de ayer será para nosotros inolvidable.
La soprano americana Nancy Stokes hizo una Musetta con exacta identificación con el personaje con desparpajo y gracia (vistiendo además con singular elegancia) sin que por ello dejara de cantar con rigor y mucha voz, bellamente timbrada. Los demás han estado muy justos en toda la representación. Hemos vuelto a considerar la valía artística del barítono Vicente Sardinero como «Marcello, otro barítono, Juan Galindo, ha hecho el «Shaunard» apropiadamente, siendo aplaudidísimo después del aria <Vecchia zimarra>; el bajo Carlo del Bosco ha
intervenido como <Colline> Y lo ha hecho tan bien como en <lI Pirata>que le vimos hace poco; con oficio se ha manifestado
Diego Monjo (Benouat y Alcindoro), y los restantes.
Aunque la obra fue concebida por el libretista Giacosa y por Puccini como una comedia costumbrista, las reglas del juego operístico se respetan en ella y todo gira en torno a los dos personajes protagonistas, con que al lado de Mimí destaca su oponente, el tenor, en este caso Lucíano Pavarotti que hace seis años actuó una vez en el Liceo estando enfermo y tuvo que suspender entonces sus anteriores participaciones en la temporada. La presencia de Pavarotti en el papel de Rodolfo ha constituido pues una revelación, a juzgar por el recibimiento que se le ha hecho, subrayando con un verdadero tumulto de aplausos y gritos después de su primera aria «Che gelida manina» y también donde ha vuelto a estar mejor, en la despedida del acto tercero. El artista es lógico que se impusiera. Posee una voz más notable por su potencia, extensión y claridad que por su volumen, brillantísima en los agudos que ataca con una resolución y seguridad insuperables. Es un tenor como al público le gusta; espectacular, decidido y vehemente, con un punto de amaneramiento en su trabajo de actor.
Pese a todo le aplaudimos sinceramente porque sus facultades vocales, son en efecto fuera de serie dignas de admirarse.
La escenografía no ha diferido de la empleada en las últimas < Boheme> hechas en el Liceo. Como única nota desafortunada hubo un transitorio pero lamentable despiste general de la comparsería y el coro en la escena de la retreta militar del acto
segundo que estuvo a punto de terminar «como el rosario de la aurora> pero la cosa no pasó de un susto que no obstante fundió en algunos siseos los aplausos que por lo demás merecía la interpretación de los solistas en el aludido acto.
La presencia de Carlo felipe Cillario al frente de la orquesta correspondió al prestigio del maestro, tan repetidamente cele brado como concertador en nuestro teatro y muy a menudo dirigiendo en las óperas que canta Montserrat Caballé. Con Cillario hay siempre la seguridad de que los valores musicales de la obra primordialmente serán respetados. Esto es lo que aconteció ayer. — Xavier MONTSALVATGE

RECTIFICACIÓN. En la crítica de <La
BOHEME> publicada el pasado día 10,mencionábamos como única nota desafortunada de la representación un transitorio despiste de la comparsería y el coro en la escena de la retreta militar que estuvo a punto de hacer naufragar el segundo acto.
La apreciación no fue del todo exacta y para poner las cosas en su lugar la rectificamos atendiendo a petición del maestro de coros Riccardo Bottino quien en una carta nos aclara que el incidente fue debido a la fallida entrada de la banda en escena. equívoco sólo imputable a una pura fatalidad. Esta frustrada intervención desorientó a todos y precisamente gracias al  coro que atacó valientemente su parte cantada se pudieron evitar más graves consecuencias.
En semejantes términos se expresa el director de orqueste Carlo Felice Cillario en una nota que nos ha sido remitida. Subsanamos tembién otro error que se deslizó en la misma crítica donde se decía que Schaunard cantó el aria <Vecehia zimarra>, cuando es bien sabido que ésta corresponde al personaje de Colline, interpretado en esta ocasión por el excelente bajo Carlo del Bosco. — MONTSALVAGE



                    
                                             

            
                        JUAN ANTONIO PAMIAS          


            
     
