sábado, 16 de septiembre de 2017

TEMPORADA 1963-1964

LA FANCIULLA DEL WEST (Puccini)Staatsopr Viena -2013- StemmeKaufamann-

                                                        TEMPORADA 1963- 1964

                    
                                                 GRAN TEATRO DEL LICEO

Temporada 1963-1964 del Liceo


Tras un periodo de rumores, polémicas y sobresaltos con respecto a la celebración de la temporada 1963-1964 , ésta se estrenó el 12 de noviembre con una ópera de Umberto GiordanoEl mismo mes, el beso final del primer acto entre Butterfly y Pinkerton se prolongó tras la bajada del telón y fue un anuncio del matrimonio entre los artistas que interpretaban estos personajes: Montserrat Caballé y Bernabé Martí .Con esta Butterfly, Caballé se consagró en el Liceo.
La cantante mas popular de ese año fue Virginia Zeani , que el 16 de noviembre debutó en el Liceo junto a otro joven debutante:Luciano Pavarotti . Pavarotti sólo cantó en una actuación de las tres previstas de La traviata . En las otras dos funciones cantó Michele Molese . A diferencia de Zeani, la actuación del tenor no fue muy afortunada y éste dijo que no volvería hasta que fuera una figura.Volvió la temporada 1971-72 . El crítico La Vanguardia Xavier Montsalvatge hacía esta crítica:
Al papel de Alfredo se dio a conocer el tenor Luciano Pavarotti. Se dijo que actuaba indispuesto. En todo caso tuvo la mala suerte que le fallara ostensiblemente la voz en la primera frase del brindis. Supo sobreponerse de este mal principio y cantó con energía, aunque, al margen del error, no creo que sea un artista del nivel que la Zeani necesita. Su voz es clara y agradable, pero no de verdadero volumen, y como actor no pasa de discreto.
»
Se repuso Roméo et Juliette de Gounod después de 50 años con un ballet muy destacable. Estrenó La clemenza di Tito de Mozart.

Temporada 1963-1964 del Liceo 
Ópera
Compositor
Director musical
Director de escena
Papeles principales
Producción
Fechas
12 de noviembre
16 al 24 de noviembre [5]
19 de noviembre [6]
28 de noviembre
1 al 8 de diciembre
10 de diciembre [10]
Teatro de la Ópera de Salzburg
14 al 22 de diciembre
19 al 21 de diciembre
25 de diciembre al 1 de enero [13]
29 de diciembre
3 de enero
10 de enero
Teatro de la Ópera de Nuremberg [17]
18 de enero
19 al 21 de enero
25 de enero
25 de enero
Teatro de la Ópera de Nuremberg [20]
29 de enero



                                          
                                                                              UMBERTO GORDANO

                                      CUADRO DE ANDREA CHENIER

ANDREA CHENIER (Giordano) Martes 12 noviembre 1963. Director Manno Wolf Ferrari, con Bruno Prevedi, GianGiacomo Guelfi, Lucilla Vduvich.

Otra gran temporada que nos ofrece el gerente del Gran Teatro del Liceo señor Pamias. Hay que reconocer, lo digo al cabo de los años que este señor, abogado de carrera, tuvo un gran acierto en los años que yo estuve en Barcelona, trajo a grandísimos voces y tenía una gran visión para los cantantes, aparte que contrataba a cantantes veteranos, él,  ya se fijaba en los principiantes y por el tiempo se le ha tenido que reconocer, pues la mayoría de ellos fueron por el tiempo grandes figuras de la lírica. Os voy aponer una entrevista que  hizo el periódico de La Vanguardia al gerente señor Pamias.


                             JUAN ANTONIO PAMIAS

                                                                                                                            
                              

ENTREVISTA A JUAN ANTONIO PAMIAS (Gerente del  Gran Teatro Liceo de Barcelona)
El Gran Teatro del Liceo abrió sus puertas. La nube que amenazó la tormenta de su cierre parece ser fue de verano. — ¿Es así? — pregunto al empresario Juan Antonio Pamias.
·      La nube continuaron iguales caracteres amenazadores del más cruel invierno. Lo único que se ha hecho ha sido hallar una solución transitoria, válida exclusivamente para el año artístico 1963-1964.
·      Leo, según el programa general de la temporada, que usted agradece
la colaboración de dos Ministerios y la de varias Corporaciones de Barcelona, ¿no puede vivir sin ellas?
·      Antes del mes de junio de 1963 vivíamos mal, pero sin ellas; a partir
de esa fecha es imposible la subsistencia de un gran teatro como éste sin apoyos económicos, ya que nos hemos equiparado en costos y en obligaciones laborales a cualquier otro de los teatros internacionales que en el mundo existen; con la única diferencia de que en esos las localidades valen más del doble de lo que aquí cuestan y hay grandes dificultades para conseguirlas, tal es la afluencia del público. Y a pesar de ello nadie me podría citar uno solo de estos teatros que se mantenga sin subvenciones, regalos, o como quiera llamarlos.
·      Si ahora no llena, ¿cómo va a llenar el teatro si pretende doblar el precio de las localidades?
·      No solamente no lo pretendo, sino que me he opuesto a cualquier elevación, convencido de que el “standard” de vida español no permite un dispendio de esta cuantía, para algo, como el teatro, que no es de primera necesidad.
·      ¿Es un lujo o una diversión que ha de mantener el Estado?
·      Tampoco puedo pensar semejante cosa, ya que considero que un teatro de esta envergadura cumple una función artístico cultural, sólo comparable a una biblioteca, a un museo o a una institución en que se da enseñanza y salida a los artistas nacionales. María Barrientos, Mercedes Capsir, Miguel Fleta, Hipólito Lázaro, Graziella Pareto, Victoria de los Angeles y otra pléya de de artistas lírico españoles que han asombrado al mundo y oficialmente se les ha denominado los mejores embajadores de nuestro arte y de nuestra cultura, seguramente no hubieran llegado a las alturas estelares que alcanzaron sin el trampolín del Liceo, que no sirve para encumbrar a los que no valen, pero sí para dar resonancia mundial a los que merecen ser considerados como artistas de excepción. Tampoco en el mundo se hablaría de la música española, como se habla,  si en el concierto mundial no figurase inscrito en primerí- sima categora como único gran teatro de ópera existente en España.
·      ¿El paraguas que aguanta el chaparrón que está encima, cuánto vale?
·      Alrededor de ocho millones de pesetas, que es el aumento de costos obligado por las nuevas tarifas salariales.
·      ¿El que sólo exista un gran teatro de ópera en España, el Liceo, es ventaja o inconveniente?
·      Lo considero el más grave inconveniente. Nuestros problemas no tienen solidaridad, ni repercusión; caen sobre nuestros programas todas las
miradas y las críticas del país, sin comprender las dificultades que para
confeccionarlos tenemos, y además la gran cantidad de artistas nacionales
líricos existentes que creen tener derecho a actuar aquí, sin pensar que
un solo teatro no puede consumir el total censo artístico de treinta millones de habitantes, y olvidando que el espectáculo de ópera es por naturaleza el más internacional que existe.
·      ¿No teme que el proyectado teatro nacional de ópera que se construya en Madrid, con los cuatrocientos millones de la Fundación March, haga mucha sombra al Liceo de Barcelona?
·      Creo que en manera alguna; pues sólo será posible robustecer estos espectáculos, que son el más alto exponente del arte escénico, si existe dentro del país no sólo competencia, sino la colaboración que ha de haber entre centros similares; hecho comprobado en todos los países europeos, en donde no hay un solo caso de penuria escénica como el nuestro. Desde Alemania, donde hay más de trescientos teatros de ópera; la pequeña Austria, que tiene siete; en Yugoslavia, que hay doce; en Bulgaria, cinco, etcétera, a nuestra exclusiva singularidad, fíjese lo que representa.
·      Vamos a la realidad: ya cuenta con la solución transitoria de los ocho millones, ¿y la temporada que viene, qué?
·      Este es precisamente el punto que hay que arreciar. No se puede vivir
a precario y para hacer planes artísticos ambiciosos es necesario, con mucha anticipación, conocer con qué se  cuenta y a dónde se va,
·      Disponga.
·      El plan ha de ser: auxilio oficial, a lo menos en esa cuantía; colaboración de las entidades locales para que se den cuenta de lo que significa el Liceo, uno de los cinco teatros mejores del mundo como atracción turística; y, por último, que el barcelonés no olvide que sin su apoyo estará vacío y los teatros vacíos no son más que monumentos. Y las lamentaciones a posterior! no son más que lágrimas de cocodrilo. Sin estas colaboraciones, es tirar un año; que se enteren todos.
·      Emplazados quedan...
DEL ARCO

Os tengo que comunicar que esta temporada ya me he quedado huérfano  de mis dos queridísimos amigos, Manolo Polo y Enrriquito. El primero debido a una enfermedad de su mujer, ya no puede desplazarse a  hacer estos viajes, y Enrriquito, tiene un amiga y se han marchado a vivir a las Palmas de Gran Canaria, sigo teniendo contactos con ellos por teléfono y alguna carta. En fin si os digo la verdad, los echo mucho de menos, pues han sido muchos años de una hermandad que hemos tenido y han sido un gran soporte y con un cumulo de experiencias que hemos vivido juntos,  que nunca podré olvidarlos.
Esta temporada como otras, viene cargadita. La mayoría de las veces muchas óperas,  las repito, y contrasto las actuaciones y me doy cuenta  que a veces hay cantantes que unas veces están más acertados que en otras pero en definitiva me demuestran que son unos grandes profesionales, y me refiero a todos.
La inauguración de la temporada nos trajo el señor Pamias, una ópera verista, que a mí, particularmente siempre me ha gustado. Esta ópera fue mi primera vez que la veía, conocía los fragmentos más conocidos pero hay que reconocer que el maestro Giordano hizo un gran trabajo, y el ejemplo está en que sigue  representándose  todos los años en cualquier teatro del mundo. La representación de aquella noche la recuerdo como si fuera ahora, son momentos en la vida de uno que te llena de tanta emoción que es muy difícil de olvidar. La sensación de la noche fueron,  el barítono Giangiacomo  Guelfi y el tenor Bruno Prevedi, vocalmente estuvieron esplendidos y a nivel de interpretación artística estuvieron correctos. Comprender que en aquellos años lo que más se premiaba era la voz y la cuestión interpretativa estaba en segundo plano, cosa que hoy en día es al  contrario,  en la actualidad se prima más  a que el cantante sea un gran intérprete,  sepa moverse por el escenario ya que las cámaras de televisión se meten en todas partes y por lo tanto la voz queda en segundo plano. Si encontramos a la vez, voz e intérprete, aquí es cuando nos sale un cantante extraordinario, cosa que hoy en día se cuentan con los dedos de la mano.

Del rol de Madalena, Lucilla Udovich, no he encontrado nada de ella, si de Bruno Prevedi y Giangiacomo Guelfi. Os voy a poner varios fragmentos de ellos y oiréis sus voces en que aquellos años estaban en plenitud de facultades.