      JUAN ANTONIO PAMIAS
                    MANO A MANO
ENTREVISTA EFECTUADA EN EL PERIODICO DE LA VANGUARDIA EL 7 ENERO 1971 AL GERENTE JUAN ANTONIO PAMIAS.
A Juan Antonio Pamias, empresario del Gran Teatro del Liceo, le han concedido un Premio Nacional extraordinario de Teatro por su labor directiva al frente de nuestro primer coliseo. El próximo año celebrará las bodas de plata en el cargo, que coincidirá con los 125 años de vida de lo que se llama Catedral Española de la Música.
·      Hace algunos años usted dijo que si no le daban un paraguas no salvaba la temporada del temporal que se le venia encima; ¿resguardado de toda inclemencia ya?
·      No. Lo que se hizo en la ocasión referida fue salvar una emergencia; pero no estructurar, como yo deseaba y creo que el Liceo merece, la vida pacífica, ordenada, y con espíritu de superación, que estimo merece el único gran teatro de ópera de España que, aparte de su mérito propio, sirven de banderín del arte español en los medios internacionales de la buena música.
·      Siendo hoy por hoy, el único de España, ¿le parecería bien convertirlo en Teatro Nacional de Ópera?
·      No lo creo posible, a salvo de existir una inteligencia entre la Sociedad propietaria y el Estado, ya que la referida entidad lleva muchos grandes sacrificios para mantenerlo y mejorarlo y tiene a gala que el mismo luzca el carácter local y barcelonés que siempre ha ostentado; sin prejuicio de que siempre ha estado y estará, sea cual fuere su carácter, al servicio del arte español.
·      Pero ¿por sí solo, sin ayuda oficial, puede vivir con el rango que le corresponde?
·      La practica enseña que vive; aunque de contar con un apoyo económico alcanzaría unas cotas a las que por ahora, no hemos podido llegar por falta de medios amplios y seguros.
·      ¿Dependen de Italia, a juzgar el hecho de que la mayoría del repertorio operístico es italiano?
·      En cuanto a obras, debo reconocer que son las más deseadas por el público y por ello se dan en mayor cantidad. En cuanto a los cuadros interpretativos, no; puesto que yo elijo los artistas que considero más idóneos, sin reparar su procedencia inclinándome siempre por contratar el mayor número de artistas nacionales, máxime ahora que contamos una pléyade de ellos de absoluto y gran merito.
·      ¿Le haría daño al Liceo un Teatro de Ópera en Madrid, cuya primera piedra no se ha colocado todavía pero hay cuatrocientos millones de pesetas ofrecidos por la Fundación March?
·      Lejos de hacernos daño, creo que nos ayudaría mucho, ya que lo único que hay que buscar es que crezca la afición a esta clase de espectáculos e indudablemente la aportación del gran público de Madrid la produciría.
·      La buena intención del Auditórium de Mallorca ha quedado en eso, pero ha sido un fracaso ¿Usted sería capaz de ponerlo en pie?
·      No; porque lo importante en esta clase de teatros y espectáculos es contar con un público numeroso y no creo que la población indígena y flotante de Palma sea suficiente.
·      ¿Sin paraguas se cierra la temporada del Liceo con déficit?
·      Desgraciadamente así ocurre con relativa frecuencia, porque lo que no quiero nunca es rebajar la calidad de las representaciones, que hoy por hoy son, al menos, iguales en valor artístico que las de la  Scala de Milan, la Ópera de Viena, o establecimientos similares.
·      ¿Y quién paga esas deudas?
·      El empresario.
·      ¿Tan melómano es Usted?
·      Desde luego lo que no soy es un empresario industrial a uso.
·      ¡Se ve todas las funciones?
·      Absolutamente todas, y también los ensayos generales.
·      ¿No se ha dormido nunca?
·      Nunca; esto sí que lo puedo afirmar.
·      ¿Hace el cartel a su gusto o pensando en los demás?
·      Mi único afán es agradar a la mayor parte posible del público, olvidándome de mis preferencias, que, indudablemente, las tengo.
·      Monte la mejor ópera, con los mejores intérpretes. ¿qué sería?
·      Creo que un ejemplo de lo que me pide puedo darlo citando <La Gioconda>, que se representa hoy, o < La Boheme> que le seguirá en el cartel. Mejor que esto no se puede dar, con los intérpretes que tengo para estas dos óperas.
·      ¿Se pilla los dedos?
·      Con estos repartos, indudable y conscientemente.
·      ¿El Premio se lo han dado por los cuartos perdidos?
·      Más bien creo que porque estiman que mientras yo  esté en el puesto no hay quien pise al  Liceo.
·      Si que tiene valor, o millones.
DEL ARCO