                
                                               BRUNO PREVEDI

                                      

                                   
                                   AUDIO -Andrea Chenier – G. Giacomo Guelfi – “Nemico della Patria

                                   
                                                   AUDIO -Andrea Chenier – Bruno Prevedi – “Si fui soldato “

                             
                AUDIO - Andrea Chenier – Bruno Prevedi – “Come un bel di di magio “

Ahora os voy a proponer una <Andrea Chenier>, grabada por la RAI de torino en 1951 donde la soprano italiana Renata Tebaldi canta por  vez primera el rol de Maddalena y acompañada del tenor uruguayo José Soler otro de los grandes tenores de aquella época. La dirección va a cargo de Arturo Basile  con la orquesta y coro de la RAI de Torino. Interpretes y personajes :Jose Soler (Andrea Chenier), Renata Tebaldi (Maddalena), Ugo Savarese (Carlo Gerard), Ines Marietti (Bersi), Inma Colasanti (La condesa di Coigny)

           AUDIO ANDREA CHENIER- 1951- Basile- Tebaldi- Soler




                         CRÓNICA DE LA  VANGUARDIA 


CRONICA DE LA VANGUARDIA. ANDREA CHENIER (Giordano) Miercoles 13 noviembre 1963 con Bruno Prevedi, Giangiacomo Guelfi, Lucilla Vduvich.
Con <Andrea Chenier> de Giordano se inauguró la temporada de ópera. La velada constituyo una brillante fiesta social y un éxito artístico considerable.
Después de un periodo de rumores, polémicas y sobre saltos respecto a la celebración de la temporada de ópera, El rojo telón de nuestro primer teatro lírico se ha, levantado sin mayores contratiempos y el drama no ha pasado más allá de las candilejas, ventilándose entre bastidores con  ambiente de la revolución francesa y romántico acompañamiento musical de Umberto  Giordano. La ficticia irania  que en la ópera juvenil del compositor italiano se desarrolla en tono a la vehemente figura del poeta André Cnénier, ayer no trascendió a la platea del Liceo, donde se respiraba una atmósfera más bien optimista. El teatro ofrecía aquel brillante aspecto del que nos hablan las crónicas sociales y la sala se llenó casi por completo como tiempo atrás, cuando la inauguración del Liceo era anualmente el  acto más trascendental de la vida ciudadana, el sábado era de tranquila fiesta, con animados intermedios, muchos  comentarios, más a propósito del pasado, presente y porvenir del glorioso Liceo que respecto a la función en concreto, cosa que no era de extrañar. Es lógico que la gente que ayer acudió al teatro pensara más en las combinaciones que cada noche de Liceo deberá para aparcar el coche no demasiado lejos del teatro, que en el problema sentimental que sirve de modo dramático a  la acción de «Andrea Chenier», imaginada por el libretista Luigi  Illica y convertida en ópera por Umberto Giordano. Escénicamente esta «Andrea Chénier» es una pieza bien articulada, pero sin fuerza. Musicalmente no tiene mucho más vigor, pero al menos su dibujo melódico acosa un cierto vuelo y a ratos retiene la atención del oyente que sabe apreciar los marchitos encantos de la expresión verista. Tal acontece especialmente en el <Improviso>, «Un di all’azzurro», que canta  el protagonista en el primer acto, en el monólogo «Nemico della Patria» y las intervenciones  del tenor y  la soprano en el acto tercero y finalmente en el posterior dúo que precede al desenlace final de la obra.
La música de Giordano es blanda y retórica, pese a que el  compositor quiso seguramente darle otro sentido y un poder realista y descriptivo que 67 años atrás, cuando «Andrea Chénier» se represento por primera vez en la Scala de Milan era el que posiblemente cautivó al público italiano. De todas maneras éste en aquellas fechas vivió con demasía la gloria de Verdi y de Puccini (el año 1896 fue, al mismo tiempo que el año de «Andrea Chénier» el de la «La Bohéme» y el de la ópera <Zanetto> de Mascagni) para valorizar con atención la personalidad de Giordano, De hecho esta <Andrea Chénier> empezó a vivir escénicamente a la sombra —sombra reducida por cierto— de la «Cavalleria Rusticana». A pesar de esto los teatros de ópera, con prioridad  más o menos dilatada, han ido representando «Andrea Chénier» y tambien «Fedora», las dos creaciones mejores de Giordano. Especialmente la primera, si no es su obra que merezca frecuentes reposiciones, tampoco sería justo olvidarla del todo. En el Liceo la vimos hace diez años interpretada por María Caniglía, Mario Fílipeschi y Enzo Mascherini y no parece  una equivocación haberla escogido esta temporada, aunque la función inaugural hubiese tenido mucho más relieve con «La Traviata» anunciada para el próximo sábado  «Andrea Chénier» se ha presentado esta vez con artista más o menos conocido de los liceístas, formando un reparto general muy aceptable, sobre todo las voces masculinas. El papel protagonista fue confiado al tenor Bruno Prevedi, que el año pasado  tuvo tanto éxito en la «Norma» que inauguró la temporada. Personificando al vehemente poeta André Chenier ha estado aún mejor que en el papel de Pollione de la aludida «Norma», y su voz  ha conservado toda su extensión, mejorando incluso su escuela, que es excelente. Es muy justificado que se considere a Prevedi como uno de los buenos tenores de la nueva generación y estamos seguros que cuando este artista alcance un dominio más desenvuelto de las tablas podrá compararse con los primerísimos.
El barítono Gian Giacomo Guelfi, que había cantado años atrás con la Tebaldi en una «Tosca» memorable, ha vuelto en la plenitud de sus facultades. Su interpretación del papel de <Gerard> fue ayer plenamente satisfactoria para la mayoría del público, que le dedicó en el tercer acto al barítono la ovación más copiosa de la noche. Consideramos que Guelfi se expresa con un énfasis excesivo y con un declamado un poco de cara a la galería, pero es indudable que la rotundidad, potencia y expresividad de su voz bastan para convertirle en un cantante soberbio, capaz de arrastrar el entusiasmo cuando el papel le va, cosa que acontece con el «rol» de Gerard de la ópera de Giordano. Este sí que es un artista  que domina el escenario. Indiscutiblemente la actuación que le admiramos ahora era de verdadero divo.
Lucilla Udovich que hizo  la Magdalena es una buena cantante pero no para imponerse  al lado de los anteriormente citados. Estuvo mejor como protagonista del «Turandot», dos temporadas atrás. En «Andrea Chénier» no quedó en inferioridad pero tampoco sobrepasó el nivel medio de la representación. En el aria del tercer acto «La mama morta» —que acaso sea lo mejor de la obra— no consiguió más que aplausos tibios de aprobación. En cambio en los dúos, el del segundo acto y el último, pareció crecerse al lado de Prevedi y ambos fueron largamente celebrados.
El resto de los cantantes del reparto tuvieron acertadas intervenciones. Señalamos en particular las de Margarita Brenner en el papel de Bersi al que dio un adecuado relieve, Pilar Torres y Montserrat Aparici. Entre los artistas masculinos merece cita especial Julio Catania, quedando muy correctos el resto; Juan Rico, Gino Calo,   Juan Lloverás, Diego Monjo, Eduardo Soto y Julián Ortella
La presentación escénica fue cuidada por Doménico Messina y se consiguió buena movilidad del coro preparado por el maestro Bottino. Hizo un buen papel el ballet al cuidado de Juan Magriñá y la dirección general desde el atril de director correspondió al maestro Manno WolfFerrari que llevó con autoridad la orquesta imprimiendo un buen ritmo a la interpretación. Todos los protagonistas y directores de la obra fueron celebrados al final de los actos y el público interrumpió varias veces las intervenciones de los cantantes para manifestar su aprobación con aplausos que en algún momento fueron entusiásticos. 
XAVIER MONTSALVAGE 



         
                                                                   GIUSEPE VERDI




LA TRAVIATA (Verdi) 16 noviembre  1963 - Director Manno Wolf Ferrari, con Virginia Zeani, Luciano Pavarotti, Piero Capuccilli (Pavarotti fue sustituido por el tenor Michele Molese)   
Con la   opera <La Traviata>, se presentaba la famosísima soprano Virginia Zeani.  La lastima fue, que el tenor que se presentaba por primera vez en el Liceo era Luciano Pavarotti, la verdad es que dé él se sabía poco, era el principio de su carrera y aun no había alcanzado el éxito. Noche desafortunada para el tenor, parece ser que no estaba en condiciones. Pienso ¿por qué  motivos no fue sustituido? Normalmente la empresa siempre tiene algún sustituto, y es posible que el mismo Pavarotti le dijera al gerente señor Pamias que podría cantar. Como resultado,  las dos siguientes funciones, cantó el tenor Michel Morese. Éxito  total de terceto, con Piero Capuccilli, al principio de su carrera, Virginia Zeani en todo su esplendor y con el citado tenor sacaron una Traviata de antología.
Sobre la actuación de Luciano Pavarotti en La Traviata, parece ser que actuó, debido a un fuerte resfriado, mermado de facultades. En mi “diario” está escrito, (que el tenor en el brindis no estuvo correcto, se notaba que su voz fallaba, así estuvo en toda la representación.) En las dos siguientes representaciones (que por cierto las vi) fue sustituido por el tenor italiano Michel Molese, que obtuvo un gran éxito. Sobre Virginia Zeani, fue la que acaparó toda la atención del público. Por el tiempo se demostró que fue una de las grandes de aquella época, con la suerte que en Liceo la vi actuar en varias producciones con un éxito inusitado, cuando llegue el momento, ya os lo comentaré. Como de costumbre os voy a poner unas grabaciones que he encontrado de Virginia Zeani y Piero Capuccilli

               

                                  

                                                                              VIRGINIA ZEANI





                               

                                                         AUDIO - La Traviata – Virginia Zeani – “Strano “



                                   

                                                      PIERO CAPUCCILLI


                             

                                          AUDIO - La Traviata – Piero Cappuccilli – “Di Provenza il mare “

                               
                                                   AUDIO - La Traviata – Virginia Zeani – “Addio del passato “



Seguidamente os voy a poner otros fragmentos de La Traviata, que canto Virginia Zeani, estos cantados también en directo en Roma en el año 1965, haciendo el rol de Alfredo el tenor también famosísimo en aquellos años de Luigi Infantino, para la gente joven sé que es un desconocido pero los que tenemos ya unos cuantos años le conocíamos y como podréis observar su voz era fantástica, y haciendo el rol de Germont, al barítono Antonio  Boyer.

                               
                                                        LUIGI INFANTINO


                               

                             AUDIO - La Traviata – V. Zeani -  L. Infantino – A. Boyer – Roma 1965


Y ahora me complace poneros la grabación histórica que se canto en el Teatro San Carlo de Lisboa en el año 1958, con dirección de Franco Ghione  siendo sus intérpretes y personajes :María Callas (Violeta), Alfredo Kraus(Alfredo Germont), Mario Sereni (Gorgo Germont).

                         TEATRO SAN CARLOS DE LISBOA

    AUDIO    LA TRAVIATA-1958 -Lisboa-Ghione- Callas- Kraus- Sereni


Voy a poneros unos comentarios hechos por mí, sobre dicha actuación que se canto esta famosa Traviata por Callas y Kraus.


Esta grabación en vivo del Teatro San Carlos de Lisboa de 1958 se ha convertido  en un registro de referencia por muy diversos motivos. Respecto a la dirección  musical de Franco Ghione  no es espectacular pero se muestra segura e inteligente; con tiempos relativamente lentos y lánguidos para mayor lucimiento de los intérpretes y consiguiendo dar un mayor dramatismo a la obra. En cuanto a María Callas hay que tener en cuenta  que interpretó en menos de una década (1951 a 1958) 63 funciones de la Traviata en 35 producciones diferentes y que  por tanto esta grabación, documenta una de aquellas míticas representaciones. Aquí se recoge a una Callas ya en cierto declive pero con una madurez  y unas tablas imponentes que  superan con creces algunos aspectos  menos ajustados  de su interpretación, cono una cierta dureza  en los agudos  y algún vibrato que afean  la emisión de su voz. Pero la intención, la madurez estilística  expresada en los recitados, la entonación, el fraseo, son exquisitos y propio de la más grande diva surgida hasta la fecha. Prueba de todo ello es el aria del tercer acto “Addio, del pasato” aunque hay fragmentos  de una calidad  exquisita como el “Sempre libera”. Le acompaña en esta grabación un jovencísimo Alfredo Kraus que se creció ante la gran oportunidad de su vida, ofreciendo una emisión  bien timbrada, amplia y emotiva como se puede observar en cada una de sus intervenciones especialmente en el aria “De miei bollenti”. Hay que sumar a este documento sonoro la excelente interpretación de Mario Sereni como un Giorgio Germont de referencia; con una voz de barítono grande, verdiana, de excelente emisión y fraseo, que logra transmitir las emociones  con gran elegancia; escuchen sus versiones  de “Pura siccome un angelo” o de “Un di quando le veneri”. 

                                   CRÓNICA DE A VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA 17 NOVIEMBRE 1963 LA TRAVIATA (Verdi) Director Manno Wolf Ferrari, con Virginia Zeani, Luciano Pavarotti, Piero Capuccilli
LA PRIMERA SORPRESA AGRADABLE DE LA ACTUAL TEMPORADA: UNA  <TRAVIATA> DE PRIMERA CATEGORÍA, GRACIAS A LA INTERPRETACIÓN PROTAGONISTA DE VIRGINIA ZEANI
Las desdichas de la enfermiza Traviata han vuelto a tener el Liceo por escenario y a su público por testigo, no de cargo ni de favor porque de las candilejas hacia fuera ya nadie se conmueve por el drama de la Marguerite Gautier hecho poema lírico por Verdi a través del libretista Piave. No se trata de acusar ni de vindicar a la pobre Violetta. Tampoco de sentirse arrollado por la pasión de Alfredo o explicarse la capacidad de comprensión de Giorgio Germont. «La Traviata» es ahora para nosotros una curiosa estampa ultra romántica, un cuadro de época al que ciento diez años de vida han dado una deliciosa patina liberándolo de cualquier tonalidad violenta, agresiva o realista. En esta <Traviata> inefable, vista a través de un prisma de más de un siglo de espesor, todo es pura y vaga fantasía. No sabemos si Violetta es una ingenua con un complejo de inferioridad, ignoramos hasta qué punto Alfredo es un inconsciente o un «gigolo» y si Germont manda las camelias como homenaje a la capacidad de renunciamiento de la delicada parisina amiga de su hijo o si con ello piensa salvar el patrimonio familiar.
Todo es incierto y ficticio en este melodrama que cuando empezó a representarse se hizo con vestuario y ambientación del siglo de Luis XIV para que quedara menos <actual> y que ahora lo aceptamos escénicamente gracias precisamente al tono evocador de su decoración decimoctava. Todo es ficticio y marchito menos lo principal: la música, la melodía, contemporánea de estos dorados que ciñen la sala del Liceo donde <La Traviata> parece cobrar resonancias nuevas y vibrar por simpatía produciendo extraños ecos en las paredes del teatro.
La partitura de Verdi, pese a que responde a unas fórmulas demasiado elementales, igual que las otras dos de la trilogía («Rígoletto», «Trovatore» «Traviata»), que sólo hacen presentir la grandeza verdiana del último período, es ya una obra perfecta en su estilo, un estilo que hay que aceptar previamente para descubrir sus atractivos que son muy otros que los que buscamos y hallamos, por ejemplo, en el «Orfeo» de Gluek o en la «Salomé» de Strauss,
«La Traviata» es una asignatura para una clase de canto a la manera italiana. Verdi escribió esta especie de  libro de texto del género con una agilidad de lenguaje, una naturalidad en las expresiones y una seguridad en la forma de exponerlas que confiere a «La Traviata» una autenticidad y una vida que ha podido vencer el paso del tiempo destacando incluso a la sombra de otras obras suyas de más interés como las que compuso al final de su vida.
CURIOSIDAD
Hemos acudido a ver «Traviata» como lo hicieron todos los aficionados a la ópera a partir de la crisis del romanticismo; sin ánimo de participar en su drama, pero dispuestos a oír cómo se expresaba la protagonista en el celebérrimo «Ah, fors’é lui... follie, follie!», en el «Addio del passato» o en la escena de la muerte; a comprobar cómo la voz de Violetta contrastaba con la de Alfredo y el coro en el brindis, en «Parigí, o cara» y también para escuchar las posibilidades del tenor o del barítono en su aria «Di Provenza Il  mar», siempre esperada con expectación.
«La Traviata» de este año prometía principalmente por el debut de Virginia Zeani, de la que teníamos no sólo excelentes referencias, sino también el testimonio de unas grabaciones prometedoras de un aún mejor resultado en la audición directa. La artista rumano-italiana ha cantado en los mejores escenarios y la crítica no le ha dedicado frases ambiguas de cumplido, sino concretos elogios reconociéndola facultades de «prima-donna» que la colocan destacadísima entre las sopranos actuales dedicadas al repertorio italiano.
CALIDADES CAUTIVADORAS
Virginia Zeani hizo ayer noche honor a todo lo bueno que de ella se ha dicho. En su voz no hay zonas débiles y tiene aquella amplitud de registro y aquella vibración emotiva en toda su extensión que Verdi exige para las protagonistas de sus óperas y que parece consubstancial con la heroína romántica del teatro cantado. Esta es la cualidad preponderante que más nos ha cautivado en el arte de Virginia Zeani, cualidad que no responde únicamente a unas facultades físicas, sino también a la vehemencia extraordinaria de su temperamento que le lleva a encarnar una Violetta apasionada con momentos de delicadeza y otros, los más, de fogoso abandono tal como corresponde a las características del personaje.
La artista gustó muchísimo a todo el público en genera. Aquellos que esperan y exigen alardes vocales pudieron sentirse satisfechos porque Virginia Zeani no rehuyó ninguno de los que Verdi destina a la <Traviata>, con la ventaja de que todos los equilibrios de la melodía la intérprete los realzó con la seguridad y rotundidad de su voz potente, robusta y sorprendente mente ágil. Fácil es imaginar que el triunfo de la «prima-donna» no se hizo esperar y los aplausos, que ya fueron muy prolongados después del «For’té lui... follia!», redoblaron al final del primer acto, que creo que fue el de su mejor triunfo. Cuando anoto este éxito, Virginia Zeani interpreta la postrera escena, que es de imaginar obtendrá mejores sufragios aún.
LOS DEMAS ARTISTAS
En el papel de Alfredo se dio a conocer el tenor Luciano Pavarotti. Se dijo que actuaba indispuesto. En todo caso tuvo la mala suerte de que le fallara ostensiblemente la voz en la primera frase del brindis. Supo sobreponerse a este mal principio y cantó con energía, aunque, al margen del fallo, no creo que sea un artista del nivel que la  Zeani necesita. Su voz es clara y agradable, pero no de verdadero volumen, y como actor no pasa de discreto.
El barítono Piero Cappuccilli (que ya cantó el papel de Giorgio Germont hace dos años con Renata Scotto) es, en cambio, un intérprete de mucha calidad, sobrio y en plenas posibilidades vocales. Fue particularmente aplaudido en el segundo acto por la nobleza que imprimió al conocido fragmento «Di Provenza il mar...».
Los demás rols estuvieren a cargo de artistas conocidos que en general se adaptaron bien al carácter de cada personaje. En sus actuaciones hubo los suficientes aciertos para que la mención sea justificada. Ayudaron, pues, a la buena marcha de la representación Teresa Batlle, Josefina Navarro, Ángelo Mercuriale, Juan Rico, Miguel Aguerrí y Gines Calo.
En la presentación escénica no hubo otras novedades que los decorados de Luca Crippa, a los que, tal vez, no valía la pena acudir porque achican la escena y no tiene suficiente vistosidad y carácter para justificar el cambio.
El coro cantó como de costumbre, el «ballet» ambientó bien en  el tercer acto y la orquesta bajo la dirección del maestro Manno Wolf-Ferrari, que fue también aplaudida después del preludio inicial, rindió en el transcurso de la representación con bastante efectividad. XAVIER MONTSALVATGE
                              
                                                   GIACOMO PUCCINI


  LA FANCIULLA DEL WEST (Puccini) Jueves 22 Noviembre 1963. Director Mario Parenti, con Luciana Serafini, Bruno Prevedi, Gian Giacomo Guelfi
Otro estreno para mí, me refiero a esta ópera de Puccini, como comprenderéis todas las óperas eran para mí la primera vez. Solamente conocía algunos fragmentos, cantados por  José Palet, Mario del Mónaco y Jussi Bjorling, el primero lo tenía en mi  primera colección de discos de 78 revoluciones,  y los dos últimos en  discos de 33 revoluciones ¿Os acordáis?, se que muchos jóvenes no lo han conocido, luego vino el  casete y el CD que fue una gran revolución.
¡¡Otra noche espectacular!! La ópera en si es de un gran colorido y musicalmente es el Puccini que todos conocemos, verista, y con unas escenas  que a mí siempre me han gustado, la realidad es que Puccini  para mi es de mis músicos favoritos, siempre me ha sido muy fácil contactar con sus tendencias musicales ya que su música te hace entrar fácilmente en las tramas que el músico propone y unido a unos acertados argumentos, te llevan a vivir y a profundizar en la psicología de los personajes de sus óperas.
De la función  que yo vi, os voy a poner unos fragmentos de Bruno Prevedi y Gian Giacomo Guelfi junto con la soprano Magda Olivero, como oiréis son grabaciones excepcionales.