                                  
                                                                              GAETANO DONIZETTI


LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti) 24 Enero 1971- Director Franco Ferrari, con Christina Deutekom, Luciano Pavarotti, Juan Galindo, Carlo del Bosc.
Con esta versión de esta noche, son cuatro repartos que he visto en este Gran Teatro del Liceo. No se trata de comparar, nunca me ha gustado las comparaciones, cada cantante tiene su forma de expresar su roles y por supuesto hay que respetarlo, pero lo que es evidente es que de todos ellos a mí particularmente hay una pareja que me ha gustado: os explico temporada 1967-68, la cantaron la soprano Margarita Rinaldi y el tenor Rugero Bandoni, en la temporada 1965-66 Gianna D´Angelo y Jaime Aragall, en la temporada 1961-62 Joan Sutherland y el tenor Andre Turp, en la temporada 1958- 59, Gianna DÁngelo y Alfredo Kraus, y en la que voy a comentaros  temporada 1970. 71- Cristina Deutekon y Luciano Pavarotti. Como veréis parejas realmente muy interesantes, de todas ellas hay una pareja, para mi gusto que sobresale de todas ellas, es la de la temporada 1958-59, es decir Gianna D´Angelo y Alfredo Kraus. Todas sobresalieron a una  gran altura pero en definitiva me quedo con D´Angelo y Kraus, para mi gusto son las voces que encajan y se adaptan a los personajes que Donizetti escribió en su partitura. ¡¡Cuidado!! es un parecer mío muy particular, cada aficionado tiene en su cabeza el prototipo de versión que más le gusta y es muy lógico que el mío no coincida con otros aficionados, es por lo que el mundo de la ópera tiene tanta variedad de pareceres y por eso nuestros gustos no coinciden, y a todo esto digo yo ¡¡ VIVA LA OPERA!!
La versión que hicieron, Cristina Deutekom y Luciano Pavarotti, fue realmente espectacular, aquí en este año ya teníamos al tenor Luciano Pavarotti en plenitud de facultades y con un porte y seguridad en su voz que era de escalofrío, esta era la voz que embauco a todo el mundo de la lirica, portentoso y con un sonido claro y rotundo. ¡¡En fin que os voy a contar de esta maravillosa voz!!
La soprano Cristina Deutekom estuvo a la altura de Pavarotti y es por ello que sacaron una versión de Lucia de la que podríamos decir inigualable…pero me quedo con D´Angelo y Kraus.

Os voy a poner unas grabaciones de Pavarotti y Deutekon, que fueron interpretadas por el año 1972 en el teatro San Carlo de Napoli, y también un fragmento que cantó Deutekom con Alfredo Kraus. Espero que os guste.



ALFREDO KRAUS     CRISTINA DEUTEKOM


                                                           
                                                     AUDIO -Lucia -C. Deutekom- - “Regnava nel silenzio”

                                    
                                 AUDIO - Lucia -C. Deutekom- A. Kraus –  Dalla 1972  “Sulla tomba”


                                                      
                                                      LUCIANO PAVAROTTI


                                                      
                                                 AUDIO - Lucia - C. Deutekom- L. Pavarotti- “Chi me frena”

                          
                                             AUDIO - Lucia - Cristina Deutekom-  “escena della pazzia”


                 
                                 AUDIO - Lucia - C. Deutekom- L. Pavarotti-  “Tombe degli avimiei”



Como de costumbre os voy a poner en vídeo una representación que se efectuó en Staatsoper de Viena  el año 1982 con dirección de Lamberto Gardelli con los siguientes interpretes y personajes: Katia Ricciarelli (Lucia), Jossé Carrearas (Edgardo),  Leo Nucci (Enrico), Jhon Paul Bogart (Raimondo), John Dickie (Arturo), Waltraud Winsauer (Alisa)Emmano Lorenzi (Normando). En esta grabación nos encontramos a un excelente José Carreras en un gran momento.

VIDEO -LUCIA DI LAMMERMOO 1982-Gardelli- Ricciarelli. Carreras,Nucci




Os pudo decir  que en esta temporada fue la última vez que vi  por ultima vez cantar <Lucia> por lo tanto  os propongo una grabación en vídeo de <Lucia di Lammermoor> que se dio el 12 de Junio 1981 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. El  3 de Junio fue cuando dieron la primera representación en la que yo la escuche en directo por radio Nacional,  estaban programadas cuatro funciones y la ultima la dieron por TV, la grabación que os voy a poner fue la última que se cantó. En la prensa especializada salieron varias criticas sobre la actuación de Placido Domingo de su primera actuación donde en los dos primeros actos lo dio todo y en el ultimo acto se noto flaqueza en su voz. En la grabación que os propongo se rehízo con creces ante el público.Orquesta Nacional de España, Coros del Teatro de la Zarzuela estando dirigida por Oliviero de Fabritis con los siguientes interpretes y personajes: Patricia Wise(Lucia), Placido Domingo (Edgardo), Juan Pons (Enrico) y Dimiter Pertkov (Raimondo).


                               TEATRO DE LA ZARZUELA



VIDEO -LUCIA - Zarzuela 1981- Fabritis- Wise-Domingo. Pons-Pertkov




                                                           CRÓNICA DE LA VANGUARDIA


UN MERECIDO TRIUNFO DE CHRISTINA DEUTEKOM Y LUCIANO PAVAROTTI
De nuevo tenemos en el escenario del Liceo a Lucia di Lammermoor para que participemos de su dramático destino a través del <bel canto> de Donizetti. Y otra vez, este paradigma de la ópera italiana de la decadencia nos hacemos la misma reflexión de siempre: No cuenta la ficción histórica de Walter Scott de la que se deriva el libreto de Cammerano para atraernos hacia la realización operística que quiere plasmar una tragedia similar a la de Romeo y Julieta vistiéndola con los <tartan> escoceses. Nos seduce solamente – sin pensar demasiado en la calidad intrínseca  de la música—esta delicia de calidad, de gracia formularía, de simplicidad expositiva y de imaginación melódica, de simplicidad expositiva y de imaginación melódica  que emana de cada página de la partitura, escrita, según parece,  en quince días por un compositor que al aceptar el encargo  de Ricordi ya tenía en su haber medio centenar de óperas y sabia perfectamente como contentar el gusto de cada público, en este caso el napolitano pues <Lucia> iba destinada al San Carlos de Nápoles, donde fue aclamada en 1835 para continuar después un camino de éxitos que ya no declinaría. <Lucia> es más de dos veces centenaria en el Liceo, y como se demuestra, sigue teniendo muchos partidarios entre los que me cuento.
Las frecuentes reposiciones de la obra (en los últimos años es la que con más asiduidad ha aparecido en los carteles de nuestro gran teatro), se efectúan siempre condicionándolas a las posibilidades de los cantantes – sobre todo a la soprano y el tenor protagonistas— que el Liceo tiene a su disposición. Se contrata tal o cual artista de los que pueden dar mucho de sí y encandilar al público. ¿Cómo puede lograrse esto? Sin duda dándoles una «Lucia».
Probablemente así habrá discurrido la empresa al montar la representación de ayer a base de artistas que otras ocasiones ya han manifestado su valía y que con la mejor pieza del repertorio donizettiano (aparte, tal vez, de «Don Páscuale—), se les daba la
oportunidad de reafirmarla plenamente. Y no había error en ello, pues los cantantes las circunstancias para imponerse con decisión y en todo momento del espectáculo
<Lucia>fue la cantante (Cristina Deutekom) que sólo la habíamos escuchado hace cuatro temporadas en ópera alemana  y que ahora ha demostrado unas facultades de soprano coloratura de sorprendente alcance.
La artista no desperdició ningún matiz de su extenso, difícil y comprometido papel para manifestar sus recursos vocales que son extraordinarios; un timbre caudaloso, vibrante, magnífico en los agudos que ataca sin vacilaciones, con una claridad y seguridad totales. Posiblemente la mayoría de público opinaría que fue en la escena de la locura donde estuvo más brillante y expresiva. Sin negarlo, creo que igual admiración mereció en las demás escenas, en el dúo del primer acto y en el agitado cuadro de conjunto que culmina con el concertante, resuelto por todos con ímpetu y entrega.
Luciano Pavarotti, después de su triunfo en «La Bohéme», ha reafirmado su gran clase. Es un tenor clásico, italiano, ciento por ciento, con una voz que llena el teatro, con un arranque lírico que justifica todo el entusiasmo que despierta entre los aficionados la exhibición de facultades. Se expresa con calor, con fuerza temperamental tampoco rehúye ningún riesgo. La parte de <Edgardo>, tiene muchos y los afrontó  rotundamente. Estoy de acuerdo en considerar que algunos de sus agudos fueron ayer de antología. y también que en el último acto, donde actuó como protagonista único, nos hizo recordar a los mejores tenores que han participado en las «Lucías» del Liceo, aunque en la postrera escena tuvo algún incomprensible fallo de voz que atribuimos al cansancio y que no entibió las ovaciones que le fueron tributadas.
Por lo demás, el reparto fue bueno, sin sorpresas por participar en la representación cantantes que la mayoría nos son familiares. Juan Galindo puso a contribución su buen dominio del oficio en el papel de Lord Enrico, aunque creemos que incurrió en alguna exageración vocal. Se adaptaron bien a sus respectivos cometidos Octavi Alvares (Arturo), Carlo del Rosco.(Raimondo), Gianna Lolli en (Alise) y Diego Monjo  en ( Normando) así como el coro, todos bajo la dirección del maestro Franco Ferraris, que  llevó la representación con un ritmo vital, consiguiendo el mejor rendimiento de la orquesta. Merece destacarse en el conjunto instrumental la actuación del arpa solista en el interludio del segundo cuadro.