            
                                        GIAN GIACOMO GUELFI

          AUDIO - La fanciulla del West –G. Giacomo Guelfi – “Minnie, dalla mia casa son “


Tomar atención a este famoso fragmento de la partida de poker. Sencillamente es colosal, la intriga y el dramatismo que le pone  Puccini a esta escena, con los timbales de fondo, es impresionante.

                                   
                  AUDIO - La fanciulla del West – M. Olivero – G.G. Guelfi – “ Una partita poker “ 1966

               
                                                                   BRUNO PREVEDI

                                


                                   AUDIO - La fanciulla del West – Bruno Prevedi – “Chella mi creda



Ahora escuchareis el final de la ópera con la participación del tenor italiano Daniel Barioni, otro tenor denostado por las casas  discográficas de aquella época. Gran actuación de este terceto que fue lo que más o menos lo que vi, en aquella noche en el Liceo de Barcelona.


                             

                                                     DANIEL BARIONI


                         
                           
                     AUDIO - La fanciulla del West –M. Olivero- D. Barioni – G.G.Guelfi – Final ópera


Seguidamente os voy a proponer en vídeo, una versión de <La fanciulla> que se canto en la inauguración de la temporada el 5  de Octubre de 2013 en el Staatsoper de Viena con dirección de Franz Welser-Most con los interpretes y personajes:: Nina Stemme (Minnie), Tomasz Kornieczny (Cherif Jack Rance), Jonas Kaufmann (Dik Johnson  -Ramirez-). Como podréis comprobar la realización de esta ópera va más allá de las versiones clasicas...en cuestión vocal bien pero como digo para gustos los colores.




                                      STAASOPER DE VIENA


LA FANCIULLA DEL WEST- Staasoper Viena 2013 -Jonas Kaufmann-                                      https://youtu.be/2pDwwt9JOns




La realidad es que no hay muchas versiones de esta ópera en versiones en video en YouTube que a mi me complazcan. Personalmente tengo en mi discoteca las dos versiones que tiene Placido Domingo en vídeo , la de Metrolpolita New York y la del Royal Opera House Coven Garden son autenticas joyas por tener unas producciones realistas y con un acierto vocal de todos su interpretes. En YouTube he encontrado en audio la grabación del Royal Opera House y merece la pena el tener dicha grabación pues nos encontramos ante una grabación que podríamos considerarla como referencia. Orquesta y coro Royal Opera House siendo director Zubin Mehta y con el reparto siguiente:Carol Neblet (Minnie), Placido Domingo (Dickens Jhonso), Sherrill Milnes (Jack Rance) y Robert Lloyd (Ashby)

  AUDIO LA FANCIULLA DEL WEST- Opera House-Mehta- Domingo




                                         CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA DE LA FANCIULLA DEL WEST (Puccini) viernes 23 noviembre 1963. Director Mario Parenti, con Luciana Serafini, Gian Giacomo Guelfi, Bruno Prevedi.
AYER EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO
FUE ACERTADAMENTE REPUESTA «LA FANCIULLA DEL WEST»,
UNA DE LAS OPERAS DE  PUCCINI MENOS CONOCIDAS
Todas las óperas de Puccini han sido constantemente representadas desde que se estrenaron, aun aquellas como «Madame Butterfly que fracasaron inicialmente. Hay que exceptuar de la lista de éxitos únicamente «Le Villi» y «Edgar», iniciales intentos del compositor en el dominio del teatro, <La rondine>   (que es más bien una opereta y se estrenó en el Liceo en diciembre de 1954) y esta curiosa «Fanciulla del west», derivada del drama de David Belasco «The girl of the Golden West» y transformada por los libretistas Civinini y Zangarini. Contrariamente a la «Butterfly», «La Fanciulla» tuvo un estreno espectacular en el Metropolitan de Nueva York (1910), con ovaciones y comentarlos que hacían esperar, una perpetuación en las carteleras de ópera. No ha sido así, probablemente a causa de la híbrida composición del libreto, mitad drama del Oeste americano, violento y áspero, mitad tierna historia de amor a la italiana.
Actualmente las debilidades del argumento no influyen demasiado en la consideración que podamos otorgar a las óperas anteriores al neorrealismo. Es por eso que resulta extraño que «La Fanciulla», al margen de su teatrismo primario y de su contextura escénica, no siga imponiéndose por méritos de la partitura, que si para un público ganado por la vehemencia de una «Butterfly» y una «Manon» o por la poesía melancólica de «La Bohéme», puede resultar monótona o demasiado alambicada para un oído atento contiene buena parte de aquellos elementos renovadores que llevaron a Puccini a superarse en la composición de sus últimas obras.
En «La Fanciulla», Puccini utiliza recursos armónicos que representan una novedad en su estilo definido en sus óperas anteriores. Además del uso de la escala de tonos constantemente empleada a lo largo de la partitura, encontramos en algún episodio como el de la canción «Che faranno i vecchi miei» y otra del acto primero claras alusiones al folklore negro de los Estados Unidos. En el tercer acto, una melodía india se filtra como tema, no sólo para dar con lo genuino a la escena, sino como elemento de inspiración. Igual que en «Madama Butterfly» el exotismo musical no pasa de epidérmico y sigue afirmándose, como en toda la música del compositor italiano, un lenguaje expresivo inconfundible. En las escenas de «La Fanciulla» el concepto de aria independiente ha sido superado casi totalmente y la voz junto con la orquesta forman paralelamente un ancho camino lírico siguiendo el cual el oyente discurre por zonas luminosas o sombrías según exige la situación, pero marcadas por el sello de una personalidad claramente definida.
Tal vez lo mejor de la obra sean las escenas en que destacan los protagonistas Minnie, la dueña del bar «La Polka» y Dick Johnson, el Ramírez, jefe de la banda de forajidos mejicanos. La parte final del acto tercero, pese a su insuficiente calidad dramático escénica, también está tratada musicalmente de mano maestra. Puccini revela aquí que no fue ajeno a las influencias impresionistas francesas, lo que proporciona a su paleta orquestal unas calidades y sutilezas extraordinarias. Es posible que «La Fanciulla del west» no cale muy hondo en la sensibilidad  del público actual que si bien admira a Puccini, prefiere deleitarse con sus obras que conoce de memoria. No negaremos que tenga parte de razón pero la obra con la que su autor inició su última etapa creadora es muy digna de escucharse y en ella hay hallazgos armónicos, inventiva melódica y refinamientos orquestales, lo suficientemente abundantes para considerarla muy interesante y su reposición acertada.
La partitura exige un extenso reparto del que destacan los tres protagonistas del drama, En el papel de Minni debutó ayer la soprano Luciana Serafini, notable por el brío de su temperamento que manifiesta con los recursos de una voz potente de volumen y de mucha extensión. La naturaleza del papel le obliga a someter la expresión vocal a violentas inflexiones. Cuando esto sucede su timbre pierde atractivo y se convierte en grito de escaso valor musical. La apreciamos más en las escenas líricas,
cuando trasciende de su manera de decir una verdadera emoción.Alternaron con Luciana Serafini el barítono Gian Giacomo Guelfi (Jack Ranee, el «sheriff») y el tenor Bruno Prevedi (Dick Ramírez), que corroboraron la excelente impresión que produjeron en «Andrea Chenier». Ambos en la obra de Puccini han podido manifestar con amplitud sus dotes de cantantes y de actores obteniendo un segundo éxito muy legítimo.
Otros dos artistas nuevos, el tenor Angelo Mercuriale (Nick, el mozo del bar) y el barítono Ernesto Vezzozi, se impusieron como cantantes y sobre todo por su dominio del papel que les correspondió. Destacó también Julio Catania en el rol de agente Ashby.
En diversas intervenciones, muchas de ellas difíciles precisamente por su brevedad actuaron como lo hacen habitualmente Juan L overas, Juan Rico, Diego Monjo, Eduardo Giménez, Emiliano Rodríguez, Juan José Scoto, Rafael Corominas, Pilar Torres, Gino Caló y Francisca Paulet.
Las intervenciones del coro son pocas aunque no carecen de problemas. El maestro Bottino demostró haber preparado adecuadamente el conjunto vocal que se adoptó al carácter de su parte.
La escena, bien dirigida por Doménico Messina resultó, con decorados realistas de G. Grandi, considerablemente sugestiva.

La orquesta la llevó con cuidado especial el maestro Mario Parenti y consiguió, especialmente de la sección de cuerda muchos aciertos expresivos y una notable unidad. Los aplausos fueron para él y las primeras figuras del reparto que correspondieron varias veces a la aprobación del público desde el palco escénico. XAVIER MONTSALVATGE

                                                               GIACOMO PUCCINI

MADAMA BUTTERFLY (Puccini) 28 noviembre, Director Octavio Ziino, con Montserrat Caballé, Michele Molese, Pieris Zarmas, Rena Gariazioti
Estas tres Madama Butterfly, que vi en esta temporada, las tres, cantadas por Montserrat Caballé, fueron apoteósicas, de público y de cantantes. Os diré que la última función que se cantó en domingo, actuaba el que fuera por el tiempo, su futuro marido, Bernabé Martí, haciendo el rol de Pinkerton. En esta función ya se comentaba que eran conocidos y muy conocidos después de ver  que en el dúo del primer acto, se dieron un beso de esos que vulgarmente decimos “de película” y ¡¡cómo no ¡! la reacción del público fue estruendosa, esta es una anécdota de las tantas que  viví en este Liceo. También os diré que desde que ya vivo en Barcelona, normalmente repito función, pues de esa forma me doy cuenta de la profesionalidad de los cantantes, y me voy empapando cada vez más de los entresijos de las óperas y de sus argumentos.
En las dos primeras  funciones de Madama Butterfly el rol de Pinkerton lo canto Michele  Morese, un tenor de una voz  lírica,  con unos seguros agudos, y ya el domingo por la tarde, que era la última función de <Madama Butterfly> canto Bernabé Martí,  el que sería esposo de Montserrat Caballé.
Lo primero que os voy a poner es la grabación que yo vi en el Liceo el  domingo 8 de diciembre de 1963, gracias a YouTube tengo estas dos grabaciones. El primero es el dúo que tiene Montserrat Caballé con su futuro marido Bernabé Martí, con el beso incluido cosa que yo si vi y vosotros os lo podéis imaginar.

       

                                            MONTSERRAT CABALLE - BERNABE MARTI

                              
                                    AUDIO - M. Butterfly –M. Caballe- B. Marti- “Viene la  sera “1963


En la siguiente grabación, también de la misma representación oiréis el aria de Cio-Cio-San  “Tu, tu piccolo”. Al comienzo de la grabación, la oiréis un pasaje de la ópera Arabella que cantó Montserrat Caballé, en el Liceo el año de su presentación 1962.