Una última nota favorable: la presentación escénica al cuidado del regista Giuseppe Giuliano, con unos decorados de particular buen gusto, algo menos tradicionales que los utilizados otras veces. Y una novedad en esta presentación: al final de la obra, cuando Edgardo evoca el  recuerdo de Lucía, ésta aparece al fondo de la escena «de cuerpo presente». ¡Una discutible inno vación efectista!— X. MONTSALVATGE


                                 

                                                     CHARLES GOUNOD

FAUST (Gounod) 24 enero 1971- Director  Octavio Ziino, con Mirella Freni, Roger Soyer,  José Carreras, Michele Morese
Esta es la primera vez que veo el Faust (Gounod), tiene algunas connotaciones  con el Mefistófeles de (Boito) las dos  personalmente me gustan y más si los roles lo interpretan cantantes de gran categoría, estas son óperas, que se desluce mucho,  si no tienen buenos cantantes y a la vez una orquesta bien nutrida.
La versión que yo vi aquella noche puedo decir que era de  primer orden. La soprano Mirella Freni estaba en el albor de su carrera y su voz era aterciopelada y muy rica en matices, el tenor Michele Morese cumplió muy dignamente, y  sobre todos ellos, Roger Soyer, un bajo de una voz espectacular  y un gran sentido de la escena  y encima con  un buen físico. Otra noche de salir gozando y con una ópera más en mi mochila.
De la función que vi aquella noche no he encontrado nada, pero tenemos la suerte que sí, en YouTube, he podido encontrar una grabación del año 1975 con Mirella Freni y el bajo Roger Soyer, con el tenor Nicola Gedda, una grabación en directo de la Ópera de París, está realizada en vídeo, espero que os guste y puedo deciros  que esta versión fue un calco de lo que yo vi en el Liceo.
Como aperitivo a esta representación de Faust os dejo la celebre marcha de coros de los soldados "Glorie inmortelle de nos ayeux" con la orquesta y coro de Radio France siendo su director Michel Plasson , es un grabación de 2008.


                                 

                                             VIDEO- Orqta.Philarmonique Radio France. Dctor R. Plasson 2008

                     
                                                            TEATRO ÓPERA DE PARÍS



Seguidamente os voy a proponer una versión efectuada en el Teatro de la ópera de París en 1975, siendo el director Sir Charles Mackerras con los interpretes y personajes : Nicolai Gedda(Fausto), Mirella Freni (Margueritte), Roger Soyer (Mefistofeles), Tom Krause Valentin), Jean-Louis Soumagnas (Wagner).

VIDEO FAUST- París -1975- Mackerras- Freni-Gedda- Soyer





                                                 CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

    
Aunque <Faust>, ópera antaño predilecta del más amplio Sector de público (en poco más de un siglo, en el Liceo se ha representado 276 veces), ha perdido adeptos verdaderamente incondicionales, sigue considerándose un significativo testimonio del teatro musical francés decimonónico, acaso el más válido al lado de <Carmen> de Bizet o Manon de Massenet. Faust es un espectáculo demasiado largo y prolijo en relación con su casi nula intensidad dramática. Gounod aprovechó del mito goethiano la parte más amable y decorativas sin profundizar en sólo atento a acentuar la candidez de Margarita, a dulcificar la pasión de Faust a convertir el espantajo de Mefisto en un personaje de comedia de magia blanca que se divierte brindando con vino que convierte en fuego, marchitando las flores en manos de Siebel y riéndose de las tribulaciones de su protegido que manda a un infierno escenográfico mientras Margarita, purificada por el arrepentimiento, alcanza la gloria paradisíaca.
Todo resulta fácil, atractivo y —esta es su  principal cualidad— teatral en este libreto de Barbier y Carné, participando la música de  las mismas características; es sencilla, dulzona y colorista desde el principio al final da la partitura que nuestros abuelos tarareaban íntegramente de memoria porque es fácil  de recordar y parece idónea para popularizarse. ¿Quién desconocerá, incluso hoy en día, los episodios más felices de
<Faust>; el de la kermesse, la canción del becerro de oro de Mefisto, el airoso vals. del coro y el ballet, la canción de las flores de Siebel, la cavatina de Fausto, la Salada del Rey de Thulé, el aria de las joyas de Margarita, la serenata de Mefisto, el aquelarre coreográfico extrañamente ameno y apacible de «La noche de <Walpurgis>? Melodioso, confort sinfónico, variedad escénica y un papel lucido para cada participante en la ópera son los factores que ayudan a que <Faust> no haya perdido del todo sus atractivos y siga en primera fila, en primer lugar, entre las obras del repertorio francés más  veces representadas.
Los liceístas celebraron ayer con aplausos que «Faust» fuera repuesto con buenos cantantes y sobre todo con una protagonista de primera categoría; la soprano Mirella Freni , que en Italia conceptúan como una nueva Tebaldi, aunque la comparación no nos parezca del todo acertada, si no es en cuanto a similitud de posibilidades vocales. Mirella Freni tiene una personalidad propia, independiente y nos ha parecido especialmente adecuada para identificarse con la figura de Margarita, a la que le imprimió un especial sello de gracia juvenil y hasta una cierta inocente picardía, matiz original y casi nunca acusado por las artistas que encarnan la delicada heroína de Goethe. Mirella Freni, aparte de todo, convenció por la calidad de su voz, fresca, de una encantadora fuerza en el timbre y un registro agudo de transparente belleza, invariablemente ágil y preciso. Naturalmente, en su aria de las joyas del segundo acto estas cualidades le fueron unánimemente apreciadas y cosechó una prolongada ovación. «Faust» en realidad tiene dos primeros papeles pues tan sobresaliente es el de Margarita como el de Mefistófeles que estuvo a cargo del bajo Roger Soyer, conocido por haber tomado parte en la «Lucrezia Borgia» de principios de temporada. El artista es excelente como cantante y actor demostrándolo ahora nuevamente al personificar al teatralísimo personaje, muy bien caracterizado y con una dicción sugestivamente expresiva, tanto como su voz vigorosamente modulada.
El tenor Michele Molese es otro cantante ya admirado en otras ocasiones en nuestro escenario. Interpretó muy bien, con una expresión intensa el papel de Fausto y si bien en el primer acto tuvo un fugaz fallo vocal, supo imponerse decididamente en el resto de la representación y muy particularmente en la cavatina que precede al dúo con Margarita. El resto del reparto fue aceptable con la intervención de Christian Du Plessis (Valentín), José M. Carreras (Siebel), Carol Weiss (Marts) y Enrique Serra (Wagner).
El coro tuvo oportunidad de lucirse, en el primer acto y en la «Marcha de los soldados», cantando con buen ajuste y decisión.
La escena de «La noche de <Walpurgis> fue bien resuelta por Magriñá con un ballet de gran efecto plástico al que ayudó una acertada luminotecnia que resultó escenográficamente, lo mejor del espectáculo. Destacaron en esta variación las estrellas Alfonso Rovira y Asunción Aguadé.
La presentación escénica resulta medianamente vistosa con unos decorados que quieren ser estilizados para sugerir una estampa de grabado alemán.