                              

Seguidamente oiréis unos fragmentos que grabaron, Montserrat Caballé y Bernabé Martí en el año 1968, con Manuel Ausensi y la mezzosoprano Carmen Rigai siendo director Gianfranco Rivoli

                           
                                                    AUDIO -M. Butterfly – M. Caballe- B- Marti – “Bimba “


                             
                                              AUDIO - M. Butterfly – M. Caballe – “Un bel di vedremo “


                                
                                              AUDIO - M. Butterfly – M. Caballe- “Tu piccolo iddio “1968



                                             STIFERIO FESTIVAL OPERA MACERATA


Bueno ahora os voy a poner una grabación de Madama Butterfly que es digna de estudio. Os  explico, esta versión es de una representación efectuada en el Festival Stiferio de Ópera de Macerata. La dirección de esta Madama Butterfly, corre a cargo del director Danielli Callegari y con los interpretes y perosonajes :  Rafaella Angeletti (Madama Butterfly), Massimiliano Pisapia(Pinkerton), Anunziata Vestisi (Suzuki) y el rol de  barítono Claudio Segura (Consul).

Aquí veremos y oiremos una forma de llevar a  la orquesta en un<tempo > algo lento, la verdad es que de esa forma luce más la música de Puccini. Esto tiene un riesgo, y es que al llevar el < tempo> lento, los cantantes tienen que estar muy bien preparados y muy bien dirigidos. Los cantantes tienen el riesgo de la entonación es decir que deben de cantar “a tono “,  este efecto del <tempo> lento no todos los directores lo asumen pues hay muchos riesgos. El director de orquesta Sinopoli, lo llevo a cabo en sus direcciones orquestales cuando dirigía a las óperas de Puccini. Esta es una versión muy bien preparada y el resultado podréis observarlo, es muy complaciente. Tiene una  buena visión y un muy buen sonido.


                                 CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA  DE LA  VANGUARDIA  DE MADAMA BUTETERFLY 28 noviembre 1963. Director Octavio Ziino son Montserrat Caballe, Michele Molese, Pieris Zarmas, Rena Gariazioti
AYER EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO
LA «BUTTERFLY» DE MONTSERRAT CABALLÉ
Si se hiciera una encuesta sobre la ópera que cuenta con mayor número de partidarios, es muy posible que ganara la <Madama Butterfly>, representada como ninguna otra en el curso de los sesenta años que van desde su fracasado estreno en la Scala de Milán hasta la actualidad, cuando la partitura de Puccini conserva, si no la consideración de obra excepcional dentro su producción, una popularidad que no parece quebrantarse por ahora. Esta aceptación indeclinable por parte del público no se debe al sentimentalismo melodramático del argumento hilvanado por los libretistas a partir de una narración de John Luther Long ni a la ambientación exótica de la escena conseguida a base de todos los tópicos y elementos decorativos de un estilo japonés de salón. El vigor o el refinamiento musical no constituyen tampoco características sobresalientes de esta lánguida partitura, llena de convencionalismos, de frustraciones y debilidades en el dibujo melódico y en la construcción armónica y orquestal. El triunfo total y perpetuo de Madama Butterfly se debe probablemente a estas razones misteriosas que jamás sabremos controlar y que hacen de una melodía un éxito universal y de otra melodía de aparentemente idéntico valor, un fracaso irremediable. Puede también influir en la inmensa popularidad de la <Butterfly>, el hecho de que la obra exalte al máximo la figura protagonista permitiendo a la «prima donna» la más rotunda manifestación de sus facultades de cantante y de actriz. La ópera gira por completo en torno al personaje femenino que le da el título. Los otros, son peones secundarios y convencionales de la partida entre el amor y el honor jugada por la linda geisha. El causante de todas las desgracias, el teniente Pinkerton carece del relieve que le correspondería como verdadero protagonista del drama; Sharpless, el Cónsul americano, resulta insignificante y tanto Goro como el príncipe Yamadori no son más que figuras episódicos y pintorescos. En cambio la delicada Cho-Cho-San, en medio de este panorama en gris y rosa, alcanza extraordinaria preponderancia y parece cuidadosamente descrita; leve, ingenua y conmovedora en el primer acto, gradualmente consciente de su irremediable destino en el segundo y con una cierta dimensión trágica en el tercero, cuando la música llega a expresar mejor el sentido de la acción.
Al asumir Montserrat Caballé la responsabilidad de encarnar la figura estelar de Madama Butterfly en el escenario del Liceo estamos seguros que lo hizo con pleno sentimiento de la responsabilidad y los riesgos que comportaba la decisión. En la interpretación de este papel sabía probablemente que no le bastaría la severa escuela vocal germánica que le permitió, hace dos temporadas, dominar con tanto aplomo y nervio el papel agotador de la Arabella de Slrauss; y que tampoco le servirían de
mucho las exquisiteces mozartianas que prodigó, el año, pasado, en la interpretación de la Condesa en <Bodas de Fígaro>. La Butterfly pucciniana exige una entrega, una exhibición de facultades vocales y un abandono a la expresión directa y elemental que resulta extremadamente peligrosa para una artista que no posea una acabada y completa formación profesional. En la Butterfly, la vulgaridad está a dos pasos y el amaneramiento es muy difícil evitarlo sin perder la máxima fluidez en la dicción y aquella espontaneidad sin la cual el personaje se convierte en un artificioso muñeco.
Afortunadamente Montserrat Caballé cantó ayer «Madama Butterfly» con treinta y ocho triunfos en la mano que son las veces que había interpretado la obra en los teatros de Basilea, Bremen, Hamburgo, Munich, Dusseldorf, Amsterdara y Viena. Asi pudo moverse en nuestro primer escenario con la seguridad del que sabe muy bien lo que se hace y con una desenvoltura que le permitió un considerable rendimiento de la voz y unas posibilidades de concentración emocional que aplicadas al carácter del papel le ayudaron a darle un relieve singular especialmente en aquellos episodios o en aquellas frases por las que domina la ternura y la melancolía por encima del rasgo dramático, los cuales son, en suma, los momentos más afortunados de la obra.
La voz de Montserrat Caballé es de volumen medio y muy extensa en el registro que ella adapta fácilmente a las múltiples inflexiones que Puccini prodiga en su partitura. Admiramos, además en el timbre de esta voz suave y exquisitamente modulada, una naturalidad y una perfecta impostación que proporciona verdadero refinamiento a la melodía, no siempre de absoluta calidad en el caso de la Butterfly.
El éxito de nuestra artista fue el que podía esperarse. El teatro estaba brillantísimo, colmado como en las ocasiones más solemnes y la representación transcurrió en un ambiente expectante muy favorable a la protagonista. Las manifestaciones de agrado se repitieron en el curso de los tres actos, rubicando los aplausos aquellos fragmentos que el público espera con más delectación. Al final del primer y segundo actos las ovaciones fueron particularmente decisivas, prolongándose hasta obligar a los artistas a repetidas apariciones en el palco escénico.
Este comentario está redactado cuando faltan pocos minutos para el desenlace del drama pucciniano  que se representa y que habrá proporcionado a Montserrat Caballé un triunfo verdadero. Es previsible que las ovaciones se multipliquen al final para afirmarlo definitivamente.
Aunque, como he dicho, en «Madame Butterfly», la figura de la protagonista se impone consecuentemente, a los personajes que la rodean, deben mantenerse a un nivel con especial capacidad  para dar fluidez a la representación manteniendo el tono y el caracter verista de la comedia, todo esto fue regularmente conseguido con artistas ya escuchados en otras ocasiones con excepción del  barítono Pieris Zarmas que dio la necesaria nobleza al papel de Sahrpes cantando discretamente.
Fue destacada la intervención de la mezzo-soprano Rena Gariazioti en el papel de Suzuky. En las escenas en que la doncella acompañante diaologa con la geisna y especialmene en el aludido dúo «Scuoti quetlla unda», su vocalización fue de mucho calor lirico sincronizando con la protagonista. El tenor Michele Molese cantó con buen gusto y brío. Sus cualidades le fueron reconocidas y aplaudidas por su interpretación del papel de Pinkerton sobresaliendo especialmente después del solo que le corresponde en el tercer acto. Los demás completaron dignamente el conjunto. Diego Monjo dio mucho carácter al rol de Goro con expresiva mímica. María Teresa Casabella estuvo acertada como Ka te Pinkerton igual que Juan Rico como principe Yamadori.
La escenificación no ofrecía novedades, salvo algún efecto de luz sobre unos inefables y pintorescos decorados. El coro canto con algún embrollo en el primer acto pera bien afinado en el epílogo del segundo acto y la orquesta, sin alcanzar un verdadero nervio expresivo, no tuvo fallos sensibles conduciéndola con precisión Octavio Ziino cuya presentación debe señalarse puesto que se trata de un calificado maestro de una gran práctica y conocimiento operístico. El será quien concertará las representaciones de «II piccolo Marat» que ha grabado recientemente en disco obteniendo el premio de la crítica musical italiana del presente año. XAVIER MONTSALVATGE



                                                    ENTREVISTA

                                               
                                                             HIPOLITO LAZARO

          LA VANGUARDIA – ENTREVISTA A HIPOLITO LAZARO
“II Piccolo Marat”, de Mascagni, será representado, en el Gran Teatro del Liceo en honor de Hipólito Lázaro, que fue su creador y al que, por fin, se le ha concedido la Medalla de Oro de la ciudad al mérito artístico.
·      ¿Quiere recordar aquel día 2 de mayo de 1931?
·      Sí. Deseaba con toda mi alma que llegara la noche, porque contra el parecer del autor, que tenía miedo que patearan su obra, yo le dije: “Cuente conmigo; si me dejan llegar al segundo acto, yo le aseguro que repetiremos el dúo.”
·      ¿ S e repitió?
·      Si y el maestro Mascagni, que dirigía la orquesta, no sabía por dónde empezar la repetición, porque entonces estaban prohibidos los bises. Y fue tal el éxito en aquel momento que el público gritaba “¡Viva España! ¡Viva Lázaro!”, y yo me adelanté a las candilejas y dije: “¡Viva lui che l’a scrito!”, señalando al autor.
·      ¿Por qué temía que la patearan?
·      Porque politicamente contra Mascagni había en aquellas fechas mar de fondo; la señora de Mascagni había sido la madrina de un barco que bautizaron con el nombre de Lenin. Ya antes de empezar la representación el maestro me visitó en mi camerino, llorando, dlciéndome: “Mira, Hipólito, en la boca de la concha del apuntador han puesto una corona de siemprevivas”. Ya la daban por muerta. Y el primer aplauso lo obtuve en el primer acto en el dueto delante de la verja de la cárcel.
·      ¿Con quién la cantó?
·      Con Gilda de la Rizza y el bajo Luigi Ferronni.
·      ¿En qué teatro se estrenó?
·      En el Constanzi, de Roma, hoy Teatro Real.
·      ¿Cuántas veces la representó?
·      Ahí mismo catorce veces y fueron tales llenos que en los pasillos de butacas tuvieron que poner sillas. Después de Roma fuimos a la Arena de Verona y ahí me sacaban a hombros.
·      En toda su vida de cantante,
¿cuántas veces la cantó?
·      No llevo la cuenta, fui con ella por toda América del Sur y por España.
·      ¿La primera vez, aquí?
·      En Barcelona, en 1926, en el teatro Olimpia; años más tarde la hice en el Liceo, después de haberla cantado en toda España.
·      ¿Ia última vez?
·      En 1932, en el Dalverne, de Milán.
·      ¿Es difícil?
·      Mucho; por las medias voces y por las entonaciones que tiene. Sus cambios de tiempo hace que sea muy fuerte y muy dura y hay que dar todo el temperamento que tiene uno.
·      ¿Quién la ha cantado como usted?
·      Como yo, no sé y creo que se ha
cantado muy poco. Mascagni la escribió para mí, y contando con mis facultades.
·      ¿Sería capaz de cantarla, todavía, en el Liceo?
·      No; pero yo no me he despedido aún del teatro.
·      ¿En qué estado de ánimo presenciará la ópera que usted estrenó?
Se le saltan las lágrimas, mide la respuesta, y dice:
·      Estaré, sin duda, oyéndome a mí mismo.
·      ¡Ay!, gran Hipólito; lo que va a sufrir esa noche...
DEL ARCO