Como as veces, la dirección del maestro Ottavio Ziino desde la orquesta fue ayer de una positiva eficacia, inspirada por el más acertado sentido musical. — XAVIER MONTSALVAGE


                                                  
                                                                       GIOACCHINO ROSSINI


LA CENERENTOLA (Rossini) 2 de febrero 1971, director F. Ferraris. Con Teresa Berganza, Gianna Lollini, Renato Capecchi, Carolo Weiss, Eduardo Gimenez, Gianni Socci
Esta fue la primera y última vez que vi actuar a Teresa Berganza en vivo. Realmente fue espectacular, es una mezzosoprano ligera, con una voz muy consistente y su dicción clara y homogénea. Está especializada en la música de Rossini y Mozart y hace interpretaciones antológicas.
La representación de La Cenerentola, para mí era la primera vez que veía  dicha ópera, estuvo muy bien interpretada por todos los cantantes, la mezzosoprano española hizo gala de su gran técnica y cosecho una actuación fuera de lo común. Es arrebatadora,  profundizando en su personaje y poseyendo una teatralidad que el público del Liceo supo agradecer con sus aplauso y bravos.
Esta era la última función de la temporada, y queda  la nostalgia de todo lo que ha acaecido en esta temporada, queda unos recuerdos imborrables, y gracias a mi “Diario” tengo la memoria fresca y los recuerdos se me amontonan. Soy un privilegiado de haber estado en Barcelona y  he sabido aprovechar estas temporadas de óperas tan sorprendentes que por el paso de los años se da cuenta uno de lo que he disfrutado y de lo que he aprendido. Me viene el recuerdo de mi amigo americano, el señor Smith, que con sus alegatos me hizo ver y sentir como eran las voces del pasado. ¡¡Y cómo no!! al Doctor Colomer Pujol el crítico de las retransmisiones de ópera de Radio Nacional, que con sus conversaciones y dialécticas aprendí de la forma de hacer critica siempre constructiva de los cantantes, en fin no quiero ponerme nostálgico y sigamos como tiene que ser, altivos y con ganas de volver a ver lo que acontece la próxima temporada .


He encontrado en YouTube la misma versión que yo vi en el Liceo el sonido es aceptable pero lo que es realmente excepcional es la actuación de Teresa Berganza.La orquesta y coro del Liceo esta dirigida por Franco Ferraris con los interpretes y personajes siguientes : Teresa Berganza (Angelina), Eduardo Gimenez (Don Ramiro), Renato Capecchi (Dandini), Gianni Socci (Don Magnifico), Gainni Lollini (Tisbe), Antonio Borras (Alcindoro)


            
                                   GRAN TEATRO DEL LICEO




                                               CRÓNICAS DE LA VANGUARDIA


TERESA BERGANZA, PROTAGONISTA DE LA <CENERENTOLA>, DE ROSSINI, O NUNCA ES TARDE CUANDO LLEGA.
Hemos debido esperar mucho tiempo hasta poder oír a Teresa Berganza en la escena del Liceo, pero el hecho se ha producido y sin más debemos felicitarnos por ello. Teresa Berganza ha sido un poco <la cenicienta> en la promoción liceística y no le ha ido mal debutar en nuestro teatro como heroína del famoso cuento de Perrault que en la versión operística de Rossini debe cantar con una gracia y agilidad excepcional.  Sin duda el primer papel de «La Cenerentola» es el más difícil escrito por Rossini para una «mezzo». De tal manera se acumulan en él las peligrosas vocalizaciones y los arabescos virtuosísimos que no pueden resolverse técnicamente con el dominio de la técnica, ya que la vivaz y serpentina línea melódica está condicionado a una realidad más abstractamente musical. Rossini fue algo más que un cultivador de la pirueta lírica y esto se adivina incluso en esta «Cenerentola» cuya partitura supera las debilidades de su forma teatral y la amable sosería del libreto adaptado de la aludida fábula francesa. No en vano pertenece a uno de los más originales y personales compositores italianos, más importante de lo que nos hicieron creer los que pretendieron arrinconarle en el desván de los autores de un arte menor, ajeno a la posibilidad  de una seria valoración.
Lo que pasa es que la música de Rossini, por ser tan determinadamente personal, original e inconfundible no encierra sorpresas y las obras del compositor todas se parecen entre sí.  En esto hallamos la explicación del olvido en que se  tiene la casi totalidad de su producción operística, que reúne 37 títulos; exceptuando naturalmente la presencia constante de «El barbero de Sevilla» en todos los teatros del género. Poco se representa <La Cenerentola> algo más <Guillernio Tell>, y la verdad es que «L’Italiana in, Algeri», «La gazza ladra» y también las obras antes citadas son recordadas mayormente por sus oberturas que sirven de preludio a numerosos conciertos sinfónicos.
Por lo demás «La Cenérentola» —que también tiene su alegre y preciosista obertura— es una pieza más del mosaico rossiniano. Es sencilla (aparte de las dificultades de su interpretación vocal) y de un encantador formulismo, poseyendo algo del brío y la ligereza que caracterizan «El barbero de Sevilla», aunque no la misma unidad. El compositor escribió la partitura en menos de tres semanas y para tenerla lista en el plazo que se había establecido (el estreno en el teatro Valle de Roma que tuvo efecto el 25 de enero de 1817), debió recurrir a fragmentos de otras obras suyas. Con ello la obra no podía tener demasiada cohesión formal, pero esto no lo notamos ahora. Con ello he dicho la música de Rossini es tan persona y de un estilo tan uniforme que <La Cenerentola> no parece escrita en parte a base de retazos y, aprovechamiento de otras partituras.
El gran papel de la obra es, naturalmente, el de la Cenicienta, la hijastra de Don Magnífico, que conseguirá la mano del príncipe
Ramiro,  tal como nos explica el cuento. Toda la  acción, la música y los demás personajes giran en torno al rededor de las
Intervenciones de la «Cenerentola». Ayer la atención de los espectadores fue polarizada por la presencia de Teresa Berganza como protagonista de la fábula, y sobre todo por las calidades de su voz de <mezzo> que tuvo oportunidad de poner a prueba y de exhibir en un seguido de situaciones escénicas que dominó como una artista completa, con mucha experiencia tanto en la sala de conciertos como en las candilejas, de los teatros de ópera.
Teresa Berganza en < La Cenerentola> hace  verdaderos prodigios en la emisión de su voz, dominaba hasta las últimas po sibilidades y este trabajo de adorno y acrobacia lírica no empaña. ni  reduce la belleza cálida de su timbre y una cierta vehemencia que pone tanto en la dicción como en su mímica de actriz. Fue una delicia escucharla y ver cómo hacía del papel una creación de incomparable atractivo.
Por la premura con qué redactamos este comentario no podemos hacer más que resumir los demás aspectos de la representación que ha sido una del más felizmente logradas de esta temporada que termina. En síntesis diremos que se ha logrado una versión perfectamente rossiniana, ligera, con el punto de ironía necesario y una pulcritud en todos los detalles.
Ha destacado en el papel cómico de Dandini el barítono Renato Capecchi, gran artista, perfecto para representar un tipo determinado de personaje. El bajo Gianni Socci hizo su presentación como “Don Magnífico” manifestando dotes teatrales y una voz poderosa y expresiva. Los demás papeles es tuvieron a cargo de artistas ya escuchados esta misma tempora, el tenor Eduardo Giménez, muy compenetrado con el estilo y características del personaje de Príncipe Ramiro; Gianna Lollini y Carol Weiss (las dos hermanas) y Antonio Borrés (Alidoro)
La presentación es totalmente acertada, con decorados de buen gusto, y la colaboración del coro y sobra todo el ballet en el acto final está resuelta con sentido coreográfico y oportunidad.
Dirige el maestro Franco Ferrari que estos días en «Lucía de Lammermoor> ha demostrado una total competencia, obteniendo en esta «Cenerentola» alguna filigrana notable de la orquesta. Para todos hubo aplausos que fueron ovaciones cariñosas y de admiración unánime para Teresa Berganza, que çomo, la «cendriIlon» de Perrault ha triunfado por fin para satisfacción de todas, en nuestro, teatro -.XAVIER MQNTSALVATGE.


  


Quiero acabar este final de temporada proponiendo la ópera completa en una grabación de los Festivales de Ópera de Glyndeboune1983,  famoso, por su perfeccionamiento en sus óperas que se representan en este festival. Es para mi gusto una excelente actuación y a los que nos gusta Rossini, en esta representación están sencillamente magníficos. Muy buena actuación, buen sonido y visión. La direción orquestal corre a cargo de Ronato Renzetti con los interpretes y personajes siguientes: Katheleen Kuhlmann (Angelina), Laurence Dale (Ramiro),, Marta Taddei (Clorinda),Laura Zaninni (Tisbe), Claudio Desderi (Don Magnifico),Roderick Kennedy (Alildoro),Alberto Rinaldi (Alildoro) .






                           VIDEO  CENERENTOLA-Glyndebourne 1983- Renzetti- Dale-Taddei








No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿CÓMO ME AFICIONE A LA ÓPERA?

                        PRESENTACIÓN Me llamo Francisco Giner Lloret soy alicantino, aficionado y  amante de la música operística. Cu...