                                  
                                                                            PIETRO MASCAGNI



 IL PICCOLO MARAT  (Mascagni)  domingo 1 diciembre 1963. Director Octavio Ziino, con Virginia Zeani, Gianni Iaia, Nicola Rossi Lemeni, Agustín Morales.
Os lo digo por el paso de muchos años, esta ópera pos verista del maestro Pietro Mascagni <Il piccolo Marat> no se ha vuelto a cantar más, las representaciones,(vi las tres funciones que dieron en el Liceo) que se cantaron en el Liceo, primero porque es una ópera poco atractiva para el tenor y soprano, él rol de tenor, requiere poseer unos agudos estratosféricos aparte de tener una gran modulación y expresividad, y con la agravante para los tenores, que no tiene arias para lucirse, es decir puro pos veristas, todo esto unido al “sambenito” de que dicen que esta ópera es, junto a la ópera de Rossini <Guillermo Tell>un ”quema tenores”, ahí tenéis los motivos que no hay tenores que no quieran cantar el rol de “Marat”. Yo tuve la suerte  de asistir en aquellos  años a estas representaciones y doy fe de que lo que yo viví esas noches mágicas, fue antológico, y encima con un suceso que tuvo el tenor Gianni Iaia. Os explico: en la última función, estuvo a punto de suspenderse la función, debido a un contratiempo físico (yo os diré, con toda naturalidad, que el pobre hombre le salió un furúnculo en el ano) no podía andar y como no encontraron sustituto ¿quién era el valiente de cantar esa opera? Estuvo a punto de suspenderse. Recuerdo que estábamos en el teatro y había muchos comentarios  de que se  iba a suspender la función. ¡¡Pero he aquí ¡! donde surge la profesionalidad de este magnífico tenor que decidió cantar la ópera, eso sí tenía que llevar a alguna persona a su lado para poderse apoyar. Su facultades vocales no mermaron un ápice y se llego al final de la ópera, el  tan campante vocalmente y el publico con unos nervios y sufrimiento de verlo cantar. Esto que os cuento es una anécdota de tantas que  ocurren en este mundo de la ópera. Sobre Virginia Zeani, para mí, es otra de las grandes voces que ha dado la lírica, ha cantado todo tipos de óperas y siempre con un gran acierto, y ha hecho lo que algunas cantantes no se han atrevido, que es cantar las óperas de Mascagni, como <Amica>, <Lodoletta> y las ultimas pos veristas, por ello hay que agradecérselo. Siempre os comento que en aquellos años (y no me canso de repetirlo) las casas discográficas hacían una “tarta” y  se la repartían entre unas cuantas parejas de cantantes, y no quiero dar nombres, se quedaban sin tarta las mayorías de cantantes, y que hoy, gracias a YouTube, vamos descubriendo las atrocidades que han hecho. Por ello muchas veces hago comentarios con gente joven y la mayoría no conocen a estos grandes cantantes que yo tuve la suerte de verlos en directo, dando las gracias al señor gerente del Teatro del Liceo,  señor Pamias que si tuvo la visión de contratar, cuando eran en su mayoría jóvenes, a cantantes que empezaban sus carreras.
En una de esas noches que asistí, hicieron un merecido homenaje al tenor Hipólito Lázaro, que fue el tenor que estreno dicha ópera del <Piccolo Marat>. Fue muy emociónate verle en las tablas  del teatro, recibir el cariño de el publico del Liceo. Otras efemérides que viví en este Gran Teatro del Liceo.
Primeramente os voy a poner un fragmento cantado por la cantante Mafalda  Favero y el tenor Hipólito Lázaro,  cantando un fragmento de <Il piccolo Marat>. Grabación del año 1927. Aquí el tenor español tenía cuarenta años.

    
                                                     
 MAFALDA FAVERO                                                    HIPOLITO LAZARO


                                      
                             AUDIO -Il Piccolo Marat – H. Lazaro – M. Favero – “Va´nella tua stanza” 1927

No he podido encontrar ninguna grabación de esta ópera  por Gianni Iaia, pero si la opera completa en audio con Viginia Zeani y Nicola Rossi -Lemeni. Para mi gusto es una versión muy buena y aquí podréis saborear la música pos verista de Pietro Mascagni, como podréis observar no hay arias pero una gran continuidad  musical y sus escenas con un gran verismo y muy bien interpretadas. Los que no conozcáis esta ópera, es posible que os que deis un poco perplejos, os recomiendo que la escuchéis detenidamente y a ser posible la repitáis, os aseguro que os quedaréis enganchado al pos verismo. 
Es una grabación en vivo, como oiréis, es una grabación en directo (oiréis al apuntador).  Orquesta y coro del Teatro de Livorno siendo el director Oliviero de Fabritiis con los siguentes interpretes y personajes : Nicola Rossi Lemeni (El presidente del comité), Virginia Zeani (Mariella), Umberto Borso (El pequeño Marat), Clara Betner(Mom) Ernesto Vezzosi (El capitán de Marat). 




                          CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA 3 diciembre 1963, director Octavio Ziino, con Virginia Zeani, Giani Iaia, Nicol Rossi Lemeni,  Piero Francia Agustin Morales.
EL DOMINGO, EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO
Fue representado con positivo acierto
            «IL PICCOLO MARAT», de Mascagni
LA FUNCIÓN TUVO CARÁCTER DE HOMENAJE AL TENOR HIPOLITO LÁZARO, QUIEN EN 1921 ESTRENO LA OPERA EN EL TEATRO CONSTANZI DE ROMA


El domingo, por la tarde, el público que colmó el Liceo salió del teatro con una sensación de optimismo. La obra —<I1 piccolo Marat>, de Piero Mascagni— es más atractiva de lo que puede hacer suponer su apartamiento casi total de las carteleras líricas; la interpretación fue, en conjunto, muy cuidada, casi podríamos decir excepcionalmente cuidada; la velada fue una simpática manifestación de afecto por la personalidad artística de Hipólito Lázaro, quien recibió, desde su palco de platea, constantes pruebas de que se recuerdan sus éxitos, y pudimos registrar otro lleno considerable, uno de estos llenos que empieza a hacernos pensar que se ha iniciado una reacción pro-Liceo galvanizada por los efectos alarmantes de la pasada crisis  de nuestro primer teatro. «II piccolo Marat» no es, evidentemente, una segunda «Cavalleria. Rusticana». El éxito, inextinguible aún, de esta última obra que abrió a Mascagni las puertas del teatro Constanzi, de Roma, las de la omnipotente editorial Ricordi, y, por tanto, las de la fama internacional, no se repitió en la vida del compositor a pesar de que desde 1890 —año del estreno de «Cavalleria»— hasta «II piccolo Marat» y «Nerón», sus dos últimas partituras dadas a conocer en 1921 y 1935, respectivamente, compuso y estrenó un conjunto de catorce óperas representadas, la mayoría, en y fuera de Italia.
Es explicable que «II piccolo Marat» sea una ópera prácticamente eclipsada, porque está escrita con pocas concesiones al fácil halago de los oídos simplistas y, al mismo tiempo, no es lo bastante sutil e intensa para complacer a los más exigentes. Es una obra monocroma pero no gris. Hay en la partitura, al mismo tiempo que un cálido lirismo, una armonización muelle y rica y una realización orquestal de considerable calidad, aunque también una tendencia excesiva al realismo expresivo, al «verismo» integral, que no llega a convencer porque resulta musical y escénica mente poco vigoroso, y sus substanciales debilidades no encajan con la naturaleza de las escenas hilvanadas a base de las agitaciones, odios, venganzas y heroísmos que el libretista Forzano pudo  imaginar encuadrados en una estampa de la revolución francesa. Hay en «II piccolo Marat» una verdadera construcción operística que resulta digna de apreciarse. La obra se aguanta, tiene un primer acto lleno de vida, un segundo acto con la debida dosis de sentimentalismo y de agudos de tenor y soprano, y un acto final en que se concreta el drama para llegar a un desenlace tranquilizador. Es, en suma, una pieza muy digna, significativa de las ansias veristas del teatro italiano de medio siglo atrás. Su reposición (casi estreno, pues sólo se dieron dos únicas representaciones en (1928), la consideramos lógica.
LOS ACIERTOS DE UNA BUENA INTERPRETACION
Celebramos la reposición de <Il piccolo Marat> porque no ha tenido el aire de compromiso ni los defectos de una iniciativa forzada por el deber y la necesidad, en que se encuentra el Liceo, de renovar el repertorio. Se redactó el cartel con cantantes todos —menos uno— conocidos, y se tuvo muy en cuenta que las principales dificultades de la interpretación están en esta obra repartidas entre el cuarteto, tenor - soprano - bajo - barítono (Piccolo Marat, Mariella, Orco  y el Carpintero), con la intervención también preponderante del coro y la primordial responsabilidad del maestro director - concertador.
En el papel, extraordinariamente difícil, de Marat reapareció el tenor Gianni Iaia, cuya principal cualidad es la de cantar con un nervio y seguridad inquebrantable sin ningún miedo a la dificultad de la particela. Puede hacerlo así porque su voz clara y segura, escala los agudos más comprometidos sin perder calidad. El papel de Marat le puso a prueba, repetidamente, y el artista salió airoso de ella. Su do agudo final del segundo acto fue rotundo y mantenido, alborotando al público que le dedicó tantos aplausos y bravos como podía desear.
Estas ovaciones fueron compartidas con Virginia Zeani, que sostuvo con igual ímpetu la indicada nota, y que en el curso de toda la representación estuvo espléndida. Voz clarísima, potente y flexible, unido a un expresivo temperamento, hacen de esta soprano una figura relevante de la escena lírica, que va camino de emular las primeras divas italianas del momento. Personificando a Mariella confirmó la impresión favorablemente que  produjo al debutar días atrás en «Traviata».
El bajo Nicola Rossi-Lemeni tuvo que habérselas con la parte de «L’Orco», que no es la adecuada para su extensión vocal, y no pudo evitar llegar a algunos graves con precaución, apurando con exceso sus posibilidades de emisión. Rossi-Lemeni es, empero, un excelente artista, músico de sensibilidad y actor excepcional. Gracias a esto, sus intervenciones tuvieron un invariable tono y brillantez convincentes, a las que ayudó, incluso, su estupenda caracterización.
Cantó, por primera vez en el Liceo, el barítono Piero Francia, que representó el papel de el Carpintero. Sorprendió muy favorablemente por la calidad vocal, por su exactitud con que encarnó el personaje y por su escuela, su estilo de cantante hecho y con mucha práctica de escena.
Este cuarteto protagonista, en realidad, puede ampliarse con un personaje episódico en el desarrollo argumental, pero que tiene algunas intervenciones sobresalientes. Hablo de El Soldado, papel que fue confiado al barítono canario Agustín Morales, quien le dio una prestancia digna de señalarse. Seguro, amplio y lírico vocalmente, Agustín Morales se impuso al lado de los cuatro cantantes antes aludidos.
El reparto fue completado por Julio Catania, Gino Caló, Pilar Torres, Emiliano Rodríguez, Juan Rico, Rafael Corominas, Rafael Campos y Francisco Paulet. Es imposible aludir concreta mente a los aciertos de cada uno de ellos, pero, no por rutinario cumplido, sino con el deseo de ser ecuánimes, diremos que ayudaron positiva mente, cada uno según la importancia de sus intervenciones, a la buena realización conjunta de la obra.
El coro —unido a la <Coral Victoria>, que dirige José Rius— lo había preparado concienzudamente el maestro Riccardo Bottino y fue muy perceptible su buena disposición. Cantó seguro y se movió con naturalidad. Hay que citar, también, el especial cuidado del regidor de escena, Arsenio Giunta, en dar movilidad y teatralidad a las escenas de conjunto. Los decorados de Sormani eran apropiados. El vestuario, aunque quiere evocar la revolución francesa, siempre nos recuerda las imágenes de  Epinal, y resulta invariablemente decorativo. También en esta ocasión contribuyó a que la representación tuviera la necesaria vistosidad.
Finalmente, corresponde al maestro Ottavio Ziino una cita particularmente elogiosa, por el temple con que llevó la orquesta, conjuntándola con los cantantes con vigor y precisión. Como en la partitura de Mascagni, hay bastantes pasajes de calidad sinfónica que merecen escucharse, pudimos seguir los aciertos de Ottavio Ziino, conocedor de todos los secretos, expresivos de la obra, y capacitado para ponerlos en evidencia.
Todos los intérpretes saludaron repetidamente desde el palco escénico, correspondiendo a las nutridas manifestaciones de aprobación que el público no regateó. XAVIER MONTSALTVAGE



                                                      

                                                                                           HIPOLITO LÁZARO

TRES FACETAS DEL HOMENAJE A HIPOLITO LAZARO
El 2 de mayo de 1921, Hipólito Lázaro, el tan famoso tenor barcelonés, entonces en la plenitud de sus privilegiadas facultades, fue protagonista en el estreno mundial de «II piccolo Marat». Para evocar aquellas efemérides, en la función del domingo se tributó al inolvidable artista un triple homenaje que resulto de una real emotividad, sumándose al mismo la totalidad del público liceísta. Hipólito Lázaro, acompañado de su esposa y otros familiares, invitado por la empresa del. Liceo, ocupó un palco de platea, y al  caer el telón,  al final del primer acto, ya tuvo que corresponder a los cariñosos aplausos que le fueron dedicados. La gente se arremolinó frente a su localidad para felicitarle y solicitar numerosos autógrafos que él firmo amablemente. Esta fue la primera manifestación de un homenaje que en el segundo intermedio se coucretó en el mismo escenario de sus éxitos, donde, con el telón bajado, y ante un grupo de personalidades, artistas y aficionados a la opera, el empresario don Juan Antonio Pamias pronunció unas palabras para recordar al agasajado que el Liceo no olvida sus pretéritos triunfos mantenidos, durante treinta años y rubricados por los aplausos del público barcelonés.
Finalmente, como afirmación pública del homenaje, antes de iniciarse el acto tercero, se levantó la cortina y frente a las candilejas pronunció un breve parlamento el escritor y publicista don Pablo Vila San-Juan. Puso en evidencia el señor Vila San-Juan, con cumplida expresión y aludiendo a recuerdos personales, los entrañables vínculos que unen a Hipólito Lá- zaro con su ciudad, y la feliz circunstancia de poder ofrecerle una renovación de las ovaciones que antaño habían premiado los alardes de su voz excepcional que aún parecen no haberse extinguido en el ámbito Liceístico. La palabra elocuente, inteligentemente comedida del orador, fue una lástima que por falta de amplificadores no pudiera ser apreciada por la totalidad del  auditorio. Fue, sin embargo, largamente aplaudida, y las ovaciones desbordaron cuando Hipólito Lázaro apareció en la escena, donde le fue entregado un ramo de laurel, prolongándose durante largo rato las manifestaciones de afecto hacia el que ha sido el más popular y uno de los más universalmente aplaudidos cantantes de ópera de nuestros días,
Xavier MONT5ALVATGE



                          
                                                                        JULES MASSENET



MANON  (Massenet)  10 diciembre 1963 – Director  Jesús Etcheverry, con Adriana Maliponte, André Turp, Juan Carlos Gabelin, Joseph Roleau, Gody Godin
Esta era la segunda vez que veía Manon de Massent, el recuerdo de Victoria de los Ángeles  lo tengo metido en mi corazón y cabeza, os puedo decir que para mi no ha habido ninguna cantante como ella, la versión que yo vi en la temporada 1955-1956, ha quedado en los anales de este Gran Teatro del Liceo. La versión que vi en  esta temporada cantada  por Adriana Maliponte y el tenor André Turp, estuvo cargada de emoción y de una gran interpretación por los dos. Disfruté mucho, pues esta es una ópera que tengo debilidad por ella, formaron una buenísima pareja y el publico  los supo reconocer con grandes aplauso y ovaciones. No he encontrado ninguna grabación de  Manon por los cantantes  Maliponte y Turp.


En esta ocasión os voy a poner una grabación en vídeo, en vivo desde  La Staatsoper  de Viena con dirección de Daniel Baemboid y siendo su  interpretes y personajes , Anna Netrebko (Manon), Rolando Villazon(Des Grieux) y Alfredo Daza(Lescaut). A mi particularmente me agradó mucho. La interpretación es bastante buena para mi parecer aunque el francés de Netrebko no tiene nada que ver con el de Victoria de los Ángeles.

                                 VIDEO  MANON- 2008-Viena- Baremboim-Netrebko- Villaón-Fischer




                                                         CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA DE MANON DE (Massenet).  11 diciembre 1963Diretor Jesus Etcheverry con Adriana Maliponte, Andre Turp, Juan Carlos Gabelin, Joseph Roleau, Gody Godin.
«MANON», DE MASSENET, CON UN CUARTETO DE GRAN CALIDAD, ALCANZO UN ROTUNDO ÉXITO

El romanticismo  en la música escénica francesa, iniciado con  Berlíoz  y  prácticamente extinguido con Charpentier, tuvo un máximo cultivador,
Massanet, que puede ser considerado la clave del arco de esa escuela musical cuya época de actividad creadora duró escasamente un siglo.
«Manon» fue la cuarta de las veintiséis obras que Massenet dio a la escena. No fue, empero, obra de juventud, pues contaba cuarenta y dos años cuando la estrenó, el 19 de enero da 1884 y poseía una madurez anticipada,  por la excepcional musicalidad de que nació dotado. Pero la obra que irradia un frescor juvenil por la ternura de sus melodías y la vitalidad de su estructura.
Los libretistas Meilbac y Gille, de que se  sirvió Massenet, desfiguraron no poco la  novela del abate Prévost, si bien  sucedió otro tanto con los libretos Utilizados para «Manon>  de Auber (1856) y de Puccini (1893). A pesar de ello, «Manon», de Massenet, tal  vez por ser francés el músico, como lo era el novelista, paree una versión musical más de acuerdo con el carácter de los personajes de Prévost, que la de Puccini. En todo caso se trata de dos interpretaciones influenciadas por el espíritu nacional; la de Massenet respira la elegancia, la sutileza intencionada del arte francés; la de Puccini el dramatismo apasionado propio del arte italiano.
LA INTERPRETACIÓN
Para la versión de la actual temporada, ha sido elegido un cuarteto vocal muy homogéneo en calidad, lo que constituye garantía de interpretación equilibrada y por consiguiente, fiel en cuanto a los necesarios contrastes de carácter entre los personajes. Adriana Maliponte, soprano francoitaliana que actúa por primera vez en el Liceo, posee una voz particularmente brillante en los agudos, de agradable timbre metálico y un exquisito arte en la emisión. Como actriz, ha perfilado vigorosamente la psicología de «Manon», tímida, al principio, luego apasionada, después frívola y por fin trágica.
André Turp, tenor ya otras veces aplaudido en nuestro primer coliseo, encarna la figura del «Caballero Des Grieux», con sobria desenvoltura y le presta el aliento de su voz noble y bien timbrada. La fluctuante personalidad del enamorado protagonista, tan pronto dominado por la seducción de «Manon», como inclinado al misticismo y de nuevo sumergido en la pasión amorosa, tiene en él un realizador de perfecta naturalidad.
Juan Carlos Gabelin, barítono uruguayo, dé ascendencia francesa, también actuante por primera vez en el Liceo, une a su voz potente y homogénea en todos los registros, el dominio de la escena y anima con vivacidad y justicia el papel de «Lescaut», cuya dificultad de interpretación es más psicológica que musical.
Joseph Ronleau, bajo, de nacionalidad canadiense, descendiente de franceses por línea materna, es un excelente cantante y actor, que presta al papel de «Conde Des Grieux», su exacta medida de austeridad y noble porte
Guy Godin, en el papel de, «Bretignyi, y Diego Monjo, en el de <Morfontaines>, se desenvuelven con naturalidad y caracterizan adecuadamente sus pintorescos personajes respectivos. Las tres muchachas «Pousette», «Javotte» y «Rosette», tienen en France Dion, Maya Maiska y Margarita Breuner, tres gentiles intérpretes, y Miguel Aguerrí es un «Hostelero» graciosamente expresivo. AI frente del cuerpo de baile, interpretando la coreografía creada por Juan Magriñá, Aurora Pons es, como siempre, modelo de estilo, agilidad y elegancia clásica.
En el movimiento escénico y en todos los detalles del montaje, se aprecia la dirección y vigilancia meticulosa del regidor Gabriel Couret, dinámico y exigente hasta lo increíble. Los coros han trabajado bien, preparados por el maestro Bottino.
El maestro Jesús Etcheverry, ha madurado la orquesta en los ensayos, para superar las versiones rutinarias de que suelen ser objeto las óperas de repertorio y ha conseguido precisión, limpidez, detalles de uno colorido; toda la lozanía que la partitura exige.
Los protagonistas han escuchado calurosísimos aplausos en las principales escenas y juntamente con los directores han tenido que comparecer ante la cortina para saludar repetidas veces.

Arturo MENENDEZ ALEXANDRE



                                          
                                                      CHARLES GOUNOD



ROMEO ET  JULIETTE (Gounod) Director Jesús Etcheverry, con Mady Mesple, André Turp.
¡¡Otra gran sorpresa!! No me esperaba que esta ópera me fuera a impactar tanto. Conocía por disco algún fragmento, pero debo de reconocer que es una ópera espectacular. Esta  ópera está dividida en cinco actos. Su obra está basada en formas  de recitativos, dúos, arias, concertantes y ballets. Gounod era un compositor innovador, supo aprovechar los moldes clásicos de la opera francesa para desarrollar una gracia melódica inspirada, en un magnifico lirismo y una sensualidad romántica, con una elegancia refinada en la instrumentación que le valió el aprecio del publico de  aquella época. De esta ópera  se destaca la obertura –prólogo, con una gran participación del coro. En el primer acto, una vibrante mazurca que empieza y acaba con la <Balada-Mab>  y sobre todo el vals de Juliette. En el segundo acto, la cavatina de Romeo <Ah, leve toi, solei> podemos considerar una de la piezas  más celebres de esta ópera. Del tercer acto podemos decir que la escena de la boda que termina con dúo, se convierte en un trío de una gran calidad. En el cuarto acto, la dificilísima aria de Juliette, que se suele recortar, < Amour, ranime mon courage> y gran dúo amoroso de los protagonistas. En el ultimo y quinto acto encontramos quizás la mejor pieza de toda la obra, es el <sueño de Juliette>, de una magnifica orquestación y el dúo arrebatador de una gran fantasía melódica.


Al no encontrar  ninguna grabación por los cantantes que representaron la función de la citada noche, me he atrevido a poneros la ópera completa. Hay muchas grabaciones en YouTube, la mayoría muy buenas, yo me he decantado por esta que os voy a poner, pues  para mi gusto, reúne un elenco muy aceptable, está realizado en el teatro de Orange en el año 2002 , Coro de la Ópera de Nice, Coro du Theatre de Capitole de Toulouse y coro de L´Opera Teatre d´Avignon y todos ello con la dirección musical de Michel Plasson y los interpretes y personajes : Angela Gheorghiu (Juliette), Roberto Alagna (Romeo), Anna Steiger (Gertrude) y Jean- Francois Lapointe (Mercutio).






                                            CRÓNICA DE LA VANGUARDIA

CRONICA DE LA VANGUARDIA DE ROMEO Y JULIETA (Gounod) EL MIÉRCOLES, POR LA NOCHE, EN EL GRAN TEATRO DEL LICEO «ROMEO Y JULIETA», DE GOUNOD, SE REPRESENTO DE  A C U E R DO CON SU CARÁCTER TRADICIONAL
                     ANALOGIAS CON <FAUST>
Este blando y virginal «Romeo y Julieta» que ha ascendido de nuevo a las candilejas del Liceo después de  medio siglo de ausencia y casi un siglo después de su creación en el parisino Théatre Lyrique (en 1837), representa una réplica del famoso «Faust» que en realidad es la única ópera de Gounod que bien o mal ha resistido el paso del tiempo. El pretexto argumental es, sin duda, diferente en las dos obras, no sólo por lo mucho que secara Shakespeare de Goethe sino porque las que giran alrededor de personajes diversos. «Romeo y Julieta» es un inmaculado diálogo de amor, mientras que Margarita y más aún Fausto son figuras sobrepasadas por la de Mephisto que se impone a lo largo del drama, constituyendo su esencial protagonista. A pesar de todo, la analogía de ambas obras subsiste. El cuadro que transcurre en la celda de Fray Laurent en «Romeo y Julieta» recuerda directamente el último de «Faust» y la Noche de Walpurgis es una incrustación coreográfica muy semejante a la colocada al principio del cuadro en que Julieta se desvanece en las puertas de la capilla. Aunque el sentido dramático de ambas obras pueda ser incluso opuesto, el contexto lírico de la música es el mismo.
SENTIMIENTO FERVOROSO EN LA MUSICA DE GOUNOD
En la caracterización de la música de Gounod gravitan mucho más sus nueve Misas, sus Cantatas y Oratorios que sus catorce óperas, a pesar de que en su época el compositor fue considerado músico de teatro pura sangre. Después de la crisis de las ideas teatrales decimonónicas, del “Romeo y Julieta» sólo se mantiene en pie la pureza de las melodías que Gounod expresa angelicalmente, arropándolas con una armonía orquestal deliciosamente clara y flexible. Éstas melodías y estas fórmulas sinfó- nicas siempre fervorosas pero jamás exaltadas ni violentas, aunque en la escena se crucen las espadas o se consuma una tragedia, exhalan invariablemente un perfume grato y sin malicia y una espiritualidad beatífica que borra todos los relieves de la acción escénica para convertirla en una sucesión de pálidas imágenes poéticas.
Naturalmente, las luchas de Montescos y Capuletos no tienen ninguna fuerza acompañadas por la música confortable de Gounod, como tampoco ésta llega a sugerir los abismos infernales en <Faust>, pero no por eso deja de tener encanto y significación. Gounod con esta música falta de nervio pero no de substancia, muy personal, muy francesa, escapó del imperioso influjo wagneriano y dio la pauta de un arte nacional que Bizet supo aprovechar y Fauré hizo suyo para calentar el crisol del impresionismo.
Lo malo está en que todos los valores fundamentales que encontramos en la partitura de «Romeo y Julieta», están ya explícitos en la de «Faust», ocho años anterior, ópera prodigada (en el Teatro de la Opera de París, en el año 1934 se había representado ya más de dos mil veces), hasta producir el ofuscamiento total del resto de la producción del compositor.
El público del Liceo ha conocido ahora el «Romeo y Julieta», y ha pensado con razón que para escuchar arias, racontos, dúos, concertantes y coros de la más tradicional escuela francesa y con un inconfundible sello del estilo de Gounod, prefiere quedarse con el recuerdo de «Faust», aunque reconozca muchos aciertos, una gran maestría narrativa y un seductor sentimiento lírico en la obra menos divulgada de un músico lo suficientemente importante para que sea lógico darlo a conocer con algo más que con el insoslayable «Faust», aunque sea para comprobar la inamovilidad de su manera de expresarse y la clara uniformidad de su credo musical. Una correcta interpretación
UNA CORRECTA INTERPRETACIÓN Y MODESTA ESCENIFICACIÓN
«Romeo y Julieta» se ha repuesto en nuestro primer teatro con un buen cuadro de cantantes y una escenificación sujeta a los convencionalismos de la época en que la obra fue creada. Entre los cantantes destacaron notablemente los dos protagonistas, aunque menos de lo que era de esperar. Así, la soprano Mady Mesplé, titular de la Opera de París, gustó relativamente por la agilidad y acento intencionado de su voz pero en el ámbito del Liceo quedó un poco disminuida y su timbre, seguro y claro, resultó excesivamente frágil. Su actuación fue muy estimable pero decepcionó algo teniendo en cuenta el prestigio de que goza la artista que ha registrado magníficos discos de ópera.
El tenor André Turp, desde que vino a Barcelona para cantar el Des Grieux de «Manon», no está totalmente bien de salud. Anteayer incluso fue solicitada la benevolencia del público al que se advirtió que el artista cantaba en inferioridad física, lo que se notó más que nada en el limitado rendimiento de sus extraordinarias facultades que lamentamos no haber podido admirar en esta ocasión como lo hiciéramos en temporadas pasadas cuando intervino en «Werther» y «Lucia de Lammermoor». De todas maneras, seguimos considerando a André Turp como uno de los primeros tenores del momento presente y pese al contratiempo de su indisposición, fue evidente su clase, la calidad, volumen y ductilidad expresiva de su voz de un intenso poder emotivo, perfecta para <rols> como el de Romeo, Werther o Sir Edgard.
El papel — muy lucido en el acto tercero— de paje Stephano, fue confiado a la soprano Mirna Lacambra que estuvo acertada, manifestando un verdadero despliegue vocal.
En otros papeles masculinos fue notable la participación del bajo JospehRouleau, que dio mucha nobleza al personaje de Fray Laurent; de los barítonos Jean Charles Gebelin (Mercutio) y Joseph Zarmas (Capuleto), así como también de Guy Godin (Páris), que ya habíamos oído por sus actuaciones en «Manon» y «Butterfly».
Completaron eficazmente el conjunto Pilar Torres, Jean Michel, Diego Monjo, Rafael Campos y Juan Rico. El coro tuvo destacadas intervenciones regulares en la eficacia.
El «ballet» dio el máximo relieve al segundo cuadro del acto cuarto, dedicado casi íntegramente a la diversión coreográfica (sin apenas relación con el argumento, como sucede en casi toda la ópera italiana y francesa del siglo pasado). Las variaciones de este acto de «ballet» fueron muy bien ideadas por el maestro Juan Magriñá, partiendo de la sintaxis de pasos y evoluciones de la escuela clásica. Bailó muy bien el conjunto y destacó Aurora Pons, primera bailarina, de técnica segura y ágil, que se superó en los solos y en «adage» al lado del primer bailarín Juan Sánchez, que si bien tuvo un momento de flaqueza física en el «adage» en cuestión, en su solo brilló como un verdadero bailarín estrella. Fueron excelentes las evoluciones de Cristina Ginjoan, Asunción Aguadé y Elisabeth Bonet, para las cuales también hubo pasajes de lucimiento en la coreografía.
El «ballet», a ser sinceros, fue lo más aplaudido del espectáculo. Hubo, sin embargo, también cordiales muestras de aprobación para los primeros cantantes y para el maestro Jesús Etcheverry, quien, lo mismo que en <Manon>, estuvo atento a la buena marcha musical de la representación, llevando la orquesta con máxima flexibilidad y concisión de mando. — Xavier MONTSALVATGE.


Aquí pongo fin a esta dignísima temporada, muchas operas  las he repetido pues de esa forma  colmo mi ansiedad, y además he visto otras óperas que también he disfrutado, este libro seria inacabable si pusiera todas las funciones que he visto. Lo que siento es que hay funciones que no os puedo poner debido ha que no hay grabaciones por los mismos cantantes, pues no existen, pensad que en aquellos años no había la tecnología que ahora tenemos. Es posible que haya grabaciones pero deberán estar muy defectuosas y ese es el motivo por el cual YouTube no las pone.





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